Debía tratarse de un sueño. Intentaba hablar y solo me salían balbuceos. Enfrente, los labios sonrientes de mi madre emitían un aire que dibujaba sonidos. Yo no lograba entender aquel milagro y movía mis labios atropelladamente. No sabía tampoco si ella hablaba por mí. Si me desasosegaba, mi madre me calmaba diciéndome que era un juego. De pronto provocaba un grito desmesurado y mi madre me dejaba caer de sus sus brazos.
miércoles, 30 de abril de 2014
martes, 29 de abril de 2014
Imaginario, 16.
Me veía subiendo por las terrazas de unos jardines antiguos. Entre la floresta laberíntica surgían estatuas deterioradas y cargadas de verdín. A una le faltaba un brazo, otra tenía la nariz rota, la que llevaba el perro al lado carecía de medio animal. Pero ninguna estaba desprovista de un atractivo orgullo de resistencia. Al tomar lo que se asemejaba a un paseo central me pareció escuchar la voz de una de las estatuas que decía: llévame contigo. Y luego de otras más que elevaban el tono y me creaban angustia. Yo echaba a correr hasta que caía por la bóveda de un mausoleo subterráneo donde yacían estatuas enteras, pero muertas.
lunes, 28 de abril de 2014
Imaginario, 15.
No sé cómo he llegado hasta un callejón que no tiene salida. Tampoco puedo volver atrás porque parece haberse borrado el camino desde el que provenía. Escucho voces y risas, aunque no veo a nadie. De pronto aparece un hombre anciano y me pregunta si tengo sed. Me da agua y me dice que a él le pasó lo mismo. Eso me calma, y cuando quiero preguntarle más el hombre ha desaparecido.
domingo, 27 de abril de 2014
Imaginario, 14.
El animal se arrastraba a duras penas. Yo sentía la amargura de sus llagas lanceoladas como si me las hubieran causado a mí. Él se desprendía de su incisión en la piedra de basalto y se acercaba a lamerme las heridas.
sábado, 26 de abril de 2014
Imaginario, 13.
Me veo bajando en la minúscula bicicleta por el camino de la fuente vieja. Los girasoles que hay a un lado y otro están en su punto pero nadie llega para recoger la cosecha. Los girasoles siguen creciendo y se entrelazan robándome el cielo. Me pongo a pedalear muy deprisa para salir del túnel, hasta que la bici hace un quiebro y pierdo la conciencia.
viernes, 25 de abril de 2014
Imaginario, 12.
En un claro de aquel hayedo se presenta una mujer joven ante mí y me espeta: soy la hija de un amor anterior tuyo. En mi perplejidad yo le respondo ingenuamente: ¿cómo puedes saberlo? Ella me dice que había visto cómo me entregaba a su madre muchos años atrás.
jueves, 24 de abril de 2014
Imaginario, 11.
El lecho del río estaba repleto de caballos muertos. Decidíamos ir a bañarnos a otro río en el que no hubiera tanta muerte.
miércoles, 23 de abril de 2014
Imaginario, 10.
Aquella desconocida ponía la mano sobre la mía cuando yo iba sujetándome a la barra de un vagón del metro. Solo por la intensidad de su apretón y por la constancia en mantenerla supe que necesitaba mi calor y que yo aceptaba el suyo. Al llegar el tren a la séptima estación me ordenó firme: bájate aquí. Arrancó el tren y al sobrepasarme vi que tenía puesta su mano sobre la mano de otro hombre. Sentí mucho frío.
martes, 22 de abril de 2014
Imaginario, 9.
Al tirar el zapato de la niña al pozo caía yo detrás. En lugar de pedir socorro gritaba sin cesar el nombre de la niña. Aquella risa infantil de la superficie se perdía cada vez más. Luego sentí su mano tirar de mí y los dos nos poníamos a jugar con las monedas barrosas que había en el fondo.
lunes, 21 de abril de 2014
Imaginario, 8.
En la habitación en penumbra hay un hombre desnudo que se parece a mí. Pero solo está desnuda la mitad de su cuerpo. La otra mitad la cubre el rayo de añicos en que ha quedado destrozado el espejo. Son amargos los cortes que detecto sobre un lado de mi abdomen. Cuando paso la mano por el borde de las heridas me salpico.
domingo, 20 de abril de 2014
Imaginario, 7.
El umbral de la cueva me transmitía una humedad antigua. Los ojos empezaban a ver a través del olor de la profundidad. Allí dentro se derramaban por la piedra de leche chorros de toda clase de coloraciones. Sentí mucha alegría y creo que la roca también. El silencio de los humanos no es el silencio de toda la naturaleza, y llegaban voces muy apagadas de minúsculos seres. Arrodillado ante las charcas inmóviles de la caliza les imploraba que se me revelasen.
sábado, 19 de abril de 2014
Imaginario, 6.
Hundía la boca en la herida blanca de aquel cuerpo. Veía entre sus cristales salinos cómo el sol se domesticaba. Los escorpiones se detenían a comer de mi mano. La arena era fértil. La línea lejana del horizonte se combaba. Al beber de aquella incandescencia percibía la llamada del mineral. Había estado esperando mi llegada desde una dimensión que los hombres llaman tiempo. Dejé que la forja configurara mi máscara insaciable.
viernes, 18 de abril de 2014
Imaginario, 5.
La marquesina cubre una acera larga de puestos de verduras. La mujer vestida de punta en blanco pregunta a unos y otros y compra algunas hortalizas. Mientras, yo juego con una niña a escondernos entre cajas vacías que forman una pila que alcanza el techo. Una voz, dos voces, varias voces pronuncian de modo inquieto nuestros nombres. La niña y yo viajamos en un compartimento de tren y las ciudades pasan ante la ventanilla. En una estación en la que hemos parado me pide que le compre un helado. Toda la agitada algarabía del mercado cae sobre nuestras cabezas.
jueves, 17 de abril de 2014
Imaginario, 4.
El rostro de la mujer pegado al cristal era bello. Pero el reflejo lo era más. Cuando arrancó el autobús yo permanecí inmóvil en la parada. Le dije adiós con la mano. No sé si a su cara o al reflejo. Aquello fue un doble abandono.
Imaginario, 3.
Al penetrar en el osario de aquel pueblo todas las miradas se concentraban en mí. Ni siquiera en su actitud descarnada las calaveras eran iguales. En algunas percibí risas mudas, en otras un rictus de desprecio, unas pocas manifestaban cierta envidia contenida, bastantes de ellas se iluminaban con un gesto de asombro. Debo decir también que la mayoría ignoraban mi presencia. Supongo que, como sucede en general en la vida, había calaveras sumisas y calaveras díscolas. Me pareció escuchar un mensaje subterráneo, algo así como: todo es cuestión de tiempo, la galería sigue abierta. Fui saliendo a la luz lentamente.
miércoles, 16 de abril de 2014
Imaginario, 2.
Desde la cama contemplo la bombilla que a veces hace guiños. En la habitación hay también una mesilla, una butaca pequeña y baja y una cómoda de perfiles redondeados. Sobre ésta, el calzador del padre. Entra un ladrón y se pone a tirar de los cajones. Hurga atropelladamente en su contenido. Me tapo con las sábanas y escucho mis propios latidos con una tensión enervante. El ladrón se asusta también y huye precipitadamente. No se ha llevado siquiera el calzador.
martes, 15 de abril de 2014
Imaginario
He visto asomar en un sueño un arma homicida. Su filo no era peligroso por la hoja en sí misma, sino por la descarga de ira de quien la portaba. Nadie advertía la sangre que se estaba derramando. Yo me palpaba una y otra vez el pecho, el costado, la cabeza. Avisaba a cuantos pasaban a mi lado. Iban sangrando pero la incidencia no parecía importunarles. Un orate pasó veloz junto a mí y exclamó: ¡sangre redentora! Con el escalofrío que me produjo aquel grito contuve mi herida.
lunes, 14 de abril de 2014
Tránsito de las palabras (sustancia y sazón)
Desenvainad los días para extraer el fruto, dice una voz. No dejéis que se pudra lo que hay dentro, aquello que alimenta. Pues tras la apariencia que solo engalana se oculta, sabrosa y exuberante, una riqueza mayor. No os conforméis con la ornamentación de esta época y sus circunstancias, más bien buscad su fecundidad. Aquella puede distraer vuestra intención de probar la sustancia, sin que oséis jamás catarla. Lo fecundo: ese tránsito lento y arraigado en las entrañas del conocimiento. Esa ofrenda que os pone a prueba pero que también os deja despejado el camino del encuentro. El fruto está ahí. Es savia y es sabio. Su punto de sazón solamente responderá al instante en que aceptéis vuestra propia madurez, hermanos. Pero, cuidado, no esperéis mucho tiempo más. No vaya a pasar que cuando desgajéis la cáscara os encontréis vacío el espacio de vuestras esperanzas.
viernes, 11 de abril de 2014
Transcurso de las palabras (al encuentro del universo)
...dispersión, choque, compacidad, absorción, gravitación, flotamiento, características que no las hace a ellas, a las palabras, diferentes a otras manifestaciones de los universos, y tal como hacen estos también se encuentran y desalojan, y no sé de qué manera instintiva aprendí a escucharlas incluso antes de ser sonidos articulados, no sé cómo advertí sus mensajes, acaso cuando mi mano tocaba otro cuerpo o era tocada por otras manos, o se deslizaba por mi propia piel, en ese largo y siempre atrayente recorrido por descubrir lo insustituible, el propio cuerpo, y desde entonces me parece que las palabras conservan en su esencia lo táctil, y donde hallo piedra me encuentro también palabras, y sus énfasis correspondientes, y si estoy solo en medio de unas ruinas reconstruyo con las palabras que me llegan la vida de lo que fue el lugar antes que ruinas, y si caigo en el desierto las palabras se escabullen como los alacranes para utilizar el lenguaje más recóndito, y si es el oleaje del océano el que me acuna cuando me siento a su merced en el camarote salgo a cubierta y me dejo cubrir por la espuma, que susurra con un peligro semejante al de cualquier otra caricia, y al saberme parte de todo esos universos que no solo me rodean sino que penetran en el mío, es justo cuando me siento musgo o pecio o partícula o fósil o bocanada, y el diálogo es fecundo y bien con reproche o con ternura o con corrección o con alegría las palabras adquieren la tonalidad de mi sangre, sea apacible o brutal su empeño por seguir circulando dentro de mí.
(Dibujo de Inés González)
jueves, 10 de abril de 2014
Transcurso de las palabras (lapidarias)
...son como minerales, ellas, las palabras, lapidarias porque son arrojadas, porque los hombres se las echan unos contra otros, y nadie se libra de ser unas veces el que las arroja ni nadie se va incólume sin haber recibido la pedrada, y eso ya lo percibimos algunos cuando éramos niños, por una parte a través de los refranes, los pétreos, los duros, los que más que advertir sentenciaban, eran tiempos aquellos de refranero, sabio no obstante su uso, que yo llegué a odiar y que ahora valoro de otro modo, aunque no soy usuario frecuente del mismo, porque mi mirada ha aprendido, porque los acontecimientos hay que analizarlos y no sentenciarlos a priori, ni condicionarlos por nuestra propia incapacidad para captarlos, que no lograremos hacerles variar por eso, lo que es siempre es, por lo que sea, aunque tengamos en mente la riqueza empírica de los refranes, y por otro lado a través del reproche, ese contenido infame que con refrán o sin refrán trataba de abrir una brecha sangrienta en la conciencia de un niño y que, por lo que voy viendo, no ha cesado del todo, ayer escuché aún una frase estereotipada que no se lleva mucho, que no sale hasta que la situación o la pobreza mental de un individuo no lo requiere, o a veces la mera observación, seas o no un deplorable ser que no quiere reconducir el pensamiento hacia el entendimiento, aún escuché la gente quiere mano de hierro y por primera vez no dije que no, por primera vez tampoco callé, por primera vez me pareció que debía ocultar mi horror y dije, sí, algunos la quieren, aunque les lleve al infierno...hay detalles cada vez más frecuentes en que esa negra mano de hierro se revela, y como si se quisiera aceptar, qué tendrá esa actitud, las palabras como mineral, y uno modestamente desea que no sean manos de hierro, aunque hoy ya son tiempos de nuevas materias, palabras radiactividad, láser, palabras fibras ópticas, etcétera, y que tampoco se privan de su malvada y oscura propuesta contra los individuos.
(Fotografía de Eikoh Hosoe)
miércoles, 9 de abril de 2014
Transcurso de las palabras (la gatera)
...nuestra arraigada costumbre, no sé si manía, de encontrar palabras hasta en sonidos que no son palabras propiamente dicho, a eso lo llamamos onomatopeyas, aullidos o ladridos, rumor del viento, ruido de una máquina, el traqueteo de un tren, el despegue de un avión, el chapoteo, son onomatopeyas, otras maneras de enunciar palabras, y hasta el vocablo onomatopeya suena lindo, estructurado y a la vez oriental, rimbombante y académico, y entonces me digo ¿cómo representar el paso de las páginas de un periódico o de una pantalla táctil?, ese paso que apenas nos permite fijarnos en una noticia, menos reclamar una atención, aún menos reflexionar un instante, no te digo analizar en alguna medida una argumentación, carezco de onomatopeyas precisas para muchos gestos de desinterés, de desconfianza o de duda, y mira, caigo ahora en que debería inventármelas, y mientras me vienen o no me vienen visualizo posibilidades con los ojos interiores hasta caer en que si merecerá la pena, como uno se resiste a la desconfianza absoluta, uno no cree ni no cree respecto a lo que lee en un diario o en libro o en la letra pequeña de un seguro, visualizo, carezco de onomatopeyas para mantener un diálogo con situaciones o prácticas difícilmente nombrables, pero dejo una gatera en la puerta de mi casa cuerpo, de mi casa mente, de mi casa anhelo o de mi casa expectación, para que entren y salgan los seres fantásticos que aún me den sentido o que lo representen para que yo me lo crea y, si es posible, me divierta, pues para entristecerme no quiero ni busco onomatopeyas (que podría)
lunes, 7 de abril de 2014
Anja Niedringhaus y su última foto
Nadie sabe cuándo va a hacer su última foto. Ni cuándo su última comida, su último viaje, su último encuentro amoroso, su última lectura o su última sonrisa. Anja Niedringhaus no lo sabía, aunque había jugado muchas veces con la posibilidad de que fuera la última fotografía, el último desplazamiento, la última guerra. Pero para esta fotoperiodista de Associated Press ha sido la última mirada a este mundo, desgraciadamente. Ya había estado en riesgo otras veces. Suele pasar. Hay corresponsales que no se resignan a que la información dirigida se la pasen los servicios de información del gobierno de turno -entonces, ¿qué son? ¿periodistas o mercenarios?- y quieren ver, constatar y reflejar lo que hay. Están allí, vuelven allí, donde habitan los indígenas. El rosario de sacrificados del periodismo auténtico de guerra -o zonas de conflicto, estúpido eufemismo de nuestros días- es largo, continuo, incesante. El periodista auténtico es un combatiente más para tirios y troyanos. Un combatiente de la aproximación a la verdad, si la hay, del testimonio y, por qué no, de la curiosidad personal. ¿Un aventurero mejor o peor pagado? Puede ser también. ¿Un temerario? En muchos casos sin duda alguna. No sé si el gobierno alemán o la agencia AP estarán más interesados en clarificar la muerte de Anja que lo estuvo el gobierno español cuando asesinaron los norteamericanos al periodista Couso en Irak. Supongo que lo tienen más fácil para lavarse las manos: ha sido una víctima del terrorismo talibán, pueden decir. Y en el caso del español José Couso, ¿qué terrorismo despiadado nunca considerado terrorista lo abatió innecesariamente?
domingo, 6 de abril de 2014
Transcurso de las palabras (su pérdida)
...las palabras se pierden, ¿por qué sufrir por ello?, tantas veces se pierden, unas se pierden y vuelven otras, o no vuelven y queda cierta melancolía, o se impone el silencio, que es la forma más secreta que poseen las palabras, ¿acaso no se pierde cuanto hay detrás de las palabras?, pienso en algo de todo aquello que puede perderse, que seguramente se extravía o se despide cada día que pasa: pequeños objetos, besos, salud, conocimientos, recuerdos, lozanía, cariños, confidencias, paseos, energías, generosidades, inventivas, personas cercanas, personas lejanas, caricias, para qué insistir en una lista, todos esos ámbitos vivos llegan y se van, se fugan y reaparecen otros, y las palabras, como arquitecturas efímeras, porque son pasajeras, por mucho que algunos las consagren en exceso, las palabras no saben quedarse, pienso a veces si no será mejor así, cuando se quedan quieren arraigar y las palabras son peligrosas si no quieren partir, a veces se quedan y hay que matarlas, iros a otras partes, palabras, las chillo, y cuando no quiero o cuando acabo de quererlas se me escapan porque es su propia condición, ay, palabras, os deseo para ser habitadas un tiempo, para ser tomadas un instante, para certificar que sigo respirando, así que si habéis decidido desaparecer tal como habíais configurado una tienda del desierto donde íbamos a estar los tres, vosotras, las siguientes y yo mismo, nada que objetar, sois el eterno retorno.
sábado, 5 de abril de 2014
ACLARACIÓN SOBRE DOS ENTRADAS
Aclaración a todos los que pasáis por aquí y en especial a los que habéis comentado. Al hacer el paso de un sistema operativo obsoleto a otro diferente se me han alterado sustancialmente dos entradas. Las tituladas TRANSCURSO DE LAS PALABRAS (TERNURA) y TRANSCURSO DE LAS PALABRAS (INDIGNANTE, INDIGNA) Por lo cual he decidido dejarlas como inexistentes.
Ruego vuestra comprensión y disculpa. El primer molesto soy yo.
jueves, 3 de abril de 2014
Transcurso de las palabras (al otro lado)
...no porque las palabras transiten por el sueño son más calladas, más bien dan rienda suelta a su manifestación de griterío o bien se adaptan a las circunstancias de una conversación normal o si tienen que comportarse pausadas lo hacen, pues se propagan con la misma intensidad que en el exterior del sueño, y nunca sabemos al despertar si se han impuesto las imágenes o lo han hecho las palabras, sabiendo que éstas unas veces no son sino imágenes complementarias de aquellas y otras veces imágenes tan visuales que pueden recrear los paisajes que el hombre recorre, desplazando la visión ordinaria, pero en las más de las ocasiones se tiene la sensación de que las palabras paseantes del sueño y las imágenes corretonas del sueño alcanzan una fusión especial, donde la imaginación pugna por dominar, sin control de palabras y visiones, desbocadas por escapar a la tiranía de la conciencia de los que sueñan, reinventando los guiones de nuestro vivir.
(Fotografía de Martine Franck)
miércoles, 2 de abril de 2014
Transcurso de las palabras (viscerales y calladas)
...no emitir palabra, no poder hacerla pública, no significa que no se haya construido dentro de la mente, y en el interior de cada individuo y en cada circunstancia más adversa la palabra conserva su calor, se soterra, se aferra a las células más protegidas, y aunque pugna por galopar se debate entre el razonamiento prudente que la sujeta y el clamor visceral que el odio procura, y solo la conciencia de un riesgo superior tira hacia las profundidades y la aletarga, sumiéndola en el espanto, porque lo primero es salvar la piel, o intentarlo.
(...en su abyección, los victoriosos, donde no pudieron hacer correr la sangre de sus hermanos, porque no les pareciera que aquellos otros menos comprometidos fueran acreedores del mayor castigo, pero sí que estaban muy próximos a haber merecido su derramamiento, o porque apenas había motivo, o porque una simple simpatía o familiaridad no justificara el acto más cruel, o porque se trataba de aplicar castigos ejemplares porque sí, decidieron adoptar también medidas simbólicas, y una de ellas rapar a las mujeres, pues humillar a las mujeres siempre ha sido más fácil para los energúmenos y cobardes, y que asumieran así ellas un gesto de la ignominia en su propia carne, y que tal aplicación figurase para el resto de sus días como un baldón para ellas mismas, mas los victoriosos especializados en el oprobio, cegados por la violencia y por el triunfo de la ignorancia una vez más, no podían comprender que en realidad las ensalzaban, reconocían su dignidad, si bien de poco les sirviera en aquel momento a las mujeres aterrorizadas, pero todo no acababa ahí, y no conviene fiarse de la supuesta benevolencia que puede parecer este acto menor, pues para muchas de aquellas mujeres afeitadas no fue sino el principio de la discriminación, un paso que dio paso a otras barbaridades y penurias, incluso sin seguridad de que no podrían recibir el golpe de la muerte en cualquier momento, y al contemplar la imagen de sumisión forzosa, al advertir el afeitado que parecía desposeerlas de derechos e identidades, las mujeres solo se rendían en su fuero más profundo al silencio y a la cautela, y privadas como estaban de decir siquiera esta boca es mía, porque la boca y las manos y el cuerpo y el destino pertenecían ya a los vencedores, les quedaba el flujo más recóndito de su pensamiento, que se manifestaba con palabras que pesaban pero que no podían emitirse, y si uno se fija en la fotografía de las cuatro mujeres de la entrada anterior, los ojos hablaban por ellas, los ojos caídos en el pozo de la injusticia atroz que se cometía con ellas, el hundimiento de unas miradas sin esperanza y la carencia de rictus alguno ya no de sonrisa sino de levedad o relajación en sus labios, y la fuerza que se consolidaba en las manos que se sujetaban una a otra para no perder el sentido del contacto consigo mismas, aunque el vencedor solo viera el gesto del sometimiento y de la resignación...)
(Paréntesis bis. Curiosamente viene hoy en El País esta información que tiene que ver con la oscura victoria y los victoriosos:
http://politica.elpais.com/politica/2014/04/01/actualidad/1396380702_183531.html, por si quedaban dudas de las barbaries, con testimonio de alguien no sospechoso de veleidades rojas)
http://politica.elpais.com/politica/2014/04/01/actualidad/1396380702_183531.html, por si quedaban dudas de las barbaries, con testimonio de alguien no sospechoso de veleidades rojas)
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