"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





lunes, 27 de febrero de 2023

Tierna, sincera y resistente Maruja Torres

 



No soy muy televisivo, pero alguien me avisó de la entrevista de un tal Évole con Maruja Torres. A esta periodista la he leído desde mi juventud avanzada en los distintos medios en que trabajó. La he apreciado, reconocido y valorado en sus reportajes. Cuando me entero de que está a punto de cumplir los ochenta y con esa cabeza de lujo -de capacidad crítica, de claridad vital, de partidaria del goce y de un aquí estoy porque una vez vine a la vida- me entusiasmo. ¿Por qué? La encuentro sabia, irrenunciable, sensata y epicúrea a tope. Ejemplar, digna, animosa. De la entrevista deduzco tal sentido del disfrute de la vida y con la conciencia de quien no considera la vejez como abandono que me enamoro de ella. Dos frases suyas -dos axiomas, pero podría sacar más- que me han entusiasmado:

"Ser viejo no es un insulto, es un logro".

Anda, joderos los presuntuosos con menos años que creéis que correr sin ton ni son y dando codazos son vuestros días de gloria. Y esta otra:

"Hay que ser más valiente para ser viejo que para ir a la guerra".

Una comparación arriesgada pero en nada carente de sentido. El que tenga oídos, cacumen y capacidad reflexiva que anote.

Maruja Torres habla de sus mejores tiempos en Beirut y de sus peores momentos en Panamá, cuando a su lado el fotógrafo de prensa Juantxu Rodríguez fue asesinado por las tropas de los Estados Unidos y ella se salvó por casualidad.

Sobre su vitalidad y sus confesiones sinceras y auténticas en la entrevista, sin falso pudor ni remilgos, ¿qué decir? A los puritanos, fachas, moralistas hipócritas, mordidos por el vampiro y demás ralea retrógrada y frustrada les caerá mal. Pero a mí me ha gratificado. ¿Por qué no? Felicidades, Maruja. Agradecido.




 

viernes, 24 de febrero de 2023

La chica de la gorra



 

Deberías publicar lo que nos acabas de leer. Así exhala ella sus palabras tras el humo apestoso de un Klad. No son de lo mejor esos cigarrillos, le digo mientras enciendo uno de otra marca. Pero los míos tienen premio, replica riendo. Sí, un premio que nadie sabe a quién le toca, y me sumo a su risa fascinante. Es cierto, Vladímir, tanto mi marido como yo pensamos que deberías hablar con nuestro amigo Víktor para que editara tu obra. No nos cabe duda de que no pondrá ningún obstáculo. Ni siquiera decidirá él la selección. Te conoce de referencias y todo trabajo que se le dé hecho lo agradece. Diría más. Seguro que te pide opinión sobre otros escritos que le llegan de poetas menos interesantes. Ella ve que se me han iluminado los ojos, y no solo por la sugerencia o la adulación. Finjo que me resisto. Pero si solo son ejercicios, ¿a quién van a interesar? En confianza os diré que sobre todo son desahogos, cuando no quejas o repudios de lo que no me gusta. Vladímir, un buen ejercicio es un excelente desahogo, ¿verdad, Ósip? Ósip afirma silencioso. Y eso de que Víktor querrá saber mi opinión de lo que escriben otros no me atrae. No iba a ser benévolo. Y trabajar para el editor sin objetividad no es mi estilo. Mis poemas empiezan a ser tan radicales que no estoy seguro que gusten a todos los camaradas de la asociación. No tienen el entusiasmo de los primeros tiempos. Y a algunos les parecerían confusos y, ¿cómo decirlo?, poco estimulantes. Por supuesto que eso me importa poco, porque las palabras que siento, y que no solo emito, son irrenunciables. Además, ¿creéis que mis escritos más intimistas pueden interesar a muchos? La chica de la visera parpadea por el humo, aunque yo lo considero un guiño encubierto. Es insistente. A mí me gustaría leerlos, seguro que tienen destinatarias que se lo han merecido. Se frota con levedad los ojos, pero percibo en ello un gesto descarado, un mensaje directo cuyo receptor solo puedo ser yo. Pongo una nueva barrera delante de su mirada incisiva. Hay algo en su manera de fijarla en mí que me sujeta y me hace dependiente. Mis poemas más sinceros no son condescendientes con nada, proclamo con cierta soberbia. Ella salta como un resorte. Tampoco yo lo soy con lo que no me gusta. Ni en artes plásticas ni en literatura ni en política ni en sentimientos. Pero hay que arriesgar, tanto observando como entregando. Lilya sabe desarmarme pero no quiero mostrarme frágil. ¿O acaso es lo que ella busca en mí? ¿Que manifieste mi debilidad, mi textura sensible? Su marido se ha alejado en busca de la pipa y su tabaco favorito. Hay que arriesgar, le digo, incluso para recibir. Lo hacemos cuando leemos las obras que nos parecen reveladoras o cuando dialogamos con fervor. Hasta en el compromiso por construir una manera de ver la vida con sentido estamos apostando con peligrosidad. La mujer se acerca y me habla pausadamente. Se dice por ahí que eres vehemente y osado. ¿Es tu manera de conjurar los miedos interiores? No me esperaba una pregunta tan, ¿como diría yo?, tan confidencial. El tiempo nos trae siempre las respuestas, le respondo contundente. Y también las actitudes, que son las que nos transforman, apuntilla ella con su boca y desde su mirada.






(Nota. Los cigarrillos Klad,  клад -tesoro- se fabricaron en la Unión Soviética en los primeros años del nuevo régimen. Eran publicitados con el atractivo de un premio grande. Por ejemplo un tractor o un caballo o una vaca. Los paquetes contenían números vinculados a una lotería estatal y los beneficios de esta iban destinados a los niños huérfanos de la guerra civil)

miércoles, 22 de febrero de 2023

Conviene escuchar la palabra profética de Pasolini

 













"Cuántos obreros, cuántos intelectuales, cuántos estudiantes han sido mordidos de noche por el vampiro y, sin darse cuenta, se están convirtiendo en vampiros a su vez".


Esta opinión de Pier Paolo Pasolini, expresada en un artículo en la revista italiana Tempo en agosto de 1968, yo la leo actualizada. Y es que hay un vampirismo recóndito en la prensa y televisiones, en los blogs, en las redes sociales diversas, en foros pontificales y en la opinión pública que causa espeluzno. 

Pálpese la piel cada cual y esté al tanto de la dentellada. Por si acaso.



domingo, 19 de febrero de 2023

Va para 84 años que el perdedor Antonio Machado murió

 





Cada año suelo hacer el recordatorio de la desaparición de un clarividente, además de excelente poeta y prosista. Los que, ya muy mayores, nos hemos interesado por su personalidad y su obra sabemos que el escritor y ciudadano Antonio Machado falleció en el exilio el 22 de febrero de 1939 a los pocos días de llegar a Collioure o Colliure, como se quiera decir, en Francia. De haberse quedado en España, algo que ni su dignidad ni su sentido de la supervivencia se lo permitirían probablemente, le hubiera esperado en su carne el crimen de los energúmenos. Era un perdedor, uno de los miles de perdedores de la historia alevosa. 

Ni su compromiso republicano -un concepto poco entendido jamás en España, pues no se limita a una cuestión de forma de Estado sino que tiene contenido ético- ni su aguante personal le habrían llevado a alguna clase de pacto con los vencedores, si se lo hubieran propuesto, algo improbable (el ejemplo de Miguel Hernández lo demuestra) Él era un perdedor digno que no hubiera podido soportar la miseria material, cultural y política que se avecinaba. Pero son opiniones mías al vuelo, sin mayor pretensión. Sus restos están enterrados, y que sea así para siempre, junto a los de su madre en el cementerio de la localidad. Allí es visitada su tumba por muchos paisanos de este y otro lado de la frontera, que hoy, afortunadamente es menos frontera. A ver si dura.

Triste que en el lamentable país de mi infancia se ignorase al poeta, al escritor, al ensayista, al ciudadano comprometido. El crimen en la cultura se cernió sobre tantos escritores y pensadores... Empecé a saber vagamente de él en tiempos posteriores, en que los díscolos y avezados en lecturas de minorías me lo descubrieron. Aún tuvo que transcurrir más tiempo para comprender -uno es de digestiones mentales lentas-  toda la enjundia y el valor de su obra. Y todavía me empecino en tener como lectura de cabecera sus poemas, sus prosas, sus cartas, sus aportaciones republicanas, sus colaboraciones periodísticas, sus Complementarios. Tienen vigor en 2023, como sucede con tantos autores clásicos, sencillamente porque siguen siendo muy modernos. 

Elijo al azar un texto de su obra Juan de Mairena; podría haber sido otro, pero este me apetecía. Invito a todos a leer con alguna frecuencia el inmenso compendio ingenioso y cabal de ese heterónimo. Leer e interpretar. No pretendo al elegir estos párrafos establecer paralelismo al pie de la letra. No lo leo yo así. Pero lo leo y reflexiono como advertencia. Que, al fin y al cabo, era lo que pretendía Machado. Leerlo es buscar consuelo -un concepto siempre recurrente- para no resignarse a la mediocridad.

"La política, señores es una actividad importantísima... Yo no os aconsejaré nunca el apoliticismo, sino, en último término, el desdeño de la política mala, que hacen trepadores y cucañistas, sin otro propósito que el de obtener ganancia y colocar parientes. Vosotros debéis hacer política, aunque otra cosa os digan los que pretenden hacerla sin vosotros, y naturalmente, contra vosotros. Solo me atrevo a aconsejaros que la hagáis a cara descubierta; en el peor caso con máscara política, sin disfraz de otra cosa; por ejemplo: de literatura, de filosofía, de religión. Porque de otro modo contribuiréis a degradar actividades tan excelentes, por lo menos, como la política, y a enturbiar la política de tal suerte que ya no podamos nunca entendernos. 

Y a quien os eche en cara vuestros pocos años bien podéis responderle que la política no ha de ser, necesariamente, cosa de viejos. Hay movimientos políticos que tienen su punto de arranque en una justificada rebelión de menores contra la inepcia de los sedicentes padres de la patria. Esta política, vista desde el barullo juvenil, puede parecer demasiado revolucionaria, siendo, en el fondo, perfectamente conservadora. Hasta las madres -¿hay algo más conservador que una madre?- pudieran aconsejarla con estas o parecidas palabras:"Toma el volante, niño, porque estoy viendo que tu papá nos va a estrellar a todos -de una vez- en la cuneta del camino."






Nota: La segunda fotografía, del fotógrafo valenciano Finezas (Joaquín Sanchis Serrano), ha sido descubierta recientemente por Aku Estebaranz, ver:




miércoles, 15 de febrero de 2023

Dos cabalgan en multitud

 




¿Voy a por ti o vienes a por mí? No se escucha bien si lo dice el persa o el macedonio. Hay ya demasiado ruido de cascos y atronadores bufidos que se agrupan inquietos. Las voces guerreras se suman a la irracional agitación. Las arengas y las pócimas letificantes excitan los instintos ante la inminente contienda. Todos dejan atrás los recuerdos de vidas anteriores, las imágenes de las familias, los paisajes que acaso no volverán a contemplar. Solo impera el estímulo del botín prometido y el culto al líder que creen que les conducirá a la victoria. Tras el tenso orden de las filas de los ejércitos, se extiende la sombra de una algarabía que todos saben que va a ser mortal. El macedonio y el persa han arriesgado mucho. Se tienen por conquistadores y desestiman la opción de pacificar sus disputas. Solo podemos quedar uno, cuentan que pronunció el soberbio heredero de una cultura secular que había absorbido otras culturas. O eso se creía. La batalla en ciernes no es de milicias y pertrechos, sino de materias. De una sola masa que una vez haya transcurrido el enfrentamiento se disolverá. De pronto el tono se rebaja paulatinamente. Los movimientos se detienen. Una contenida y aparente calma inunda el escenario extenso de la llanura. Todo parece decidido. Pero se envían emisarios en direcciones opuestas. Nadie sabe si por cortesía o por las oscuras reglas de la guerra. Solo los caudillos de ambas formaciones conocen el contenido de las conversaciones cruzadas. ¿Vas a atacar tú primero o lo hago yo? El emisario vuelve con una respuesta que no aclara nada y que además consiste en una pregunta baldía. ¿Podemos llegar aún a cierto acuerdo que no perjudique intereses de ambos ? El correo gira el caballo hacia la línea opuesta. No he llegado hasta aquí para volvernos cada uno por nuestro lado. Vuelta a la otra posición. El mensajero, que es un intérprete ducho de las lenguas, se concentra en no perder el sentido del mensaje. La cabalgadura hace lo propio en su ida y vuelta continua, como si se tratase de la simple partida de un juego. Yo tampoco; hemos invertido mucho dinero en armas y en impedimenta como para no justificar el gasto. El emisario suda imparable. El sol, la tensión, la corrección en transmitir las misivas hacen de él un bulto acuoso y maloliente. Aún podríamos salvar algo más valioso, las vidas de todos nosotros. Los mensajes ya no se sabe si van o vienen. Las vidas son el precio añadido. Nadie desea perderlas pero en este trance los hombres no son hombres, las vidas no son vidas. El correo siente que se le nubla la visión; teme que también se le obnubile la memoria. En ese momento ante el otro caudillo su habla se paraliza. ¿Qué ha dicho mi oponente?, le grita el jefe.  Que no sabe qué hacer, se inventa el jinete volante. Di a ese soberbio que yo también dudo, pero ¿qué dirían de mí los míos si renuncio a la tierra y al triunfo que les prometí? Exhaustos, el legado y su corcel van hacia las filas contrarias. Dice que no va a atacar si tú no atacas, transmite desfigurando con intención lo que le han dicho que transmita. Acabemos de una vez, sentencia el otro rey. Ve a tierra de nadie, emisario, por si te necesitamos de nuevo. Y vosotros, los de pulmón potente, haced sonar los cuernos para la disposición de ataque antes de que lo decida también el enemigo. Las crónicas relatan que por un momento se detuvo el tiempo.





* Fotografía del mosaico que representa la batalla de Issos, entre Alejandro Magno y Darío III. Procedente de la Casa del Fauno de Pompeya se halla en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.

lunes, 13 de febrero de 2023

Tacto del amanecer

 




Tacto del amanecer 
apenas los dedos rozan las briznas de las horas
la mirada despierta o sueña en otro espacio
y el hombre queda quieto a capricho del aire
envuelto en el asombro
oreado por el veloz silencio
respirando recuerdos fantasiosos
pues cuanto ya no existe
no distingue de quimeras
y todo son fugas sumergidas
en un halo de suspiros.




*Fotografía de la escultura de Eduardo Chillida nombrada como Lo profundo es el aire, denominación tomada de un verso de Jorge Guillén en el poema Más allá, de su obra Cántico. Ubicada en la calle Cadenas de San Gregorio, en Valladolid.

viernes, 10 de febrero de 2023

Un poema al estilo de Abu Nuwás, más un poema suyo.

 



Haces de tu cuerpo un cáliz oferente 

alzado a todas las naturalezas.

Cultivas tus sentidos cual creciente vid

para que ellos, entregados, te proporcionen su escancia, 

unas veces amarga, otras ácida, en tantos momentos deleitosa.


Dices: los arrayanes me acogen amables,

la música me mece placentera,

el vino dialoga con mis entrañas,

las palabras ingeniosas me entretienen,

perfilados labios se me ofrecen

y destilan toda su substancia para los míos.

Proclamas: qué me importa el final

si solo sé que existo hoy.


¿Te parece poco el obsequio de la vida? 

¿No forman tus anhelos una adarga protectora

contra los inclementes actos de los hombres?

¿No son tus goces los que armonizan

pensamiento y sensaciones?


Sabio tú, si impasible al riesgo

desprecias la mano destructiva

que impide hacer del orbe un edén.


Cuántos te han reconocido

a pesar de las injurias de quienes te consideraban el enemigo. 

Cuántos aún descubrimos en tus pasos

que no se puede jamás traicionar la materia

de la que estamos hechos.

 



A continuación un poema rompedor e iconoclasta de Abu Nawás, al que no se le ve ninguna intención de seguir yihad alguna, ni religiosa ni guerrera. 


Hombres, ¡a mí qué me importan
las espadas o los combates!
Yo sólo sigo a una estrella:
la del placer y la música.
En mí no confiéis,
pues soy de aquellos que rehúyen
encontronazos y embates.
Cuando veo el enemigo
salto sobre mi potrillo
con las riendas colocadas
por el lado de la cola.
No sé cómo es un arnés,
ni un broquel, ni un alfanje.
Todo mi afán es saber,
cuando sus guerras estallan,
por qué camino escapar.
Si de juergas se tratara,
de beber vino sin mácula
o de pasarme la noche
junto a vírgenes luciendo
sus vestidos de luto negro
me veríais con razón
como héroe de los árabes.



En homenaje al poeta Abu Nuwás, (Ahvaz, Persia, 756/762 a Bagdad, Califato abasí, 810/815)


martes, 7 de febrero de 2023

La historia natural y no natural de la destrucción

 




¿Quién podría a primera vista, al ver estas fotografías en la prensa, aseverar sobre la causa del estado de estos edificios?, pregunta Max por preguntar, como si yo no estuviera enterado de la última desgracia ajena o, mejor dicho, la penúltima. Las destrucciones se han cruzado siempre en la historia de la humanidad. Estas imágenes, sacadas del contexto inmediato, tanto podrían hablarnos de un cataclismo producido por la naturaleza como de una calamidad proveniente de mano humana. 

Cierto, Max. Sin duda la deconstrucción motivada por causas naturales es anterior a toda civilización, incluso previa al asentamiento de vida en el planeta. Luego ha acompañado siempre a todas las especies que han crecido en ella. E incluso probablemente, arriesga Max, las especies han emergido de destrucciones anteriores. Obviamente ir tan lejos en considerarlo no resuelve la pervivencia de las diferentes clases de destrucción que subsisten dramáticamente hoy día. 

Lo angustioso, Max, es que parece haber una competencia destructiva. La naturaleza ha impuesto siempre su alto coste. Desde los comportamientos tectónicos, pasando por los ambientales, es decir, el fuego, las inundaciones, las sequías, los vientos arrasadores, hasta las devastaciones llevadas a cabo, y en tantas ocasiones organizadas, por los hombres hay un ring de destrucción en que los púgiles humanos, pobrecitos demiurgos y diablos a la vez, y la potencia del planeta compiten. Desenfrenadamente, ¿no te parece?, me corta Max. Los países que han padecido el último furor de la naturaleza son países que sostienen guerras, de un tipo u otro, cuyo alto precio es la sociedad civil. Abominable, sin duda, replico. Inevitable por lo que se ve. No es nada nuevo, amigo mío, y Max pretende mantener su discurso en una distancia analítica en lugar de caer en el lugar común e hipócrita de cualquiera. No es nuevo porque, si algo confirma hoy la investigación arqueológica que aporta datos al conocimiento del pasado histórico, muchas urbes de hace siglos y no digamos milenios, civilizaciones enteras incluso, desaparecieron por terremotos o hambrunas y no fueron habitadas de nuevo jamás. Pero a su vez, aquellas culturas, aquellos entes de vida y convivencia, de pensamiento y de laboriosidad, de creación técnica y de capacidades que se iban superando lentamente a sí mismas, desarrollaban conflictos extremos con sus vecinos o con los de más allá, unas veces para defenderse, otras para expansionarse. Digamos que fuerzas naturales y fuerzas humanas, también naturales por lo tanto como hijos de aquellas que siempre hemos sido, se han turnado o compartido en el terrible acontecimiento de la destrucción. 

No obstante, Max, es curioso cómo incluso del paisaje destruido se ha generado uno nuevo. Pero, cuidado, nuevo no quiere decir ocupado por los mismos hombres, o por otros. Hay paisajes nuevos que son vacío. Hay paisajes, por el contrario, que debido a circunstancias favorables, han sido remodelados sobre el anterior. Seguimos dependiendo de la naturaleza, Max. Sí, pero en parte por nuestros límites, dice. Y no me refiero a lo límites de no saber o poder hacer frente a la barbarie natural, sino a los límites que el desarrollo humano, donde no prima la justicia ni favorece a todos los habitantes, impone. Porque medios técnicos hay como jamás los ha habido para procurar que los daños naturales se minimicen. Pero ahí la naturaleza se ríe de nosotros, si es que entre sus prerrogativas cabe la risa, porque sabe que mientras sigamos en conflicto entre la especie o ataquemos las condiciones benévolas de las geografías no habrá paz duradera. 

Un profesor alemán, W.G.Sebald escribió acerca de una historia natural de la destrucción, pero no habla de las catástrofes naturales, sino de la naturaleza de la catástrofe entre humanos que se padeció en Europa en el siglo XX. Sobre todo en su país. La catástrofe de las guerras que se alían con las fuerzas no controladas del planeta que, si acaso no controlaremos jamás, se podría avanzar en reconsiderar formas de subsistencia, de vida y de hábitat más seguras en todas las poblaciones. Pero hay que querer, amigo mío.




*Fotografías de la prensa sobre la destrucción del terremoto en Turquía y Siria del día 6 de febrero.

jueves, 2 de febrero de 2023

Báquicas

 


El vino es ingerido desde los primeros cultivos de vid de la humanidad urbanizada. Antes ya existirían otros sucedáneos, de otras plantas, cuyos brebajes tuvieran acción física sobre los cuerpos. Probablemente, unos y otros configuraran un simbolismo a la vez que persiguieran el efecto eufórico que permitiera sobrellevar la vida cotidiana. Aquellas prácticas -físicas y simbólicas- permanecen entre nosotros, con sus matices, ignoro si más o menos sagrados.

Griegos y romanos fueron fieles cultivadores y consumidores, tanto en el ejercicio de ingerir como de conceder al vino un valor superior. Para ello crearon su dios particular, con su genealogía y los relatos de hazañas. Para los griegos, Dioniso; para los romanos, Baco. "Dioniso: dios del vino y de la inspiración, pero también del rapto y el delirio místicos", describe Ramón Andrés en su Diccionario de música, mitología, magia y religión

Vino como vehículo de la celebración festiva, otorgando a la sustancia su carácter sacro. Heráclito en uno de sus Fragmentos: "De no realizarse en honor de Dioniso, vergonzosos serían sus procesiones e himnos fálicos. Mas uno y el mismo son Hades y Dioniso, por quien deliran y celebran frenéticas fiestas". Tenía claro que la embriaguez y sus excesos desafían el culto benevolente a los dioses para ser pasto del desenfreno maligno, territorio demoníaco, y Heráclito lo critica tajantemente. Porque ¿no representa acaso la muerte lo demoníaco  y Dioniso la vida enriquecida y abundante?

Hesíodo y su tratado completo, que se me antoja de un saber vivir y comportarse en la sociedad agraria griega, denominado Trabajos y días hace esta recomendación: "Jamás desde el amanecer hagas libaciones de vino tinto a Zeus ni a otros inmortales con las manos sucias, pues no te escucharán, sino que reprobarán tus súplicas". Podría interpretarse en nuestros días y el que tenga disposición a ir más allá de una exégesis literal que tome nota. 

No podía faltar a la cita Ovidio en uno de sus detallados consejos de Arte de amar: "Así pues, cuando tengas ante ti / los dones de ese Baco ya escanciado, / y una mujer comparte el común lecho". Cómo has de seducirla en el banquete, titula el apartado nuestro vate. ¿No parece la imagen de un filme o de una cita común de nuestros días?

Los héroes, mortales y bien mortales, no fueron ajenos a compensar hazañas bélicas con el disfrute de los placeres, donde no podía faltar el fruto báquico: "Jóvenes escogidos y el sacerdote mismo del altar se afanan en servirles / carne asada de toro y colman los cestillos / con los dones de Ceres bien heñidos. / Y les escancian el licor de Baco. Y Eneas y con él la juventud troyana / comparte un lomo entero de buey y las entradas inmoladas", narra Virgilio en su Eneida, entre tantas numerosas referencias.

¿Quién no se identifica de alguna manera con Catulo cuando dice en sus Poemas aquello de: "Ayer, Licinio, desocupados nos divertimos mucho con mis tablillas de escritura, como convenía a unos jóvenes refinados: los dos jugábamos escribiendo versos, ya en un ritmo, ya en otro, con respuestas alternativas en medio de las bromas del vino"? Una descripción que bien podríamos ver actualizada en nuestros actos cotidianos de amistad y camaradería.

¿Cómo no iba a hacer referencia al tema un insigne como Horacio en una de sus Epístolas? "Ahora vete y medita contigo mismo versos canoros. Todo el coro de los escritores es amigo del bosque y rehúye la urbe, como cuadra a un devoto de Baco, que disfruta con el sueño y la sombra". Célebres debían ser los efectos de la ebriedad.

Uno se pierde en las citas que acerca del vino -personificado o no  en creencias, símbolos, mitos sublimaciones mundanas varias- ha escanciado -se me ha pegado la terminología- la literatura a través de los siglos. Un par de referencias más, y podría haber tantas, del mundo oriental. 

Canta Abu Nuwás:

"Allí donde florezca el arrayán, 
donde hay vino y laúdes, 
detente, no des un paso más, 
y que escancie la bebida 
la copera que inspira
los poemas: que bailotee 
el vino fresco en las copas; 
que destellen las burbujas
en la mezcla como soles 
o rayos en la tormenta".

Abu al-Ala al-Ma'arri se despacha con metáforas, desde su ateísmo y su actitud escéptica ante la vida, en sus poemas Luzumiyyat (La necesidad de lo innecesario):

"No hay falta en el mundo, cómo, pues, culparlo. 
La inquina es propia de mí mismo y de la gente. 
Bebemos vino, ¿dónde radica el pecado, 
en quien exprime la uva o en quien la sorbe?"

O este más profundo:

"Si tu cuerpo resucitase tras perecer, 
en su más bella forma, desearías finar, 
cual jarra vacía de vino y de nuevo llena. 
Pero nos desmenuzamos hasta ser polvo al viento".

¿Se prefiere una cuarteta, también llamada Robaiyyat? Nada como el genio del persa Omar Jayyam, cuyos recurrentes cantos se alzan al vino, a la belleza, a la juventud, a la calma, a los placeres, a la conciencia de lo efímero. La lengua farsi proporciona cuartetas como esta:

"Si te has emborrachado de vino, Jayyam, goza; 
si estás con una hermosa como el tulipán, goza; 
si todo en este mundo dejará de existir, 
tú, supón que no existes; y ya que existes, goza".

O bien: 

"Arrío la bandera de cualquier falsedad, 
con el pelo canoso me dirijo a por vino;
la copa de mi vida ya llegó a los setenta, 
si no disfruto ahora, ¿cuándo disfrutaré?"

En fin, pido disculpas por la reunión de tantas citas sobre un tema tan ancestral, simbólico y efectivo como el vino. Toda esta corta recopilación -hay miles de textos al respecto- ha venido a causa de mi contemplación ensimismada del llamado Vaso Blu da Pompei o Jarrón azul de Pompeya, cuyo trabajo de orfebrería en plata lo dota de una belleza sin igual. En él las manos artesanas eternizaron a un Baco que lo es todo: raíz, cuerpo, ramaje, hojas, fruto. Se halla en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.





(Sátiro ebrio. Villa dei Papiri. Ercolano. MANN.)