Un hombre repulsivo se me planta delante, pretendiendo convencerme de la malignidad del ángel caído. Dice -es su manera retórica de hablar- que para probar la bondad infinita del Gran Demiurgo. Yo le contesto que, aunque soy partidario de las fantasías, me gusta elegirlas. Y a ser posible, inventarlas.
sábado, 31 de mayo de 2014
Imaginario, 65.
Un tropel de abigarrados guerreros, cuya ferocidad me parece ridícula, se precipita hacia mí. El grito unísono, ronco y ensordecedor, me da risa. Me despierto sudando, absolutamente aliviado.
viernes, 30 de mayo de 2014
Imaginario, 64.
Era acercarme a la mujer desde atrás, poner con cautela mis manos sobre sus hombros y hacerse el silencio. Ella giraba su rostro despacio y esbozaba una sonrisa, como si no fuera una desconocida.
jueves, 29 de mayo de 2014
Imaginario, 62.
Todas las habitaciones de la casa grande se vinculan unas con otras. Vanos altos de jambas y dinteles decorados con estucos, carentes de puertas, dan paso a nuevas estancias. Creo ver un conjunto escultórico al fondo, representando un ágape. Trato de llegar hasta él, pero se aleja. Yo corro pero los muros se van cargando de ramaje y de pronto me encuentro a la intemperie.
Imaginario, 61.
La emoción de sentir el roce de aquella piel cesaba de improviso cuando la dulce sonrisa ofrecía su máscara desnuda.
miércoles, 28 de mayo de 2014
Imaginario, 60.
Era el juego de la guerra, y uno de mis amigos se moría como si recibiera un golpe seco con un mandoble, otro a causa de un disparo certero de rifle, otro por una flecha cartaginesa. Yo elegía, ignoro por qué, la metralla de una bomba arrojada en un raid enemigo y me dejaba caer lentamente. Gemma acudía a prestarnos los primeros auxilios sin saber por quién empezar. Entonces yo dejaba escapar un ay, en un gesto de dolor inacabable, extendiendo una mano hacia ella. Gemma dejaba de lado a los otros, que se hacían los muertos tan bien que no despertaban.
Imaginario, 59.
Los pechos de la diosa estaban gélidos, pero yo, ciego, expelía sobre ellos el vaho de mi boca, hasta apagarme.
martes, 27 de mayo de 2014
Imaginario, 58.
Extraño sueño en el que mi amigo desaparecido me pedía con insistencia que escribiera sobre su vida, aun no habiendo terminado de vivirla.
lunes, 26 de mayo de 2014
Las cabezas perdidas
Han sido vistas, flotando por el mar de los ensueños, las cabezas que se le habían perdido al amigo Loam ( http://arrezafe.blogspot.com.es/2014/05/el-dia-despues.html) No fiarse de los rostros. Las que muestran muecas de disgusto de media cara ocultan lo que se han llevado antes. Las que esbozan sonrisa disimulada andan ya frotándose las manos (no se las vemos pero se sabe de buena fuente) por el chollo que viene. El perfil adusto y severo es el de quien debe dar fe de que su mujer debe ser como la del César, aparentona en su improbable honradez. Una que abre la boca como un pasmado está que no se lo cree. La del fondo podría ser la de la vache que rit pero sin cuernos, sin pintas y sin esquilón. La que cierra los ojos, comprime las facciones y contiene la carcajada no es el más listo que se ríe de todos, sino un estreñido que pasaba por allí y no podía aguantar más. La que da la espalda olímpicamente no quiere que le reconozcan los paparazzi por si le relacionan con algo turbio. Y luego está la del primer plano que no se sabe si es el buzón de Correos para recoger las cartas a los Magos de los ciudadanos niños europeos o la que emite con bonhomía las órdenes que llegan de las alturas. Todos los rostros aparentan y ninguno es lo que parece. Lo raro es que volvieran a los cuerpos de los que procedan.
(Fotografía tomada del quotidiano italiano Il Manifesto)
Imaginario, 57.
Subo fatigado las escaleras helicoidales de un edificio cuya zona más alta parece confluir en un vértice. De pronto la torre se muestra inconclusa y desmesuradamente abierta al cielo, el aire sopla con intensidad y la noche se precipita. Me dispongo a bajar, pero los peldaños ya no están y una voz me grita: No te muevas, no hay más allá.
Imaginario, 56.
Sujetaba la calavera por la mandíbula con una mano y pasaba los dedos de la otra sobre el desierto del cráneo, cuyo nombre era plural. Pero su voz era ausencia.
domingo, 25 de mayo de 2014
Meyerhold vuelve a la calle
"La nieve cae
como si me lavara la cabeza de todos mis pensamientos.
Desgraciadamente el teatro no puede escapar a sus tormentas.
Nieva, una hermosa nieve
que me proporciona el color del reencuentro entre el hombre,
una generación de artistas precursores y su historia.
Eso comienza allí.
Con las mismas revoluciones,
hasta la llegada de un teatro a un estado dictatorial.
La propaganda y su derrota.
Hoy quiero hablar de Vsevolod Meyerhold.
De su vida que une a varias guerras y varias revoluciones,
las de la vida del hombre y las del teatro.
¿Dónde está la libertad?
Todavía me lo pregunto.
¿Dónde está su triste debilidad?
Toda la poesía está allí.
Y todo ello dividido entre un teatro físico
y un teatro de la memoria emocional.
Meyerhold, creador de un teatro nuevo desde 1900.
A la búsqueda de un teatro que reúna a todas las artes: Teatro, Circo, Cabaret,
Teatro de calle, Mimo, Música.
A la búsqueda de un teatro que cambie la vida del hombre.
Todo era posible para este artista
que fue hecho preso, torturado, condenado y fusilado bajo el régimen de Stalin.
Comienzo esta aventura, que me trastorna y me revuelve.
Misterio del teatro, Misterio de la vida."
Mauricio Celedon, 2012.
La Compañía Teatro del Silencio, dirigida por el chileno Mauricio Celedón. ha ganado la edición de este año del Teatro de calle de Valladolid, con una representación en dos actos en homenaje al renovador del teatro ruso Vesevolod Meyerhold, que fue ejecutado por el estalinismo. He aquí algunas fotografías sobre una parte del trabajo titulado Doctor Dapertutto, y como homenaje a su vez a la alta calidad de la puesta en escena y del esfuerzo realizado.
Imaginario, 55.
No logro saber porqué aquel bumerán lanzado en campo abierto y con viento favorable no ha vuelto todavía a mis manos.
sábado, 24 de mayo de 2014
Imaginario, 54.
Una muchedumbre venía corriendo en dirección opuesta a la mía y según se aproximaba se iba reduciendo en número. Hasta que al llegar a mi altura todos desaparecían, dejándome la vía expedita.
Imaginario, 53.
Una mujer púber sentada a la puerta de su casa me ofrece moras desde el delantal. Tiene los labios ennegrecidos y hay picardía en su mirada. Ahora mismo voy hasta las zarzas y te traeré más, se me ocurre decir. Voy contigo, y se levanta. Pero no encontramos el camino y nos desconcertamos.
viernes, 23 de mayo de 2014
Imaginario, 52.
Me veo pasando las hojas de la partitura de las Variaciones G. que el solista tiene sobre el piano. De pronto el pianista se sacude las manos, abandona su posición encorvada, y me cede el desastrado taburete. ¿Por qué yo?, le pregunto; pero él se aleja tecleando con sus dedos ágiles sobre el aire.
jueves, 22 de mayo de 2014
Imaginario, 51.
En aquella visión yo sermoneaba a los viandantes. Demasiado largo el tiempo de quien no ha sabido vivir casi nada, les decía. Demasiado corta la vida para quien apenas logra vivir lo deseado.
Vindicación del ladrillo
Vindicar.
3. tr. Der. Dicho de una persona: Recuperar lo que le pertenece.
(Diccionario de la RAE)
Podría ser el exterior de una gruta, el caparazón de un molusco, la masa de una montaña, el arbolado de un bosque, el tejido que protege un útero, el armazón de un cuerpo. Probablemente sea todo eso de modo implícito. Y revista cualquiera de esas formas. Porque hay dos clases de formas: la de la intención y la de la figuración. No se disocian tanto como a veces se piensa. En este caso, aunque el efecto de la búsqueda se encuentre dentro del templo (un templo cristiano que podría tratarse acaso de un palacio babilónico menor o de unas termas romanas o de una sinagoga o de una mezquita o de un depósito de agua de la época industrial) yo la percibo desde fuera. Como una revelación, el trazado total, integral, me derriba del caballo de la monotonía. Justo esta pieza que parece monocorde, insulsa, lineal, pero que es todo lo contrario. ¿No habrá en esta fábrica algo de zigurat reconvertido? Constante búsqueda humana de las estrellas. Nunca la aparente ceguera de unos muros hablaron tanto. Nunca la opacidad cedió de modo tan contundente y bello a la estética de la sencillez. Pero ojo, nada es elemental o, mejor dicho, rudimentario. La técnica tiene su desarrollo y el resultado borda la precisión. El ajuste del alineamiento de los ladrillos, el encuadramiento de los arcos de medio punto, la esbeltez conseguida al prolongar las arquerías elevan el edificio más allá de sus propias medidas. Yo diría que logra otra dimensión. Imagino entonces el templo recién levantado, allá en épocas duras de esta tierra. Me recreo en mi propia reconstrucción visual: un caserío urbano mucho más chico, un espacio abierto sin la proximidad inmediata de otros edificios, un disfrute de la perspectiva. Cuántos siglos contemplarían el alzado de esta construcción. Cuánto sabían los arquitectos, los ladrilleros, los albañiles. Cuánto pretendían y de qué modo lograban hacer arte por encima de las ideas, allá avanzado el siglo XII.
Las fotografías están realizadas sobre la iglesia de San Lorenzo, en Toro (Zamora) El templo se hallaba cerrado por lo que me pide una segunda vuelta por si logro ver el interior.
miércoles, 21 de mayo de 2014
Imaginario, 50.
La desconocida y yo jugábamos a poner nuestros puños cerrados uno encima del otro, de forma alterna, ahora tú ahora yo, en escala hasta alcanzar el cielo. Cuando se nos venía abajo la arquitectura nos sentíamos felices. Agradecidos a nuestra fragilidad.
Imaginario, 49.
Soñaba que al atravesar un bosque alguien se ocultaba de mi presencia. Acto seguido, yo obraba de manera semejante y, por precaución, me escondía de mi mismo.
martes, 20 de mayo de 2014
Imaginario, 48.
Aquel diluvio de piedras era el último coletazo de la gran convulsión de la tierra. Mucho tiempo después les vendría bien a nuestros abuelos para levantar un cerco amurallado con el que protegerse de la naturaleza humana. Siendo ésta, como es, tan advenediza.
Imaginario, 47.
Me paraba delante de un campo nevado. Sobre la capa blanca escupía abundante sangre y con los dedos corazón e índice trazaba un nombre en rojo. Luego la nieve lo cubría, como a mi deseo.
lunes, 19 de mayo de 2014
Imaginario, 46.
Un mendigo y una mendiga se increpaban mutuamente por la ocupación de un espacio callejero. Yo me alejaba asqueado por aquella escena de competencia entre miserables.
Imaginario, 45.
Me quedo preocupado cuando se me cae al suelo todo el mazo del tarot. Me quedo más tranquilo cuando veo que todas las cartas están bocabajo. Cierro la puerta y salgo sin recoger la baraja desperdigada.
domingo, 18 de mayo de 2014
Imaginario, 44.
La noche era ciega. Llovía a cántaros. Por el canalón roto vertía alocadamente el agua. Yo abría el balcón de par en par y ponía las manos para sentir la lluvia en estado puro. Mis padres me llamaban alarmados y me metían a la fuerza porque, tal como parecía escuchar que decían, estaba y no estaba allí.
Imaginario, 43.
Traspasando la cal del muro reaparecía en lenguaje ugarítico una frase enigmática: si estás, no estás. Yo hurgaba entonces con las uñas las infinitas cuñas que formaban la cita para intentar borrarla, pero volvía a aparecer casi la misma: si no estás, estás. Mis yemas sangraban más de rabia que de herida por no lograr desvelar su significado.
sábado, 17 de mayo de 2014
Imaginario, 42.
Una mujer
vestida con un chiton ceñido está pintando una cabeza de porcelana de amarillo
y azul. Al verme me llama: acércate y ata
mi cíngulo. Cuando me dispongo a ello compruebo que su cuerpo no tiene calor, que
las facciones de la cara se han paralizado y que las manos sostienen sin
energía la negra testa de un toro.
viernes, 16 de mayo de 2014
Imaginario, 41.
Al asomarme al abismo para comprobar su inquietante belleza me daba de bruces con mi apacible maldad. A la extensión de mi mirada seguía un movimiento corto e inmediatamente después un grito que seguía resonando hasta que la sangre se quedaba fría.
Imaginario, 40.
Extasiado ante la pared blanca veo el ir y venir de lo intangible. El transcurso casual de las sombras, los cambios caprichosos de tonalidad por efecto de la luz que hace su relevo, el silencio no violado por ocupación superflua de objetos. Nunca había imaginado que el lienzo desnudo de una pared fuera tan horizontal e inabarcable.
jueves, 15 de mayo de 2014
Imaginario, 39.
Estaba en una biblioteca. Al abrir cierto libro de poesía aparecía entre sus páginas una carta del tarot. La que representa al loco. Me inquietaba y automáticamente me llevaba el libro para casa. No sé si temía más un oculto significado que de momento no me era revelado o la presunción de mi rostro en ese arcano mayor.
Imaginario, 38.
Recibo una caja hexagonal y dentro hay una cabeza de mármol. Aunque la frialdad estética es superior a la de la textura del material la llevo hasta una estantería. Cuando estoy a punto de dejarla me quema los dedos.
miércoles, 14 de mayo de 2014
Imaginario, 37.
Presencia implacable de una raya inequívoca, trazada a carboncillo, que se extiende y permanece en el sueño. De pronto, desde los extremos la línea es tensada y sus vibraciones me hacen perder pie. Me deja al borde, sin que yo sepa muy bien en qué lado de su viscosa horizontalidad estoy.
martes, 13 de mayo de 2014
Imaginario, 36.
El río se abría violentamente en dos. Longitudinal, desproporcionado y a diferente ras. La navegación se interrumpía, los campos se anegaban, los meandros extraviaban sus contornos y el nivel de las aguas se elevaba incesante y precipitadamente. Mirándolo desde aquella altura yo tenía la sensación de que el tiempo volvía hacia atrás. Y que aquel afluente orgulloso pero humilde se vengaba de la erosión que lo había dejado convertido en mudo -y menudo- testigo.
Imaginario, 35.
Dificultad de entender cómo, si estoy subido a la terraza, no veo el paisaje. Lo lejano se difumina y lo próximo está tapado por más terrazas, mientras me llega el olor húmedo del heno.
lunes, 12 de mayo de 2014
Imaginario, 34.
Aquella mujer que encontraron muerta en las vías del tren cuando yo era niño aparece en alguna ocasión en mis sueños. Se empeña en que la escuche. Me compensa diciéndome que puedo comer cuantas manzanas quiera de su huerto.
(Paréntesis: panfleto sobre la siesta)
Mientras permanecemos de esa guisa, los innombrables no cesan. Roban propiedades, las inmatriculan a su nombre (el caso de la Mezquita de Córdoba es el más flagrante de entre los últimos), piden más percepciones estatales. Roban derechos cívicos a través de la imposición de leyes. Lo que requisan por medio de recortes contra las necesidades humanas lo despilfarran en sobrecostes de obras (la misma política son y hacen los que todos sabemos) o en corruptelas millonarias (más agudizada la práctica en unos que en otros) o en obras faraónicas inservibles. Las prácticas ilegales de la competencia se perdonan (el mercado, ese dios sobre todas las cosas) Etcétera. ¿Cómo va a sanearse la economía de un país sino estrujando a los que nos echamos la siesta? ¿Cómo va a haber reformas históricas que hagan un país nuevo si se lo apropian los mismos de siempre?
La historia de España es la historia de una perpetua contrarreforma. No se deja crecer al país nunca. No se le permite el asentamiento de una convivencia basada en la justicia (oh, ya toqué un absoluto impoderable) No se deja que se estabilice para beneficio de la colectividad. Como dice Rafael Argullol en un artículo aparecido el sábado en El País, quedan demasiadas cuentas pendientes y las criaturas del subsuelo han vuelto a resurgir: el desprecio por la libertad y la crítica, el fanatismo, los populismos de todo tipo. Y la más dañina: la ignorancia autosatisfecha que contempla apáticamente la destrucción de la cultura y la dispersión del talento.
Sigamos, pues, de siesta toda la bendita vida. Puede que ya nos estemos encontrando sin banco donde reposar, ni catre donde dormir, ni suelo que pisar sin pagar por ello. Al final no he escrito panfleto alguno sobre la siesta, ¿o sí?
domingo, 11 de mayo de 2014
Imaginario, 33.
A veces acecha un fantoche chulesco. Atraviesa a vuelo mi cuarto de punta a punta con una espada de fuego. O eso dice él.
Imaginario, 32.
La cama refugio se convertía en cama desierto, pero donde no había luz ni estrellas ni oasis ni brisa.
sábado, 10 de mayo de 2014
Imaginario, 31.
En aquel sueño me volvía loco tratando de encontrar un disfraz adecuado. Rebuscaba entre el amplio surtido de miradas, canciones, voceríos, discursos, exhibiciones, gemidos. El que había elegido debía pasar desapercibido porque todos me preguntaban si no quería disfrazarme de nada.
Imaginario, 30.
Es un bosque, un bosque de pupitres, me dice un hombre mayor, desaliñado, cuando entro en aquella escuela. No le entiendo. Hay al principio unas pocas filas ocupadas por escolares y, según avanzamos, las mesas se amontonan en varios pisos, de modo desorganizado. Cuando retrocedo hasta la salida los niños ya no están y, para mi desconcierto, el hombre trata de contener aquella abigarrada escultura con su débil corporeidad. Salgo yo solo y la voz del anciano se torna lejana: recuerda, se trata de un bosque.
viernes, 9 de mayo de 2014
Imaginario, 29.
Contemplo absorto un árbol de la vida, sorprendido por cómo el ramaje de piedra esparce sus frutos. Bufones y profetas vienen a mi encuentro, me extienden una mano y con la otra sujetan serpientes.
Imaginario, 28.
Era en Borobudur y se hacía de noche. Las figuras bajaban de sus relieves mientras nosotros nos queríamos. Nos hacían la ronda, proponiéndonos que nos incorporáramos a sus lienzos y nos quedáramos allí.
jueves, 8 de mayo de 2014
Imaginario, 27.
El castillo está situado en lo alto de un extenso otero. Cuando llego descubro que hay otro castillo ruinoso incrustado en él. Más alto, más inaccesible. Las almenas están desmochadas, el adarve resulta peligroso, los matacanes agujereados. El viento sopla impetuoso y un águila se posa cerca de mí. Nos miramos fijamente, nos hipnotizamos.
miércoles, 7 de mayo de 2014
Imaginario, 26.
¿Quieres venir conmigo? me pregunta la mujer que hay apostada ante un forjado portalón. Depende quien seas, la respondo. Mientras atraviesa un zaguán con olor rancio, ella sigue explicándose, pero no la escucho porque no sé dónde me encuentro y la sigo a ciegas.
Imaginario, 25.
Subía por una rampa que acababa convergiendo con un techo de roca. Según avanzaba hacia el vértice me empequeñecía más y más. A los lados una tierra oscura y en ella la impronta de pisadas antiguas. Sobrecogimiento por hallarme en un templo cuya construcción me era regalada. Me quedaba en cuclillas, atónito.
martes, 6 de mayo de 2014
Imaginario, 24.
En la madrugada de nieve una muchacha entra en una cabina de teléfonos y llama. Al otro lado, en guardia, hay un hombre esperando. Ach! und säumest du noch? masculla para su insomnio.
lunes, 5 de mayo de 2014
Imaginario, 23.
¿Cuántos éramos? ¿Cuatro, seis? Iba cayendo la tarde y aún había que atravesar un campo de ortigas. A uno se le ocurre decir que si no respiras no te pican. Contenemos la respiración entre risas, pero las ortigas no se acaban nunca y los pulmones no dan más de sí. En la desbandada, caigo por el ribazo que da al río. Una voz que no sé de dónde sale clama: ¡las aguas son negras!
Imaginario, 22.
Doy vueltas al perímetro de las murallas y su circunvalación se hace cada vez más agotadora. Cuando pretendo entrar en la ciudad los postigos han desaparecido, las murallas se han hecho más altas y las piedras muestran una grisura sucia. Por más que busco una rendija en la defensa no la encuentro. Me quedo pensando, inquieto, si será una ciudad de vivos.
domingo, 4 de mayo de 2014
Imaginario, 21.
Mi amigo muerto y yo paseábamos juntos. Al mostrarle un paisaje él me respondía sin aspavientos que no podía sentir nada. Entonces le proponía: sentirás a través de mi mano, verás con mis ojos, olerás por mi nariz, escucharás haciendo tuyos mis oídos, etcétera. En ese momento el rostro de mi amigo denotaba satisfacción y seguíamos caminando.
sábado, 3 de mayo de 2014
Imaginario, 20.
Muchos brazos agitándose a los que me aproximo por curiosidad. Cuando me doy cuenta estoy siendo rodeado por ellos y me convierto en uno más. En ese momento aparece a toda velocidad una bola de fuego por la calle que baja de la montaña. Me hago a un lado y en el portal de una casa hay una mujer asustada a la que consuelo. Tirita y me hinca las uñas en la ropa.
viernes, 2 de mayo de 2014
Imaginario, 19.
El paso era angosto y las paredes de perfiles desiguales. A la perfecta planitud de un tramo le sucedían salientes de aristas puntiagudas que raspaban mis brazos y se clavaban en mis sienes. Cuando aquel pasaje se estrechaba de manera que parecía insalvable salir de él mi cuerpo decidía convertirse en una culebra. En ese momento me encontraba a gusto y quería permanecer allí; hasta el punto de que desaparecía la angustia.
jueves, 1 de mayo de 2014
Imaginario, 18.
Mientras yo contemplaba aquellos dedos largos, ni frágiles ni toscos, de piel tersa y algo atezada, el sello dorado de su dedo anular me deslumbraba con los destellos. No alcanzaba a ver con claridad en qué parada se bajaba la joven de mirada triste.
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