jueves, 31 de mayo de 2012
pasado, presente, ¿futuro?
dejar abierta la posibilidad de algo diferente, porque el futuro simplemente es un tiempo que aún no es; fatalidad de los tiempos verbales, no tan precisos ni fieles como quieren aparentar; si uno se deja influir por lo que ha sido el pasado y es, como vemos, el presente, puede pensar que aquello por llegar llevará el mismo camino; la sombra de los mineros es una realidad que nos ha acompañado toda la vida en este país; una presencia incombustible y heroica, por más que ciertas palabras no se aprecien hoy tanto; un sector que, debido a los planteamientos energéticos, productivos y de explotación se ha reducido en número de trabajadores, en interés empresarial y en defensa por parte del Estado que debería procurar ese bien común del que tanto nos han hablado siempre; ignoro qué va a ser la minería de ahora en adelante, si algo residual o desaparecerá del todo; lo que veo que no ha cambiado nada es el talante rebelde de los mineros y la actitud violenta del Estado; dos sectores que se encuentran en la calle en una lid donde me temo que el Estado lleva todas las de ganar; un choque entre rabia y represión; un encuentro entre capacidades productivas en decadencia y fuerzas improductivas en ascenso; un desencuentro entre una parte vivalavirgen de la sociedad, ingrata y olvidadiza, con los productivos de verdad; se te revuelve la bilis allí donde esta more en el cuerpo; mientras la honesta desesperación de unos es tratada con acritud y brutalidad, a los ladrones de guante blanco, que están saliendo a relucir a patadas, se les protege en sus comparecencias judiciales; dos varas de medir; y luego dicen que ya no existe la lucha de...(se cayó la palabra)
(La fotografía está tomada de El País, edición digital)
miércoles, 30 de mayo de 2012
La traducción de la traducción.
Es ahora cuando entiendo el valor de las palabras. No de cualquier palabra, no solo de las que se repiten en el mercado o en las tertulias a la sombra del narguile. Sino las de los textos más antiguos. Aquellos que traduje en su día y que hoy, ante nuevas circunstancias, me veo obligado a modificar. Con esto no quiero decir que lo que se habla en la calle no tenga valor, pues al fin y al cabo los viejos escritos recogen de alguna manera la opinión del vecindario, no importa la época de la que procedan. Pero las palabras se hubieran perdido en el viento, que es el olvido, de no ser que algún hombre especial las hubiera reconducido hacia una sintaxis y con una intencionalidad. No solamente hacia una combinación de formas diferentes de expresión, sino principalmente que haya sido capaz ese hombre de sintetizar el pensamiento y las opiniones que corrían por doquier, y de haber puesto talento para transmitirlo. Eso no quiere decir que cada escribiente del pasado tuviera que identificarse con las ideas que dominaban o que pretendían asentarse en pugna con otras. Los que hayan escrito solamente para un dogma reducen el valor de las palabras y por lo tanto de la propiedad del lenguaje y sus posibilidades. Que es lo mismo que decir sobre el criterio acerca de las cosas. Otros autores, incluso anónimos, no han escrito para satisfacer ni a gobernantes ni a clérigos, y en ocasiones han tenido que pagar cara su audacia. Pero en este caso el valor del esfuerzo les proyecta a ellos a lo largo del tiempo. Hay, en fin, un tipo peculiar de poetas o cronistas especialmente dotados para una doble escritura. No es que los admire más que a quienes han escrito plantando cara abiertamente, pero reconozco su habilidad y osadía para relatar hechos que podían ser interpretados por las castas de una manera y, por lo tanto, tolerados, y por otra parte estuvieran emitiendo mensajes subversivos. Los antiguos ya sabían que en el arte de la narración las posibilidades son amplias y hasta divertidas. Cuando he traducido me he acercado, más o menos, a un cierto sentido como estaban escritas las ideas. Pero con frecuencia se me ha escapado la intencionalidad. Para captar la intención de un autor no basta con conocer su tiempo o la misma biografía del autor, escrita casi siempre de manera tendenciosa. El problema fundamental para alguien empeñado en traducir, con todos sus riesgos y márgenes de error, es que además tiene que sentir ese tiempo. O, mejor dicho, tratar de saber cómo sentía el autor su tiempo. La situación de horror y desequilibrio que estamos viviendo estos días me ha dado pistas. Pequeñas visiones deshilachadas o acaso revelaciones más compactas, porque he tocado lo endeble de la materia de la vida y de los hombres. Me alcanza, como a todos, con su vertical e hiriente crueldad la desgracia y la penuria. Y el desconcierto conduce o a hundirte o a encontrar pequeñas dosis de la sustancia de la que está dotado el superviviente, sin saberlo él mismo. Las mismas que me sirven para entender cómo sintieron en su día los poetas perseguidos o los aduladores. Esa idea acerca de la traducción que me persigue me exige revisar mi trabajo anterior. Pero también se convierte en actitud moral, en la necesidad de traducir mi vida y reinterpretarla. No sé si para reconducirme o simplemente para tener claridad sobre lo que creí que había sido el pasado. Algo que no se suele saber en cierta profundidad.
(Para tomar el hilo de estos capítulos ver http://laciudaddelanostalgia.blogspot.com/ ,
donde se agrupan los que anteriormente han aparecido en La antorcha de Kraus)sábado, 26 de mayo de 2012
la pregunta de Dürrenmatt
fue en aquel instante, ante aquella respuesta, cuando tuve claro que ni iba ni venía; que acaso todo aquello de vivir había consistido en eso mismo; que el movimiento del tren era imparable; que el mundo que habitaba aquel espacio se dividía; unos se daban cuenta de lo que ocurría y no hacían nada por evitarlo; otros veían la situación y se ponían a salvo, o creían ponerse a salvo, con urgencia y viejos usos y acaso a lo salvaje; otros, los más, seguían dejándose llevar confiando instintivamente en que todo era normal; simplemente se trataba de no observar, de no deducir, de no preguntarse; unos pocos sabían sobradamente que no pretendían llegar a parte alguna, y tampoco les preocupaba, sino que además la conciencia de aquel estado les justificaba y lo admitían como quien admite una vida en la locura; estos al menos lo aceptaban y de ahí que les acompañara un humor siniestro, una actitud vaporosa y desprendida de lógica; al hablar con ellos desvirtuaban los términos de los objetos, del paisaje, de la situación, del recorrido; y sorprendentemente, si bien no liberaban toda mi inquietud, al menos no añadían más desasosiego a mi preocupación creciente; todo se escindía allí dentro; si mirabas al exterior solo percibías las imágenes de tus recuerdos, las vagas apetencias prácticamente diluidas, los sonoros alardes hechos añicos de cuanto había quedado atrás; cualquier otro intento de contemplar el exterior me estaba negado; era como si la materia física hubiera desparecido de nuestra vista, incluso las temperaturas, los colores, los sonidos, las sensaciones; la oscuridad no es objeto de prospección; no se ha hecho la oscuridad para avanzar por ella; nos habían dicho que era el contrapunto en cada jornada; pero acabó resultando ser la protagonista, el territorio, lo que se nos deparaba; was sollen wir tun?, fue la exclamación que acució mi cerebro; ¿qué debemos hacer?; fue en aquel instante, ante aquella respuesta implícita que yo ya sabía, pero que el último rendido dejó caer concisamente, cuando tuve claro que ni iba ni venía; que acaso no merecía la pena seguir probando control alguno porque ya no era posible controlar nada; nunca lo fue; nunca hubo sino fantasías y vanas ilusiones; y esto de ahora, incalificable, difícil de asumir porque siempre habíamos vivido creyendo que vivíamos para algo, nos despojaba de toda otra posibilidad de respuesta; o nos aportaba la única respuesta;
(A propósito de una lectura de El túnel, de Friedrich Dürrenmatt. Fotografía del griego Stelios Tsagris)
martes, 22 de mayo de 2012
un mensaje impactante
¿y si todo lo positivo se redujera a eso, a no tener miedo? ¿y si el control del miedo es lo que muestra el lado ingenioso y constructivo del ser humano? ¿y si no ceder al miedo nos condujera a nuevas posibilidades? ¿y si el riesgo mereciera la pena? ¿y si la propia capacidad de decisión abriera las puertas del conocimiento? ¿y si el mismo individuo paladeara el siempre espinoso territorio de llegar a la libertad? ¿y si calibrara su fuerza íntima para crecer sin temores? ¿y si los hombres dejaran de obsesionarse con las propiedades de uso y descubrieran las propiedades personales de su materia creativa? ¿y si perdiéramos el respeto a las falacias ideológicas que encorsetan nuestro ser? ¿y si recuperáramos una visión del aprendizaje más cuerdo y más vinculante con el don de la naturaleza? ¿y si hiciéramos del aprendizaje continuo una palanca, una llave, una estancia abierta? ¿y si recuperáramos el campo sin puertas? ¿y si el dominio del miedo nos llevara a superar los límites tribales, las farsas nacionales y la división de los mundos? ¿habéis pensado alguna vez que el hombre ha conjurado los miedos precisamente con el desarrollo de sus capacidades, de su saber, abriendo aplicaciones transformadoras? ¿y es que no sabemos sobradamente que no siempre lo que ha realizado el hombre le ha dotado de felicidad? ¿pero acaso no se han corregido muchos errores, muchos pasos falsos y soberbios, muchos desatinos? ¿hemos tropezado una y otra vez en la misma piedra o no será más bien que la humanidad no ha sabido adaptar sus pasos a los nuevos desafíos? ¿no hay que tener cuidado con el lenguaje y sus trampas, ese lenguaje que tanto utilizan las fuerzas conservadoras y detentadoras del poder, y no dejarse obnubilar por el tópico o lo lapidario? ¿no es el miedo lo que desvía y ofrece una visión retráctil y funesta de los objetivos que puede seguir proponiéndose el hombre? ¿acaso el ansia y la necesidad de saber se circunscriben a unos planes prefijados, a un tiempo pasajero de la vida de un individuo, a un negocio o a unas exigencias sociales o del Estado? ¿no exorcizaríamos el miedo con el gusto por estar constantemente aprendiendo? ¿no hay infinitas maneras y sentidos para seguir sabiendo? ¿no es preferible el esfuerzo al abandono, la curiosidad al aburrimiento, el placer de captar el significado de algo nuevo a la renuncia al gozo?
(Imagen captada en una abundante manifestación ciudadana en favor de la Enseñanza y la Escuela Pública hoy mismo. A veces un pequeño rótulo que lleva en la espalda un ser humano da más claves que todas las consignas reivindicativas. Tomada de http://pillalaciudad.blogspot.com/ )
viernes, 18 de mayo de 2012
El lenguaje corvino de Max Aub
Acabo de leer un libro peculiar de Max Aub. Una simulación tras la que tiene lugar una reflexión. O mejor dicho, una serie de reflexiones que adquieren diferentes formas sobre la condición humana. No sabría nombrarlas. Unas me recuerdan a pensamientos fugaces pero sesudos, otras a aforismos, otras a verdaderas incisiones sobre el ser, otras a afiladas descripciones, otras a imágenes pintorescas de los individuos. En el título Manuscrito cuervo. Historia de Jacobo ya se hace referencia a una excusa. Un cuervo llamado Jacobo observa y habla de los tipos que sobreviven en el campo de concentración de Vernete, en el sureste francés, en 1940. Jacobo era un cuervo amaestrado cuya mayor habilidad consistía en posarse en las tapaderas de las tinas repletas de las evacuaciones, propias y ajenas, que llevábamos a vaciar y limpiar al río, aclara de entrada Aub. Jacobo escribe en lenguaje corvino ese manuscrito acerca de los internados en el campo de Vernete (Vernet d'Ariège), donde las autoridades francesas agruparon a gentes variopintas, desde delincuentes comunes a los detenidos políticos, pasando por lo que Aub denomina la morralla: republicanos españoles, europeos antifascistas de diversos países, judíos, exbrigadistas internacionales, vagos, etc.
He aquí un capitulito del libro que viene a propósito:
Clasificaciones
Hay tres clases de hombres:
A) Los que cuentan su historia.
B) Los que no la cuentan.
C) Los que no la tienen.
Otra clasificación, según la lengua:
A) Los que no tienen lengua.
B) Los que la tienen mala (que son todos los que quisieran tenerla buena,y se vengan de sí hablando mal de los demás)
C) Los que teniéndola no hacen uso de ella, callando por no hablar, porque les tiene sin cuidado.
D) Los discretos (género que se extingue, sin remedio)
El tono de ironía mordaz no desfigura la realidad de los personajes de los que se habla. Como el gracejo continuo que emplea el autor no oculta la entidad de unos individuos o la desnudez anímica de otros. Son esbozos acerca de la precariedad humana, en este caso sometida a una situación de privación de libertad, que es cuando más suele llevarse al límite. Pero esbozo no quiere decir levedad. Max Aub hace definiciones más bien contundentes, bien trazadas, reforzadas por la ocurrencia de elegir a un miembro de otra especie para hablar de la nuestra, algo que no es nuevo en la historia de la literatura pero sí resulta bastante gratificante e ingenioso. Tal parece que un individuo de otra especie estuviera más capacitado que uno de la humana para saber vernos, sintiéndose un observador sin reservas, alguien que pone el dedo en la llaga sin el compromiso de callar acerca de nuestras propias vergüenzas. Y por otra parte, siento el eco insustituible de un enfoque cervantino que no se debe subestimar, como ejemplo recojo esta observación titulada
De la fantasía
Creen los hombres lo que les conviene y fingen ignorar lo que no. Así siempre se sorprenden; que el gusto de todos implica el propio desencanto. No hay dos deseos iguales, y un solo mundo; no quieren atenerse a él y cada quisque se figura otro. Después lloran su fantasía como perdida realidad; lágrimas verdaderas sobre cadáveres imaginarios Teniendo el remedio tan a pico lo desconocen queriendo. Culpa de la imaginación que es su gusto.
Max Aub no se limita a relatar los comportamientos o caracteres de los internados por su condición reclusa, sino que la extiende, de tal manera que muchas veces el lector se pregunta qué hay en los comportamientos humanos y sociales de libres o de sometidos al ejercicio de penar. Es cierto que se trae a lo largo de todas las descripciones un juego entre externos e internos, guardianes y detenidos, como les nombra alternadamente. Pero el ejercicio crítico funciona con mesura pero certeza. Aub habla de las jerarquías, de la división de los hombres, de la limpieza, de los médicos, del dinero, de la imaginación, de la lógica, de las guerras, del ahorro, de la muerte, de los documentos, de la especie, de la estética, del olvido, del fascismo, de la poesía…La brevedad con que lo hace invita al lector a recrearse más en el pensamiento. Y lo que en un aforismo sería conclusión irónica o sarcasmo al final, aquí esa actitud se mueve a través de cada línea de la descripción.
Los hombres se dividen en internos -presos, internados, detenidos- y externos -militares con o sin graduación-. Los segundos son seres inferiores y uniformados, que están al servicio de los internos, narra agudísimo el autor. Manuscrito cuervo me ha arrebatado como hacía tiempo que no lo hacía un libro de ese género. Y Max Aub sigue siendo tan desconocido en este laberinto (nada mágico, Max) llamado España...
Manuscrito cuervo. Historia de Jacobo, de Max Aub, está editado por Colección Ediciones a la carta. Granada 2011.
miércoles, 16 de mayo de 2012
El mensaje de Carlos Fuentes
no podía imaginar hace años, cuando leyó La muerte de Artemio Cruz, que aquella larga parrafada que subrayó le subyugase tanto y más con el transcurso de la vida…Tú sobrevivirás: volverás a rozar las sábanas y sabrás que has sobrevivido, a pesar del tiempo y el movimiento que a cada instante acortan tu fortuna: entre la parálisis y el desenfreno está la línea de la vida: la aventura: imaginarás la seguridad mayor, jamás moverte: te imaginarás inmóvil al resguardo del peligro, del azar, de la incertidumbre: tu quietud no detendrá el tiempo que corre sin ti, aunque tú lo inventes y midas, al tiempo que niega tu inmovilidad y te somete a su propio peligro de extinción: aventurero, medirás tu velocidad con la del tiempo: y aquí podría continuar relatando su propia vorágine: la búsqueda irrenunciable de los viejos enigmas que golpean su pecho; la insaciable pasión por sacudirse la resignación tentadora; el horror del lamento; la injusta pérdida de los seres que no se llegan a conocer lo suficiente; la irónica esperanza de saltar por encima de la decrepitud; el espanto ante el sufrimiento propio y la desdicha ajena; la tortura insoportable de la incomprensión; el espanto de la sed que acucia hasta la desesperación; la conciencia de habitar una minúscula porción de la playa, de ser apenas una piedrecilla unas veces golpeada por el oleaje, otras sometida a la abrasadora acción del desierto; la dificultad de sentir el reposo; el señuelo de las huídas hacia adelante; la presión de la llama emergente; la irrisoria tentativa por disponer de un tiempo que no cabe entre sus manos; la alocada espiral de las palabras; la mirada aún asombrada ante el mundo que se pierde…tú inventarás y medirás un tiempo que no existe, narraba Carlos Fuentes en aquel texto, y ¿acaso no consiste en ese intento el tambaleante e inseguro ejercicio de vivir?
lunes, 14 de mayo de 2012
Las alas del viento
esas que me llevan a ti
son las alas del viento
recordé los versos de Gabriel Aresti, mientras el orujo de la madrugada empañaba los cristales de la cantina; recordé el estupor que seguía provocando en mí el apresurado despliegue de aquel torbellino de acero y humo; y el rugido que me empujaba hacia atrás y la percusión que quebraba mis sentidos; porque pocas emociones eran comparables a la aparición de los mensajeros de otros territorios; yo sabía entonces que alguna vez subiría a aquel correo que decían que atravesaba los campos invisibles y pasaba de largo, avasallando los muros de las ciudades que morían por la noche; yo sabía que alguna vez llegaría a apartados lugares cuyos nombres desconocía y que terminaban en el mar; mientras, me sobrecogía su hora; veloces perforadoras del viento que a cada kilómetro sorteaban los abismos; cuántos hombres desconsolados se echaron a sus pies huyendo de la vida, renunciando al sufrimiento; a veces los maquinistas lo contaban, pues era un tiempo en que nadie se atrevía a llamar loco al que deseaba morir; aun siendo todo oscuro es como si estuviera previsto; los hombres del ferrocarril decían exageradamente que las traviesas de las vías ya no eran de madera sino de huesos; recordé los versos de un incomprendido maestro de mi pueblo que una mañana de helada cruel no se presentó en la escuela; nadie supo de él, nadie le buscó y el atestado fue un papeleo huero; que tras unos días no se le nombrase siquiera parecía un olvido siniestro y consentido; o tal vez...
mas si el viento te lleva caprichoso
salta cuando veas unos ojos que te miran
como nadie mira al viento
y unos dedos temblorosos señalen su presencia
(Fotografía de René Groebli)
domingo, 13 de mayo de 2012
Que no, que la calle no es del Estado
Sé lo que me vas a decir, pasa y no te precipites. Ya sé que vienes de Sol y que en tu tierna solidaridad con la gente joven llegas más agitado y contagiado de su indignación que los propios manifestantes. Para muchos de estos la experiencia es nueva. Para los de cierta edad se multiplica: por lo que vivimos, por las esperanzas que mantenemos vivas, por lo que se repite, porque nada cambia. Y hoy te estarás haciendo la misma pregunta que yo. ¿De quién es la calle? Qué pregunta. Y que las objeciones sobre la ocupación popular del espacio público vengan de quienes siempre proponen que sea privatizado el espacio público tiene sus bemoles. Ellos que andan en la fiebre de privatizar el máximo posible de bienes y servicios públicos, ¿están autorizados para presumir de patriotas? Porque privatizar lo público es vender el país. ¿Están cualificadas, o mejor dicho, legitimadas, esas boquitas pintadas de los Gobiernos central y autonómicos para objetar sobre nuestra salida a la calle y sobre la libre disposición de la calle por la ciudadanía? Esas jóvenes promesas incumplidoras de promesas que no hacen más que denigrarnos, sin tener en cuenta el refrán que dice por la boca muere el pez, y muchos otros carrozas de su partido que nunca creyeron ni en la sociedad ni en la democracia, no quieren acordarse ahora de su autoritario promotor suertudo, que murió hace unos meses, y que dijo en su día, ante las manifestaciones de los trabajadores aquello de: ¡la calle es mía! Suya y con las fuerzas del orden estatal a su servicio, dispuesto a sangre y fuego a que fuera suya. Suya y con el respaldo de una dictadura de sangre. Pero nunca lo fue. Podrá la calle ser tomada por la policía y por sus voceros de prensa bien pagados, pero ni aquel prócer mediocre logró que a la larga fuera suya ni estos retoños repolludos y oportunistas de la política neoliberal podrán conseguirlo. Si creen que con ejercer represión eliminan el problema, están dados. Pueden ganar una batallita pero la guerra que ellos y lo que representan iniciaron hace tiempo les estará carcomiendo el resto de sus días. Si tuvieran algo de pudor, algo de respeto a la sociedad (no solo al sector de votantes que les respaldó en las urnas y al que conciben como la única España a tener en cuenta, y a la cual también la están timando), si escucharan la sinceridad de las voces de la protesta, si meditaran sobre las justas reivindicaciones, tan obvias como legítimas, obrarían de otra manera. ¿Obrarían de otra manera? No sé, el chip autoritario lo llevan en los genes. No es la crisis lo que les acucia, es su propia incapacidad lo que les desborda. La suya y la de los sectores empresariales y financieros que han sido malos emprendedores, egoístas y despilfarradores, sin visión alguna de progreso o escasa dinamización de la economía que ellos llamaron nacional. Eso sin citar a las instituciones vagas por naturaleza del país, para las que los cuarenta y ocho millones de habitantes son un número y no muchas vidas. Andan perdidos, carecen de sentido de Estado mínimamente coherente, y los palos de ciego los aplican fundamentalmente contra las clases que no se libran de ser controladas fiscalmente. Esa pretensión de que paguemos todos la barbarie insaciable desatada las últimas décadas en la economía española es una infamia, un ataque frontal y un desprecio a la colectividad. A ese paso, van a fomentar con su actitud no un 15M, sino un 16M, un 17M, etc. La ineptitud de los gobernantes puede llevar a una rotura social sumamente peligrosa. Ellos están tuertos, pero llevan camino de acabar ciegos. Reivindico al hombre rebelde de Camus. Rebelde en su interior. Rebelde frente al poder injusto. Rebelde frente a la pasividad y la ignominia. Rebelde frente al futuro incierto y esclavo. Ese hombre rebelde que dice que NO para afirmar que otra vida y otras relaciones sociales son posibles.
(Fotografía extraída de El País de hoy)
viernes, 11 de mayo de 2012
Abuso de paciencia
¿Hasta cuándo abusarán de nuestra paciencia? ¿Es una figura delicitiva el abuso de paciencia?
Porque hasta ahora han existido más abusos y apenas han sido escasamente punibles, bien porque no había ley o porque la trampa se superponía a aquella.
Perogrullo habla: uno de los principales abusos ha sido y es la utilización de bienes públicos, incluido el dinero, para fines privados. Ampliamente extendido en España. O la malversación de fondos, en sus múltiples variantes corruptas.
¿Ha tenido su tratamiento rango alto o medio en el código penal? ¿Ha tenido alguna consideración? A veces no ha pasado de ser enjuiciado por procedimientos administrativos, o bien se ha quedado en oportunos sobreseimientos de causa.
La misma palabra abuso no parece grave. Suena a cosa de niños, de trastadas, de pasarse sin que la sangre llegue al río. Ah, y en estos tiempos también a maltratadores de género (que, por cierto, tampoco acaba de sonar serio del todo por lo que se ve)
Abuso. ¿No debería equipararse ante determinadas circunstancias al vocablo crimen o robo, por ejemplo? (soy muy torpe en temas jurídicos, pero entiendan mi desasosiego)
O bien debería escribirse con mayúsculas (atención, ínclitos de la RAE): así, Abuso. Las mayúsculas imponen siempre respeto.
Las instituciones que deben aplicar todo eso de lo legislativo, lo ejecutivo y lo judicial se han abstraído en grado considerable de las verdaderas necesidades de los hombres. Circundadas de sus murallas interesadas, marcadas por los poderes en la sombra, reducidas a un tándem politico prácticamente y bajo la obsesa mirada de los vigilantes bárbaros, no responden ni con prontitud ni con diligencia ni con efectividad a los problemas de la sociedad.
Aunque ahora pretenden reaccionar tarde y de manera oscura y agresiva -ay, esos eufemismos de las reformas y ajustes con que se encubren tropelías y pagar justos por pecadores- porque es la hora final. La hora marcada por el reloj de la oligarquía europea.
Con esas maneras la Democracia comienza a ser desmochada desde dentro. Por quienes no creen en ella. Y los que abusamos, dicen, somos quienes cuestionamos sus límites y avisamos que se queda corta. Quienes clamamos en el desierto diciendo que hay que reformar lo que hay reformar de verdad (una Constitución no debería estar para ser abusada; abusar de ella es dejarla envejecer, no responder a los cambios, mantenerla para que ciertas castas vivan del cuento)
La primavera de agresión -¿hasta cuándo, Gobierno, abusarás de nuestra paciencia?, dice el grito de la calle- está suscitando otra primavera de reacción. De momento, pacífica, suave, de autocontrol. Exhibición de la paciencia moral frente al abuso indecente. Resistencia tranquila, pero no menos enfado.
El obrero se apoya en su cruz. Transmite agotamiento. Y, perdón, desesperanza. Sabe que su batalla particular está perdida. Que bajo la forma del hipócrita ERE al que se ha acogido su empresa él y sus compañeros están en la calle en la que nadie desea estar.
Seguramente, el hombre joven haría otra cosa con la cruz. Su paciencia le deja, de momento, en el ejercicio de una representación simbólica.
Traducir en juego una protesta: exorcismo para que la protesta no se traduzca en otros gestos menos amables para el Poder.
Agresivo Gobierno: nunca reconoceréis lo suficiente el valor de la paciencia de los hombres de este país. Se ve que de momento la paciencia no es objeto de mercadeo y tramas corruptas, a la que tan acostumbrados están los vuestros.
¿Nadie recuerda que la paciencia se agota?
(Fotografía de una concentración de protesta de una empresa subsidiaria, rescatada de un blog local)
martes, 8 de mayo de 2012
La visión poética del físico Lawrence Krauss
A veces uno necesita escuchar palabras que tengan sentido y no solo ideología. Sintaxis que no carezcan de contenido poético. Es como si hubiera tenido lugar una metamorfosis. Si bien el lenguaje de las matemáticas es el único que se ha creado para interpretar el Universo y expresar así lo que los astrónomos van descubriendo, se agradece que haya comunicadores que nos trasladen ese trabajo de indagación. Lawrence Krauss es uno de esos físicos cosmólogos que además divulga los conocimientos que, en principio, parecen reservados a los especialistas.
"Cada átomo en tu cuerpo vino de una estrella que estalló. Y los átomos en la mano izquierda probablemente vinieron de una estrella diferente que de tu mano derecha. Es realmente la cosa más poética que sé de la física: todos son polvo de estrellas. Tú no podrías estar aquí si las estrellas no hubieran estallado, porque los elementos - el carbón, el nitrógeno, el oxígeno, el hierro, todas las cosas que importan para la evolución - no fueron creados al principio del tiempo. Fueron creados en los hornos nucleares de estrellas y la única manera para que terminaran en tu cuerpo es si esas estrellas fueron suficientemente amables para estallar. Así que olvídense de Jesús. Las estrellas murieron para que pudieran estar hoy aquí."
Quienes hace tiempo que no nos creemos los cuentos que nos contaron para someternos, agradecemos este retorno del bumerán. Sacudirá en la cabeza de los tercos y falsarios por una parte, o caerá en las manos de quienes precisamos las herramientas para seguir conociendo lo que nos rodea. Que es plural, es un Multiverso al que le importa un pito que aquí anden todavía muchos humanos preguntándose si primero fue el huevo o la gallina. O haciendo acto de fe y de poder de ideologías agotadas. Recomiendo cierta conferencia pronunciada en 2009 por Lawrence Krauss. Incluso nuestra cordura personal depende de lo que se va sabiendo acerca de la inmensidad. Al menos, a mí me sirve. Hay poesía, además de física, en lo que existe por ahí fuera. Que, también, es por aquí dentro. Puesto que nos ratifica y nos vincula a la totalidad, por más que creamos ingenua o presuntuosamente que vivimos apartados y somos el centro de lo Existente.
http://www.youtube.com/watch?v=Fs_MwYZHm7g
lunes, 7 de mayo de 2012
Otro escrito de Marina Ivánovna L.
De Marina Ivánovna L. a Vladimir M.
...Sin que la luz lo invada todo. Sin que quiera saber lo que me cuentan. Sin que nadie me reconozca ni por la calle ni en las tertulias. Elijo pasar desapercibida porque así te preservo mejor, mi dulce V. Podría quedarme encerrada y convertir en duelo mi silencio anónimo. ¿De qué serviría? Reducir la memoria de los buenos instantes a una serie de recuerdos afectados y marchitos no te gustaría, y a mí tampoco. Si algo me aportaste fue vitalidad. Si algo te di fue vitalidad, aunque ambos lo manifestáramos de modo diferente y no siempre se cruzaran en paz. Pero ¿te das cuenta que esa energía que poníamos en marcha no era solamente la que traíamos a nuestros encuentros? Iba más allá, luego la seguíamos alimentando, aquellas maneras que ya no se sabía si pertenecían a uno o al otro. Me acuerdo de cómo a veces hablabas con amigos comunes y te decían que no eras tú. No, no eras tú. Habías tomado mi encarnación, de la misma forma que yo en otras ocasiones reaccionaba más colérica que de costumbre. Pero a mí nadie me dijo que parecía V., porque pocos tenían idea de que nuestro carácter se transformaba, que había un intercambio, una cesión espontánea imposible de prever. Algo que se elevaba por encima de nuestros retozos dispares. O que nos atravesaba cuando nos alejábamos. ¿Sabes cómo le llamaba yo a eso? Cordón umbilical, un procedimiento de nutriente mutuo que nos mantenía no obstante nuestras separaciones.
No me pongo a escribir estas notas para tratar de hacer una narración. Un relato se hace para que se conozca una historia. Y yo no quiero que se sepa, como tú no querrías que se supiera. No porque a ambos nos perjudique, sino porque hay en este silencio algo de manto que conserva el calor que hubo entre los dos. No hay necesidad de que nuestras vivencias discretas, pero profundas, sean pábulo de las incompresiones y los dimes y diretes. Estoy segura que algunos, malévolamente, las utilizarían para explicar caprichosa e interesadamente muchas actitudes tuyas, incluso tu resolución final. Pero necesito escribir para situar mejor nuestro conocimiento mutuo. Lo vivido, en fin, se da en esta existencia pero se amplía con la pedagogía de la palabra que tan útil nos resulta. Cuando haya escrito hasta un punto en que no sepa qué más decir, o no encuentre más sentido, romperé estas cuartillas. Antes, te haré sentar al otro lado de la mesa, te las leeré y me escucharás desde tu evanescencia. Sé que juego con ventaja, porque no cabe esperar tus objeciones, salvo que yo misma me dé cuenta de aquello que tú considerarías inconveniencias. Un juego arriesgado, pero que prolonga mis propios sentimientos de pasión. Y que no podrás impedir.
(aquí se interrumpe)
viernes, 4 de mayo de 2012
El grito de Munch más expresionista
¿Pintó Edvard Munch El grito para dejarnos con la boca abierta?
¿Abierta por su particular expresionismo en que las formas se han convertido en peregrinación del cortejo de los cultos?
¿Cultos viene de cultura, de liturgia o de cultivar?
¿Se cultivan las artes para expresar el alma humana?
¿El alma humana? ¿Qué es eso? ¿Qué fue de ese eufemismo?
¿El eufemismo se pone a disposición del mejor postor?
¿Los postores se convierten en impostores cuando licitan sobre una obra?
¿Una obra se hace para que se traduzca en fluctuación del mercado?
¿El mercado del arte es más nutritivo que el de las hortalizas y las frutas?
¿Frutas maduras o inmaduras?
¿Inmadura la mente de los mercaderes? Oh, mi ingenuidad.
¿Encontraron los mercaderes el reino de sus cielos en la tierra?
¿La tierra produce gritos?
¿Los gritos suponen sabrosos beneficios?
¿Yo me beneficio, tú te beneficias, nosotros nos beneficiamos, vosotros os beneficiáis...?
¿Cuántos, cómo y de qué manera se han beneficiado de los 91 millones del grito subastado de Munch?
¿Munch? ¿Quién, Edvard?
¿Edvard lo pintó con esta perspectiva que ahora ha alcanzado su vértice?
¿O fue otra la perspectiva que tuvo en mente?
¿Su mente se inspiraría en otros gritos?
¿Quién reconoce los otros gritos, los del silencio, la vida que se niega, el clamor que se sofoca?
¿Sofocó el lienzo de la vida a Munch?
¿Pintó Munch El grito para enmudecernos de vergüeza?
¿Dónde habita entre nosotros la vergüenza?
* Preguntas de un diletante que desearía dejar de creer en el arte.
martes, 1 de mayo de 2012
homenatge, homenaxe, omenaldia, homenaje
hoy quiero recordar a los estrellados
a los perdedores, a los desaparecidos, a los traicionados,
a los fracasados, a los perseguidos, a los repudiados, a los escarmentados,
a los denigrados, a los malditos, a los silenciados,
a los desposeídos, a los hundidos, a los maltratados, a los atosigados, a los destrozados,
a los enfangados, a los torturados, a los ensuciados, a los sumergidos,
a los difamados, a los negados, a los pisoteados, a los quemados, a los ignorados,
a los empobrecidos, a los frustrados, a los calumniados, a los humillados,
a los ajusticiados, a los despreciados, a los rebajados,
a los desprovistos, a los coaccionados, a los prohibidos, a los empalados,
a los estafados, a los detestados, a los indóciles, a los subversivos, a los insumisos,
a los quebrantados, a los malogrados, a los olvidados, a los condenados,
a los postrados, a los indignados, a los vencidos, a los irreductibles,
a los discriminados, a los azotados, a los escupidos,
a los desahuciados, a los avasallados, a los montaraces, a los afligidos, a los sentenciados,
a los violados, a los excluídos, a los abatidos, a los reducidos,
a los sacrificados, a los asesinados, a los desolados, a los insultados, a los resistentes
y a los anónimos
porque a ellos les pertenece más que a nadie la estrella
sin ellos ¿qué hubiera sido de nosotros, aunque no quieran algunos reconocerlo?
(La imagen es de Jean Cocteau. Pertenece a su obra El libro blanco)
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