Y oyes que tus manos son dos preguntas
que tratan de coger algo
incorpóreo
innombrable
en el vacío.
Dos signos que caen
por su propia gravedad, inertes,
con expresión perdida.
Y cuando crees que te apoderas de ese algo
incierto
que habita en el espacio despoblado,
¿qué estás catando con la dúctil fragilidad
de tu tacto?
Nada palpas
sino el aire, el silencio,
la soledad,
el abandono que te remite al origen.
Trasegando tu sombra
te aligeras de las circunstancias:
no te interesa ya dónde te ubicas.
Acaricias esa nada
que tratan de coger algo
incorpóreo
innombrable
en el vacío.
Dos signos que caen
por su propia gravedad, inertes,
con expresión perdida.
Y cuando crees que te apoderas de ese algo
incierto
que habita en el espacio despoblado,
¿qué estás catando con la dúctil fragilidad
de tu tacto?
Nada palpas
sino el aire, el silencio,
la soledad,
el abandono que te remite al origen.
Trasegando tu sombra
te aligeras de las circunstancias:
no te interesa ya dónde te ubicas.
Acaricias esa nada
frutal y ácida,
esa carencia que rompe en balbuceos
nuevamente,
y vuelta otra vez a tejer el hilo
de la nada.
Tanta ausencia
conduce tus pasos a las estancias
donde se fraguan los paisajes albos.
Un día despertarás
privado del sentido.
No advertirás la luz de hielo
que se filtra por la persiana de tu cuarto,
mas no sentirás frío alguno.
La nada no es gélida,
la privación humedecerá
en un gesto contrito de piedad
tus labios entreabiertos,
siempre rasgados por la sed.
La nada te acunará,
conjugará el retorno imposible,
cual cántico de escolares:
no soy
no eres
no es.
Una voz, ¿un eco?
susurrará desde el desierto:
no serás.
esa carencia que rompe en balbuceos
nuevamente,
y vuelta otra vez a tejer el hilo
de la nada.
Tanta ausencia
conduce tus pasos a las estancias
donde se fraguan los paisajes albos.
Un día despertarás
privado del sentido.
No advertirás la luz de hielo
que se filtra por la persiana de tu cuarto,
mas no sentirás frío alguno.
La nada no es gélida,
la privación humedecerá
en un gesto contrito de piedad
tus labios entreabiertos,
siempre rasgados por la sed.
La nada te acunará,
conjugará el retorno imposible,
cual cántico de escolares:
no soy
no eres
no es.
Una voz, ¿un eco?
susurrará desde el desierto:
no serás.
Sólo la nada.
(Dedicado a Stalker, a Ana, a Clara Janés y a Chantal Maillard, para que no se sientan solos en ese tanteo de la nada)
(Dedicado a Stalker, a Ana, a Clara Janés y a Chantal Maillard, para que no se sientan solos en ese tanteo de la nada)