"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





miércoles, 30 de septiembre de 2015

Somnia (Los hombres)















Un grupo abigarrado de hombres hablaba cada vez con mayor énfasis bajo la habitación donde yo dormía. Al asomarme al balcón callaron. Me vestí deprisa y bajé corriendo las escaleras. Pero no había manera de terminarlas de bajar. Saltaba los escalones de dos en dos pero estos parecían multiplicarse. Yo pensaba angustiosamente, mientras tanto: se van a marchar, se van a marchar. Al fin, abrí el portón. Solamente permanecía uno de ellos para darme un mensaje. No te podíamos esperar más, nos hemos ido, dijo. Entonces yo le replicaba: pero estás tú, puedo acompañarte, guíame. Y él respondía: no, yo no estoy, tan solo soy tu sombra que llega tarde.



(Fotografía de Anton Stankowski)


martes, 29 de septiembre de 2015

Somnia.






En aquella pesadilla un perro se ponía a mi lado mientras paseaba. Era grande y negro. Me olfateaba y yo buscaba su cabeza puntiaguda para acariciarla. Entonces el hocico del perro hendía mi cuello y pellizcaba con sus dientes mi piel. Me llevaba sujeto él a mí y todo mi cuidado era mantener su ritmo. No sentía pavor pero sí pesadez. La sensación de un desagradable sometimiento. De pronto alguien llamaba al perro y éste me soltaba. Fui a mirar mi cuello en el espejo. Aquella marca recordaba la forma de un hexagrama de I Ching y no dolía. Seguí contemplando mi cuello en el espejo un buen rato, una vez hube despertado.   




lunes, 28 de septiembre de 2015

sábado, 26 de septiembre de 2015

Ritos de iniciación




Digamos que es una de esas imágenes que llegan todos los días a mi cerebro y que no supero. Si se tratase de un mero ritual, con su parafernalia y su espectáculo, pero solo eso, un ritual dramatizado, me quedaría al menos más tranquilo. Pero no es teatro como el que desarrollan otras tribus para los ritos de iniciación de sus adolescentes. En este caso es ritual con todas las consecuencias. No es representar haciendo como si te enfrentas al enemigo y lo abates, y por medio de ese ejercicio de ficción confirmar la entrada del adolescente en el mundo de los adultos. Es abatir al indefenso enemigo sin mérito y no sé dónde verán la hazaña los jovencitos héroes. Un héroe nunca atacaría a traición, jamás se aprovecharía de la cautividad del otro. Pero eso debe ocurrir en las historias míticas de otro tiempo. Mientras, parece que algunos hombres, surgidos de oscuras religiones, y guiados por más deleznables fines, han decidido reescribir un código de valores del héroe. Absolutamente impune, sin reglas de juego, donde solo la fuerza bruta vale porque se impone. En esta imagen que muestra un ritual de sangre que ha traspasado el límite ficción/ realidad veo la necedad humana llevada a su extremo más horrendo. A los críos se les da un arma, se les llama soldados de Alá y a enfrentarse con el enemigo. ¿Enfrentarse? Quise decir y a ejecutar como la voz del amo ordena. ¿Por qué algunos se empeñan en que la historia siga siendo violenta y bárbara?




viernes, 25 de septiembre de 2015

Hallazgos: fiebre






















Tiempos en que la fiebre te cercaba y sentías la inapetencia, la pérdida de fuerzas y el extravío del humor. Y tu madre estaba encima con un cuidado vigilante. ¿Suena a cursi este pensamiento rescatado? ¿Se puede perder la memoria de lo más hermoso solo porque nos hayamos hecho mayores? Ahora, uno se da cuenta de que no. Y que de aquella dedicación emanaba un amor que salvaba el término en un mundo de empleo vacío de las palabras. Sé de un hombre, que muró muy anciano, que durante los últimos años me confesó con frecuencia que sobre todo se acordaba de su madre. El recuerdo como conjuro además de gratitud y de un reconocimiento profundo.


(No podía perderse la foto de curso. Aunque el estado febril reflejara en su rostro una estética taciturna, dolorosa y endeble. Gracias a una de esas locuras que de vez en cuando se hacen puede contemplarse hoy. El gran valor de la fotografía es no temer las formas. Es verdad que a veces, cuando da con esta imagen, se da pena de sí mismo. Pero se quiere)


Dedicado a la mujer que me mimó en aquellos años.



jueves, 24 de septiembre de 2015

Natividad Yarza, la primera alcaldesa (y charnega) de Cataluña




Natividad Yarza, la maestra de Valladolid que fue elegida la primera alcaldesa en 1934 en Cataluña, en Bellprat. Cuando muchos tenían las cosas más claras que ahora, no obstante lo que sucedió después.





(Fotos tomadas de El Norte de Castilla


http://www.elnortedecastilla.es/valladolid/201509/23/vallisoletana-primera-alcaldesa-catalana-20150922215336.html


lunes, 21 de septiembre de 2015

Hallazgos: la dama serena






















No creo en la existencia de los seres inertes. Los maniquíes, por ejemplo, que son una especie de estatuas a medio hacer, son más expresivos que muchas esculturas terminadas desde la cabeza a los pies. Una estatua acabada deja poco margen al espectador para ensoñar con ella. El espectador está pendiente de significados y mensajes con los que quienes hicieron el encargo pretenden llegar a la mente humana. Encontrar imágenes hechas a medias o  exhibiendo aún el bloque madre de cintura para abajo es misterioso. Evocan orígenes, texturas, materia. ¿No sería un placer ver los talleres donde se esculpían y se tallaban? ¿No son acaso una cosa diferente las obras acabadas colocadas en altares o museos? El trabajo final cumple distinto papel. Se carga de evocaciones, loas, símbolos, pero pierde a la estatua misma. La estatua se aleja de la materia para convertirse en lineal representación de las ideas y creencias y destinada a fijar una visión inmutable. Pero a veces hay artistas que han entendido la libertad del hierro, de la piedra o de la  madera para rebelarse contra la catequesis de clérigos y tribunos.

(Me mira cada día desde el escaparate de una tienda de antiguallas que pasa desapercibida. A veces, ella  y yo emprendemos un diálogo sordo y si pongo cara de pena al ver que la dama continua allí, en su jaula, ella me devuelve con generosidad su sonrisa serena. Además, me recuerda tanto a un mascarón de proa de los que coleccionaba Pablo Neruda que se lo voy a decir. Acaso no le guste y me revele que ella prefiere ese oscuro rincón de sus días y sus noches)  



domingo, 20 de septiembre de 2015

Divertido Brumario (si no fuera también un drama)





Carlos Marx al comienzo de su libro El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, escrito en 1852: 


"Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa. Caussidière por Danton, Luis Blanc por Robespierre, la Montaña de 1848 a 1851 por la Montaña de 1793 a 1795, el sobrino por el tío. ¡Y la misma caricatura en las circunstancias que acompañan a la segunda edición del 18 Brumario!

Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidos por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal. Así, Lutero se disfrazó de apóstol Pablo, la revolución de 1789-1814 se vistió alternativamente con el ropaje de la República Romana y del Imperio Romano, y la revolución de 1848 no supo hacer nada mejor que parodiar aquí al 1789 y allá la tradición revolucionaria de 1793 a 1795. Es como el principiante al aprender un idioma nuevo lo traduce mentalmente a su idioma nativo, pero sólo se asimila el espíritu del nuevo idioma y sólo es capaz de expresarse libremente en él cuando se mueve dentro de él sin reminiscencias y olvida en él su lengua natal."


¿No recuerda este texto algo presente? ¿Cómo trasladaríamos esta aparente visión irónica, no carente de análisis sagaz, a la actualidad española? ¿Podría ser del  modo siguiente, y que nadie se sienta ofendido?

Mas, es decir, Convergencia y socios pretenden disfrazarse de Companys, aunque acaso quisieran verse como Reyes de Aragón. Unió Democràtica lo hace de CIU. La CUP, de caudillaje de tribus ilergetes, layetanas, ausetanas... Podemos se disfraza descaradamente de PSOE. Ciudadanos se disfraza confusamente de la UCD de Adolfo Suárez. Al PP y PSOE ya no les quedan disfraces. IU no acierta a encontrar disfraz y en el caso de Cataluña se pierde en el disfraz de otros. La Iglesia se disfraza de "Paz y Bien" franciscana, que es lo que hoy pide el guión (no te pases que no es partido, me dice una voz en el oído derecho; ya, y voy y me lo creo, respondo a carcajada limpia) La Banca y la Patronal se disfrazan de...¿mejor postor? Duda cartesiana cuya respuesta dejo abierta: ¿De qué se disfraza el común de los españoles de a pie?

Después de cierto evento electoral próximo se sabrá de qué se disfrazaban de verdad cada uno de los actores de la fiesta. He visto tanto camaleón en los procesos políticos que de salvar a alguien de la naturaleza selvática humana salvo al camaleón animal (y mirad en qué contradicción acabo de incurrir)  Lo que dice el economista político: La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. ¿Cómo demonios se supera eso?



(Vista parcial de un cuadro de Bouchot)

sábado, 19 de septiembre de 2015

Hallazgos: la suerte de un naipe















¿Quién no ha llorado alguna vez por una librería desaparecida? Yo, varias veces. A lo largo de décadas el fenómeno auge y decadencia ha tenido epítetos menos lustrosos. Arriesgado negocio, malas ventas, épocas estacionales, competencia desleal, nuevas tecnologías, poco fondo de mercancía, quiebra. cierre...El soponcio temporal por la desaparición de una librería, y más si éramos clientes y amigos (ese género mixtificado que ha dado siempre lugar a relaciones de amor y odio), ha sido suplido por una librería nueva más avant page o por la supervivencia de otras de las que no se sabe cómo vadean el temporal. Muchas han desaparecido para siempre. A otras se les ve venir. Hace poco leía que diariamente se cierran dos en este país de toros y pandereta. Los economistas de empresa y los técnicos de mercadotecnia dirán que algunas no han sabido adaptarse a los tiempos, que no han gestionado bien, que una cosa es el lado cultural y otro la vertiente mercancía pura y dura. Lo cierto es un tipo medio de librería va ya de funambulista. Los libreros que sabían ya desaparecieron hace mucho. Permanecen algunos, digamos, cariñosos.


(Aparece ahora la etiqueta en un libro de Ruedo Ibérico. La suerte de los naipes jugó una vez mal en aquella librería de Diagonal, que había sido un mito para muchos de nosotros en las décadas de los 60 y 70. No fueron ni copas ni oros lo que la mataron (¿o acaso la carencia de copas y oros?) y no tengo idea si los bastos y las espadas se aliaron o si fue la Transición insatisfecha, ahora que está de moda echar la culpa a ciclos cerrados. Lo que no había al público estaba en la trastienda y si no, y eras de confianza, te lo traían de la vecindad transpirenaica. ¿Repercutiría que en algún momento otras generaciones o las mismas dejaran de leer con la avidez acostumbrada? ¿Sería la competencia? ¿Se jubilaron de ilusiones los propietarios? Testigos habrá. Hoy el enemigo que batirá y rendirá a las librerías es otro. No hay más que ver a la gente por la calle o en el autobús)



viernes, 18 de septiembre de 2015

Hallazgos: postal verbal
















Se pueden tirar papeles, pero nunca recuerdos. Estos, aunque queramos, no se dejan con facilidad eliminar. Un recuerdo, mental o sobre soporte físico, permanece porque aconteció. Nuestro pasado es una sucesión de manifestaciones que nos fraguaron. De acuerdo en que muchas de ellas no nos parecieron acertadas, pero ¿acaso la equivocación, el dolor o la incapacidad de comprensión no obraron posteriormente de modo positivo, haciéndonos nuevos? La vida es acontecimiento, contenga error o acierto. Acontecimiento de acontecimientos. Un término que se utiliza sublimándolo, apartándolo de la conducta ordinaria y humilde de los hombres. Pero ¿acaso cualquiera de nuestro ejercicio corporal no es en sí algo que acontece y nos maravilla? Esa división conceptual de las palabras, tan clasista, tan imprudente desvirtúa su valor. Cuando determinados gremios o personajes con poder se hacen con las palabras como si fueran exclusivamente suyas, y las utilizan para predicar y pontificar sobre la humanidad sencilla ¿no las está desfigurando con el objetivo de reducirlas para su propio beneficio? Pero la palabra precisa, como la memoria obstinada, como el sentido de entendimiento que se alcanza dentro de cada individuo es patrimonio de la vida. Nunca se tira, nunca te lo roban.


(Los soportes de las palabras son a veces equívocos. Un símbolo institucional puede designar únicamente un tiempo, pero no el curso interior de los individuos en ese tiempo. La palabra escrita a mano carece de temporalidad, además de expresar sentimientos, estímulos, vivencias. El hombre joven, aún haciéndose, se ratifica en y por la palabra inmediata de otros hombres. El escudo, en este caso,  solo expresaba vacío y negación. Se le ignoraba)




jueves, 17 de septiembre de 2015

Hallazgos: moras de la memoria

















Todo lo sensorial lleva adherida a su piel una cierta clase privilegiada de memoria. Olores de portales antiguos, una fruta u hortaliza exuberantes, el aroma profundo que emana de una tahona, la acidez de unas cubas de vino tinto, una visión de la ciudad con neblina, un cacharro de barro que se pega a las yemas de los dedos, el acento inusual, con deje de otra provincia apartada, de una voz que se escucha de pronto al transitar por una calle. El objeto que destaca a los sentidos se transforma de manera refleja en imágenes lejanas. Son fugaces, vertiginosas, efímeras. Permiten ser retenidas y prolongadas durante un breve tiempo. Ahí tiene que ver el propio esfuerzo, ahíto de densidad nostálgica, del perceptor. Entonces lo sensorial se proyecta y escala una armonía que se funde con la experiencia de infancia o juventud. Se goza con el recuerdo de situaciones. La conciencia del impacto de una imagen que llega desde lo inexistente se crece al recrearse cualquiera de nuestros sentidos en ella. Es altiva, embargante, embriagante incluso. Después el estremecimiento. Un cierto grado de congoja reprimida. Su disolución.


(Termino las últimas moras. Los zarzales deben estar ya vacíos. Aún paladeo su dulzor medido, que se derrama más allá de mi garganta. Mi lengua se tiñe de color, pero sobre todo de saber. Porque de pronto me he visto tan atrás en el tiempo, enzarzado en la recogida de aquel fruto en los ribazos de los arroyos, cubierto de arañazos y sumergido en el placer de su textura. Y he contemplado los años de paso. Una ocurrencia vulgar: sólo por probar las moras ha merecido la pena andar por este mundo. ¿No sería éste realmente el fruto prohibido? La tentación irresistible de la niñez. Pero había tantas seducciones...) 




miércoles, 16 de septiembre de 2015

Hallazgos: una cara tras otra cara






















Debajo de la superficie está la profundidad. ¿O acaso lo hondo todavía se encuentra más allá? ¿Cuánto de lejos? ¿Qué consistencia posee? Hastío de asistir a la presencia continua de seres que exhiben una fachada y en los que si se les pilla desprevenidos se adivina otro rostro. Tampoco lo intuido tras la primera capa puede ser lo auténtico, pues el hombre no está hecho de autenticidades sino de posibilidades que cuajan mejor o peor, en función del medio, de su capacidad de resistencia, de su aprendizaje y, sin ninguna duda, de su imaginación. Fachada tras fachada del hombre, ¿dónde se advertirá su verdad innata? Difícil e inverosímil juego de la vida, transmitiendo una nueva apariencia cuando la anterior queda al descubierto y no sirve. El hombre es, fundamentalmente, como el resto de la naturaleza y las especies: adaptación a su tiempo y a su espacio. Acaso en esa concreción reside su autenticidad. Lo demás no es sino la justificación de los revestimientos de los que hace gala. Añadidos que dan lugar a sistemas de representación -ideas, creencias- que jamás explican el rostro oculto del hombre, pero que sí se utilizan para domeñarlo.


(Donde unos ven el feo desconchado de una pared yo observo la dignidad del material que se oculta. Donde hay dignidad hay belleza, sin duda. Así se ha vivido siempre: tapando lo grande y fuerte con una capa frágil y aparente. Poderosos vientos y lluvia, y esos pequeños gamberros callejeros, capaces e inconscientes al poner de relieve lo profundo, lo protector, el material antiguo que sigue siendo nuevo)




martes, 15 de septiembre de 2015

Hallazgos: procedencia desconocida




Corren tiempos en que la procedencia de muchos humanos no es desconocida pero sí lo es su futuro. Un historiador reduccionista, pero no descaminado, diría que la historia de la humanidad se sintetiza en el continuo crecimiento de la especie y en los permanentes desplazamientos entre unas zonas y otras del planeta. Es mucho más, pero acaso hoy día el aumento de población y las migraciones siguen siendo lo más lacerante. Sin embargo ¿no lo es, también y sobre todo, la muerte, tome la forma de guerras, de crímenes de banderías o de condena a la hambruna? Los cuatro jinetes nunca dejaron de habitar el planeta y nadie se libró jamás de ellos. Ver hoy fotografías de exiliados o de combatientes perecidos y pensar en sus orígenes, en sus posesiones y en sus familias es todo uno. ¿Qué dejaron atrás? ¿Quiénes se apropiarán de lo abandonado? ¿Qué llevan consigo? ¿Qué extravían en el camino? ¿Qué permanece en los bolsillos de los cadáveres? 


(Una vez un combatiente lejano de una guerra maldita y familiar, debió encontrar un objeto que conservó toda su vida. ¿Útil solamente? ¿O se trataba de una presencia que hablaba en un bolsillo de su chaleco para no olvidar? Las guerras no traen nada bueno para nadie, decía un proverbio euskaldún. Seguramente el adagio lo habrán pronunciado de modo análogo los aqueos, los troyanos, los chinos, los europeos y todo individuo pensante. Una advertencia: en el destino trágico de los humanos se empieza hablando de crisis y más adelante se verbaliza el eufemismo conflicto, vocablo impreciso pero espurio, que no se sabe nunca cómo y cuándo acaba)




lunes, 14 de septiembre de 2015

Aforismos ilustrados del tránsito






Todos los caminos llevan -o traen o remiten o se hunden- a la Castilla profunda. Viejas encrucijadas en las que a veces parece que no se llega a ninguna parte. Esa sensación de estar siempre de paso en la tierra que uno pisa.





Cuando veo la precisión constructora de las iglesias románicas tengo la impresión de que aquella gente, más allá del simbolismo de la montaña o el homo quadratus, seguía adorando oculta pero fielmente, a Ra.




No sé si es propio de paisanos obcecados y valerosos o resultado de un complejo de haber perdido todas las batallas. La imagen del carnero broncíneo se encuentra reproducida en algunos monumentos alegóricos de héroes o de diversas circunstancias en que la vida, tan testaruda, es, no obstante, vencida. 





Acaso lo da el carácter de la tierra o las modas o la economía en manos del mejor postor. Pero la ingratitud es hiriente. Un cine abandonado, en pleno centro de una ciudad, recordando cada día lo que fue y no puede ser, y con el edificio aún en pie ¿no es un testigo que clama contra la incuria y reclama justicia? Antonio Machado, ante el espectáculo fallido, no completaría el rótulo con aquel proverbio hoy es siempre todavía. ¿O es que sigue siendo siempre lo mismo, la pérdida?





Esquelas en la puerta del mercado. Se podrá disentir en cuestión de mónadas y entelequias, pero la vida social de las pequeñas ciudades es muy inteligente. ¿No es acaso el mercado el espacio donde los vecinos se ven todos los días? ¿No es donde se pulsa la economía de cercanía? ¿No es donde la realidad se hace más material al tocar las hortalizas, la fruta, las legumbres? Ahí la actividad, ahí la cháchara, ahí el alimento. Ahí el sentido. Y la despedida.




Parece que siempre hubiera sido así. Pero no. Los paisajes agrarios han sufrido cambios tan tajantes en el tiempo como modificaciones se han obrado en las ciudades. Cuanto hoy creemos ver como lo opuesto a la urbanización exagerada probablemente sea una antítesis del mismo espacio hace algunos siglos. Ni los sistemas de cultivo ni las masas arbóreas ni la propiedad responden a la geografía antigua. Algo debió pasar lenta pero también bruscamente. Tal vez los hombres.



* Leyenda de las fotografías aquí expuestas, en orden de arriba a abajo:  Indicador de direcciones en una avenida de Palencia / Interior de iglesia románica en Zamora / Base del monumento a Viriato en Zamora  / Antiguo cine desalojado en Zamora / Esquelas en la puerta de un mercado en Palencia / Panorama de cereal y de pinares desde Portillo (Valladolid)




domingo, 13 de septiembre de 2015

Hallazgos: filamentos













Los seres humanos son hilos, pero se mencionan unos a otros con nombres robustos. Una apariencia de salud y desarrollo al que llaman normales exige términos que exhiban fortaleza. El decaimiento o la enfermedad remiten al hilo finísimo donde se regatea seguir o no seguir enteros. Los filamentos son lo más aproximado a la reducción y, por lo tanto, a la evanescencia. Un humano se valora a sí mismo en tanto en cuanto se considera volumen y ocupa espacio. Exige que se le reconozca, no importa su configuración, su peso o su representación, como una dimensión física. Los humanos se apartan al paso de otros humanos no tanto para no chocar sino como signo de reconocimiento entre ellos. Cierto que hay también seres sumamente frágiles que pueden ser ignorados a primera vista, pero ya se encargan ellos mismos de utilizar otras defensas, tal el tono de voz, el paso acelerado o una agitación mental que acaba haciéndoles más reconocibles incluso que las corpulencias ostentosas. Si los seres humanos fueran meros cuerpos rígidos serían formas geométricas. Si se les diera a elegir entre dejar de existir o permanecer como estructuras geométricas amorfas, los humanos elegirían éstas porque ven en ellas una proyección de su perímetro corporal más que de su cerebro más profundo. Cambie cuanto cambie el cuerpo de un humano a lo largo de su ceñida existencia el individuo se regodea en los diferentes planos de sí mismo. Muchos prefieren sentirse parte de la cristalografía antes que del ejercicio del pensamiento. La volatilidad ahuyenta y pocos son aquellos seres que se identifican con el tallo delicado de una planta, un vilano, un copo de nieve fractal o una semilla. 


(Cierta marinera en tierra que llegó en otra edad me trajo una ligera porción de flora marina, arribada a la playa. La denominó restos del mar y yo llegué a pensar, en mi inocencia, que el océano estaba llegando al fin de sus días y que nos entregaba en herencia pequeños testimonios de sus entrañas. Hoy algunos sabemos que los pecios a la deriva tienen nuestro rostro y se observan mermados en los despertares cotidianos con olor a salitre o heno)  



sábado, 12 de septiembre de 2015

Hallazgos: un gorro antiguo












Los conceptos de unión y de separación siempre me parecieron maniqueos en esta vida. No hablo de la estricta política al uso, arte de entendimiento colectivo abortado hace tiempo para ser presa del intrincado engranaje de los seductivos. Hablo del juego de aproximación y alejamiento, de la cesión y la concesión, de la entrega y el recibimiento, de la llegada y la partida, de la aceptación y el repudio, de la exigencia y la negación, del avance y el retroceso, de la ensoñación y el despertar. Ese juego lo han practicado sociedades e individuos, amantes y amados, padres e hijos, Estados y tribus, compradores y vendedores, maestros y alumnos. Y etcétera. Se distancian los que están cerca; se aproximan los que están lejanos; se quieren los que se odiaban; se enemistan los que se entendían; se combaten los que fueron aliados y se alían los que habían sido enemigos. Son las permanentes reglas de la atracción y el rechazo que todo roce o vínculo trae consigo sea cual sea la forma de institución formal en unas relaciones entre humanos. Unión y separación son conceptos de ida y vuelta. Y muy mediatizados por formas de poder e intervenidos por la enrevesada maquinaria del control social de las élites. A su vez los humanos en lid se inventan justificaciones, anacronismos y euforias sentimentales. La noción del deseo insatisfecho puede hacer perder el sentido de preservación de la propia salud y hacer peligrar un futuro que acaso está exigiendo otras coordenadas. Pero ese juego no tiene lugar a partir de la frontera de un río o de una cordillera o de un desierto. Se juega en las calles de cualquier población, se pasea por todos los ámbitos, se cuela en los hogares, se desliza por espacios laborales, se alterna entre simples individuos, bulle en la sangre de uno solo de nosotros. Lo preocupante del juego es cuando no sabemos si tiene lugar cuando soñamos o cuando estamos despiertos.


(Pase lo que pase en Cataluña, mis amigos catalanes seguirán siendo mis amigos catalanes. Al menos por mi parte. Guardaba en un armario una barretina que me regaló hace muchos años una de esas amistades. También guardo boinas que usaron personas de mi familia y acaso un par de sombreros. Algún día los rescataré como hallazgos. La barretina hoy es un elemento simbólico, pero la prenda no es nada novedosa. Los frigios la usaban, los marineros también y la iconografía del 1789 francés la elevó a los cielos del republicanismo. Del gorro catalán lo que más me gusta son los colores. Pero ya se ve que hoy día el rojo y el negro no movilizan)




viernes, 11 de septiembre de 2015

Hallazgos: el cuaderno

















Un símil muy manido solía recurrir, hasta ahora, a que la vida es como un cuaderno. Una vieja idea que probablemente las nuevas generaciones no interpreten porque el cuaderno como soporte va decayendo. ¿La vida como cuaderno? Para apuntar ¿qué? ¿Las equivocaciones, las dudas, los desaguisados, las contradicciones, los gestos de desdecirse, las turbulencias, las quiebras? Si de cada conducta mencionada se hiciera una redacción, ¿qué se contaría? ¿La verdad o la mentira? ¿Lo que fue o lo que nos parece que fue? ¿O acaso lo que pudo haber sido pero llegamos tarde para escribir los renglones correctos? Pues sí, la vida puede ser un cuaderno. No solo para plasmar lo existido, sino para cubrir las páginas con la invención. Inventar no necesariamente es engañar. Y tiene mucho de persuasión sobre el viviente mismo. El cuaderno abierto, pues, a que la vida pueda ser reescrita. ¿Con anhelos pendientes, aspiraciones ocultas, tendencias no reveladas, tentaciones abortadas, voluntades marchitas, amores flotantes? Todo es cuestión de tomar la pluma del propio vuelo, conjurar la edad y echar la llave al sentido del ridículo inicuo. El pudor, eso sí, siempre a salvo. Porque, llegada la circunstancia, salva. 



(Fue una vez un tintero lleno. Una mesa, un palillero, un cuaderno, un secante. Fue una vez una mano tibia, temerosa, frágil, indecisa. Fue el ángulo abierto del codo ocupando desmesuradamente el pupitre. Fue también una pizarra y un maestro y unos padres y un modelo de estilo a seguir al que llamaban caligrafía. Fue sobre todo una mano correctora grande sobre la mano pequeña que iniciaba las primeras letras escritas. Y una rigidez, una tensión, la manía de morderse la lengua. Fue la labor de lo que llamaban aplicación. Fue, en fin, un pulso, un garrapatear signos que se resistían, una sucesión de borrones y de páginas destrozadas. Fue el error, el fallo, la mancha, el propio desorden de los trazos, la repetición persistente, la dificultad costosa y cansina. Todo ello fue lo que se alió con el empeño y alentó la tenacidad. Algún día, sin saber cómo ni por qué, el niño se puso en pie de letras y agilizó la costumbre de escribir sobre unos y otros cuadernos. Pequeñas cárceles de papel de las que mucho más adelante se fugaría)




jueves, 10 de septiembre de 2015

Hallazgos: un mensaje mágico





Hallar en esmerada tipografía en mayúsculas  -detalle nada banal-  una de esas palabras mágicas, obsesivas, anhelantes de la humanidad. Aunque no se hubiera grabado en fachadas o en la publicidad cotidiana de nuestros medios se halla incrustada desde el origen más allá del córtex de los individuos. Seguro, seguridad, aseguramiento, diferentes tiempos de un concepto cultural hecho biología. ¿No es más bien algo biológico que cultural, aunque en su refinamiento la cultura lo haya adaptado continuamente? Arraigado desde los tiempos en que los primates descendieron de los árboles de las sabanas. Defendido desde los primitivos hábitats con las fogatas, el abrigo y el empeño de la lucha tribal. Fortalecido desde las urbes iniciales con la elección de las elevaciones del terreno, muros y desarrollo armado. Ratificado con la instalación de amplios territorios de nadie o de pueblos sometidos y fieles. Dispuesto en la sofisticada exhibición de lo inexpugnable a través del armamento atómico y bacteriológico y los escudos espaciales. Seguridad. Concepto y mito. Necesidad y estatus que condicionan todas las demás circunstancias y formas de la vida social e individual. Frente al terrible cielo, frente al caprichoso viento, frente a la llama descontrolada, contra animales salvajes, contra otros hombres. Contra el destino imprevisible e imprevisto. Y, no obstante, cada paso por y hacia lo seguro tiene su fisura. ¿Quién asegura de verdad a los hombres de la quiebra de lo aparentemente seguro?


(Como palabra de Dios, aquellas placas en cerámica de Talavera parecían ser un tótem. Un ángel protector que nos llevaba a pensar: pase lo que pase es que no pasará nada. Porque el vocablo asegurado promete la eternidad de lo seguro. Un rótulo como el presente siempre me acarreó la duda: ¿previene tal protección que los perjudicados por la catástrofe van a ser compensados o ratifica que las llamas van a causar estragos? El lenguaje y sus posibilidades chocarreras, contradictorias, ambivalentes)



miércoles, 9 de septiembre de 2015

Hallazgos: estado de gracia















La vida es una pose. A cualquier edad y conforme a su rol los individuos se visten para las ocasiones, se recubren de símbolos y ponen cara más o menos de circunstancias, pensando en esa posteridad que se limitará a una fotografía enmarcada. Cualquiera de las poses que un individuo adquiera, sean de carácter religioso o laico, tiene su estado de gracia. Una mística detrás, un convencimiento a medias, una correspondencia con aquello que de él esperan sus superiores. El estado de gracia no necesariamente es un concepto del fideísmo, pues sabido es que muchas ideologías aparentemente librepensadoras han devenido en nuevas creencias cerradas que exigen de continuo ceremonias, liturgias, actos de contrición y demostraciones de fidelidad a prueba de dependencia. Exhibiciones de fuerza de lo que acaso no son sino procedimientos para conjurar la debilidad.  Comercio, política o las relaciones sociales más complejas se revisten cada día con la pose de la palabra, de las demostraciones de poder o con el productivismo más exultante. La vida es una pose y la pose es el altar de la apariencia y de la vanidad. Esas cambiantes actitudes humanas predispuestas a la infidelidad con el mismo hombre que las protagoniza. Incluso esa forma de transgresión que es la apostasía, se trate de un ente civil o religioso del cual se reniega, tiene algo de exhibición y formalidad con la que pretendemos airear una liberación definitiva. 


(Ni en estado de gracia le caía bien la ropa a aquel chico. Aunque en la foto no esté nada gracioso ni le aderece la sal y la pimienta. Poses de primera comunión, de escolar, de orla universitaria o de ceremonia de contrayentes han sido siempre traicionadas por una caída inadecuada del uniforme de turno. Puede que también por el corte de pelo ocasional, por las órdenes rigurosas del fotógrafo, la vigilancia extrema de unos padres o el nerviosismo interior de quien, en el fondo, no creía demasiado en lo que hacía, en lo que le mandaban hacer. Porque nos preparan desde niños para una sucesión interminable de poses y ay de nosotros si somos tan obedientes. Quienes obedecimos en tantas ocasiones por imposición y no por convencimiento sabemos muy bien de la necesidad inmediata de transgredir por los vericuetos más inexplorados de nosotros mismos. Al fin y al cabo el verdadero conocimiento es a la contra, por caminos desviados y traspasando la frontera entre lo marcado y lo fantástico. Algunos aún perseveramos en ello. ¿Con qué fin? No lo sé, supongo que es entrar en terrenos surrealistas. Acaso se trate de lo más acertado para que un día la pose muerte sea menos dolorosa)




lunes, 7 de septiembre de 2015

Hallazgos: la cuña














En principio no fue la palabra. Ni siquiera la letra. Fue la cuña. Pocas palabras resumen de manera tan precisa un acto físico que se despliega tanto sobre objetos a transformar como sobre ideas a registrar sobre el barro. Aquellos lingüistas de la Mesopotamia sabían traducir en signo un elemento de obra con el que dividían piedras, ajustaban nuevos cuerpos sólidos o utilizaban para alzar unas superficies sobre otras. Y ahora nos parece metáfora. Sin embargo los primeros registros, ya fueran administrativos, jurídicos, religiosos o poéticos, hablaron a los hombres elegidos. Los alfabetos fueron primero obra de hombres elegidos para otros hombres selectos. Eso les proporcionó tanto o más poder que la acumulación y uso de las armas o la disponibilidad de tierras. ¿No sucede hoy todavía? ¿No se obcecan todavía los grandes propietarios no solo por mantener su nivel de acciones en Bolsa, aumentar la productividad y lograr mayores ventas sino también por disponer de medios de comunicación que respalden sus objetivos? Todo empezó con la cuña. Y se ha seguido acuñando, inventando nuevos alfabetos o nuevos mundos de imágenes que constituyen los alfabetos paralelos y ya casi homogéneos de nuestro tiempo. 


(Pasar los dedos por la forma de cada cuña. Ser ciego entre los ciegos. Leer con un tacto sobre el barro endurecido. Siluetear con las yemas los ángulos diedros. Pronunciar con los sentidos. Escuchar, en lo más hondo del ser de otro tiempo que transporto, la voz de la epopeya. Imaginar un texto para mí. 

"Y dijo Gilgamesh:

- El que se acerque con sus dedos a mi corazón hallará calor. Quien me roce comprenderá lo que otros distan mucho de saber. Pues la mano es la prolongación de la divinidad que se manifiesta en el fuego de cada hombre. Con ella alzará los edificios de la vida y palpará el amor oculto en la materia. Nada se le puede resistir a aquel que busca y persevera, sin dejarse vencer por el infortunio."

Eso me pareció traducir mientras la arcilla volvía a adherirse a mis dedos)





domingo, 6 de septiembre de 2015

Hallazgos: gigantismos

















¿Os habéis fijado alguna vez en lo que hay bajo los gigantes? Lo mismo por dentro que por fuera. Gigantismo. Crecimiento desproporcionado. Recubrimiento de vestimentas excelsas y litúrgicas. Y oquedad, mucha oquedad. Vacío. Cierto que si los gigantes se creen algo, y muchos espectadores del mundo y de la historia se entregan a ellos, es por el modo estudiado con que ejecutan sus movimientos. Estos siempre están aderezados de promesas. Promesas de un gigante mayor que aliviará tus desdichas, que enjuagará tus desazones, que calmará tus miserias, que intentará que rías aunque llores, que te acogerá en la vida ultramontana. Eso te habrán dicho, aunque no veas efecto alguno de tanta oferta vana. Naturalmente, existen gigantes de naturaleza escabrosa y gigantes de materia lúdica. Entre aquellos y estos, siempre debe elegirse la alegría y el desquite. Ambas representaciones gigantas son efímeras: truco, teatro y terapia. Entre la que genera angustia y dependencia, sin dejarte que seas propietario jamás de tu ser, y la que libera siquiera por unos instantes, se debe elegir la inmediata, ahí donde te sientas libre y diferente. Y sobre todo muy tú mismo.


(¿Choque o entendimiento de civilizaciones? Paradojas, solo paradojas. Gigantes del pasado echan un pulso, unas veces en la ficción, otras en la disputa por intereses. Ojala fuera solamente un pulso del pasado. De cualquier modo, los gigantes pertenecen a la misma familia, aunque un día se dispersaran. Se agruparán y volverán a ser uno cuando la libertad de pensamiento y la conducta consecuente sea adoptada por más individuos. Los gigantes del pasado temen siempre el crecimiento interior sincero, que no el gigantismo, de los hombres cabales. Estos deben fortalecerse y fomentar el entendimiento con otros hombres. Que por dentro se les vea llenos de buena voluntad y de conducta racional y constructiva. Que sean grano, molino y alimento, no gigantes aparentes)


sábado, 5 de septiembre de 2015

Hallazgos: el cálamo




No tener claro si para escribir hay que ausentarse o estar presente. Ausentarse es flotar en las palabras o que ellas mismas se vuelvan etéreas. Al huir de ti te arrastran: puede que llegue un momento en que no sepas dónde estás. Pero ¿y si te descubren con su vuelo una dimensión desconocida? Estar presente en el tiempo es dejarse engullir por ellas. Hay un punto de implicación con el día a día cuyo equilibrio cuesta mantener. La afectación de los acontecimientos inclina tu emoción hacia un lado en que las palabras se vuelven amargas y confusas, acaso por su propia impotencia. O porque ellas te reflejan y te hacen ser consciente de tus limitaciones, y de paso las de quienes te rodean de cerca y de lejos. Entonces callas, te preguntas si habrás llegado hasta aquí y no podrás sobrepasar la frontera de la duda. Miras al soporte de la escritura. El cálamo se desvanece entre tus dedos, y los dedos a su vez se aferran a la herramienta mientras la mojas en tinta. Sabes que el soporte no va a abandonarte. Pero tus dedos, una clase de soporte natural, extremo, de tu mente no saben a quién obedecer. Y es entonces cuando la mano no quiere estar aquí ni allá, ni en el amontonamiento ni en la vaciedad. Y empieza a moverse sobre unas hojas de papel como si fuera de otro. Es de otro. No eres el mismo de antes.


(El mercado florentino llegó a ti a través de una persona obsequiosa y tú acogiste el juego. No en vano se trataba de una pluma y detrás veías el ave que te decía: móntate en mí, que te llevo)




     

viernes, 4 de septiembre de 2015






Hoy, en la cabecera del blog, la antorcha, la mujer pájaro, la imagen simbólica habitual que encarna la esperanza de vida ha desaparecido. Una foto de vida real que ya no es vida sustituye el hierático icono del blog. Hoy el simbolismo alegórico cede el paso a la sonrisa y a la mirada aguda de dos niños. Acostumbrados a ver en nuestra cultura tradicional belicista, que tanto corea a la muerte, soldados caídos por sacrificios inútiles, me apetecía que dos niños irrumpieran en una foto por motivo de un crimen colectivo sobre ellos de lesa humanidad. No, el mar no tuvo la culpa. Hay un montón de culpables, alrededor de estas y tantas otras muertes, que no dan su brazo a torcer. Tienen nombre de mandatarios concretos, de Estados, de políticas, de creencias religiosas, de sociedades. El hombre es un lobo para el hombre, no el mar.




(Recomiendo la lectura de este artículo que aparece hoy en El País:

http://internacional.elpais.com/internacional/2015/09/03/actualidad/1441309098_752925.html )






jueves, 3 de septiembre de 2015

Dedicadas a...






Estas fotos que tomo de agencias y de la red van dedicadas a...

a todos los que ven películas o juegos de rol cada día e ignoran la realidad
a todos los que miran el dedo cuando se apunta a la luna
a todos los que creen en lo que no existe e ignoran lo existente
a todos los que piensan que su estatus va a ser eterno
a todos los que desprecian lo que desconocen
a todos los que se obnubilan con sus ideas redentoras
a todos los que se encierran en sus esquemas limitados e insuficientes
a todos los que su imbecilidad innata les hace creer que son superiores
a todos los que se entregan a un puñado de canallas que les prometen
a todos los que les parece que las cosas que no tienen remedio sólo les pasa a los demás
a todos los que se arriman a los que se enriquecen a costa de otros humanos
a todos los que remiten su "buena" voluntad al nombre de un dios y traicionan al hombre
a todos los que se inhiben de intervenir con cordura por aquello de "ya lo harán otros"
a todos los que adoran a los ídolos del consumo como necios olvidando que tienen los pies de barro
a todos los que se creen buenos pero permiten con su pasividad la maldad de los hombres
a todos los que se consideran fuertes para lo secundario y son débiles para lo fundamental
a todos los que prometen mundos de amor y solo brindan perversidad

a todos aquellos que, en fin, alguna vez fueron niños
y estrenaron zapatos
pues no estoy seguro de que llegaran a serlo

ahí van esas fotografías

(sé que algún cínico dirá al estilo Magritte: ce ne est pas un enfant)



(Fotografías de AP y otras agencias tomadas de la red)


miércoles, 2 de septiembre de 2015

Los zapatitos del niño muerto




No, no es culpa del mar, que ya se sabe que desde antiguo engulle a los navegantes que naufragan y a los aventureros imprudentes que lo tientan. Es responsabilidad y delito de los canallas que desestabilizan a las naciones. Unos para defender sus planteamientos geoestratégicos. Otros para mantener sus dictaduras más o menos encubiertas.  Otros para difundir sus ideas fanáticas, impregnadas de esa mezcla abominable de religión y sed avariciosa de poder,  de manera descarnada y atroz. No, no es el mar. Ni el niño era marino, que puede que llegara del desierto. No puedo apartar la mirada de los zapatitos enteros, que acaso en vísperas del frustrado y cruel periplo le compraron al niño. Porque los zapatos de un niño siempre fueron símbolo de vida y de estreno, no de muerte, joder.

Mientras, en España, revueltos estúpidamente por temas menores, permitiendo que campen canallas análogos a los que causan males por el mundo.



(Foto de la AP publicada en el diario La Repubblica)


martes, 1 de septiembre de 2015

Hallazgos: votiva y vocativa






















Estamos hechos de lo anterior pero también de lo imprevisto. Lo nuevo no es lo que nos hace, pues aún es cuanto se está haciendo. Lo nuevo es el efecto, aquello que vendrá y que en sí aún no constituye experiencia. Entre lo heredado y la circunstancia precisa que nos llama a ser se despliega, más evidente o más recóndito, el azar. El azar es siempre activo. A veces nos roza, pero no nos hacemos eco. A veces conmueve nuestra intuición, y lo tomamos al vuelo. A veces nos sobrevuela, y nunca sabremos de qué manera nos habría afectado para bien o para mal. No hay espacio, especie o individuo cuya existencia no se compruebe sino de esta manera. Que cada cual invoque los tiempos del azar como le parezca. Pero que esté atento, pues el lapso de los hombres no es rígido ni se detiene ni retorna.


(Sorpresa por el ara votiva romana, yo la llamaría también vocativa, incrustada en la fachada del ayuntamiento viejo de Zamora. La expresión de un deseo, más que la invocación a una divinidad, si bien probablemente ésta fuera la excusa. ¿O la divinidad es el deseo insatisfecho de uno mismo? Ya se sabe que se desea lo que no se tiene asegurado, pero se invoca por si se logra tener. Por mi parte, no acierto a traducir el texto epigráfico; se admiten voluntarios)