"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





jueves, 29 de septiembre de 2022

Némesis

 



"...Perdí me reino, mi patria y mi palacio,
y ahora he sido abandonada por mi esposo, que lo era todo
para mí. Yo, que pude domar serpientes y toros furiosos,
no he podido domar a un hombre. Yo, que alejé fuegos
salvajes con sabias pócimas, no valgo para ahuyentar
las llamas que me abrasan".

Ovidio. Heroidas. Carta de Medea a Jasón. 



Te creces en la ira. ¿Es traición la del marido aventurero o una muestra del estado natural en quien ha arribado con hambre y sed a tantas costas? Tú dices: pero yo le ayudé a conseguir su áureo trofeo. Mas, aunque así fue, ¿no cumplió él la promesa nupcial? Tú dices: mis dos hijos y el que viene no me compensan. Y sus presencias me remueven las entrañas. Yo quería al hombre a mi lado para siempre. Pero tu encono visceral no va contra él, pues al planear tu venganza las víctimas van a ser los inocentes.  Te creces en la crueldad: si el objeto de mi venganza fuera acabar con la vida de él me quedarían unos hijos que también son los suyos y que se rebelarían contra mí. Vería en sus rostros el rostro del adúltero. Vería en sus labios los labios de aquellas mujeres por las que me abandonó. Vería en sus manos no las manos que me acariciaron a mí sino las de las intrusas. Vería en la fuerza de sus cuerpos crecientes el arma que podría aniquilarme. Vería en sus ojos la falta de perdón. Vería en sus palabras cotidianas el reproche cruel. Pero, ¿no crees que es un desquite desproporcionado lo que pretendes? Dices: para que a él le duela y sufra debe vivir. Matándolo a él no obtendría el placer que proporciona mis ansias de represalia. Pero, ¿no te enternecen las preguntas ingenuas de los niños? ¿No te hablan sus juegos traviesos de tu propia infancia? ¿No te hierve en tus senos la leche con la que también los nutriste? Elevas energúmena la voz. Es la sangre la que me reclama, no la leche. ¿Acaso no da más vida la sangre a pesar de que soy perseguida por la infelicidad? ¿Acaso no es mi sangre la que hace que mis pechos procuren el alimento? Pero si conviertes tu sangre en destrucción, ¿qué harás después? Contemplar el océano desde los riscos de la sangre derramada, respondes entristecida pero irrenunciable a tus propósitos.




* María Callas en el filme Medea, de Pier Paolo Pasolini


martes, 27 de septiembre de 2022

Ausencias cercanas

 



Mi tutor fue tajante aquel día. Desiderium est libido videndi eius qui non adsit, dijo con un tono tan prudente como severo. El deseo es el ansia de ver a quien no está presente. Pero todos estamos aquí, respondí precipitado, salvo los muertos. No es la muerte la única ausencia, me interrumpió. Sino lo que no llega todavía, lo que no pudimos conocer un día antes de aparecer nosotros. Lo que está haciéndose en cada instante sin que cuaje o lo haga de distinta forma a lo que nos gustaría. Pero los muertos nunca son la ausencia. Nuestros pensamientos los reclaman y los sentamos a la mesa de nuestros coloquios interiores. Ellos siempre están presentes. Son aves migratorias que se recuestan en el regazo de nuestra vida cotidiana. A los que ansiamos relatar nuestras experiencias. A los que queremos mostrar lo que acontece cuando se producen cambios. A los que pretendemos retener porque nuestra conciencia de la frustración nos dice que no les conocimos lo suficiente mientras vivieron. A los que nos faltó hacerles infinidad de preguntas y con quienes no supimos compartir cuanto hubiéramos deseado. Como quiera que no acababa de entender a mi tutor le pregunté: ¿Debo temer las presencias de tales ausencias? Sonrió con cierta melancolía, pero fue claro y preciso. No hay temor cuando se anhela. No hay desdicha cuando se recuerda. No hay ingratitud cuando se hablan de nuevo aquellas conversaciones que hoy se mantienen en el mundo de lo invisible, que solo cada uno conoce. El hombre es un ave que se arrulla a sí misma.







(Grabado de Liliana Inés González Soria)

domingo, 25 de septiembre de 2022

Un poema de Forugh Farrojzad que recupero para denunciar la violencia y la falsa moral de la teocracia iraní

 



Forugh Farrojzad (1935-1967) es una de las grandes poetas de Irán en el siglo XX. Sin desmerecer en absoluto respecto a otros grandes como Ahmad Shamlu o Sohrab Sepehrí. Murió mucho antes de la revolución islamista de Jomeini. Pero el huevo de la serpiente ideológico ya estaba ahí, en la sociedad iraní, tal vez desde tiempos seculares. Una vida libre, independiente y de control sobre sí misma como la de Farrojzad no podía ser bien vista por ese fundamentalismo que no solo era y es religioso y político sino desgraciadamente también de los usos y costumbres y de la moral. Aquella sociedad mayoritariamente marcada por el Islam, conservadora, intransigente y patriarcal, que venía de muy atrás, no aceptaba a una mujer rupturista y con personalidad. 

Observando estos días la protesta en las calles de las ciudades iraníes por parte de jóvenes, principalmente, como respuesta al hastío de un régimen opresivo y, por lo que se ve, criminal, me parecía mejor rescatar un poema de Forugh Farrojzad, en traducción de Clara Janés y Sahand. No es un poema político, sino más allá de la política. Un poema sobre la manera de sentir y comunicar el amor y, por lo tanto, el placer. Porque el amor y el placer, cuando son paradigmas de la vida de una mujer libre, resultan insoportables para todos los fundamentalismos. 

Con mi recuerdo a Mahsa Amini, la mujer kurda asesinada en una comisaría de policía tras ser detenida por no llevar el velo de la hipocresía bien puesto. Con mi rabia tras los treinta y cinco ciudadanos muertos en las protestas de estos días y los más de setecientos detenidos. 






Pecado


He pecado y era un pecado lleno de placer
junto a un cuerpo tembloroso y desmayado
Dios, no sé qué he hecho
en aquel lugar privado, oscuro y silencioso

En aquel lugar privado, oscuro y silencioso
me fijé en sus ojos llenos de secretos
En mi pecho ansiante temblaba el corazón
por la pasión de sus ansiantes ojos

En aquel lugar privado, oscuro y silencioso
me senté junto a él desconcertada
sus labios vertieron en los míos el deseo
me libré de la tristeza del corazón desbocado

Murmuré en su oído la historia del amor
Te deseo, oh alma mía
Te deseo abrazo que das vida
a ti, mi loco amante

El deseo estalló en llamas en sus ojos
El vino tinto bailó en la copa
Mi cuerpo en el suave lecho
sobre su pecho tembló ebrio

He pecado y era un pecado lleno de placer
en un abrazo caricioso y ardiente
He pecado entre unos brazos
cálidos, rencorosos y de hierro






(Foto superior: fotograma de un filme de Shirin Neshat. Foto posterior: la poeta Forugh Farrojzad)

jueves, 22 de septiembre de 2022

Simplemente dos mujeres asomadas. Murillo sabía

 



"Moza que se asoma a la ventana, de ser vista tiene gana; y si va de rato en rato, quiérese vender barato".

Refrán recogido en Vocabulario de refranes y frases proverbiales, de Gonzalo Correas, 1627.


La joven no se anda con remilgos. Ozú, niño, ¿dónde va vuesa mercé de esa guisa? Mira que las priesas no son buenas y una está aquí para proporcionar calma. Debes utilizar un tono más prudente, le indica la veterana. Que no te vean tan en precario, que una debe tener su clase. El arte no está tanto, si quieres reclamar su atención, en ser directa con los desconocidos como en sugerir. Ansí una muestra: el tiempo que hoy nos ha traído Dios nos va a mejorar a todos. O bien: la calle se anima al paso de tan gratos caballeros. Inténtalo con el próximo. El bisoño o el que va de paso no debe sentirse incómodo, porque acaso tampoco buscan lo vulgar. Tienes razón, hermana. Soy nueva en esto y no sé moverme con soltura. La otra sigue con sus recomendaciones. Tú déjalos que se aturdan un poco. Con los asiduos sé llana pero no exagerada. Con los chocarreros, aunque sientas por ellos algún rechazo, traga con disimulo porque pueden ser benefactores. Con los beodos, mejor les contestas que estás ya solicitada. Con los tímidos hazte la amilanada también, midiendo tus pasos, que sientan ellos que no están por debajo de ti, pues puede estar necesitándote un estudiante novato o un clérigo con su retorcida carga de conciencia. Con los ostentosos, mejor que te muestren antes las prendas de su faltriquera. Con los melancólicos no hables apenas, como mucho susurra, y ofrece tu cuerpo al gusto de su mirada. Con los ilustrados simplemente escúchalos y afirma que aprendes de ellos. Con los de origen noble, que llegan a hurtadillas, hazte la desgraciada pues ahí puede haber una mina. Con los de tropa alardea de que para patriota nadie como tú y diles que te dejas conquistar. Con los de mal matrimonio, déjalos que te lloren. Con los lascivos siempre mucho ojo, querrán recibir más de lo que ellos dan. Con los tiernos sé tierna, pero ni se te ocurra enamorarte de ninguno. La muchacha respira hondo ante tanto consejo. Ya me va conociendo, señora, y sabe que aprenderé con diligencia. Ahora voy a asomarme de nuevo y, ¿sabe qué?, hablaré al que pasa solo con mis ojos y con mi porte. Este alféizar es tan cómodo...



* Dos mujeres en la ventana. 1655/1660. Bartolomé Esteban Murillo. National Gallery of Art. Washington DC.



lunes, 19 de septiembre de 2022

Pucheros

 



Tristeza o anonadamiento. Al borde de los pucheros. Alegría ninguna, por más que le hayan dicho que tienen sublimes designios para ella. De momento los mayores le han dejado caer que ella, a diferencia de otros niños, nació sin mancha alguna. ¿Por qué yo no y otros sí?, ha preguntado. No sabemos, le han respondido, pero Aquel que está por encima de todos, también de todo, lo ha decidido así. ¿Quién es?, quiero hablar con él, ha dicho la chica valerosa. No se puede solo porque tú quieras. Casi nadie lo ha conseguido. Solo cuando Él tienen intención se muestra. La niña no se arredra. No es justo que todos los niños que nacen vengan ya sucios por no sé sabe qué clase de inmundicia y yo, eso me decís, tenga que ser una excepción. Me siento mal siendo la diferente. Ni me gusta ni me parece prudente, pues los demás me van a coger ojeriza. Los otros no se van a enterar de momento, tratan de tranquilizarla. Para ellos eres una niña más, ni mejor ni peor, ni más sabia ni más torpe, ni más cauta ni más impura. En los altos designios está previsto el disimulo y, si es preciso, la ocultación. Pero yo no puedo así tener las cosas claras. Los demás si se equivocan pueden corregir, si se manchan se limpian, si tienen mala intención también la corrigen y se vuelven generosos. Pero de esta manera que os empeñáis en meterme en una urna de cristal me voy a sentir extraña. Una niña que no es niña. Una mujer que no va a ser mujer. Y cuando deba ser mayor, ¿cómo podré ser una madre, como mi madre y todas las madres lo han sido, si no me dejáis crecer? Nosotros solo somos intermediarios de quien ha decidido tu destino, le responden entonces tajantes y secos. 

La niña, anonadada, confusa, recibe la orden del pintor de que baje del estrado donde ha posado, porque subida allí él tiene mejor visión. Te has portado hoy, le dice. No te has reído, apenas has hecho movimientos bruscos, aunque creo que has hablado demasiado y con cierta vehemencia, si bien no ha perjudicado mi trabajo. Es que me estaban contando tal cuento que no sabía cómo interpretarlo y me inquietaba, dice mientras se quita precipitada el vestido sedoso. El pintor no puede ocultar una risa traviesa. La chica no está por callar. Todo eso que me han estado diciendo es porque querían hacerme rabiar, ¿verdad?, pregunta sorteando la ingenuidad. El mostacho del pintor se ha encrespado. Se queda pensativo. Los mitos son los mitos y los dogmas son los dogmas. Suelen ir de la mano. O los tomas o los dejas, concluye. Pero la niña no le entiende  y se pone a jugar con los demás chicos del barrio que han venido a buscarla.




* Diego Velázquez. Retrato de Niña o Joven Inmaculada.


jueves, 15 de septiembre de 2022

Crepúsculo en la ciudad blanca

 



"¿Habrá para los días sin memoria
otro nombre que no sea muerte?"

Eugénio de Andrade. El otro nombre de la tierra.


Bruno estaba esperando a Alain y al encontrarse finalmente con él le recibió con su lengua de mil idiomas: tardabas demasiado; pero eso no quiere decir que desease que llegaras. Alain rio con la risa apocada que un hombre provecto como él puede ofrecer. A quien no debemos esperar nunca es a Paul, se le ocurrió al recién llegado. Se quedó en la ciudad blanca donde no puede morir. ¿Crees, Alain, que los marineros son eternos? Son eternos en sus navegaciones, respondió el otro. Entonces, ambos se echaron una mano al hombro y entraron al bar de Rosa. El reloj sigue igual que siempre, el segundero va al revés, se atropellaron entre sí jocosos al advertirlo. Este es el destino imposible que persiguen los hombres, Bruno. Quieren ir hacia atrás como si fueran relojes rotos. Bruno miró al amigo con cierta melancolía. Ni la inmensidad del océano ni la extensión de una mujer detienen nunca para siempre nuestros pasos, dijo. Me lo enseñó una vez aquel marinero que fui antes de encallar en la costa.





martes, 13 de septiembre de 2022

Extravío

 


Me gusta permanecer abstraída. A veces es una postura natural. Otras finjo. Nadie distingue. Él se pregunta en qué estaré pensando. No me dice nada. Permanece a la expectativa, aunque sabe que puedo pasarme así bastante tiempo. Me observa porque le inspiro. En realidad no le interesa lo que haya dentro de mi mente. Solo quiere examinar mis posturas o mis gestos. Si muevo mecánicamente la mano. Si bostezo. Si permanezco rígida o me agito de pronto. Con exquisita discreción me otea desde su rincón, sosteniendo un cartapacio sobre el que dibuja bocetos. Pequeños detalles que no se le escaparán. Mi peinado aún rebelde. Las ojeras. El color mortecino del rostro tras el sueño. El escote. La negrura del vestido. ¿Le servirá mi larga mirada a ninguna parte como sugerencia para sus esbozos? No le miro a él. No miro a ningún lado. En todo caso contemplo una zona del paisaje interior en el que me voy extraviando. No solo lo miro, más bien lo habito. ¿Serán mis brumas como las que pinta el artista? Sin embargo me deslumbra la luz tenue que él sabe dominar como si conociera mi alma. Mis penumbras. Mis amaneceres tibios. Los quehaceres a medias de los que frecuentemente me escabullo. Los desaliños o los aseos. Las largas noches encogidas. Si para algo sirve la indolencia de ciertos momentos es para que una se aparte de los compromisos. Pero incluso en mi dejadez ocasional él ve motivo para su obra. Salvo en los sueños. Quisiera entrar en tus sueños, me dice. Por muy observador que seas no los captarías, le respondo. No me preocupa la imperfección, replica. Me río y callo. Como si soñar fuera un mundo de defectos. De pronto se levanta. No habla nada. Ha mirado la transparencia del día que avanza y hace una mueca. Entiendo que se siente confuso. No le miro. Creo que él ha dejado de mirarme. Abandona los dibujos y sale.




* Retrato de Ida Ilsted. Vilhelm Hammershøi. 

domingo, 11 de septiembre de 2022

Adiós a Javier Marías

 


Te encontrarás con Tristram Shandy, mientras Laurence Sterne, apeándose de un carruaje, te saludará con su fino y peculiar humor: Welcome forever to the fiction club, sir.


Javier Marías se ha despedido de la vida y nosotros lo lamentamos con rabia y estupor. Sabemos también que nos despedimos de un autor consistente. Nos despedimos de lo que deberían haber sido futuras novelas. Y por supuesto, de esa página crítica y sarcástica de El País Semanal, donde vamos a echar de menos al cascarrabias fustigador y necesario, pero enormemente racionalizador, que ha venido escribiendo esa sección desde hace años.

Creo que esta noche voy a releer aquel sermón de Mr. Yorick, a propósito de las observaciones de Job sobre la brevedad de la vida. Y que tan bien tradujo Javier Marías del genial Sterne.


(El escritor Javier Marías ha muerto hoy a los casi 71 años)

jueves, 8 de septiembre de 2022

Hipnosis

 


El hombre maduro sucumbe al hechizo de la máscara. La curvatura de todas aquellas facciones le apresan. Nada hay que no sea curvo en los cuerpos y en la vida. Incluso la mirada fija no es nunca directa, medita. Cuando miramos a alguien, aunque no nos cueste sostener la mirada, nos parapetamos tras una recta falsa. La otra persona piensa por qué le miro. Yo pienso qué pensará cuando no aparto los ojos de los suyos. Incluso el discurso de las palabras, que no se detiene, se extravía y nuestra mente desdobla el pensamiento. Hay un pensamiento que pugna por verbalizarse y otro pensamiento que deambula por el misterio. Así se siente el hombre ante aquel rostro antiguo que en nada difiere de uno de nuestro tiempo. No es verdad que ella no le compense y no haya intercambio. Él lo sabe. Percibe cómo ella se va apoderando de sus ojos, ya turbios por la edad, pero cálidos por la pasión que emana aún de ellos. Ven a mis ojos ocultos, escucha decir a la figura. Rejuveneceré los tuyos y cuando me contemples será como si te vieras a ti mismo. Al hombre aquella propuesta le hace temblar. Siempre fue más cómodo y apetecible mirar los ojos de una mujer común, dice. También eran las puertas de un misterio. También se veía algo de uno mismo, si bien se elegía un camino de cierta sumisión. La máscara le tranquiliza. No es mi intención apoderarme de tu personalidad, le dice. Al contemplar cómo tus ojos ocupan mis oquedades estarás viendo tu pasado. No solo el que fue efectivo, sino también el que deseaste y no pudo ser. El que soñaste y no lo tradujiste en hechos. El que te confundió y el que la fortuna te obsequió. Nunca sabéis los humanos cuándo y cuánto sois lo que os creéis ser y qué parte de los otros se hace carne de vuestra carne. Entonces el hombre desiste de sus temores. Esta imagen, piensa, puede ponerme en el sitio en el que nunca he sabido permanecer. Le habla nervioso pero con dulzura. ¿Por qué amo en tu rostro severo toda la belleza? ¿Por qué me enajeno ante las líneas equilibradas de tu cara eterna? ¿Qué hay en este diálogo sugerente que me lleva a prosternarme ante ti? ¿Cuánto cedo de mí y en qué me transformo?

Embarullado en sus preguntas caóticas, el hombre maduro se mira a sí mismo. Al distanciarse la máscara siente la congoja de quien está condenado a seguir intentando saber quién es. 

 



* Escultura sumeria denominada la Dama de Uruk o también Dama de Warka. Museo Nacional de Irak, Bagdad. Fue saqueada cuando la invasión de Irak por los Estados Unidos de América en 2003 y posteriormente recuperada intacta.

 

miércoles, 7 de septiembre de 2022

Las puertas caligráficas de Jaume Plensa

 



Una alegría las puertas instaladas en el Liceu de Barcelona . Y es que uno no sabe hablar de obras de arte si no expresa los sentimientos y emociones que le producen. Qué idea tan justa como hermosa llevar alfabetos a una puertas de acero.

Dichosos vosotros, paseantes de unas Ramblas que han perdido la identidad tradicional que conocí en mis años mozos, que podéis disfrutar de esas Constelaciones -este nombre ha puesto el artista a su obra- que son un verdadero monumento a los alfabetos y sus caligrafías tan diversas. Parece que hay letras de nueve alfabetos diferentes. Ignoro si también están incluidas notas musicales, hubiera sido también muy apropiado y complementario en un espacio tan devoto de la ópera como el Liceu.

Se ve que las tres vallas han respetado las arquerías de la fachada y esa misma concepción recortada y abierta da un carácter aéreo, transparente y a mí se me antoja onírico. ¿Quién no se descubre ante la belleza de las tipografías que, con mayores o menores variantes, han generado todos los alfabetos? Pues de alguna manera yo las veo ahí, y lo que parece caos no es sino un Babel de hermanamiento, una fusión de emotividad y expresión sensible. Porque el lenguaje y su traslación escrita han generado no solo practicidad y comunicación desde el principio de las civilizaciones urbanas, sino sentimiento, aproximación y sin duda poesía.   

Jaume Plensa aporta su punto de vista y de intención sobre las puertas: "Estas puertas son pues un canto a la esperanza de la globalidad positiva. No es la uniformización de los abecedarios, sino la belleza de ver culturas muy diversas mezcladas, pero manteniendo su identidad. Constelaciones es la representación de la Rambla como lugar de encuentro, donde el Liceu no mira ni orígenes ni procedencias, siendo la música un elemento que iguala a todos los ciudadanos y ciudadanas a través de su idioma universal." No sé si esta explicación gustará a todos, pero el artista lo concibe así.

Ya no tendré en cuenta solo la grandiosa obra de Cristina Iglesias al admirar puertas. Esta vez Jaume Plensa ha realizado un trabajo magnífico, a mi modo de ver y disfrutar.






(Fotografías tomadas de la web el Liceu de Barcelona)

martes, 6 de septiembre de 2022

Enterramos bajo la tierra y bajo las aguas

 



La sequía, que está dejando a los pantanos en mínimos cuando no secándolos del todo revela bellezas e inteligencias pretéritas pero también propicia nuestra vergüenza presente.

Que en España se hayan enterrado ciudades de culturas antiguas bajo el crecimiento de las nuevas ha sido una constante histórica. Ha sido así por el proceso urbanístico en general y nos queda la esperanza, en ocasiones, de hallar vestigios de las anteriores. En las últimas décadas se tiene más cuidado y las autoridades toman cartas en el asunto ante las apariciones de restos del pasado. Sirven de información, de reconstrucción de aquellas culturas y formas de vida, también de consolación.

Que hayan quedado bajo las aguas de pantanos pueblos, puentes, iglesias, dólmenes o monumentos de diverso cariz ya es algo más reciente. La política hidrográfica se impuso -no sé si en todos los casos los pantanos se justificaban- trazando demarcaciones de los grandes contenedores de agua que obviaban edificios, obras públicas anteriores o necrópolis.

La sorpresa de muchos españoles al ver las fotografías del importante conjunto megalítico de Guadalperal, en Guadalajara, datado de hace entre cinco y seis mil años, y que ha aflorado con la sequía ha sido mayúsculo. Aunque cada vez se confirma más la importancia de las culturas megalíticas en la península, este conjunto, que algunos comparan con Stonehenge, permanece habitualmente oculto a la mirada y el conocimiento. Pero llegó la sequía pertinaz, que decían en otros tiempos para justificar la política de pantanos a diestro y siniestro. 

Hasta Doñana se seca, aunque ahí hay otros temas: falta de intervención a tiempo y con decisión de las autoridades y delincuencia por el uso de los acuíferos a lo bestia para el regadío clandestino. Dicen.

¿Qué pensarían aquellos pobladores que vivieron en la península hace milenios si vieran que sus obras funerarias, de tamaña envergadura, se hallan habitualmente bajo el agua? 

Así pasa la gloria del mundo, que diría el clásico. Un capítulo más para la reflexión.




lunes, 5 de septiembre de 2022

Mijaíl Serguéyevich, usted hizo lo que pudo o creyó poder hacer

 



El otro día vi un documental diferente sobre Mijaíl Serguéyevich Gorbachov a sus casi noventa años. Adjunto enlace al documental. Estará en vigor en la red hasta el 31 de septiembre. Quien no lo haya visto que lo tenga en cuenta. 

Me ha parecido interesante, aunque Gorbachov no haga grandes revelaciones explícitas ni sobre su tarea como mandatario ni sobre la actualidad de Rusia, aunque siempre hay claves. Ese seguimiento de los realizadores de la película al personaje, en unas jornadas en su casa hace dos años y pico, me parece una idea muy lograda. Gorbachov, siendo un apacible anciano, en parte se comporta como otro viejecito aunque no fuera un viejecito cualquiera. Y es curioso verle en su ámbito, al borde prácticamente del fin de su existencia. 

Este hombre, del que casi no nos acordábamos ya, me ha suscitado una empatía y una ternura que me llevan a pensar y también a emocionarme. Sobre todo cuando se conoce la deriva de la Rusia actual y cómo cunden los desagradecidos, los miserables y los ingratos. Hay un calor especial que solo un hombre de vuelta de la vida y con tanta experiencia a sus espaldas puede transmitir. Es un perdedor que suscitó enemigos irreconciliables. En fin, que cada cual vea el documental y saque sus conclusiones como le plazca. 


https://www.rtve.es/play/videos/documentos-tv/gorbachov/6254803/



viernes, 2 de septiembre de 2022

Potencia

 



Protegido, y acaso purificado, por milenios oceánicos el guerrero no había perdido un ápice de su potencia simbólica. Es Poseidón quien ha velado por él, dijeron los creyentes del mito. Son las oquedades de allá abajo, que saben cuidar a quienes consideran hijos del cielo y de la tierra, comentaron ciertos esotéricos. Es el material broncíneo tan puro de que está hecho, apreciaron los que solo se reconocen en la ciencia y valoran el conocimiento. Cuando una voz proclamó tenuemente que había sido cosa del azar todos los demás asintieron, sin que por ello cesaran en sus particulares interpretaciones. Al despojar al guerrero de la pátina del tiempo sumergido se mostró en su majestuosidad total. Fue entonces cuando comenzaron las discrepancias sobre el significado de la estatua. ¿Se trataba de un guerrero realmente? ¿Acaso de una divinidad? ¿Un héroe? ¿Un atleta? Ah el misterio seductor de las viejas obras que no documentan claramente por sí mismas ni su origen ni su destino. ¿Para evocar qué había sido fabricado este barbado tan detallado como exuberante en su virilidad? ¿Qué espacio público había ocupado o iba a ocupar? La inmersión bajo las aguas, ¿había sido motivada por un naufragio? ¿Fue expulsado de tierra firme por una cultura monoteísta posterior? Los antiguos enigmas se proyectan en el tiempo.

Al escuchar la estatua la polémica latente entre los modernos no pudo por menos que sonreír. Ni siquiera su exposición en un museo revelaba más de lo que habían avanzado, con sus diferencias, los investigadores. Fue aquella niña que deambulaba a su aire por la sala la que sospechó que el hombre de bronce tenía vida. 

La niña, en su juego circundante, advirtió primero que la cabeza del personaje se movía pausadamente. Después, que esbozaba una mueca afectuosa. Más tarde que aquel pulcro tocado de cabellera y barba barba emitía un aroma que no era percibido en el resto de la sala. Incluso tuvo la sensación de que el pecho musculoso y armónico se contraía y se expandía en un ejercicio moderado de respiración. 

Sé quién eres, dijo la niña al barbado. ¿Quién te parece que soy?, replicó él divertido. Eres un hombre de carne y hueso pero para los que te salvaron y te colocaron aquí eres una copia de algo que no saben.

El interlocutor emitió una carcajada recóndita que, no obstante, llegó a la chica. No vas descaminada, niña. Te diré algo que no pienso revelar a los demás. Yo soy el artista que ha hecho esta copia de sí mismo, pero me oculto tras uno de tantos personajes que puedo ser. Porque cualquier persona ansía siempre ser otra persona de la que es. Incluso más perfecta, que sienta más de lo que siente, que disfrute más allá de sus límites.

La niña le escuchaba boquiabierta, sin entender del todo, pero no le interrumpió. Pero ser otro solo es posible a través del juego o del arte o de los relatos que, para el caso, todo es lo mismo. Si yo quiero ser atleta o héroe o dios fabrico un atleta, un héroe, un dios. 

La niña no acababa de comprenderle, porque ignoraba no solo gran parte del mundo de los adultos sino también el de los escultores, y más de los artífices antiguos, pero algo captó. ¿Quieres decir que yo también puedo llegar a ser alguna vez no solo una mujer viva sino cualquier otro personaje de la historia y llegar a convertirme alguna vez en una estatua? Me gustaría. Podría ser, replicó el hombre de bronce, pero para llegar a ser estatua como yo hay que haber vivido mucho y haber sentido las ganas y el placer de la vida. Y haber sabido expresarlo. 

Aprovechando un descuido del vigilante de la sala la niña pellizcó un pie de la estatua. Solo ella percibió una pequeña convulsión en el tobillo del guerrero. Y se asustó.

  



* Bronce de Riace. Expuesto en el Museo Nacional de la Magna Grecia, de Reggio Calabria.