"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





domingo, 31 de diciembre de 2023

Shane MacGowan, farewell. Y hasta nunca, 2023



"Conocí a mi amor junto a la pared de la fábrica de gas / Soñé un sueño en el viejo canal / Besé a mi chica contra la pared de la fábrica / Ciudad vieja sucia, ciudad vieja sucia..."

Shane Mac Gowan, de Dirty Old Town.


A algunos personalmente 2023 nos enseñó los dientes más feroces, pero en lugar de poner rostro enjuto de nobles y clérigos de la Contrarreforma y posteriores tiempos (recuerdo la imagen de los aristócratas españoles en aquella cena con nobles italianos de la película Casanova de Fellini) sonreímos y el guiño despistó a la atacante. Pero cuántos, cercanos y lejanos, y 2023 no es culpable más que de levantar acta, no resistieron los embates de la crueldad definitiva. Que gran parte de responsabilidad en el infortunio  humano se lo llevan las guerras, las plagas y la hambruna es algo que sería injusto olvidar cada día por nuestra parte. Incluso personajes célebres de esos que nos entretienen y amenizan a lo largo de años se despidieron. Por supuesto, eso ya lo cuenta la prensa típica y tópica. Por mi parte, y como el óbito de cierto personaje que traigo a colación ha sido reciente, vale recordar al poeta y compositor Shane MacGowan, el alma de The Pogues. Propongo escuchar algunas de sus composiciones. 


Nota. Por cierto, sugiero que quien pueda ver Crock of Gold: Bebiendo con Shane MacGowan, un filme documental musical dirigido por Julien Temple y producido por Jhonny Deep no se lo pierda. Fastuoso largometraje. Salen Jhonny Deep, Bono, Nick Cave, Gerry Adams, Victoria Mary Clarke.





 







sábado, 30 de diciembre de 2023

Ante 2024: Que otros ladren, hay que seguir cabalgando

 



Dedicado a los que cabalgan mientras otros no saben más que ladrar. Poema Ladrador, de Johan Wolfgang von Goethe:

 

Ladrador 

Cabalgamos en todas direcciones 
en pos de alegrías y negocios; 
pero siempre ladran detrás 
y ladran con todas sus fuerzas. 
Quisieran los gozques del establo 
acompañarnos todo el tiempo, 
pero el ruidoso sonido de sus ladridos 
solo demuestra que cabalgamos. 




(Cuadro de Kazimir Malévich)

jueves, 28 de diciembre de 2023

La cinta de Moebius

 


Siempre ha estado ahí en la geometría, también en la humana, si se puede decir así, aunque muchos no la recuerden o no la reconozcan. 

En aquel mosaico romano de Sentinum el atributo del dios de la Eternidad venía avalado por una representación geométrica muy ilustrativa. Le acompañan la Madre Tierra divinizada como Tellus, las Cuatro Estaciones y el Zodíaco. Los humanos han necesitado siempre categorizar y nombrar los procesos y elementos naturales. La civilación romana no se iba a quedar atrás.  

Más allá de la representación de los mundos físicos externos, ¿no sigue habiendo una cinta de Moebius de comportamientos humanos que siguen deviniendo constantes desde el principio de los tiempos, conformados a través de civilizaciones y culturas diferentes pero análogas, se doble como se doble y se gire como se gire?

Esa cinta que dibuja y hace rodar sin fin las apetencias humanas, puede alterar aspectos y rostros, pero mantiene el plano de unas mismas constantes. El poder, la avaricia, la humillación y el sojuzgamiento del prójimo, por ejemplo, tienen la compañía de lo que se suscita a la contra: la resistencia, el ansia de liberarse de los esclavos, la lucha contra viento y marea, el temple de los perdedores.

Hoy, en Occidente y como modelo mundial, la sociedad de consumo hace creer que no hay tal cinta de Moebius en la Humanidad. Que esa cinta se ha cortado, pero ¿se puede ignorar que cortes por donde cortes la cinta humana, como la geométrica, sigue reproduciendo y manteniendo el mismo plano que conocemos a lo largo de la historia?




Banda de Moebius en el mosaico de Sentinum, en la Gliptoteca de Munich

martes, 26 de diciembre de 2023

Postal que habla por sí misma

 


Postal que recibo de Max:

Pulso y contraste entre la belleza aliada con la potencia de las personas para arrostrar las dificultades de su supervivencia. Huida de la miseria para afrontar lo incierto. Capacidad sin límites de superación. Hoy les toca a unos, que son muchos y en todas partes. Mañana puede tocar a cualquiera. Mis mejores votos, no obstante, para ellos, para millones de ellos. Los arriesgados, los desesperanzados, los expulsados, los del infortunio, los que están al otro lado de tu cómodo y caliente sillón, compañero. No sufras en vano, que tú, en realidad, no sufres de verdad, como esta auténtica verdad que depara una suerte ingrata e injusta para los condenados de la Tierra. Nos vemos a mi vuelta oceánica.


NB. Fotografía de humanos atravesando el río Darién con dirección a Panamá, que me envía Max. Autor: Iván Valencia/ AP Photo



lunes, 25 de diciembre de 2023

Lectura de la vida según Jorge Manrique

 



Lectura festiva de un día de celebración para unos y simplemente no laboral y de asueto para otros. Porque leer al hijo del Maestre de Santiago Don Rodrigo Manrique en este extenso poema exclusivo que tiene su miga también brinda su goce. No, no me guía ningún criterio barroco y decadente, y mucho menos de un romanticismo tardío. Ni siquiera pesimista y deprimente. Nunca lo leo así. Es un punto de reflexión al que quedamos invitados todos los de la edad tardía, que dicen los repetidores de tópicos y eufemismos. ¿Que ya sabíamos de qué hablaba el poeta 547 años después de escribir las Coplas? Nunca sabemos comprender un texto salvo cuando nos toca en la carne. Sí, en la carne, en el cuerpo, en el momento en que el organismo habla con dudas y a la vez con convencimiento y se funde con las palabras sabias de escribientes que nos precedieron. Así, que sin que nadie me lo impida voy a seguir leyendo estas Coplas con la sonrisa que produce la perplejidad en mis labios y en mi mirada. Y ¿sabéis? Leer como en un espejo reconforta. Es siempre un brindis a la aceptación de uno mismo. 


(Esta lectura la hago en una impresión de 150 ejemplares de Ediciones Artesanas, de Cuenca, bajo la edición de Julio Martinez y Segundo Santos  y el cuidado de Beatriz Miranda Garcia. Prólogo de Gustavo Martín Garzo. Año 2003)








sábado, 23 de diciembre de 2023

Las manos ¿gesticulan, hablan o se quejan?

 



Llega Max, impetuoso, sin ocultar su regocijo morboso. Me muestra dos fotografías con mujeres.

Mira, dice. Haciendo tiempo, y resguardándome de la baja temperatura, he entrado en una iglesia católica. De pronto una estatua barroca me ha traído a la memoria una imagen reciente en Gaza. La estatua pertenece a un conjunto escultórico que representa una escena mitológica de un dios que se metió a redentor. La imagen muy reciente de dos mujeres palestinas se inscribe en la pura y cruda realidad de algo muy parecido al exterminio. No se sabe si el mito tradicional redimió alguna vez algo, y no veo tampoco redención sino más bien condena en el sufrimiento de las gazatíes.

Me he quedado absorto ante ambas imágenes primero y con las palabras de mi amigo a continuación. Max ha notado cierta convulsión en mí. En las dos se refleja un tipo de dolor análogo, ¿no?, le digo. Sin duda, responde, y además creo que ambas lloran la pérdida de un hijo o de un ser próximo, o ve a saber de cuántos. Sigo intrigado con la perspicacia de mi amigo. Pero ¿esas manos tan expresivas que se agitan con aspaviento? Cuando Max se siente tocado por sus particulares asociaciones de ideas le brillan los ojos. Las manos cuando gesticulan son lenguaje abierto. En ocasiones silente, otras veces complementario del grito clamoroso y estridente. El lenguaje de unas manos puede indicar todo. ¿Por qué las alzan al cielo?, pregunto ingenuo. ¿Solo como veredicto de sus creencias? Max continua con el resplandor en su mirada. No sé, acaso no únicamente por eso. Más bien porque es el gesto de la impotencia, del estallido contra la ignominia, de exigir a la indefensión de la nada la solución imposible.

Max me conmueve cuando proyecta sus tesis al vuelo. Ciertamente, le digo, al comparar una y otra imagen me parece como si el tiempo histórico siguiera latente. Como si nada hubiera cambiado. Ni en vestimentas, ni en quejidos, ni en violencias, ni en sufrimientos. En ese marco histórico ni lo formal parece haber variado, me interrumpe. Pero el mal y la desdicha persisten. Son también patrimonio de la humanidad, clama mordaz.  




jueves, 21 de diciembre de 2023

Cuando ruge la fiera

 


Cuidado, chico, me ha parecido oír un rugido. ¿Qué es un rugido? La voz del rey de la selva. ¿Como tú cuando te enfadas? Mucho más poderoso, el mío no puede nada, además nunca he sido el rey de la selva y creo que el león tampoco, aunque yo a veces te parezca selvático. Mi rugido, como el de muchos mayores, es solo un desahogo. ¿Qué es un desahogo? Lo que tú haces cuando lloras, por ejemplo. Pero tú no lloras, abuelo. Yo lloro lo mío pero casi siempre por dentro. Mi profe ruge lo suyo. ¿Y eso? Porque no paramos de meter bulla en clase. Pero no os ha devorado todavía a nadie, ¿no? Bueno, a mí casi. ¿Qué hiciste? Le imité cuando nos estaba echando una bronca. Y toda la clase se puso a hacer que rugía. Eso sienta fatal y más a un maestro. Seguro que ya venía de casa agitando sus melenas de impotencia. ¿Por qué? No sé, era un decir, en ocasiones la gente se levanta con mal pie. Entonces, ¿tú te levantas algunos días con mal pie? Algunos días con los dos, chaval. Pero luego te veo y se me pasa. Si yo te rujo, abuelo, ¿te enfadarías? Depende de cómo te saliera rugir y si habías tenido motivo para ponerte colérico. ¿Qué es ponerse colérico? Pues eso, furioso, gritando con las tripas más que con la boca. Yo creía que se gritaba solo con la boca. No creas, las tripas rugen muchas veces y no siempre por hambre. Yo no quiero rugir ni con las tripas ni con la garganta, abuelo. Pues entonces no dejes que te impresione nadie con su griterío. Mucha gente usa las palabras no tanto para entenderse como para estar por encima e intimidar. ¿Y sabes como les llamo yo a esos? No, ¿qué? Energúmenos. ¿Ener...qué? 



martes, 19 de diciembre de 2023

El pensativo


 

Te has quedado muy pensativo, chaval. ¿No contestas? Es que sigo pensando. ¿Pensando? ¿Qué tienes tú que pensar? Pues cosas. Como tú, como todo el mundo. Pero cosas sin importancia, ¿no? Para mí todo lo que pienso es importante. Tienes razón, rectifico. Cada uno a su edad tiene sus motivos de abstraerse y reflexionar. Otra cosa es que no sea sobre temas graves. ¿Que son temas graves? Pues lo que es difícil o costoso o tiene tanta entidad que nos exige concentrarnos para intentar resolverlo. Pues entonces también lo que pienso es grave. ¿Como qué? Las canicas que me quitó ayer el chico con el que jugué en el parque. Vaya, sí que es un problema, pero se puede solucionar. Volvemos hoy y se las reclamamos. ¿Solo es eso lo que te tiene ido? No, hay más. ¿Como qué? Tengo que hacer un trabajo de clase y no he empezado. Bueno, es fácil. Te dices: dejo de estar en las musarañas y me pongo. ¿Solo es eso? No, hay más. Pues sí que estamos buenos. A ver. Una niña de mi clase se pone muy pesada conmigo. ¿Qué te hace? Se me pega todo el rato. Quiere copiarme en el pupitre. Si voy a correr por el patio va detrás y corre más que yo. Si hablamos en la panda de una película de dibujos ella me quita la palabra para seguir contándola a su manera. Y así todo el rato. Vaya, muchacho, sí que es un problema, pero también podrá resolverse, ¿no? ¿Cómo? Trata tú de imponerte, de buenas maneras, por supuesto. Pero es que a mí no me gusta imponerme. No me gusta quedar por encima de nadie. Hablar puedo hablar todo lo que quieran, pero ni yo tengo más razón ni otros por qué tenerla. Me parece justo, y correcto. Ya verás cómo esa actitud tuya esa niña la capta y se comporta de otra forma. ¿Tú crees? Huy, he visto a tanta gente cambiar a lo largo de la vida. Pero es que esa niña me resulta muy molesta, me acabará dejando de lado. Pues te lo pone fácil. Hazte el despistado, como si no te afectase. En el fondo creo que esa niña no sabe vivir sin ti. Pues yo quisiera vivir sin ella. Vaya, hombre, esto parece un tema de mayores. Más te vale ir tomando nota ahora. ¿Por qué? Por nada, por nada. 




domingo, 17 de diciembre de 2023

Mirar atrás

 


No mires para atrás que te caes. Es que lo que hacían esos niños me gustaba. Sigue, habrá otros niños y podrás jugar con ellos. Pero esos eran muy ingeniosos. Los hay igual de ingeniosos, o más. Además me gusta mirar atrás. Si empiezas a mirar ahora atrás no dejarás de hacerlo nunca. ¿Y qué pasa si no dejo de mirar? Que puedes tropezarte. Pues me levantaré, ya me has dicho tú otras veces que se aprende tropezando, ¿verdad? Sí, pero también hay que tratar de evitarlo.¿Qué es evitar? Pensar un poco lo que conviene hacer antes de hacerlo. Es que no da tiempo a pensarlo, abuelo. Ya irás viendo sobre la marcha. Ahora que le doy vueltas, y anda que no soy mayor, sospecho que no es buena costumbre estar mirando siempre lo que se deja atrás. Por qué. Porque si el pasado ha sido bueno y agradable te entran ganas enormes de volver a él y eso ya no es posible. ¿Qué es el pasado? Lo que haces tú ahora, y yo también, pero recordado mañana cuando ya no hacemos lo mismo. ¿Mañana ya no vamos a hacer lo que hoy? No haremos lo que hoy, pero no te preocupes porque haremos otra cosa mejor. Si es mejor, abuelo, ya no me importa el pasado. Y no miraré para atrás. Eso está bien. Oye, abuelo, y cuando tú me cuentas historias de tu vida, ¿no estás mirando al pasado? Claro, por supuesto, pero es que a mí a veces no me queda otra.




viernes, 15 de diciembre de 2023

Salir a la vida

 


Me deslumbro, se queja el chico. Ponte la mano de visera, dice el viejo. ¿Por qué salimos si fuera hace más calor? No íbamos a quedarnos dentro todo el día. Pero a mí me gustaba correr ahí dentro, me podía esconder detrás de las columnas. Ya volveremos en otra ocasión. ¿A ti, abuelo, te gusta más estar dentro o fuera de los sitios? Hay un tiempo y una apetencia para cada caso. Unas veces entro y otras salgo, pero lo importante es que uno esté a gusto en ambos lugares. Yo estoy a gusto donde tú me lleves. Pero yo no voy a estar siempre y uno tiene que aprender a moverse por cualquier parte y en cualquier sentido. ¿Aunque nadie me lleve? Aunque nadie te lleve ni te diga por dónde debes ir, porque de estos hay muchos en la vida que pretenderán que camines por donde ellos quisieran. Yo solo andaré por donde me apetezca. Buena propuesta, niño, pero mirando con claridad el suelo y también el horizonte. ¿Por qué? Para no tropezar, pero incluso si tropiezas al menos que no te caigas y endereces tu marcha. ¿Por qué hay gente que dice que andes por donde ellos quieren, abuelo? Ay, supongo que por que no pueden soportar que cada persona se mueva por sí misma. Porque quisieran que todos se comportaran como ellos y sus ideas. Porque les dan miedo los demás. Pero yo no quiero dar miedo a nadie. Ni tienes por qué, jovencito. Mira, una cosa es que te encuentres personas que te den ideas o te sugieran, que te transmitan sus experiencias, que muchas veces son como historias, y que de ellos se puede uno aprovechar para aprender a vivir. Pero otra cosa es que haya individuos que hacen lo posible porque todos nos comportemos como ellos. ¿Como si fuésemos robots?  Más o menos. Y lo peor es que encima te dicen que si no les haces caso te va a ir mal. Yo quiero ir por mi cuenta. Y me parece bien, pero uno tiene que ir aprendiendo a ir por su cuenta reduciendo las posibilidades de error. ¿Qué es error? Pues que de repente te das cuenta de que no has elegido bien algo y de momento te sientes perdido. Aunque te diré algo: de las equivocaciones también se aprende. Yo no me voy a equivocar, abuelo. Huy, no jures eso. No conozco a nadie que no haya metido la pata no solo una vez sino un montón de veces. Me deslumbro con el sol, abuelo. ¿Ves? Ya has cometido un error por no haberte puesto la mano.




miércoles, 13 de diciembre de 2023

Veo veo, ¿qué vemos?

 



Sácame guapo, cineasta, le dice el viejo. Si no te mueves mucho, te saco. ¿Es que me ves que esté para mucho movimiento, muchacho? Yo te veo bien. Andas deprisa, me enseñas la ciudad, me presentas a tus amigos. ¿No te importa que nos paremos a veces a hablar con mis amigos? No. ¿Aunque hablemos de cosas que no entiendes? No. ¿Aunque les veas más mayores incluso que yo? No. Es que me gusta saber qué aún tienes amigos, y algunos son muy divertidos. Anda, ¿por qué no iba a tenerlos a mi edad? Claro, es que para mí eres muy joven. ¿Porque juego contigo? No solo por eso, también porque me cuentas historias. Es muy propio de mis años contarlas. Cuando te ves con amigos también os contáis, pero no os sigo. Si te cansa, te prometo no pararme con ellos. No, no me importa, pero eso sí, no te líes mucho rato cuando nos los encontremos. Yo procuro, chico, pero si son ellos los que gustan de pararse no les puedo dejar con la palabra en la boca. Además también te hablan a ti. Ya, pero no sé qué decirles. Eso no es problema, ya me encargo yo de que salgas del paso. ¿Qué es salir del paso? Pues que no te sientas arrinconado, sin saber qué contar cuando te preguntan. No te muevas, quieto, ahora te tengo a toda pantalla. Pero no me retrates mucho, mejor el paisaje, los árboles que hay detrás, o aquella fachada. Me gustaría sacar todo, abuelo. Todo a la vez es difícil, vete poco a poco, y no confíes todo a la cámara. Pero la cámara es la que saca las fotos. Las saca si tu ojo antes sabe sacarlas. ¿Cómo es eso? Mira, primero fíjate en lo que hay. Observa y elige lo que pretendes reflejar. Luego dite a ti mismo: veo veo. ¿Como en el juego? Por ejemplo. Mirar y decidir qué quieres fotografiar tiene mucho de juego. Te voy a sacar más guapo todavía. Ay, chaval, ¿no te he dicho que mejor tomes aquella calle o aquel grupo de niños dándole al balón? Coge la cámara, abuelo. Me voy con ellos. 




lunes, 11 de diciembre de 2023

El artista fantasioso entregado


 
¿Qué dibujas, peque? Ya lo verás, ahora estoy concentrado. Pero adelántame algo, hombre. Pinto figuras. ¿De hombres, de paisaje, de animales, geométricas? De todo. Quiero que sea de todo. ¿Como todo lo que hay en el mundo? No sé todo lo que hay en el mundo, solo sé lo que yo veo. Pero aún has visto poco. Pues a mí me parece que no, y por lo que me exigen en el cole ya me pierdo. Más me perdía yo a tu edad, y nunca he dejado de perderme. ¿Por qué? No sé, uno era y es así. ¿Dónde te perdías? Supongo que en la imaginación. Pero eso no es malo, abuelo. No creo, pero a veces confunde mucho. ¿Por qué? Pues porque hay momentos en que no sabes si estás en lo que ensueñas o en lo que palpas. No te entiendo. Normal, ya te digo que uno se pierde. Quiero decir que a veces pretendes que las cosas sean como te gustaría a ti. Y lo de gustar se realiza más en los sueños y en las imaginaciones que en la vida despierta. Pero si te lo pasas bien...Pasármelo bien me lo paso siempre cuando le doy a la fantasía, pero la vida diaria te pide que te dejes de fantasías. Pues yo no quiero dejar de fantasear, abuelo. Mira, haz con frecuencia eso que haces y verás cómo te diviertes de miedo. Prefiero hacerlo más cuando me apetece que cuando me lo mandan. Dale la vuelta, que puedes y sabes. Intenta hacer de lo que te mandan algo interesante. Dibuja, inventa cuentos, o disfruta de historias que leas y no perderás nunca las ganas de sentirte bien. Si yo casi siempre me siento bien...Ojalá tengas toda la vida esa misma sensación, chavea.



sábado, 9 de diciembre de 2023

Los caballos de piedra


 

Había en el museo dos cabezas de caballo de piedra. Una antigua y otra moderna. La del griego era la fotogénica imagen de un caballo vivo. La del escultor español parecía más primitiva, aun siendo más reciente. La nueva bufaba. La ancestral relinchaba. 

Cuál te gusta más, pregunta el viejo al niño (esa manía de examinar a los chicos que tienen los mayores) Y el chaval: esta. Señala la clásica entre las clásicas, la del estilo que serviría de modelo al arte en siglos posteriores. En ese momento al viejo le da pena que deje de lado la escultura del autor más moderno, pero él lo había querido al hacer la pregunta. 

De niño, dice el hombre, si me hubieran interrogado de análogo modo, seguramente habría opinado como tú. Recibe una sonrisa cómplice del acompañante.

¿Por qué ambas esculturas siendo de caballos, pregunta el niño, son a la vez tan distintas? Ocurrencias de escultores, le responden. Lo cual era en parte verdad y en parte incorrección. O si se quiere, imprecisión.

El otro no se conforma con la respuesta, que le parece una evasiva. Si el caballo no ha cambiado ni para los antiguos ni para los actuales, ¿por qué no se han dejado de ocurrencias y uno de los artistas no ha visto al caballo tal cual es? Visiones diferentes, intenta el abuelo zanjar el tema. Un caballo no va a dejar de ser caballo por el hecho de que dos artistas lo vean de distinta forma. Ya te darás cuenta más adelante de que lo que llaman realista no es siempre lo único real. 

¿Quieres decir que aunque miren y vean lo mismo cada artista puede interpretarlo como le da la gana? Más o menos, dice el viejo, sin ocultar satisfacción por la pregunta deductiva. 

El niño intercambia miradas con una y otra cabeza de piedra del animal. Pues yo también veo dos caballos y la única diferencia es que uno se encabrita y el otro parece estar reposando, exclama. Eso me gusta, se entusiasma el hombre, no vas por mal camino al descubrir el capricho del arte.




jueves, 7 de diciembre de 2023

El menú del rebelde

 


Come, chaval. Ya como, pero no me entra todo. No estás comiendo, estás jugando. Es que los granos de arroz se me escapan. Ayúdate. Ya me ayudo, pero no paran. Pues yo los veo quietos. Yo veo que no paran; y si no paran ¿cómo los cojo con el tenedor? Es que los estás cogiendo de dos en dos. Mentira, de tres en tres. ¿Ves? Encima los cuentas. Me gusta contar los granos. ¿Y ahora me vas a decir también el número de ellos que hay en el plato? No, no, porque no están quietos. Utiliza el pan y haz montoncitos porque si no nos vamos a eternizar. ¿Qué es eternizar? Una palabra que no es lo que parece. ¿Yo me estoy eternizando? Yo diría que te estás aburriendo, y de paso nos aburres a los demás. Es que se me caen del tenedor. Deben ser unos granos rebeldes los que te han puesto a ti; a mí no se me han caído. ¿Qué es ser rebelde? Ir a la contra. Si tú comes, abuelo, y yo no como, ¿quién es el que va a la contra de quién? Ahí me has pillado; me lo voy a pensar. ¿Tú eres rebelde, abuelo? Lo fui. ¿Ahora no? También, pero no lo digas por ahí; a algunos no les gusta saberlo. ¿Los rebeldes se aburren menos cuando comen arroz? Los rebeldes de mi edad se aburren a veces hasta de los rebeldes. ¿Pero los rebeldes de mis años no se aburren? No sería bueno que lo hicieran; o mejor dicho, no serían niños. Yo voy a ser siempre rebelde. No te conviene pregonarlo. Además no consiste en ir diciéndolo. Voy a ser rebelde, voy a ser rebelde. De acuerdo, pero cómete antes el arroz, porque un rebelde sin comer arroz es un rebelde de mentira. (El niño se empeña en la tarea del arroz; se mete varias tandas en la boca) Mira, mira cómo no soy un mentiroso. Eres todo un perfecto rebelde, sí.  


 

martes, 5 de diciembre de 2023

Carrera sin fin

 



¿Por qué corres tan agitado si vas a llegar igual?,
pregunta el viejo al niño. 

Para llegar antes que tú, 
replica el pequeño atleta. 

Nunca llegarás antes que yo,
te llevo demasiada distancia.

¿Y si corro todavía más deprisa?

Te va a dar lo mismo
porque no es asunto de velocidad.

¿Y si tú te quedas parado, abuelo?

Ah, tendría que detenerme demasiado tiempo
y muchos pensarían que me he muerto.

¿Es que morirse es como estar quieto?

No sabría decirte, acaso ni eso,
y no tengo aún interés en saberlo.

Entonces no corro, 
se planta el chico.

Ni hablar, tú sigue corriendo sin atropellarte,
pues el que sabe correr sabe también desafiar al destino.





sábado, 2 de diciembre de 2023

Metrópolis, de George Grosz

 


Ciudad o campo de batalla. Angulaciones. Amontonamiento. Abigarramiento. Planos verticales y horizontales que se cruzan. Secantes. Tangentes. Vértice que tanto converge como separa. La ciudad como una llamarada que no cesa. Intensidad sanguina en que hasta las luces y las sombras son rojas.  La ciudad como una extensa trinchera de agitación y tráfico. De carreras desbocadas ascendiendo hacia el beneficio monetario o despeñándose por el abismo de la miseria. El rojo quema, el rojo persigue, el rojo crea fachadas y pavimentos y vehículos y cuerpos. El cielo es rojo. El aire es rojo. La mirada es roja. La sangre es lava. Rojo sortilegio el de la luna. La guerra continúa lejos de Berlín pero la urbe feliz y confiada no puede detenerse. La urbe pujante y excitante es el paradigma del triunfo del mito y del poder del oprobio. La sangría riega, mientras tanto, campos y poblaciones a un lado y otro de las fronteras, pero sus efectos visibles no llegarán hasta el final de la contienda. Será después cuando el pintor dibuje el excremento social de esta. Los mutilados, las viudas que se prostituyen, los rentistas, los mendigos, los oficiales cargados de medallas, los puteros, los beodos, los bandidos callejeros, los huérfanos harapientos, las queridas de los orondos funcionarios o comerciantes, los paniaguados del estraperlo que se hacen ricos con las guerras, los clérigos que bendicen un mundo desastroso en nombre de otra vida inexistente fuera de esta, los desesperados, los famélicos, los parados laborales, los obreros que no saben si van o vuelven. La ciudad como tablero de ajedrez cuyas fichas se desplazan transgrediendo las propias leyes del juego. Transversalidad de las vidas. Una farola suple al ojo del dios. Y arrastra al espectador, al que no deja permanecer impasible. A imitación de un dios padre la altiva farola también separa a los elegidos de los condenados. A muchos de estos incluso los ha arrojado ya a las tinieblas. Émula de la balanza de la justicia humana, es decir, destinada a ser injusta, se pretende modélica, capaz de distinguir pretenciosa el bien del mal. La ciudad de la convivencia echa un pulso con la ciudad de la confrontación. Centro versus barriadas. Satisfacciones contra frustaciones. Clases contra clases. Vorágine de una fauna humana de rostros severos y dominantes, donde el macho impera. Todos comparten el mismo efecto: la locura.



Nota. El cuadro Metrópolis se encuentra expuesto en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid. Óleo realizado por George Grosz entre 1916-1917.

Otra entrada sobre Grosz:

https://laantorchadekraus.blogspot.com/2009/02/georges-grosz-entre-la-ciudad-si-y-la.html


viernes, 1 de diciembre de 2023

Grosz, un pensamiento veloz

 


No sé por qué hoy me acordé de aquel libro que me llegó desde allende el Rhein. Lo rescaté de un estante, ejercicio de riesgo para mi integridad moral. ¿Se traducía como A contrapelo? George Grosz era directo, incisivo, irónico y sarcástico. Tenía todas las habilidades y propiedades para representar tipos de una sociedad decadente, sumamente herida, con individuos destrozados y con individuos enriquecidos vilmente, que se creía en auge. De no haberse marchado mucho antes de que el monstruo llegara al poder los del pensamiento único le habrían dado la solución final. 

Mi entrañable remitente acertó al enviarme el libro con una recopilación de dibujos del berlinés. Las sociedades enfermas solo pueden ser agudamente analizadas con un plumín o un lápiz. Hay quien lo intenta con su escritura. Pero aquellos trazos tan acertados de Grosz hablaban más que las palabras y que los silencios. Mi remitente lo sabía y procuraba por mí. Grosz sigue haciéndome reflexionar sobre la condición humana. Y me obliga a entrar en choque con la extendida estupidez social aquí y ahora.