Desenvainad los días para extraer el fruto, dice una voz. No dejéis que se pudra lo que hay dentro, aquello que alimenta. Pues tras la apariencia que solo engalana se oculta, sabrosa y exuberante, una riqueza mayor. No os conforméis con la ornamentación de esta época y sus circunstancias, más bien buscad su fecundidad. Aquella puede distraer vuestra intención de probar la sustancia, sin que oséis jamás catarla. Lo fecundo: ese tránsito lento y arraigado en las entrañas del conocimiento. Esa ofrenda que os pone a prueba pero que también os deja despejado el camino del encuentro. El fruto está ahí. Es savia y es sabio. Su punto de sazón solamente responderá al instante en que aceptéis vuestra propia madurez, hermanos. Pero, cuidado, no esperéis mucho tiempo más. No vaya a pasar que cuando desgajéis la cáscara os encontréis vacío el espacio de vuestras esperanzas.
Haz feliz al perro; no cuesta nada.
Hace 8 minutos
Hay gran tema en la impaciencia que se enrosca con la prudencia. Abrir el fruto para dejar ver la semilla, siendo que su carne está ya madura y aporta sabor y nutriente y la evidencia de que ha merecido la pena morderla. No adelantarse y escupir la materia agria e inmadura; no arriesgarse a encontrar el sepulcro vacío...
ResponderEliminarSalud
Como lo dejemos mucho no se va a poder cultivar la planta, Luis. Pero claro, se ve que no todos ven la necesidad de recabar un alimento que además de nutrirnos nos haga copartícipes. Y todas las ideas degeneran, ya se sabe. Este país tiene la propiedad de que las ideas razonables se instalan cuando van quedando superadas por los hechos, con lo cual lo que parece nuevo ya es viejo. Partiendo de que hoy se le llama cultura a cualquier cosa...
EliminarEs un lujo leerte.
ResponderEliminar=)
Es un lujo que perseveres por estos campos, Neo. Gracias.
EliminarLujazo, hermano
ResponderEliminarLamento el aire bíblico, pero es que el estilo bíblico -o mejor dicho, la influencia de los estilos de traducción acordes a los tiempos pasados- tiene en sí mismo un truco que me fascina, vamos, cuestión de las palabras que no de la fe, hermano.
EliminarHe estado hablando con FC, una persona que suele estar por aquí; hemos hablado de tu bloc, y desde luego, es magnífico.
ResponderEliminarSalut
Pensé que lo conocías, Miquel, gracias por el ánimo que transmites a este anciano de los blogs (ya voy siéndolo en este plano, jej)
EliminarDe eso se trata, de saber cuando es el momento exacto de la madurez para saborear el fruto en toda su sazón. Ni antes, que aún estaría verde y podría hacernos daño, ni después que ya estaría pasado e incomible. El problema está en saber cuando este pueblo va a madurar de una jodida vez.
ResponderEliminarExcelente corto.
Vaya, me alegra escuchar esto. Porque vengo diciéndomelo a mí mismo desde hace décadas. Sospecho que el día que sea aceptado el cambio necesario llegará edulcorado, trastocado y con sabor a producto de industria alimentaria. Y a mí me siguen gustando los tomates de temporada y con abono natural, oye. Gracias por comentar.
EliminarPara amenes estamos en este pueblo,jaj.
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