"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





domingo, 4 de junio de 2023

No solo es cuestión de cabeza dura

 



"Aunque me tiren el puente/ y también la pasarela/ me verás pasar el Ebro/ en un barquito de vela.
 
Diez mil veces que lo tiren,/ diez mil veces lo pondremos,/ tenemos cabeza dura/ los del cuerpo de ingenieros."

Al recordar, por la lectura en otro blog, estas estrofas de una canción de la guerra civil española, aquella tan hermosa como melancólica de Si me quieres escribir, he sentido cierta conmoción. Utópica, supongo, porque uno ya no se presta con facilidad al mero sentimiento como guía de conducta y menos de intervención. Puede ser metafórica en las actuales circunstancias históricas. Las metáforas obran en ocasiones como estimulantes, pero tienen efectos secundarios y con frecuencia adversos. Bueno, tal vez muchos necesiten la terapia. Sabiendo la deriva de la historia y de la vida uno concluye que no basta la cabeza dura. Porque el mal que se padece no se cura con canciones. Y la ceguera de pensamiento, menos. Y si no, pregunten a Tiresias.




(Foto: Tiresias, en modo atlante, en el claustro de las Dueñas, de Salamanca)

viernes, 2 de junio de 2023

El maniquí articulado a la solana

 



Caminamos siempre sobre el filo de la navaja. O por el perfil del acantilado. O junto al límite. Lo sospechamos pero preferimos ignorarlo. Elegimos imaginar que el cuchillo afilado no corta, que los bordes rocosos son seguros, que el límite es ilimitado. Pero de vez en cuando una interferencia en la vida nos recuerda que somos frágiles y que nuestra extrema ignorancia aumenta la debilidad. Y esa interferencia que puede llegar desde el exterior, en alguna de sus innumerables formas, incluidas las del cuerpo social, o desde el interior del cuerpo físico del que dispone cada cual, pone en la balanza por un escaso margen de tiempo si se nos permite la continuidad o se nos concede el acabamiento. Somos necios con nosotros mismos y harto estúpidos en la trabazón colectiva. Claro, que siempre quedará un heraldo negro que vocee: sálvese quien pueda. ¡Al estiércol con él! Voy a ponerme a la solana. Como elegante maniquí.




domingo, 28 de mayo de 2023

Agitata da due venti, Vivaldi por Cecilia Bartoli

 




Cuando la agitación convierte a una mujer en viento. En un instrumento polifacético que parece dirigir a todos los demás. Incluso cuando detiene la letra la mezzosoprano sigue emitiendo su canto. Con sus gestos faciales, el ondulante movimiento del cuerpo, los labios entregados al silencio pero activos, mascullando entre dientes palabras que no escucharemos pero que ella disfruta y anticipa. Naturaleza compleja, enérgica, lúdica. Porque la naturaleza en estado puro no existe y juega con todos nosotros. El homo ludens, encarnado por Cecilia Bartoli como médium del gran Vivaldi, nos transmite la zozobra de las pasiones. Frágiles navegantes los humanos en el mar proceloso de la vida.



Sacudida por dos vientos 
tiembla la ola en un mar agitado 
y el timonel asustado 
ya espera naufragar 

Entre deber y amor está
peleando este corazón
Ya parece que no pueda más
y que empiece a desesperar



NB. Para un día electoral como hoy también podríamos buscar doble lectura. Suerte, claridad e inteligencia.


jueves, 25 de mayo de 2023

Diario de Egon. Malas caras

 



Malas caras a mi retorno. Vera y Anja han dado por hecho lo que no he comprometido. Puedes hacer lo que quieras, eres el jefe, me espetó esta de modo turbulento, pero ¿no te bastamos nosotras? Vera, más templada, pero no con menos ceño, se dejó caer sibilina. Ya sé que no tienes por qué consultarnos, pero una deferencia con nosotras no habría estado de más. ¿O acaso no valoras nuestro esfuerzo? Anja, ya salvaje del todo: ¿Siempre carne más joven para tus lápices afilados, Egon? ¿Has visto en esa de Praga una flexibilidad superior a la nuestra? ¿O es que te apasionan últimamente los cuerpos a medio hacer? Silencio por mi parte. El artista es él, Anja, dijo Vera sin ánimo de zanjar aquella muestra de agresividad a dúo. Pero no el amo, y si prescinde de nosotras o nos deja en segundo plano ya pagará las consecuencias. Las chicas de última generación muerden más y aceptan menos, dijo con una mirada afilada, mientras sujetaba por la cintura a su compañera.  

Me pareció fuera de lugar este acoso verbal y salí impetuoso del taller. No he vuelto a pisarlo en todo el día. Lo que más me molesta es que vuelen las noticias falsas y que los incautos las tomen como verdaderas.




(Dibujo de Egon Schiele)

martes, 23 de mayo de 2023

Diario de Egon. Dimes y diretes

 


Nada he escuchado en Praga que no hubiera oído antes en mi ciudad. Opiniones divergentes, controvertidas, sobre mi obra. Como en cualquier otra parte. No me cabe duda que la asistencia más numerosa se ha sentido atraída por ver a mis mujeres desnudas. Más que las formas de sus mujeres, que son perfectas y exultantes, me comentó un crítico, resultan sumamente interesantes y seductores los movimientos de que las dota. Eso resalta el potencial erótico. ¿No ve nada más?, le repliqué un tanto hastiado de que solo llamase la atención el retrato de las modelos. ¿No le interesa indagar en cómo los perfiles de un cuerpo pueden ser compatibles con colores, por ejemplo? ¿Y tampoco ve sentido en mis autorretratos? ¿No le interesa saber cómo un hombre se está descomponiendo permanentemente ya sea mostrando sus movimientos o adelgazando sus extremidades o simplemente incidiendo en miradas perturbadoras? El crítico me dio la espalda y volvió hacia la zona donde los cuadros de mis modelos recababan, como un espectáculo de feria, el entusiasmo general. Aquella conversión en mirada pornográfica de lo que solo pretende ser por mi parte una exaltación de la sana desnudez de los cuerpos, y por lo tanto de la justa verdad de estos, me abatió un poco. Aunque no cabe esperar otra cosa de las mentes tradicionales y obsesas. Por supuesto, ha habido excepciones que han sabido prospectar con más inteligencia en mis intentos. Usted parece torturarse cuando se representa a sí mismo, me comentó un joven estudiante de arte y oficios. Pero creo que dibujar a la mujer le redime. Le sonreí, presa de cierto asombro. Usted, joven, le contesté afable, no puede saber aún cuán larga mano tiene la tortura que nos inflige la visión del mundo y de los individuos. Pero aun cuando uno no puede escapar de ese destino sí debe buscar paliar los sufrimientos más íntimos. El joven estaba por el debate. ¿Quiere decir que un artista debe sufrir para lograr una obra meritoria? Me quedé pensando pero abrevié. Quiero decir que si el artista al dibujar tiene que bajar a los infiernos no debe dudar. Los abismos están dentro de nosotros y entregarse a la ejecución de la obra si no salva al menos hace la vida llevadera. Solo cabe esperar redención de uno mismo.



(Dibujo de Egon Schiele)

sábado, 20 de mayo de 2023

Loa de la duda. Bertolt Brecht

 



Loa de la duda


¡Loada sea la duda! Os aconsejo que saludéis
serenamente y con respeto
a aquel que pesa vuestra palabra como una moneda falsa.
Quisiera que fueseis avisados y no dierais
vuestra palabra demasiado confiadamente.

Leed la historia. Ved
a ejércitos invencibles en fuga enloquecida.
Por todas partes
se derrumban fortalezas indestructibles,
y de aquella Armada innumerable al zarpar
podían contarse
las naves que volvieron.

Así fue como un hombre ascendió un día a la cima inaccesible,
y un barco logró llegar
al confín del mar infinito.
¡Oh hermoso gesto de sacudir la cabeza
ante la indiscutible verdad!
¡Oh valeroso médico que cura
al enfermo ya desahuciado!

Pero la más hermosa de todas las dudas
es cuando los débiles y desalentados levantan su cabeza
y dejan de creer
en la fuerza de sus opresores.

¡Cuánto esfuerzo hasta alcanzar el principio!
¡Cuántas víctimas costó!
¡Qué difícil fue ver
que aquello era así y no de otra forma!
Suspirando de alivio, un hombre lo escribió un día en el libro del saber.

Quizá siga escrito en él mucho tiempo y generación tras generación
de él se alimenten juzgándolo eterna verdad.
Quizá los sabios desprecien a quien no lo conozca.
Pero puede ocurrir que surja una sospecha, que nuevas experiencias
hagan conmoverse al principio. Que la duda se despierte.

Y que, otro día, un hombre, gravemente,
tache el principio del libro del saber.


Asediado por un rugir de órdenes, inspeccionado
en su virtud, examinado por barbiluengos doctores,
conminado por seres radiantes munidos de áureos distintivos,
intimidado por solemnes Papas a golpe de libro escrito por el propio Dios,
instruido
por impacientes maestros, el pobre oye
que es éste el mejor de los mundos, y que la gotera
del techo de su cuarto fue prevista por Dios en persona.
Verdaderamente, le es difícil
dudar de este mundo.
Bañado en sudor, se curva el hombre construyendo la casa en que no ha de vivir.

Pero también suda a mares el hombre que construye su propia casa.


Son los irreflexivos los que nunca dudan.
Su digestión es espléndida, su juicio infalible.
No creen en los hechos, sólo creen en sí mismos. Si llega el caso,
son los hechos los que tienen que creer en ellos. Tienen
ilimitada paciencia consigo mismos. Los argumentos
los escuchan con oídos de espía.

Frente a los irreflexivos, que nunca dudan,
están los reflexivos, que nunca actúan.
No dudan para llegar a la decisión, sino

para eludir la decisión. Las cabezas
sólo las utilizan para sacudirlas. Con aire grave
advierten contra el agua a los pasajeros de naves hundiéndose.

Bajo el hacha del asesino,
se preguntan si acaso el asesino no es un hombre también.
Tras observar, refunfuñando,
que el asunto no está del todo claro, se van a la cama.
Su actividad consiste en vacilar.
Su frase favorita es: «No está listo para sentencia.»
Por eso, si alabáis la duda,
no alabéis, naturalmente,
la duda que es desesperación.

¿De qué le sirve poder dudar
a quien no puede decidirse?
Puede actuar equivocadamente
quien se contente con razones demasiado escasas,
pero quedará inactivo ante el peligro
quien necesite demasiadas.


Tú, que eres un dirigente, no olvides
que lo eres porque has dudado de los dirigentes.
Permite, por lo tanto, a los dirigidos
dudar.




*Fotografía tomada de la web de LEMO, Lebendiges Museum Online

jueves, 18 de mayo de 2023

Diario de Egon. Alena o el desasosiego

 



Noche desasosegada. Los rostros, las miradas y las palabras del día se cruzan en mi cerebro impidiendo el descanso. Jan y Emil, mi galerista, la ciudad nueva y la vieja, los símbolos de la fecundidad y del triunfo en las fachadas y en los vestíbulos de los edificios, las Pilsen con los artistas, la ironía filosófica de Jaroslav...Y por si fuera poco la aparecida Alena. Revoltosos mis pensamientos, agitados los escasos sueños, no sé poner orden en medio de la noche. 

Alena, Alena. Castigo de mi duermevela, boceto del arte nuevo, trazo de mis carencias, color ausente de mis retratos a los que tú desafías. Alena, dónde vas decidida y sarcástica; qué pretendes, desafiante púber; a qué incitas, inquieta criatura que amplía la perspectiva de mi visión; grácil movimiento que giras como derviche alrededor de mí, al borde del desvarío. Buscas tu imagen más allá de tus estrenados contornos, insatisfecha con la que te devuelve el espejo, retando al tiempo que aún debe fructificar. Y quieres que yo sea tu demiurgo. Tientas el oficio del artista para que rompa los tabúes y acepte la mirada sobre tu cuerpo núbil. Quiebras mis elecciones cromáticas, porque tú no puedes ser dibujada con los mismos colores que otras modelos. 

Alena, Alena, por qué cuando hablé contigo esta tarde sustituiste tu naturalidad por la pose. Acaso porque alguien te dijera que los artistas buscan lo oculto del objeto tú lo interpretaras con un forzamiento sutil pero excesivo que, no obstante, a mí me ha trastornado. O tal vez es más sencillo. Tu propio Narciso te ha entregado a la corriente que en ese momento era yo y no has podido evitar abandonarte a los reflejos, que siempre son de ida y vuelta, y que terminan diluyéndose. Me haces pensar en tu propuesta y tiemblo. Me invitas a representar los dones de una belleza primitiva pero presiento que los lápices titubearían entre mis dedos. ¿Qué quieres de mí? ¿Que el artista rebase su propio límite para caer en el riesgo cuando no en la locura? Pierdo el sueño y no quiero perder la razón. 





(Dibujo de Egon Schiele)


lunes, 15 de mayo de 2023

Diario de Egon. Las afinidades electivas

 


Praga, entre brumas y silencios. El clima y mi estado crítico se compenetran, pero eso no quiere decir que me consuele. Más bien se duplican mis inquietudes. De momento el contacto con algunos artistas locales me proporciona satisfacción. Y lo más sorprendente es que ellos admiten mi carácter y mis reservas. Aunque he recorrido la zona de las nuevas construcciones, muy al gusto y a la moda de los arquitectos de esta época, no me han apasionado en exceso. Sin embargo veo que no van a la zaga de Viena, y que se dan un baño de simbolismo extraordinario. 

Mi galerista y algunos artistas de la bohéme me han llevado por los antros y tabernas de la ciudad vieja. Cuando observo las edificaciones decrépitas me pregunto si no será la propia naturaleza del tiempo la que traerá  la justa deconstrucción, no solo de los elementos físicos sino de las ideas y los valores. No sé si esa nueva modernidad, más formal que cambiante, que se empeñan en hacer perdurable resistirá tanto como muchos edificios de siglos, pero la vanidad, como el empeño, no tiene límites. 

Hoy he conocido a Jaroslav, un escritor local, que no provinciano, bastante peculiar. Él no sabía de mi obra, del mismo modo que yo no he leído nada de lo que ha escrito. Es un personaje cuya mente bulle literaria e inconformista, diría que incluso harto satírica. Su vida ha sido variada y turbulenta. La experiencia acumulada es la verdadera musa, Egon, me ha dicho, no hay nada más. Eso y el esfuerzo al recrear otras vidas en la literatura. Aunque cometas errores, no te arrepientas jamás. Los deslices y las incomprensiones también sirven. Sobre todo para traducir las fantasías y las ensoñaciones en una obra. Yo lo intento con mis escritos y por lo que parece tú lo procuras con tus cuadros. Es increíble cómo las sucesivas y espumosas Pilsen han propiciado una conversación tan estimulante.

Estos días no echo de menos a mis modelos. Las distancias relajan las tensiones. Espero que esté viniendo bien a ambas partes.

También me han presentado a Alena S., sobrina de Emil, uno de los artistas más activistas de la ciudad. No sé qué le dirían o qué conclusión habría sacado de mis obras expuestas que se me ofreció como modelo. Te veo demasiado joven para el oficio, le comenté. Respondió con desparpajo la chica. ¿Acaso un retratista tan sagaz como usted puede ignorar que todas las edades tienen su punto? Por un momento me desarmó. Luego pensé que probablemente sacaría buen partido de su belleza orientalizante. Pero esa juventud aún demasiado tierna, si bien tan atractiva, me confunde. Podría resultar imprudente aceptar la propuesta. Además no tengo pensado permanecer más tiempo del previsto en esta ciudad. 



(Autorretrato de Egon Schiele)

viernes, 12 de mayo de 2023

Así que esto era morirse

 



Había tensado la mirada, sin estar convencido de que fuera la última vez. La última experiencia, que es la más nueva de todas, esto de morir, no da pistas exactas. No le dolía nada pero una  desazón no conocida le convertía en un extraño de sí mismo. Soy el de siempre pero me cuesta reconocerme, pensó atrapado por aquella ambigua debilidad. ¿Será ahora cuando se atenúen todos mis sentidos hasta alcanzar su atrofia definitiva?, se preguntaba por preguntar. Por tender la cuerda que le permitiera asirse todavía al lado de los vivos. 

Escuchaba sorprendido, y con una claridad que nadie hubiera sospechado, las conversaciones compasivas del entorno. Por qué estarán aquí quienes no me han visto en tanto tiempo, razonó más por inercia que por interés. Quienes me han ignorado y rehuido porque, según les he oído decir, no soportaban mi carácter severo, acostumbrados como han estado a que sus poderes e influencias solo recibieran condescendencias y plácemes. Algo por lo que yo jamás pasé. Por qué me observan y me arropan al borde de la felicidad postrera, tan opuesta a aquella de la que carecí. Alguien de los asistentes dijo algo sobre el extremo agotamiento de él, palabras que otros consideraron imprudentes. Si no nos oye ya, se justificó el insensato, este hombre está desahuciado, es cuestión de horas. Una voz medió bondadosa y susurrante: dicen que los agónicos lo oyen todo. 

Él, inmóvil, mermado de movimientos, cansino en su respiración, había cerrado los ojos. El color había abandonado la piel. Los párpados ocultaban una mirada que no sabía dirigirse a ninguna parte. Las mandíbulas, acusadamente marcadas, encogían el rostro y lo desarmaban. El vello crecía desordenado por las orejas puntiagudas. Los labios, resecos y babosos, habían perdido la memoria de los besos que tantos placeres proporcionaron. Qué sabrán estos qué es morirse; al menos a mí no se me puede negar tener conocimiento de causa, pensó con sarcasmo ante la retahíla de vulgaridades que le llegaban de los presentes. 

En su perplejidad cada vez más apagada se entregó a un estado de calma como no había disfrutado jamás antes. Así que esto es la muerte, se repitió, no sin regocijo, como quien se siente protagonista de una hazaña intransferible que nadie le puede regatear. Una experiencia por la que todos pasaréis y a la que teméis, cuyo mero enunciado os aturde, discurrió caóticamente pero con cierto tono jocoso. La resistencia, que al fin y al cabo no es otra cosa lo que llamamos vida, llegó hasta aquí. No tener fuerzas ni ganas de seguir ni apreciar estímulo alguno deben ser los signos del fin. Nos han hablado tanto de la muerte sin precisión, han pronunciado tal infinidad de discursos y sermones baldíos sobre el acontecimiento, se la ha puesto rostro ajeno cuando no tiene otro sino el propio de cada uno, que no nos parecía real nunca. Solo hemos construído miedo y exhibido fragilidad, tibias defensas ante lo ineludible. Pero esto por lo que paso ahora, caviló con menos vigor, es lo auténtico. Estos momentos de estertor son también testigos de mi identidad. 

El hombre empequeñecía y cada vez se distanciaba más de las presencias. Uno de los acompañantes dijo: no cerréis las contraventanas; mientras sea de día que entre la luz. Él tiene derecho a la luz hasta que la niegue. El hombre tendido lo captó. Así que en esto consistía el adiós. En negar la luz, en rechazar el aire, en extraviar los sentidos Acaso también en inhabilitar el pensamiento y ceder al olvido. 

El moribundo apenas sentía interés por los que le rodeaban. Aún era consciente de ello. Toda la gente con la que he vivido, de manera sincera o convencional, me resulta ahora ajena. No digo que les rechace, sino que van dejando de estar para mí, pues sus imágenes se han ido apagando y las voces no concuerdan con sus presencias. He vivido la vida como si fuera una eternidad. Activo, enérgico, incluso implacable. Una carrera contra el tiempo y contra lo que llamamos ridículamente destino y que no sabemos cualificar. Años de levedad o años de afectación, sentía el cuerpo en crisis y me recuperaba. Concluía eufórico: siempre puedo con la adversidad. ¿Cuándo empecé a pensar en la muerte? Porque la muerte, cuando eres niño es algo que solo se da en los relatos o en el cine, y de tal manera que aquella ficción la trasladas a tu existencia y el acontecimiento, la muerte, la consideras a tu vez ficción. Salvo cuando un compañero escolar se iba por una meningitis o tus abuelos la palmaban sin saber por qué, y tú mismo te decías: por ser viejos. 

Así que esto está siendo morir. Recordar, repasar, reparar en los detalles que se van diluyendo. Hasta para morir hay que hacer intención y un esfuerzo. Porque abandonarse para siempre exige un último esfuerzo. El de no querer ni poder seguir. Sin elección.





(Hombre moribundo. Gustave Courbet. Musée d'Orsay, Paris)

miércoles, 10 de mayo de 2023

Diario de Egon. Viaje a Praga

 


Ausente unos días para una exposición en Praga. El viaje me debe servir para reposar el ánimo. Abandonarme a pensamientos contradictorios es menos oneroso si se realiza en la distancia. Pienso en proyectos, en las obras realizadas, en el estímulo de mis modelos. Si vendo o no vendo no me obsesiona. Más bien me preocupa si lo que dibujo permite avance o procura retroceso. Inevitablemente me asaltan mis recurrentes pulsiones con nombres de mujer. Con la excusa de Praga intentaré relajar mis agobios. Últimamente todo me desborda menos mi mano que permanece fiel. Que sabe trazar esbozos allí por donde va conmigo. Aún recuerdo la mirada turbadora, ¿o debería decir perturbadora?, de Anja cuando se lo dije. Se levantó del diván, se vistió con desdén, dándome la espalda, traicionando el último boceto. No sé con quién irás, comentó con simulada ira, pero al volver acaso no me encuentres. Tengo propuestas de otros artistas que me valoran. No me esperaba este arranque colérico, y aunque fingí que no me afectaba me mostré áspero con ella. ¿Y quién ha hecho que te valoren? ¿A causa de qué te reconocen? Además tampoco tengo inconveniente en que sirvas de modelo para otros. Pero seguro que desde unos lápices o unos pinceles diferentes a los míos no serás ya la misma. 

Se presentó a escondidas en la Estación Central cuando ya partía el tren. Nos observamos con un silencio castigador. Pude ver claramente la mirada iracunda de Anja. Oscura, pero también demasiado húmeda.



(Dibujo de Egon Schiele)

lunes, 8 de mayo de 2023

Postales simpáticas o/y antipáticas, según, de los últimos días

 



Estos chicos salen de un anuncio. Un anuncio del digital Ukrainian Pravda ofreciendo camisetas con el logo del periódico, que es Don Quijote, nada menos. Don Quijote es nuestra personificación de la fe en la justicia y defensa de la verdad, dice el medio ucranio. Un pensamiento sesudo que parece que los españoles ignoramos, vista la majadería reinante a tenor de las encuestas. Un significado que en la tierra donde fue engendrado el Caballero de la Triste Figura se da la espalda a su dimensión. Este quijote estilizado de Ukrainian Pravda es obra del artista ucranio Sergyi Maidukov. 






No sé si los cartelistas yellow serán de los que canten Rule, Britannia! Britannia, rule the waves. / Britons never, never, never will be slaves, pero al menos no lo cantan bajo advocación monárquica. Salieron a la calle contra la coronación del nuevo king para decir eso, que not my king. Me cabe una duda. ¿No es su rey porque no quieren ninguno o porque desearían otro? Se me disipan las dudas al ver otra fotografía con carteles de 'King Parasite o Abolish the Monarchy. ¿Podrán las minorías de hoy llevar a buen término sus intenciones republicanas para el mañana?



Esta foto es muy ilustrativa. La masa que desfila en la manifestación sindical del Primero de Mayo en Madrid pasa ante una terraza donde dos marroquíes, ajenos al espectáculo, toman, no sé si apacibles pero sí silenciosos, el café. También me asalta una interrogación. ¿Son dos clases obreras diferentes? Claro que eso me lleva a preguntarme: ¿existe hoy día una sola clase trabajadora?




Me gusta ver las imágenes con más de una visión y hacer por lo tanto más de una lectura. París, hace unos días, no sé si también en la fiesta del obrero o en una manifestación callejera versus Macron. El hombre que enarbola la bandera rojinegra rescata memoria cenetista española, pero se trata de un sindicato ácrata francés cuya procedencia debe estar en los exiliados republicanos españoles de la CNT. ¿A qué sector de clase pertenecerá esta persona? ¿Al mismo que la mujer que anuncia un perfume en el afiche del fondo? Tal vez no haya tantas distancias entre ambos, aunque uno invoque la solidaridad y la otra promocione Coco de Chanel.




Todo por aquí...




...Nada por allá. El mago del todo era Manolo Sierra, que pintó hace unos días en Medina del Campo un mural recordando a los españoles que hay todavía en fosas, cavernas y cunetas desde hace ochenta y muchos años. Por un malentendido, por presiones al dueño del local o porque el miedo y el resentimiento aún laten, el mural desapareció en un plis plas. Así transcurre la ceguera  y la cobardía del mundo.




Qué bonitas las terracitas donde quedamos a tomar una cervecita o un vinito fresquitos con el perrito y el carrito del bebito y colgados del telefonito. Disculpen ustedes mi abuso de los diminutivos convertidos en habitual gilipollez que hasta algún anuncio televisivo los reproduce. Pero entre terrazas, bicis, patines, patinetes, runners, mascotas (que no perros, los pobres animales son otra cosa) y sus dueños/dueñas (aquí he creído conveniente recalcar ambos géneros gramaticales) con las correas que se estiran y encogen, pues conclusión: que el peatón indefenso lo tiene duro y peligroso. 

Las aceras han desaparecido prácticamente. La vigilancia municipal hace bastante caso omiso. Las ordenanzas municipales se relajan. Reducidas a su mínima expresión las aceras de calles y plazas ya no son seguras, ni amables, ni solaz del paseo relajante. ¿Socialización? La socialización del presente consiste en que los que ejercen más fuerza -hostelería, artilugios mecánicos, animales de exhibición más que de compañía, etc.- se imponen al resto de vecinos. ¿De verdad creemos que aquí cabemos todos? Me parece que aquello de paseante no hay paseo, se hace paseo al andar se ha vuelto muy complicado. (Voz en off acusadora: eres un tiquismiquis)





(Fotografías tomadas de Ukrainian Pravda, de El País, del blog Una temporada en el infierno, de Juan Pedro Quiñonero, de Diario.es de Castilla y León y la última de no sé dónde)

sábado, 6 de mayo de 2023

Diario de Egon. Fetichismo

 


Se me ocurrió decírselo el otro día: me gustan los fetiches. Vera me tomó la palabra y hoy llegó interponiendo entre su piel y mi mirada sus iconos favoritos. Si algo tiene la ropa íntima, es que pone de acuerdo tanto a hombres como a mujeres, dijo exhibiéndose. ¿Crees que esa segunda piel es un intermediario?, pregunté. Apenas pensó la respuesta. De alguna manera lo es, no solo respecto al cuerpo de una sino con relación a la mirada ajena, en este caso la tuya. Me dio por la ironía. Entonces, si es intermediario, ¿también puede ser un puente? Depende de qué orilla se pretenda alcanzar, respondió aguda. Porque la que tú llamas segunda piel también es la mujer que llevo dentro. No supe qué decir y ella advirtió que yo estaba turbado. Rompió mi embelesamiento con dulzura. Aprovecha la visión y retrátame como tu fetiche, provocó adoptando su papel de modelo.




(Dibujo de Egon Schiele)

jueves, 4 de mayo de 2023

Diario de Egon. Diálogo con Anja

 


Hemos tenido una jornada intensa y difícil. Anja me lo hizo saber. Estoy para complacerte, pero o se te ocurre algo y agilizas tu mano o mi cuerpo se va a resentir de estas posiciones insólitas a que me sometes, me dijo al cabo de varias horas en que yo no encontraba la postura en la que quería inspirarme. Tras emborronar algunos pliegos al final no la encontré. Ella descansó y dimos rienda suelta a conversar, al fin y al cabo se trataba de alejar la tensión y las malas caras. Salió el recurrente tema de la exposición y Anja fue directa. ¿Te molesta que mucha gente tenga una opinión diferente y, sobre todo, controvertida sobre tus trabajos? Porque se te notaba a distancia que rehuías con desdén cada crítica. No escapaba de una opinión, dije, sino de una falta de atención y de una inmovilidad en la mente de ciertos individuos. Un cuadro es una visión subjetiva del mundo o, si prefieres, de la vida que uno percibe. Guste o no, es mi mirada y, aunque puedo entender que no todos los espectadores participen de ella, no pretende ser la interpretación correcta de lo que nos rodea y envuelve. ¿Acaso hay una mirada única que explique y proporcione gusto a todos? Lo real no existe como perfección sino como distorsión. Pero la gente no quiere admitir que nada está hecho definitivamente. Y que mi arte ofrece la posibilidad de entender que todo está por hacer, o si prefieres, haciéndose. Al menos en la materia plástica. Anja permaneció mirándome un buen rato, sin decir nada. No era por cansancio ni por abulia. Aunque le solicité su opinión, renunció a dármela. No sé qué decir, pero te entiendo, se limitó a comentar. Estas conversaciones nuestras me llenan siempre de curiosidad, Egon. Y de paso me relajan. Sabes hacer también mía tu manera de pensar. Me sublevé. No es mi intención que tengas que pensar como yo pienso, dije. Ni yo me siento obligada a hacerlo, me espetó, pero si no habláramos no entendería tanto tus exigencias cuando poso para ti. Y sobre todo cuando veo los resultados, porque compruebo que tu pensamiento es acción. Acaso entre la Anja a la que dibujas y te escucha y tú, dejó caer apaciblemente, se ha tendido un puente de ideas. O tal vez no sé si solo de ideas, y me clavó su mirada escrutadora. Se echó de espaldas sobre el diván. Me pareció percibir su torso con una blanca agitación.




(Dibujo de Egon Schiele)

martes, 2 de mayo de 2023

Voces del silencio oriundas de Tarteso

 


Quién eres tú. De dónde procedes. La arqueóloga interroga con un clamor silencioso a la escultura. La imagen calla. Le devuelve la mirada amable.

Qué manos te hicieron. Con qué intención. A la especialista le tiemblan los dedos. Raspa cuidadosamente una capa terrosa que oculta aquel rostro. El lodo se le introduce entre las uñas. Luego acaricia aquella superficie como si con el calor humano quisiera devolverle la vida.

A quién representas. ¿A una divinidad ante la que todos se postraban? ¿A un príncipe al que se rendían los pobladores de tu ciudad? ¿Al anhelo de belleza donde todos desearían verse encarnados? ¿Al viajero del tiempo que llega para enseñar y se va para difundir? ¿A una idea que resumía otras ideas anteriores? La imagen permanece en silencio, pero sonríe.

Para qué mirada se esculpieron esos ojos almendrados. Para qué boca se dibujaron esos labios exquisitos. Qué viento se detenía ante la delicada labor del cabello. Qué contemplación esperaba el alarde de tanto ornato. Qué extensión  de emociones y afectos pretendía ser bendecida con tanta dulzura. Qué paisaje se conmovía ante tal presencia. La arqueóloga aprieta la escultura y recorre con la palma el sinuoso perfil donde termina el rostro abruptamente. En ese instante la arqueóloga cree percibir una convulsión de la piedra tallada. 

Y una voz que llega desde la lejanía le sugiere: libérate de ideas preconcebidas, deja de lado los prejuicios, rompe los esquemas que tenéis sobre los que llegamos aquí antes que vosotros. De ese modo tal vez llegues a saber quién soy y cómo y para qué llegué a vivir.

Luego la imagen tornó a la mudez. Pero la arqueóloga entendió su silencio.





* Reconocimiento y admiración a Sebastián Celestino Pérez, Esther Rodríguez González y demás miembros del equipo de investigadores, ante el descubrimiento de unas esculturas en el yacimiento tartésico de Casas de Turuñuelo, en Guareña, Badajoz.


*  


lunes, 1 de mayo de 2023

Devaneo sentimental

 


Hoy me siento inspirado por lo cromático más que por lo geométrico. Y aunque el color siempre suele adaptarse a unas formas y a unos volúmenes hoy quiero percibir, a través de una caprichosa memoria sentimental, que los colores también existen fuera de las geometrías. Aunque no siempre puedan escapar de ellas.



(Imagen de Kazimir Malévich)

sábado, 29 de abril de 2023

Diario de Egon. Invisibilidad

 


Hoy Karl, el amigo galerista rebelde, ha abierto una exposición muy particular con algunas obras mías. La denomina exposición demediada. Apuntes, bocetos, retratos a medio hacer, cuadros inconclusos. Es parte de tu personalidad, me dijo para convencerme de que los exhibiera. Los visitantes se extrañaron y ponían caras irónicas. Esa extrañeza, cargada de opinión disidente, me satisfacía. Apenas se retrata usted, me dijo uno. Da la impresión de que incluso se expulsa de sí mismo, arriesgó un pedante. A mí me parece que hasta le da miedo completar el trabajo, ¿tan inseguro se siente?, soltó un gacetillero que no tenía mucha idea y, sobre todo, nulo interés. Devolverles a todos una sonrisa me resultaba un sacrificio. Pero de esas cortesías se encargó Karl. Esa gente que no se esfuerza en comprender los caminos actuales de una representación libertaria de la vida ignoran que no hay retrato completo. Por muchas aproximaciones aparentes que se busquen, por muchos abalorios y vestimenta con que se adorne una figura, por más caracterizaciones psicológicas que se intenten plasmar en un personaje, por tanto detalle de época que se registre para situar la escena, nunca jamás está completo un retrato. A mí ese concepto de la pintura no me ha interesado. Además un retrato es siempre una ficción, al gusto del retratado que paga. Incluso de los aduladores que elogian y gustan de los realismos tan falsos y decadentes. 

Vera y Anja estuvieron cerca, coqueteando entre sí. En un momento dado las he pillado completando con cuchicheos algunos de mis trabajos incompletos. Amigas mías, las he interrumpido, me gusta verme de ese modo, camino de la invisibilidad. ¿Como si fueras por ahí perdiendo el cuerpo y sus facultades?, dijo Vera descaradamente. Anja no se quedó atrás. Si te partes, ¿cómo van a responder los sentidos y practicar las habilidades para que nos puedas seguir dibujando? A ambas les dio la risa. Tanta complicidad me aturdió un poco, pero la ignoré. Mirad, os sacaré de dudas, les dije. Hoy hemos venido aquí a ver al hombre invisible que dispone de la propiedad de reencarnarse cuando le place. Nunca será un individuo completo y menos un hombre total. No quiero decepcionaros. Oh, no te lo tomes a mal, Egon. También nosotras nos queremos incompletas, maestro, han dicho con esa espontaneidad que ambas mujeres manifiestan cuando salen alocadamente del cartapacio.





(Imagen de Egon Schiele)

miércoles, 26 de abril de 2023

Diario de Egon. Indiscreción

 


Hace tiempo que hui del idealismo romántico, aquella cólera funesta que causó tantos males y que todavía arrastramos los actuales aqueos, pero al entreabrir la puerta, con la luz tenue entreverando las sombras, y la rebeldía de los colores naufragando en la estancia, y las fragancias de mujer desperdigadas a través de una atmósfera casi secreta, y las palabras ahogadas con una ternura compartida, me vinieron a la mente unos versos de Wilhelm Müller: De un corazón ardiente, / sin embargo, brotáis / ¡como para fundir / todo el hielo invernal! Aún permanecí indiscreto para dibujar en mi retina la belleza de un instante que no era el mío propio. Pero yo no podía asomarme más a un recinto sagrado sin haber sido invitado. Me aparté y cerré con suavidad. Maldito de mí, camino de la taberna del cojo Achilles no lograba quitarme al poeta sajón de la cabeza. Más versos que creí olvidados asomaron embriagadores: ¡Ah, el aire, qué pacífico! / ¡Ah, el mundo, cómo brilla! / Con tormenta, no era / tan clara mi desdicha. ¿Me acecharía a mí también un viaje de invierno? 



 (Egon Schiele, ilustración)

lunes, 24 de abril de 2023

Diario de Egon. Celos

 


Hoy no tenía ganas de trabajar. Sorpresa indeseada. Se presentó Vera en el estudio echándome en cara que no la requiera últimamente. Después la retahíla de de quejas, la colección de agravios e improperios desagradables para compensar su estado de ánimo. Intenté calmarla, sin demasiado éxito, por más razones que le di. Sabes de sobra que eres la mejor modelo que he tenido, repetí por activa y por pasiva. Reconozco que te has amoldado siempre a mis exigencias y que tu disciplina ha sido fundamental. Has tenido siempre conmigo una receptividad maleable que me ha permitido captar los espacios más intrincados de un cuerpo de mujer. No me vengas ahora con la monserga de que prefiero a Anja o a otras. Un artista solo se casa con el objeto que mejor satisfaga sus búsquedas, independientemente de volúmenes, simpatías o estilos. El tono templó un poco el ánimo de Vera. Pero no pareció sentirse satisfecha y dejó traslucir sobre Anja algo más que comportamientos del oficio. Recurrió al estereotipo: que si van diciendo, que parece ser que tú y ella, que se ve como la número uno porque te tiene en un puño...Fue contundente y un tanto cruel. Los celos ciegan, Vera, y no tienes motivos, intenté zanjar. Ella persistió en su palabrería, si bien con menos vigor. Te recuerdo, Egon, que esa pelirroja la traje al estudio para hacerte un favor, para que no pararas tu trabajo, y dudo mucho que lo que veas en ella no lo tuvieras ya bien aprendido a través de mi. ¿Sabes? Me dan ganas de dejarte plantado. Esto lo dijo con menos convencimiento. Tuve la sensación de que al instante se arrepentía. No me apeteció seguir la conversación. Cuando alguien se obstina en una idea no va a aceptar que se le rebata. De pronto se me ocurrió algo explosivo. Creo, Vera, que tú y Anja deberíais conoceros mejor. Y mi taller es el mejor espacio. Yo no me inmiscuiré, aun a riesgo de que me abandonéis. Vera abrió al máximo los ojos vivos que tiene. No sería mala idea, lo voy a pensar. De pronto parecía otra.





(Dibujo de Egon Schiele) 

sábado, 22 de abril de 2023

Diario de Egon. Demolición

 



¿Quieres ver, Anja, algo de mis sueños demoledores? Se lo he dicho a bocajarro esta mañana al acabar la sesión. Se embutió rápidamente en su vestido rojo y vino curiosa a mi lado. ¿Tienes ahí dentro tus sueños?, preguntó señalando el cuaderno. ¿Y quieres decir que no estaba equivocada, Egon? Cuando abrí el cuaderno hizo un movimiento repulsivo. Pero me lo quitó de las manos y fue pasando con avidez las hojas tintadas de apuntes, a cual más feístas. Aunque yo prefiero llamarlos esclarecedores. Este dibujo, dijo de uno cualquiera, ¿eres tú o soy yo? Porque ni me reconozco en él ni tampoco acabo de verte a ti. Los sueños siempre son otra cosa, Anja, le argumenté. Los sueños disponen del gran poder de trastocar todo. Rostros, cuerpos, nombres, lugares, situaciones. Las relaciones mismas entre las personas dan un vuelco. Se resucitan muertos y hablamos con ellos como si estuvieran junto a nosotros. Nos vemos o bien más desdichados o bien felices como no lo somos en el día a día. Aunque el tema prometía ir para largo, no quise desvelar  más interpretaciones. Mientras Anja miraba con más detenimiento cada apunte de retrato soñado apenas habló. A veces sonreía, otras hacía muecas. Me dio la impresión de que se sentía fascinada por aquellos tipos escuchimizados que desnudaban al máximo la propia desnudez. Personajes que gritaban, gesticulantes, hoscos, que fulminaban con la mirada, que se hundían en sus carnes escuálidas. ¿Qué estás expresando en este dibujo en que parece que estás regañando a alguien? ¿Y en este otro en que te estás quejando del mundo? ¿Y aquí cayendo como deprimido? Ah, este otro me gusta más, te muestras altivo, elevándote sobre ti mismo, pero no pierdes el ceño. Eres una privilegiada viendo al Egon que aparece en sus propias ensoñaciones, interrumpí a Anja. Puso una cara condescendiente y agradecida. De pronto objetó. Pero yo creía que tus sueños tenían más, ¿cómo diría?, más rostros, más personajes. Y los hay, dije rotundo. y los tengo abocetados. Anja puso una mirada extremadamente receptiva, casi suplicante ¿Me los mostrarás? ¿Estoy yo en ellos también como modelo que posa en tus sueños? Sentí tan cerca su aroma, que no era fragancia ni sudor ni aliento, que le arrebaté con escasa cortesía el cartapacio y me aparté de ella. Por hoy se ha terminado la tarea, le dije.






(Imagen de Egon Schiele)

viernes, 21 de abril de 2023

Diario de Egon. Amodorramiento

 



Observo que Anja no se está esforzando mucho estos días. ¿La habré dado demasiada libertad para sus poses y lo ha malinterpretado? Acaso esa especie de indolencia es una manera de ponerme a prueba. Hoy ha llegado lánguida. Que había dormido mal, que tenía mal temple, se ha justificado. Sin embargo, no sé que rezuma esta modelo que incluso desganada proporciona visiones de sí misma que no puedo perder. Déjeme que me quede amodorrada, ha soltado en cuanto se ha quitado la ropa. Hice como si no la hubiese escuchado y comencé a trazar en el cartapacio las líneas de su cuerpo. Dibujar a una mujer dormida es un aliciente que no se procura con frecuencia. ¿Tú duermes alguna vez?, dijo de pronto tuteándome. Estoy segura que incluso durmiendo y soñando tu mano seguirá agitando los lápices. La he dejado hablar mientras aceleraba el bosquejo. Su cabeza reposaba complaciente sobre la abundante cabellera. Unos cabellos cuyos matices  de color son ígneos y cegadores. No me quitaba ojo. Puedes dormir cuanto te plazca, incluso profundamente, le dije en voz baja, tratando de que no se espabilase. Aquella postura lasa me estaba ofreciendo una perspectiva original y seguramente exclusiva. Que se duerma de una vez, me repetía a mí mismo. Necesito su pose sin que ejerza ningún control sobre el cuerpo. Entregada a sus sueños caprichosos. Pero los párpados de Anja no se cerraban del todo. Simulaban entornarse. Como si estuviera a la caza y captura de un fallo mío que me obligara a rendirme a la faena. Tú, ¿cómo duermes?, dijo babeando torpemente las sílabas. Te imagino levantándote una y otra vez por la noche a tomar apuntes de tus sueños. Callé para no perder el ritmo de mis trazos. Solo me faltaba que se colara en lo que yo hago por las noches o sobre mis fantasías oníricas. Ya que parece que lo sabes todo, le dije en un repente sarcástico, adivina qué me inquieta en ciertos sueños. ¿De verdad quieres que lo adivine?, replicó socarrona, casi provocativa. 






(Dibujo de Egon Schiele)

miércoles, 19 de abril de 2023

Diario de Egon. Retorcimiento

 


Anja me brindó hoy una de sus contorsiones más difíciles. No sé si para deslumbrar con sus habilidades o incentivar en mí otras sensaciones. Puede o no creérselo, dijo, pero estos estiramientos los hago todos los días al levantarme. La espalda me lo agradece, pero también se sienten en forma las extremidades. Si aguantas un poco en esa posición, le indiqué, puedo tomar un apunte interesante. Es una postura completa. ¿Me lo mostrará luego, verdad?, rogó como una niña caprichosa. No me quise descentrar y no seguí la conversación porque el momento era único y sustancioso. Su cuerpo se mostraba dinámico, insinuando potencialidades y resistencias. ¿Quién dice que los cuerpos están para ser estáticos? La inmovilidad, salvo deficiencias naturales, no es la mejor expresión de vida. Anja percibía que me demoraba, pero el entrelazamiento de brazos y piernas no dejaba de fascinarme. Y ese trazado sobre su espalda, arriesgado y tenso, hacía de ella un cosmos exquisito. ¿Qué piensa?, interrumpió Anja mi ensimismamiento. Pienso en que si te vieras ahora te sorprenderías. Oh, estoy acostumbrada a sorprenderme, replicó indócil. Pero usted debería aturdirme alguna vez a mí. Cualquier día de estos, Anja.



(Dibujo de Egon Schiele) 

martes, 18 de abril de 2023

Diario de Egon. Parada

 


Nueva sesión, con Anja repitiendo. En uno de sus movimientos imprevistos se ha quedado absorta y con cara hosca. Salvo que usted me mande, ha dicho, no tengo un día de iniciativas. Creo que prefiero quedarme sentada y si no le gusta écheme. Le he aclarado que cualquier postura suya me resulta útil. Que en cualquier posición me interesa captar no solo los perímetros de los cuerpos, sino las perspectivas que generan. No le entiendo bien, baje de su mundo, se ha puesto regañona conmigo. ¿Cómo le explico a esta mujer, he pensado, que un cuerpo no es dos veces el mismo? ¿Que cada movimiento de ella, esté estirada o recogida, en posición tensa o relajada, genera una visión diferente llena de sugerencias? ¿Que es el mismo movimiento el que alimenta la belleza de cada zona, sin importar gorduras ni delgadeces? ¿Que incluso en una parada y reposo está mostrando algo nuevo? He acabado diciéndole: cuando termine de dibujarte en esta postura tranquila que has elegido te lo explicaré. Se ha sosegado pero me ha trasladado a mí su inquietud de antes. Esa manera de mirarme todo el rato me ha martirizado.



(Dibujo de Egon Schiele)

domingo, 16 de abril de 2023

Diario de Egon. Anja.

 


Hoy no ha podido venir Vera. Como no ha querido que mi jornada estuviese perdida me ha enviado a Anja. Lo primero que me ha dicho Anja al llegar nerviosa al estudio es que jamás había posado. Se ha sorprendido cuando le he dirigido una sonrisa complaciente. Al aclararle que la prefiero inexperta se ha calmado. Es poco habladora pero sabe escuchar. Su espalda no es como la de Vera, pero la flacidez exhibe ángulos que siempre voy buscando. En un cuerpo lo interesante no es lo más superficial y visible sino otros planos, ordinariamente ocultos, que son generados por posiciones imprevistas. Aliadas con la propia contextura, por supuesto. ¿Quiere decir, preguntó Anja, que no me va a permitir estar quieta? Admirado por su perspicacia asentí. Y añadí lacónico: más o menos. No tuve que darle más indicaciones. Para mi estupor, la mujer tomó la iniciativa en improvisadas poses. Cuando una de ellas me estaba pareciendo más significativa y precisa un gesto mío bastaba para que detuviese su ejercicio. Los cabellos ocultaban a veces el rostro, ofreciendo otra perspectiva. ¿O acaso era imaginación mía? Me agradan las distorsiones espontáneas de su cuerpo. ¿Cómo sabes moverte con tanta gracilidad?, se me ocurrió. No sé, dijo Anja. Puede que así usted me vea de una manera que no me consigo ver yo. 


  


(Dibujo de Egon Schiele)

sábado, 15 de abril de 2023

Diario de Egon


 

Allá donde se expande una espalda abunda un recorrido. No, no te muevas, aguanta un poco más, le he dicho a Vera. He conseguido que de un solo trazo continuo su cuerpo se recoja en el pliego. Qué tiene un dorso que me recuerda un territorio vasto. Si es cálido pienso en el desierto. Si gélido, una estepa. Al contemplarlo y medir con mis ojos su extensión tengo la sensación de que  no tiene principio ni finitud. Mientras esbozaba he podido alterar sus límites. Pero me gusta respetarlos. Hay tanta expresión en una espalda desnuda. Sea robusta o delgada, consistente o frágil, siempre me embelesa. Vera se quejaba, no sin razón. ¿Voy a tener que estar así mucho tiempo? Le he respondido que ya casi había terminado. Pero no era verdad. Ni el lápiz era capaz de acabar de perfilar su perímetro inagotable ni mi mirada deseaba abandonar aquella duna tan sugerente.



(Dibujo de Egon Schiele)

viernes, 14 de abril de 2023

Siempre nos quedará el artista (Cuento efímero)

 



Una vez, hace muchos años, que aun siendo bastantes acaso no han sido tantos, un pájaro alegre vino y se posó entre nosotros. 




Abrimos la mano y se acogió en su palma.



Durante un tiempo revoloteó, contento y esperanzado, pero no sin dificultades.




Cuando más ilusión tenía por disfrutar del horizonte gente aviesa decidió acabar con él.



No es necesario que explicite cómo acabó la historia. Aunque, al decir de los historiadores sesudos y honestos, la historia no termina jamás. Acaso fue solo un capítulo el que se cerró. Y el pájaro nunca murió del todo. 

Y a pesar de que malévola y falsamente digan algunos que nada de aquello sucedió siempre nos quedará el artista que levante acta de las ilusiones o, mejor dicho, de las aspiraciones. Agradecido a Manolo Sierra por sus dibujos irrenunciables, tan irrenunciables como él mismo.





martes, 11 de abril de 2023

Eternidad

 



Usted y yo coincidimos. Usted estaba allí, yo estaba allí, ambos llegamos desde diferentes procedencias, nos miramos o lo hizo usted primero. Más adelante usted diría que me miraba porque yo la miraba. Pero en aquel instante, en que no emitimos palabra, me pareció que el pacto visual se ofrecía como una invitación a la eternidad. Una muestra de eternidad, si prefiere, pues algo tienen  los momentos intensos que detienen el tiempo. Yo la miraba, usted me correspondía, sin intención alguna de cejar en el empeño, sin dejarnos afectar por la reclamación de nadie. Solo quien mira y es mirado comprende la extraña conexión entre quienes se sienten atrapados en una relación intemporal. Usted apuraba lentamente el sorbo de la copa, yo inhalaba un cigarrillo Egyptian con una parsimonia inhabitual en mí. Aquella complicidad persistía, ajena al cuchicheo del entorno, y yo me preguntaba si usted tomaría otra copa al terminar la anterior, y usted pedía con una señal inefable, solo identificable por mí, que yo encendiera otro egipcio. Como si cualquier acto móvil de nuestras manos o de nuestros labios no fuera sino parte de la complicidad con la parada del mundo en que habíamos incurrido usted y yo. ¿Veía usted desde el extremo más alejado de su retina la mirada perpleja que se emitía desde la mía? Usted no me pedía nada, yo no la reclamaba nada. Ni siquiera se trataba de una observación mutua que extrajera conclusiones acerca de la vida de uno u otro. Ninguno de los dos atendimos voces próximas que dispersaran el momento casual. Si aquel pulso era eterno, como nos estaba pareciendo, era imprescindible el silencio. La marginación del ambiente, la desconcentración del acto al que habíamos acudido, la distancia entre nuestros cuerpos. ¿Tentó usted un pensamiento especial sobre mi imagen próxima mientras no apartaba la mirada? ¿Fui capaz yo de dibujar en mi mente el perímetro de su figura atrayente? Nada se definía, porque habíamos decidido erigir el lenguaje secreto de los ojos en una vía de comunicación abstracta. No había más explicación. Algo nos decía que aquel encubrimiento mutuo se había transformado en pulsión. Un tiempo después usted admitió que una mirada, por permanente y asombrosa que sea,  nunca es un espacio vacío. Reconoció que el silencio y la abstracción exigían un paso más decidido que hablara otros lenguajes, atravesando caminos pedregosos. Pero ni usted ni yo, eso me confirmó, quisimos ir más allá de aquel momento en que coincidimos. ¿Hubiera sido posible?, le pregunto ahora. Hubiera podido ser, me responde, pero lo dejamos todo en aquella prolongada y acogedora eternidad.




* La actriz Louise Brooks en Tagebuch einer Verlorenen, Diario de una perdida, 1929.

domingo, 9 de abril de 2023

La bojiganga actúa de nuevo (y una referencia en El Quijote)

 



En este año electoral a varias bandas, según, donde el riesgo de polarización política parece haberse asentado, para irracionalidad de unos, necedad de otros y escepticismo de bastantes, y ojalá la cordura ajena se imponga y me corrija, probablemente vamos a ver desfilar a muchos cómicos, y espero que no todos lo sean o al menos no actúen con escasa honestidad. 

De ahí que rescate una imagen de la compañía teatral de siglos pasados, la bojiganga, que ofrecía al deleite de las masas su visión satírica y mordaz para bien llevar y mejor comprender los aconteceres a que sus existencias eran sometidas. Uno de los personajes de la bojiganga era un diablo que, esgrimiendo un palo en cuyo extremo iban atadas una vergas de vacuno, azuzaba bien a otros actores por mor del guion bien al público al que quería cómplice de la representación. Para mejor alegrar y sobrellevar los sinsabores y penurias de la vida cotidiana. 

Atentos, pues, al juego que las bojigangas de nuestros días nos inviten. Mejor practicar la chanza, no obviando cuanta verdad pueda mostrarse entre promesas vanas, y llevar del mejor y racional modo posible las suertes de la interpretación, asumiendo los límites del argumento y no pidiendo peras al olmo.

En un capítulo de El Quijote (Capítulo XI, de la Segunda Parte) aparece la bojiganga y el travieso demonio -que acabó con el rabo entre las piernas- contra el que está dispuesto a reaccionar nuestro más insigne, cuerdo y real caballero que jamás hayan tenido y seguimos teniendo en nuestra idiosincrasia los españoles.


"...Estando en estas pláticas, quiso la suerte que llegase uno de la compañía, que venía vestido de bojiganga, con muchos cascabeles, y en la punta de un palo traía tres vejigas de vaca hinchadas; el cual moharracho, llegándose a don Quijote, comenzó a esgrimir el palo y a sacudir el suelo con las vejigas y a dar grandes saltos, sonando los cascabeles, cuya mala visión así alborotó a Rocinante que, sin ser poderoso a detenerle don Quijote, tomando el freno entre los dientes, dio a correr por el campo con más ligereza que jamás prometieron los huesos de su notomía. Sancho, que consideró el peligro en [que] iba su amo de ser derribado, saltó del rucio y a toda priesa fue a valerle; pero cuando a él llegó, ya estaba en tierra y, junto a él, Rocinante, que con su amo vino al suelo: ordinario fin y paradero de las lozanías de Rocinante y de sus atrevimientos. 

Mas apenas hubo dejado su caballería Sancho por acudir a don Quijote, cuando el demonio bailador de las vejigas saltó sobre el rucio y, sacudiéndole con ellas, el miedo y ruido, más que el dolor de los golpes, le hizo volar por la campaña hacia el lugar donde iban a hacer la fiesta. Miraba Sancho la carrera de su rucio y la caída de su amo, y no sabía a cuál de las dos necesidades acudiría primero; pero, en efecto, como buen escudero y como buen criado, pudo más con él el amor de su señor que el cariño de su jumento, puesto que cada vez que veía levantar las vejigas en el aire y caer sobre las ancas de su rucio, eran para él tártagos y sustos de muerte, y antes quisiera que aquellos golpes se los dieran a él en las niñas de los ojos que en el más mínimo pelo de la cola de su asno. Con esta perpleja tribulación llegó donde estaba don Quijote, harto más maltrecho de lo que él quisiera, y ayudándole a subir sobre Rocinante, le dijo:

—Señor, el Diablo se ha llevado al rucio. 
—¿Qué diablo? —preguntó don Quijote. 
—El de las vejigas —respondió Sancho. 
—Pues yo le cobraré —replicó don Quijote—, si bien se encerrase con él en los más hondos y escuros calabozos del infierno. Sígueme, Sancho, que la carreta va despacio, y con las mulas de ella satisfaré la pérdida del rucio. 
—No hay para qué hacer esa diligencia, señor —respondió Sancho—: vuestra merced temple su cólera, que según me parece, ya el Diablo ha dejado el rucio, y vuelve a la querencia.

Y así era la verdad; porque habiendo caído el Diablo con el rucio, por imitar a don Quijote y a Rocinante, el Diablo se fue a pie al pueblo y el jumento se volvió a su amo."






(Personaje de bojiganga. Grabado de Tony Johannot)


viernes, 7 de abril de 2023

Duško Gojković se fue y nos dejó Bem-Basha

 


Duško Gojković (Jajce, 1931- Munich, 2023) se fue anteayer. Pero nos dejó Bem-Basha, de su disco Swinging Macedonia, de 1967. Disfrutemos de la interpretación.