"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





jueves, 30 de mayo de 2024

Me pongo a leer el periódico con gafas infantiles

 



Creo que hoy me voy a poner a leer el periódico con mirada de niño. Como si no hubiera recorrido acontecimientos, padecido cólicos, sufrido necedades, algunas propias, probado frustraciones y no se hubieran hecho reales e irreparables tantas pérdidas. ¿Lo conseguiré? Incauto de mí.

Me falta el gesto risueño al levantarme. Tal vez el mecanismo de respuesta a las expectativas apenas funciona. A ver, me digo, ¿qué tenemos hoy que sea estimulante? Hurgo en el armario de las categorías conceptuales y reviso la actualidad de las palabras. ¿Me servirá?

Extraviada la candidez, agotada la inocencia que me caracterizaba, incubada otra clase de ignorancia que me iba a perseguir para siempre y desarrollada cierta clase de autodefensa que no voy a desvelar, ¿qué recursos me quedan por probar para hacer de la respiración algo más que un fenómeno instintivo? 

¿Fue antes o después de aprender a leer cuando mi sonrisa trocó? ¿O se trataba de ir adecuándome al medio, unas veces sinceramente, las más aceptando las formas de las reglas del juego? Como oxígeno la curiosidad sigue circulando por mis venas, no expectante como antes, escasamente esperanzadora, pero manteniendo un sustrato divertido. Todo resumido en: lo que te queda por ver, amigo. 

Adicción a los periódicos de papel desde entonces. Un entonces al que recurres como si su evocación fuera el presente. No solo un adverbio. Pero los adverbios de tiempo miden mejor que los calendarios el transcurrir, sorteando y obviando fechas de caducidad.

Los periódicos nunca fueron bolas de cristal. Sí espejos. No siempre nítidos. Nos gustaba mirarnos en ellos y esperábamos que nos devolvieran imágenes que deseábamos prometedoras de todos nosotros. ¿Qué prometían? No sabría responder bien.

Criba. Instintiva (el propio aprendizaje cultura es ya instinto), electiva (necesidad de no tragar cualquier cosa), bienintencionada (defensa de la propia salud mental) Las dioptrías del intelecto han crecido en exceso. Las gafas actuales deben estar dotadas de unas lentes perfeccionadas. Si no se corrigen bien las deficiencias aumentan las posibilidades de tropezar. Uno solo quiere tropezar lo mínimo.

Forma. Un periódico (que valga la pena) bien vale ser desplegado con una taza de café sobre una mesa (¿las hay todavía de mármol?) en un café (¿queda alguno que sea acogedor para un individuo consigo mismo?) Ese, aquel, modo de pasar el rato sin ninguna afectación, o reduciendo la irritación al máximo. Salir del café local con una serenidad que te permita contemplar el día por delante.




lunes, 27 de mayo de 2024

Breves preguntas a los criminales


 

Esta niña, víctima del bombardeo israelí de hoy sobre un campo de refugiados de Rafah en Gaza, ¿es antisemita, asesinos? Vuestra criminalidad es insoportable. La inacción de Oriente y Occidente aturde. La alta política y la falsa moral de las religiones se desacreditan permanentemente. La impotencia consume. Mientras, los palestinos padecen. Y los más inocentes no entienden nada. Verdugos, ¿ya no os acordáis de la Shoá? ¿La habéis borrado de la memoria?


https://elpais.com/internacional/2024-05-27/guerra-entre-israel-y-gaza-en-directo.html



sábado, 25 de mayo de 2024

La logia de los bustos




"Otros habrá -lo creo- que con rasgos más mórbidos esculpan 
bronces que espiran hálitos de vida y que saquen del mármol rostros vivos, 
que sepan defender mejor las causas y acierten a trazar con su varilla 
los giros en el cielo y anuncien la salida de los astros".

Virgilio, Eneida, libro VI, 847-850 



El responsable del taller recibió al visitante. Deseo encargar, dijo este, un busto para el senador acorde a sus características y, por supuesto, a sus acciones y labores de gobierno. 

El encargado se deshizo en amabilidades y, aunque desconocía a la autoridad citada, se tomó el capricho de alabar al poderoso magistrado. Naturalmente, le puedo mostrar los vaciados de algunas de las obras que hemos realizado anteriormente pero para mayor aproximación a la personalidad del senador le sugiero que él venga aquí o bien puedo enviar a mi mejor especialista a su villa. Los matices son importantes a la hora de elaborar un busto que se diferencie de otros. Ya sabe, qué atributos desea que queden resaltados, el aire de su vestimenta, qué clase de peinado, si con su rostro pretende emitir severidad o bonhomía. También es decisivo saber dónde piensa el senador situar su imagen ¿Dentro de su casa o en el jardín? De ser en interior interesaría conocer el espacio. Si se trata del vestíbulo o de la sala de banquete o inclusive en el propio dormitorio. En el caso de que sea en zona ajardinada importa conocer si va a ir acompañada de luz o en un rincón umbroso. Debe haber una compenetración entre la identidad del prohombre y el ámbito donde perdure su presencia a través de la escultura, incluso más allá de su vida dichosa. 

Nada de eso, y el enviado detuvo bruscamente las explicaciones del maestro. Va a ocupar un lugar concreto en una logia y ya sabe usted lo que eso significa. 

Por supuesto, intervino de nuevo el otro. Que deberá competir su imagen con una sucesión de bustos que estarán ocupando el recorrido de la arcada. Complicada propuesta aunque más apetecible aún; supone un desafío para nosotros. Porque en ese marco por una parte se corre el riesgo de minimizar su carácter respecto a otras hermas expuestas. ¿Y eso es un problema que zanjaría ahora mismo el encargo?, se impuso el mensajero. Déjeme terminar. También se garantiza que la escultura sea visualizada y, sobre todo, más conocida debido al tránsito de ciudadanos. Ya le he dicho que para nuestra imaginación es un desafío. Nos exige más. Solo trato de ver pros y contras. Habrá que buscar la manera de que se imponga el busto de su señoría a otras obras. 

El negociador del magistrado lo dejó claro. Por cuestión de emolumentos no va quedar. Los multiplicaremos si el acierto es insuperable.  Déjeme que insista en un riesgo, dijo el tallista. También en una logia importa la ubicación. No es igual un extremo que un espacio centrado, ni un ángulo que la posición más exteriorizada, ni estar en la proximidad de una columna o tener una pared detrás. Cierto, dijo el visitante. Pero de eso no se preocupe. En una logia no siempre permanecen las personificaciones de todos los próceres y además muchos benefactores vienen a menos. Los bustos también pueden ser efímeros, dependiendo de circunstancias y, digamos, de los aires que soplen. Eso del sitio reservado es cosa nuestra. Ustedes trabajen en dotar al senador de una caracterización exquisita y única, que sorprenda y destaque. 

Disculpe, caballero, pero me sigue quedando una duda fundamental, intervino otra vez el artista. Sin una referencia más exacta de su señoría, ¿por dónde empiezo a pensar en cómo voy a abordar la obra? ¿Qué rostro le voy a diseñar si no le conozco en persona? Échele magín, maestro, usted tiene una fama extraordinaria. Dote a la obra de todas las perfecciones estéticas posibles y de todos los símbolos virtuosos más reconocidos. El senador se acomodará a la imagen que usted labre de él. Al fin y al cabo son las estatuas las que sobrevivirán al tiempo más que los vivos y en gran manera serán ellas las que pasarán a la historia, ¿no cree? ¿O no sabía que en el futuro nuestros prohombres solo serán reconocidos por el aspecto que ustedes los artistas ejecuten de ellos?    





*Fotografía que hice una vez en un mercadillo callejero. La cita de Virgilio está tomada de la edición de Eneida en Editorial Gredos, traducción de Javier de Echave-Sustaeta.

miércoles, 22 de mayo de 2024

La voz que no cesa desde la piedra testigo

 




No hablo desde mi boca, desaparecida. No busquéis, pues, el órgano por donde debería emitir la voz. Escuchad más bien en la huella de mi aviesa mutilación.

Es lo que sigue siendo mi cuerpo el que narra. Este torso una vez triunfante el que clama. ¿Veis acaso en él rastro de un lloro? ¿Os transmito la imagen de rendición y de hundimiento?

Los ejecutores de mi partición creyeron que me convertían en insignificancia. ¿Pensaron que privándome de la cabeza y de los miembros acabarían con lo que yo signifiqué? ¿Y que separándome de las otras figuras que llevaron análogo destino destruirían  el objetivo por el que fui creada?

No me ahogo en la indignación, pues los indignos son aquellos que combatieron con saña no solo otras vidas sino los símbolos de estas ocultos en la piedra.

Los cercenadores infames rieron al acabar con los atributos que una vez representé. Torpes ellos, no cayeron en la cuenta de que en mi torso se concentran todas las cualidades de la vida. En su obnubilación no advirtieron que lo que han dejado de mí permanece entero.  

Al destruir el grupo de estatuas cantaron victoria. ¿Puede proclamarse el odio como una victoria? Al desperdigar los pedazos de todas nosotras se empaparon de su propia ebriedad. ¿Puede ser objeto de brindis la destrucción?

Arrojado al olvido he hablado a través de la eternidad con el légamo y la lluvia que celebran con modestia los días y amparan a los perseguidos. Ellos saben de la maldad de los hombres, pero los perversos no pueden hostigarlos.

Los verdugos no acaban nunca con el valor y la verdad que emergen tras cada destrucción. Sus hazañas devastadoras pueden desviar unos metros la historia. Jamás la detienen para siempre. Mas las vidas perdidas y las urbes arrasadas no hallarán por ello consuelo.

Soy testigo de un tiempo histórico pero también de la naturaleza contradictoria de los hombres. Hablo, seguiré hablando, y los visitantes receptivos deben escucharme. 





* La escultura es un torso perteneciente a un conjunto escultórico realizado por Emiliano Barral, importante artista del primer tercio del siglo XX, nacido en Sepúlveda (Segovia) y fallecido en 1936 combatiendo como integrante de las milicias cenetistas segovianas en la defensa republicana de Madrid. El conjunto, del que se desconoce el destino del resto de las figuras, era un homenaje al poeta vallisoletano Leopoldo Cano y se instaló en una plaza. Pero la sublevación anticonstitucional triunfante en la ciudad provocó que el odio de los intolerantes y fanáticos destruyera la obra. Como en siglos pasados e incluso en nuestros días hicieran y hacen análogos reaccionarios de todos los pelos. Este torso se encuentra instalado en los jardines del Museo Nacional de Escultura de Valladolid. 



lunes, 20 de mayo de 2024

Confidencias de un atleta

 


Soy la apariencia. La armonía de mis proporciones durará lo que la naturaleza y los avatares de mi vida lo permitan. 

No eres lo aparente, me dicen otras esculturas que no se diferencian excesivamente de mi imagen. Te conservas bastante completo, se apresuran a recordarme figuras más mutiladas. Es un lujo lo tuyo, señalan los bustos demediados. Ya quisiéramos nosotras retener algo de tu presencia íntegra, claman entristecidas facciones de rostros golpeados. Incluso me hablan con celo algunos anónimos torsos de piedra o diminutos fragmentos de bronce de cuerpos desaparecidos. 

Fui algo mientras celebré aquellas festividades en honor de nuestras ciudades y en reconocimiento a las divinidades que decía la tradición que nos protegían. Durante los ejercicios donde competía en camaradería con otros atletas. Pero sé que mi esfuerzo era solamente algo específico de mí y yo estaba enormemente agradecido al organismo que había desarrollado.

Cuando los efebos entrenábamos y más tarde solazábamos juntos no se manifestaban especiales envidias. Yo nunca fui competitivo. Tan solo tenía que probar lo que daba de mí y al desarrollar la carrera o desempeñar lanzamientos era consciente de que rendía culto a las posibilidades proporcionadas por mi propio cuerpo.

Yo y mi cuerpo. Y rigiendo estas proporciones una mente que intuye el tiempo de que dispondré y decide lo que mis energías alcanzarán. Sé que habrá un límite. Acaso no lejano. Probablemente incluso antes de la pérdida de propiedades físicas. Las guerras de la Hélade se han llevado por delante a atletas superiores a mí. Puede ser también mi destino precario.

Mi amiga hetaira, que me ha abierto la perspectiva del placer de la inteligencia, dice que no debo consumirme inútilmente. Que belleza no solo, o casi nunca, es apariencia, como tampoco es un estado duradero. Que belleza no se limita a musculaturas armoniosas ni a volúmenes medidos por la física. Que belleza no consiste en exhibición de formas, sino en entrega e intercambio de emociones. Que belleza es dejarnos llevar por el conocimiento de la naturaleza. Que belleza es el placer del intercambio y de la observación.

A los atletas se nos admira porque superamos capacidades físicas de otros individuos. Pero hay muchos a los que no se les ha facilitado la posibilidad de demostrarlo en los juegos. Sin embargo, como sé que existen, a ellos también los reconozco y les brindo mis triunfos si tienen lugar o les extiendo mi mano para animarles en cualquier empeño, de cuerpo y mente, que impulse las aptitudes que cada humano lleva dentro.

Ahora que me han instalado en un museo como una pieza más, como si no tuviera más sentido que el recuerdo de lo que una vez representé, reclamo el mérito de lo ausente.  La consideración de la vida que hubo en otras épocas y ciudades. El gran valor de los trabajos y los días donde los hombres y mujeres se esforzaron, disfrutaron y padecieron. Los personajes desaparecidos bajo tierra o en las profundidades marinas hablarán de nuevo alguna vez como yo he hablado.



 
* Atleta de Fano, también llamado Atleta victorioso, escultura griega del 300-100 a.e.c., recuperado de sus adherencias submarinas, actualmente en el Museo J. Paul Getty en Los Ángeles. Según sentencia reciente del Tribunal de Estrasburgo Italia puede pedir la devolución de la obra pues considera que fue sacada de contrabando de Italia.


sábado, 18 de mayo de 2024

Las inoportunas parálisis en la vida

 



No fui nunca excesivamente habilidoso. En el servicio militar no se me daba mal ejercitar la carrera, subir por una maroma o tirarme cuerpo a tierra y afinar la puntería. De hecho, me seleccionaron para un cursillo de francotirador, que decían de manera más rimbombante tiradores de élite. Eso de ser francotirador con objetivos estáticos no tenía ni mérito ni emoción, pero llegaron a premiarme. Sin embargo en otros ejercicios la maña, bien fuera por nervios o porque no acertara con el artilugio, me traicionaba. 

Recuerdo un día en que fuimos a practicar con granadas de mano. Era habitual que me costara un poco desprender la cinta de la espoleta con los dientes, arrojar lo más lejos posible el artefacto y tirarme de bruces al suelo, resguardándome siempre tras unos sacos de arena. Antes o después lo lograba. Pero aquel día que pudo ser fatídico no sé qué me sucedió. 

Ante la orden del sargento chusquero me dispuse a colocar mi cuerpo en acción para arrojar la bomba de mano lo más lejos posible. Le pegué la dentellada a la cinta pero sin embargo fui presa de la inacción. ¿Saben lo de la cámara lenta del cine? Tuve de pronto la sensación de que no coordinaba mis movimientos y que sujetaba el artefacto con ligereza excesiva, demasiado volátil. Arrancar la cinta de seguridad me estaba pareciendo un proceso largo, inacabable. Permanecí inmóvil en una posición difícil de precisar. Yo miraba tontamente aquel ingenio maligno. Incluso presentí un diálogo sordo con él. De pronto lo que tenía en la mano no me parecía familiar. Me desagradaba la forma cilíndrica, las estrías de su superficie, el mismo color terroso oscuro con que venía de fábrica. 

Todo el mundo pendiente de mí. Hasta el suboficial dudó y creo que le contagié la parálisis. El recuerdo vago que tengo es que me quedé contemplando el fruto prohibido en la mano y que las voces del superior retumbaban mientras a mis compañeros, atónitos, se les congelaba el alma. 

Ellos a dos metros de mí. Tírala, tírala de una maldita vez, oí la voz tronante. Pero yo permanecía indeciso, despistado, casi indispuesto para ejecutar el lanzamiento. Sentía mi mano agarrotada sobre la bomba. No soltaba aquella carga destructiva y mi cuerpo vacilaba en una postura retorcida, nada cómoda. 

De pronto los dedos se fueron relajando, la palma se abrió como una ofrenda perversa. Sentí cómo me orinaba. Las voces me llegaban de todas partes, pero las recibía apagadas, dispersas. El tiempo se detuvo. Fue una escena también de cine. Alguien corta por un instante el proyector. Silencio mudo y expectativa. No recuerdo si el público pateaba o estaba sin palabras. Los instantes, tan largos. 

Si fue un calambre o estar sufriendo una abducción lo que me atacaba no se supo nunca. La granada se deslizó juguetona entre las piernas de los reclutas próximos. Yo con la cinta aún entre los dientes y aquél explosivo yaciendo inútil por los suelos para relajada sorpresa de todos. Sin explosionar. Qué suerte, cabrones, repetía una y otra vez todo sudoroso el sargento. Defecto de fábrica. Pero tú...y me acusó energúmeno, disfrutando de toda clase de improperios. 

Mejor evito relatar la disciplinaria que me vino a continuación. Pero aquello me sirvió, un tiempo después, para escalar entre los tiradores de objetivos móviles. Era más seguro para los míos. Las figuras de paso que se pusieron a tiro no podrán decir jamás lo mismo.


  

* Imagen: Galo moribundo. Copia en escayola de 1885, sobre una copia romana del siglo III antes de nuestra era. Casa del Sol. Museo Nacional de Escultura de Valladolid,


lunes, 13 de mayo de 2024

Ni sé si he nacido, ni sé si me he muerto

 


Ni sé si he nacido, ni sé si me he muerto. Al mirarme advierto que desconozco mi estado. Puedo estar en formación de un ente que no sabría situar en el mundo de las especies. O tal vez es la imagen que brinda mi propia descomposición, sin que logre recordar si antes tuve otra identidad. 

En este espacio de inmersión que me oculta las sensaciones tengo la impresión de estar habitado por otros seres. Puede que sea la suma de todos ellos. Adheridos a mi cuerpo irreconocible me impregnan, me mecen, procuran mi abrigo, me colonizan. No soy. Soy de todos ellos. 

Tanta humedad ha penetrado en la materia de origen. Ignoro si soy transformación o una condición amorfa. De no verme de este modo jamás hubiera pensado que la vida fuera tan plural y llegara a poseerme. Acaso a haberme hecho.  La pluralidad compitiendo consigo misma. Yo, en una situación en la que no me reconozco. 

Otras vidas se imponen a la que supuestamente tuve. Anclado en un fondo arenoso mi secuestro es una liberación. Si alguna vez fui otro lo he olvidado. Ahora me veo solamente como masa. Una masa olfateada por multitud de especies. Corroída por la salinidad. Engrosada por una sucesión de elementos que no sé descifrar. Mis pies se hunden, tal vez sean vago recuerdo. A veces siento oscilaciones. Cuando no derribos. 

Pienso ahora en los que viven. Creen ingenuamente que son algo. Que son. Necesitan saberse en sus relaciones, sus posesiones, sus experiencias. Se identifican más con un estatus que con las propias sensaciones. Aquellos filósofos que se pasearon alguna vez junto a mí gustaban de debatir sobre la existencia. Según ellos allí yo era un ser. Pero aquí soy la nada. La preñez de la naturaleza marina que se empeñó en darme cobijo. 

Llevo mucho tiempo en las profundidades y no he visto nunca a ningún ser fantástico que marinos y exploradores nombraban como reales. Ni siquiera las sirenas de aquel que decía sentirse acosado por ellas y buscaba eternamente un retorno al origen. ¿Seré yo una quimera o simplemente un error intrascendente? Los hombres viven cultivando la ilusión, fomentando la construcción endeble de una trascendencia. ¿Fui yo una vez como cualquiera de ellos?

Desecho o fango, soy la secuela de mi propia pérdida. La huella extraviada de algún pasado cuya interpretación me es privada. 

 

 

*Imagen del Atleta de Fano


sábado, 11 de mayo de 2024

Esta eclosión que me asombra

 




Estos días observo el florecer. Hasta ayer se sugería. De pronto eclosiona. Me pregunto cuál es su estado auténtico. Llamamos flor a lo que acaba de nacer. ¿Por cuánto tiempo? 

La belleza sin parangón de la manifestación definitiva de unos brotes nos desborda. Ya ha echado flores, decimos. Lo hemos estado esperando. Expectantes e incrédulos. Este año no sale, decían los agoreros. Todos nos quedamos admirados, sorprendidos, silenciosos. Un gesto orante. Luego las palabras elogiosas. Si no hablamos no nos sentimos alguien, no nos hacemos presentes. Pero el florecimiento no precisa articulación de vocablos. Solo nos pide sentir la sensación. Consecuentemente desarrollar un sentimiento. 

Los botánicos nos han explicado el proceso, pero nos cuesta comprenderlo. No somos la planta. No nos basta comparar el desarrollo, ese modo técnico y vital, de engendrarse y crecer de un vegetal con el de un humano. Nos aproximamos a ese otro mundo relacionándolo e incluso equiparándolo con el nuestro. Necesitamos que los demás mundos, las demás vidas del universo, nos ratifiquen. Somos torpes e ingenuos. Esos mundos pueden afirmarse por sí mismos. Sin necesidad de nosotros. A pesar e incluso en contra de nosotros.

Me quedo pensando si mi actitud ante este destello de vida, que es el final, no será una actitud de amor. Miro y vuelvo a mirar por todas partes. El capullo aún no brotado, la flor abierta con sus amplios y sedosos pétalos, su cáliz brindador, el recóndito pistilo pletórico de feminidad, los delicados pero efectivos estambres, los colores tenues, su verde corazón como testigo de un origen que volverá. 

Siento amor porque me abstraigo. Por unos instantes no soy un varón, ni siquiera un hombre. Me limito a entregarme como observador embriagado por una manifestación que me supera. Esta mirada tiene una vertiente opuesta. La flor no va a pasar de ahí. Va a acabarse en pocos días. No se mantendrá en el tallo. Habrá cumplido su ciclo, pienso. Yo también cumpliré el mío, me digo para establecer un nexo con ella. Vano intento, solo fantasía. Yo aquí, ella ahí. Pienso entonces en unas palabras de Alberto Savinio en su deleitosa Nueva enciclopedia: "El examen 'especializado' de cada género de amor nos dejaría probablemente con las manos vacías. Hay una razón ineludible que impide toda posibilidad de encuentro entre nosotros y el amor, y es que, en el instante mismo en que está a punto de nacer, el amor muere. ¿Muere solamente el amor de los sentidos, como por desgracia sabemos? No, también cualquier amor, incluso el de la riqueza, que muere en el acto mismo en que el hombre adquiere la riqueza".





jueves, 9 de mayo de 2024

Lo que la naturaleza no da, Salamanca no presta. Pero esta vez la secular Universidad pública ha perdido el norte

 


Ay, Fray Luis, si tú supieras. Si te enteraras de que va a dirigir tu universidad preclara un personaje llamado Juan Manuel Corchado, que ha hecho trampas durante años. Probablemente perderías tu calma y bajarías de la peana para tirar de las orejas al profesorado y al estudiantado por elegir lo mediocre o por permitirlo. ¿Tan bajo has caído, Salamanca? ¿Aún se podrá invocar aquel lema histórico, Salmantica docet, Salamanca enseña?

Según leo en El País, el recién elegido rector de la Universidad de Salamanca "...ha hinchado su impacto científico con trampas durante años, añadiendo miles de autocitas irrelevantes en sus publicaciones, dando instrucciones a sus trabajadores para que citaran sus estudios y beneficiándose de multitud de perfiles fraudulentos de investigadores inventados dedicados a mencionar compulsivamente sus artículos".

Consolación: de 33.000 universitarios llamados a votar en una candidatura sin alternativa porque nadie más se presentó (por qué habrá sido) solo han votado a este señor 2.131, un 6,5%. ¡Rector con un 6,5! Entre los profesores permanentes, informa El País, el rechazo a Corchado fue altísimo. Sobre una participación del 72% se dio un voto en blanco del 46%. Ya dice mucho. Pero el elegido ¡va a mandar! Y con un presupuesto anual de 293 millones de euros.

Me acuerdo de alguien relativamente cercano a nuestro tiempo: Miguel de Unamuno. ¿Qué pensaría aquel rector sabio que fue depuesto por golpistas? ¿Que siempre han estado ahí los que vencen pero no convencen? Ni el pudor ni la prudencia deben ser ya virtudes académicas. Y eso no es sabiduría y menos enseñanza, al menos ética.


https://elpais.com/ciencia/2024-05-07/juan-manuel-corchado-gana-las-elecciones-a-rector-de-la-universidad-de-salamanca-con-la-mitad-del-profesorado-en-contra.html#

https://www.eldiario.es/castilla-y-leon/provincias/salamanca/juan-manuel-corchado-sale-elegido-nuevo-rector-universidad-salamanca_1_11348490.html



lunes, 6 de mayo de 2024

Del banquete en casa de Lárico de Siracusa


 
Cuando vierte Atis, la sierva de mi amigo Lárico, el vino en mi vaso me estremezco. Plena confusión. El porte inquietante de la muchacha, su natural fragancia, el modo tan refinado de escanciar de la jarra y la jarra misma me abstraen del banquete. 

Mientras mi anfitrión sigue hablando yo me extravío en la contemplación del hombro descubierto de la esclava y en el baile que ejecuta con su brazo al llenar mi copa. Lárico hace como que no lo advierte. 

Cuando hemos sido servidos él paladea esperando algún gesto por mi parte. No bien acabo de degustarlo me parece acertado darle una opinión. Con estar en buen punto este vino, le digo, aún he quedado más sorprendido por el ceremonial que tan sencillamente ha ejecutado la muchacha. 

Lárico se sabe orgulloso de la servidumbre que atiende su casa pero es recatado. Me deja seguir hablando. No esperaba un enócoe tan elaborado y con una decoración tan sutil. Si te dijera que su calidad ha crecido en manos de la sirvienta, ¿dirías que exagero?

Lárico esboza una sonrisa prudente. No tendría sentido que poseyera objetos hermosos, mi estimado Alceo, si no dispusiera de las personas adecuadas para tratarlos y ennoblecerlos, ni de los amigos que valoran con su contemplación la obra del artesano. Pero tú no equivoques nunca el disfrute de un elemento de uso, por muy exquisito que les parezca a tus ojos, a tu boca o a tu tacto, con la atención y  el cuidado de una mujer que reclama y procura tu satisfacción.




*Enócoe de cerámica corintia del museo etrusco de Villa Giulia.

viernes, 3 de mayo de 2024

La noche en que se me apareció la evanescente

 


La otra noche se me apareció la evanescente. No estoy seguro si fue en la fase REM o en duermevela. Por fin te has acordado de mí, me dijo. Y como advirtiera mi perplejidad: pensé que podrías haberte muerto. No reaccioné de momento. ¿Te quedas callado? Balbuceé pesadamente. No sé, hay veces, que pueden ser años o siempre, en que uno muere para algo. Para una actividad o una relación o para esto mismo de las escrituras al vuelo. La evanescente me miró molesta. Lo entiendo, pero esta vez te habías olvidado de mí completamente. Y no han sido dos días, han sido...Calla, la corté. Estoy dispuesto a subsanarlo. Oh, no, el tiempo abandonado no se subsana jamás, no te justifiques, y usó un tono indignado, pero se mantuvo expectante. ¿Cómo es que ahora de pronto me has buscado nuevamente? Tal vez ya no soy la misma y probablemente tú tampoco. Se mostró dura. Frotándome las legañas acerté a hilar una explicación lógica. Eso es lo interesante, no ser los mismos ninguno de los dos y pretender tratarnos de nuevo. Como si no se hubieran producido interrupciones. Las distancias temporales suelen resultar más aportadoras que las espaciales. Ambos arriesgamos en nuevos encuentros, teniendo en cuenta que el principal riesgo está en que nos rechacemos fácilmente, a la primera de cambio. La observé muda. ¿Ahora callas tú? Reventó, pero con tono moderado. No es necesario que me des explicaciones. Del mismo modo que tampoco espero las mismas efusiones que en otras épocas, amigo mío. Y para celebrar el reencuentro, dime, ¿de dónde has sacado ese personaje con un rostro tan desagradable, por no decir repugnante? Espero que no dure mucho, porque me irrita. Veré qué puedo hacer, le prometí esquivo. Ya te lo contaré algún día, de momento veo en esa cara una fisionomía gestual que resulta interesante. ¿No será más bien una fisiognomía a través de la que pretenedes aproximarte a un carácter o a una personalidad?, dijo con agudeza. Puede ser, y es que sucede que los tiempos gestuales son en ocasiones más expresivos que los verbales. Los latinos sabían mucho de ello.


https://tulaevanescente.blogspot.com/

(Un enlace por si alguien quiere saber más de ella, la evanescente)