"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





martes, 31 de mayo de 2016

Aquellos estos árboles, 12




"Vivimos muy a gusto, cada cual en su absurdo, como peces en el agua y no nos percatamos nunca más que por accidente, de toda la estupidez que contiene la existencia de una persona razonable. No pensamos jamás que lo que pensamos nos oculta lo que somos".

Paul Valéry, Monsieur Teste.



Peces en el agua de una pecera, sin duda. Cierto que la vida de algunos individuos parece desarrollarse en vías fluviales amplias y algunos hasta creen que navegan por océanos. Pero solamente es proyección de sus deseos insatisfechos que tratan de domeñar exhibiendo realidades ficticias. Que la pecera sea más grande no significa que surquemos mares. No es que reste importancia a los pensamientos, cada cual está muy en su derecho de cavilar y establecer conclusiones. Ojala lo practique. Pero puestos a ello valoro los flashes de asombro de una persona antes que las afirmaciones siempre relativas de los discursos extensos mientras me aparto por sistema de los precipitados. Entre estos últimos son muy conocidos los que pronuncian cuantos pretenden descubrirnos nuevos mundos sobre el viejo, sean profetas que no denuncian, clérigos que no creen, publicistas que agobian,  o políticos que no hacen política. No es que apruebe cualquier modalidad de filósofos, pero sus vastas y confusas trayectorias me abruman. No doy la talla para esa clase de pensamiento ordenado en cuyo desarrollo no sabe uno si se acerca o se aleja del conocimiento. Huyo de quien me da como axioma comprobado y establecido lo que mañana puede quedar desvalorado por nuevas indagaciones y certeros descubrimientos. Descubrir es una dinámica, nunca un lugar y menos una idea, no digo ya una creencia. Y me pregunto, no obstante, que cuando alguien ofrece un cuerpo de interpretaciones que parece coherente y no exento de poderosos razonamientos si nos está hablando del hombre. Porque las realizaciones del hombre suelen ensalzarse o sobredimensionarse, mientras el individuo concreto queda a merced del vidrio de su propia pecera. Salvo que el hombre quede reducido a eso mismo, a lo que ha hecho tribalmente, a lo que se denomina Historia, a la construcción de formaciones sociales y sistemas productivos. Pero el hombre singular y único no existe. ¿Hablamos del mismo ser humano cuando citamos al del Paleolítico o al de nuestros días? Ahora mismo, en nuestro mundo, ¿hay un solo ser humano cuando los sistemas de vida son tan distantes? En fin, lo nuestro debe ser vivir como peces a gusto, mientras dure, se me dirá. Ese afinamiento temporal y limitado que nos haga creer que controlamos la situación, cuando en realidad apenas trazamos círculos nerviosos y repetitivos al colear. Mientras alguien no rompa la pecera...




(Fotografía de Hebert List)


  

viernes, 27 de mayo de 2016

Soy un significante en cuestión




Nos están acostumbrado a tantas necedades que acabaremos todos necios. Si escuchamos. A cada frasecita imbécil (no por decirla un listillo con cierto ingenio deja de ser imbécil)  propongo reírnos un buen rato y continuar como si nada. Coraza contra la falacia de las palabras. Ya sabemos que no existen los trabajadores, menos la clase obrera, tampoco la izquierda ni la derecha, por lo visto ya ni el Estado, los bienes públicos son tragados por la privatización y se nos sigue contando que son de todos,  todo ciudadano es un emprendedor, qué decir sobre la Política...¿eso qué es?, y cualquier día nos descubren que el pensamiento ya no es tal y que el individuo se diluye y se llama la diezmillonésima parte de gente. Por ejemplo. No me pregunten de ahora en adelante si creo o no en Dios, primero porque me pareció siempre una pregunta tramposa y para mí ya hace décadas que sobra. Segundo porque la gente da respuestas falsas. Ahora el tacticista de turno va y me dice que podemos responder que Dios es un significante en disputa. Con lo fácil que era responder que Dios era Amor, no te digo el Creador, no te cuento que nuestro Padre. Al menos los secuaces tradicionales de la religión ofrecían nombres mitológicos o con toque jungiano de fácil asimilación y que proporcionaban una cómoda dependencia, aunque no hubiera nada que entender. Porque lo inexistente no se entiende, aunque sí la propiedad de nombrarlo. Debe ser el problema de los significantes. Pues bien, visto lo visto no me llamen ni por mi nombre ni por mi heterónimo ni por mi condición humana ni social ni por el blog. Digan simplemente el tipo ese de la meseta significante en cuestión. Me hace sentir robot pero me libera de tantas responsabilidades. Como lo de Dios para muchos. Como lo de la Política para los necios. Pero aquí todo sigue igual.

Por supuesto, yo aquí no expreso ideas ni opinión ni tengo criterio alguno. Solamente soy una brizna de hierba que se deja agitar por el aire. O una mosca cojonera que salta, sin motivos naturalmente.


Para el que no esté al loro, y sin mayor animadversión:

http://ccaa.elpais.com/ccaa/2016/05/26/catalunya/1464295280_216489.html



miércoles, 25 de mayo de 2016

Aquellos estos árboles, 11





"Déjame huir y volver a tu tiempo.
Veámonos de nuevo donde siempre".


Aunque el poema de Gabriel Ferrater iba dirigido a una mujer  -se trata de un poema confesión- estos versos me parecen parte de un diálogo del Yo. Del dual Yo en el que nos agitamos. Esas paradas abstraídas del día que solemos tener, un reencuentro con alguien del pasado al que creímos extraviado para siempre, unas fotografías que no cesamos de contemplar  -de hablar con ellas-  o simplemente una disfunción corporal que dice estos son tus límites, propician la invocación. En este caso invocar supone también evocar. Un ejercicio a través del cual se intenta reconocer algo que quedó atrás con la intención de recuperar en su simple fugacidad mental. En la presunción de huir del presente se nos antoja una deleitosa práctica, algo que compensa la vorágine y el desajuste de nuestro seguir siendo cotidiano. No importa si el recuerdo zarandea vivencias gratas o desdichadas, pues todas nos condujeron a una mayor comprensión de nosotros mismos. Cierto que en lo agradable nos cebamos, porque nos hace querernos, y lo malogrado lo desechamos, simplemente porque nos hace sentir ridículos. Pero es curioso que tanto cuanto cundió como cuanto se frustró convergen en la carencia. Somos herederos de la posesión y también del despojo. Ese veámonos de nuevo donde siempre es, a ciertas edades, más humilde, y yo lo traduciría en un sencillo veámonos de nuevo: tu yo y tu otro yo, tu cuerpo aún respetado por la edad y tu cuerpo ya maltrecho en alguna de sus facetas. Por cierto, el poema de Ferrater se titula Tiempo atrás. Y aunque la expresión suene a hace décadas y tenga su valor preciso, ¿no es también tiempo atrás la tarde o  la noche anterior en que se agotó algo más de nosotros? 




(Fotografía de René Groebli)


lunes, 23 de mayo de 2016

Dios es Dinero. Dinero es Dios





Leo en un periódico del domingo que mi ciudad deja de ingresar 1,5 millones por el IBI (que no paga) de la Iglesia. Leo que en la capital hay 417 edificios católicos y cuatro de otras religiones exentos del pago del Impuesto de Bienes Inmuebles

Retroalimentación: Dios es Dinero, Dinero es Dios.




(Obviamente, uno de los Caprichos de Goya)


sábado, 21 de mayo de 2016

Aquellos estos árboles, 10




Conviene amar el bien y odiar el mal,
pues mal y bien son siempre lo que son,
invariables, pero hay cosas sin duda
indiferentes e irreconocibles,
que no se odian ni se aman, que se aprueban
según nuestro capricho una tras otra.


John Donne, Bienes comunes




Últimamente, cuanto acontece en este mundo de apariencias y simulaciones es francamente aburrido. Ni lo que cuentan las amistades ni lo que aparece en los medios de comunicación tiene sustancia alguna. Cuanto proviene de autoridades me suena a vaciamiento, no solo a vacío, y me embarga una sensación agobiante, insoportable. Aquellos que ingenua o interesadamente pretenden tomar el relevo a los otros para constituirse en una delegación al uso de las anteriores no me ilusionan y me producen desasosiego. Estoy perdiendo interés por las conversaciones y apenas leo los periódicos. Si por lo menos en nuestro ambiente se hablara con humor de infracciones, transgresiones, incomprensiones, incorrecciones (y disculpen tantos iones sueltos), errores varios e incumplimientos abundantes que revistieran cierta originalidad para sacarme de la apatía...Pero ni por esas. El que ha cometido un delito, calla. Quien se trae una doble vida, se pone en guardia. Quien no sabe no se propone, no solo averiguar, sino ni siquiera indagar. El que ha publicado algo muestra una falsa modestia y, a la espera de que me interese por su obra, afila un discurso sobre el que no muestro atención. El que tiene cierta opinión sobre la cosa pública, recela. Quien presume de asistir a actos, conferencias y conciertos lo suelta con tal presunción que no me invita a preguntarle nada. Sé de gente a la que sus deslices les ha vuelto más sinceros, pero temen por su seguridad y no sueltan prenda. Hago, por lo tanto, cosas raras para romper el tedio. A veces paro a transeúntes que no conozco y a través de una pregunta tonta, dónde se halla tal lugar por ejemplo, pretendo establecer un contacto que me aporte algo diferente. Hasta ahora no ha cundido, pero no descarto la posibilidad de que cualquier día me depare la sorpresa de encontrarme con un alma casi gemela que practique análogo señuelo. También frecuento la conversación callejera con gente de mucha más edad que la mía, que acaso he conocido de toda la vida pero a la que no me había dirigido hasta ahora, con la esperanza de que su experiencia me entretenga. Y si me ilumina, mucho mejor. Pero suelen ser malos comunicadores o no veo que extraigan lecciones interesantes de su recorrido vital; no logro que me enganchen. Celia, la aprendiza que atiende en la taberna de mi calle, hace lo posible por sacarme de mi desencanto contando anécdotas de su pueblo, pero nunca he tenido mucha empatía con la vida rural.  Y, además, en esa tesitura siempre estoy más pendiente del espíritu frutal del vino. O de la nuca de la chica. Si algo me gusta es que al menos mi senda desinformativa está siendo natural, y eso relaja.




(Fotografía de René Groebli)



jueves, 19 de mayo de 2016

Aquellos estos árboles, 9





"¿qué hora será dentro de mi cuerpo?
qué mineral rojo brotaría si golpeara una vena...no lo sé...
no lo sé..."


Escalofrían un poco los versos de Al Berto. Pero si leemos a los poetas es porque, siquiera en alguna medida, y algunos pensarán que en mucha, hablan de lo que todos sentimos alguna vez. Un poeta también es un hombre común y reconduce el lenguaje para justificarse a sí mismo. Se conmueve y a veces se extasía en su propia contemplación y, como todas las imágenes especulares, puede ver de sí lo imaginario aunque no siempre sea auténtico. Pero la autenticidad no es territorio de la conciencia, más bien de esos otros ámbitos que nos rigen sin darnos cuenta. Y ahí, el poeta, si escucha, nos traslada a mundos fértiles con un lenguaje que se elabora sobre la marcha. Uno gusta de saborear la belleza de la palabra exacta y bien aplicada, pero también se deja seducir por los fuegos artificiales que se pueden montar con ella. La cuestión es distinguir. Es por ello por lo que conviene dejamos influir solo lo justo por las palabras ajenas y no  utilizarlas como sacramento. Así como dudar de aquellas que brotan por reflejo dentro de nosotros. Si el cuerpo te pide, dale. Corre el riesgo y asume lo que te aporte el paso. El tiempo personal está ahíto de avances y retrocesos. Pero ¿por qué nos gusta utilizar otros discursos instintivos como excusa de nuestras decisiones? La indecisión y el miedo, se puede pensar. O acaso porque no somos tan únicos como nos apetece creer. La aproximación que nos proponga un poeta a sus averiguaciones también requiere la distancia. Nuestra reducción de manera unívoca, unidimensional, nunca nos explica. Alerta pues a las horas, más que a la verbosidad, por mucho que nos tiente su exuberancia. Son las horas las que nos dirán qué mineral o qué éter fluirán de nosotros cuando su transcurso nos siga golpeando.



(Composición fotográfica de Duane Michals)


miércoles, 18 de mayo de 2016

La España que fue




Fotografías recientes de los trabajos en una fosa común del viejo Cementerio del Carmen de Valladolid, donde la iniciativa de voluntarios particulares ha descubierto ya restos de cuarenta y un represaliados republicanos de 1936/1939. La excavación se ha suspendido de momento debido a la envergadura que puede tener la fosa, y a la espera de un compromiso claro de las autoridades municipales para excavar éste y otros enterramientos anónimos que pueden permanecer bajo los caminos que se cruzan en el cementerio. 

España, de la que siempre se ha dicho que había sido en la Historia una encrucijada de culturas, es también un territorio de encrucijadas para los muertos. Con el agravante de que de modo alevoso  e ingrato permanecen miles de ellos de hace escasamente ochenta años ocultos por la tierra y, lo que es peor, por la ignominia y el olvido humanos. Sin reparación alguna.








(Las dos primeras fotografías son de http://ultimocero.com/ )



lunes, 16 de mayo de 2016

La España que es (versión quijotesca)




"- En estas estamos, mi fiel Sancho, que nos hemos plantado hasta las mismas puertas del reino  donde gobierna el feroz Vulcano. 

- No lo crea ansí, señor mío, que apenas se trata de unos hilillos de brasas que una cuerda de presos que iba para galeras dejó, camino de su infausto destino.

- Pues yo te digo que el fuego lo ocupa todo y el cielo ha quedado nublado y Dios sabe qué habrán sido de las nubes que otrora contemplábamos en nuestros ratos de solazado descanso.

- Ya verá usted, mi amo, cómo pronto llegarán los vecinos de este lugar pertrechados para apagar estos rastrojos.

- No son rastrojos, Sancho ignorante, no seas terco ni me tomes por orate, que bien veo que este fuego acecha por todas partes y no parece cosa baladí. A buen seguro que a alguien poderoso de estos territorios no le importa quedarse sin tierra con tal de que tampoco otros puedan disponer de ella.  

- No vea usted lo que no es, pues ¿qué interés podría tener nadie en quedarse sin tierra bajos sus pies ni cosechas de las que alimentarse?

- No entiendes nada, parece que tu simpleza hiciera causa común con los injustos dominadores de este mundo. Bien puede ser que aquellos que gobiernan y recaudan y dictan normas y leyes para los demás no sepan estar a la altura de las circunstancias y permitan las mayores atrocidades con los bienes y vidas del prójimo. Alejémonos antes de que las llamas nos cerquen y la indignación nos vuelva más impotentes, pues nada parece curarse en el reino del Merlín de pacotilla que nos toca vivir".

   


domingo, 15 de mayo de 2016

Fue hermoso mientras duró




Hoy las diversas televisiones españolas han tratado como efemérides los acontecimientos de mayo de 2011. Sospechosa cosa cuando se recuerda vagamente un hecho pasado por parte del aparato mediático que es, ya se sabe, uno de esos poderes instalados y vinculados con el resto de poderes. Todo recuerdo tibio y anecdótico suena a cierta forma de sacralización formal que va a parar al cajón de los recuerdos. Destinado, por lo tanto, a descafeinar lo acontecido y privarlo de significados y de negación de su dinámica propia.

Pero aquello ya quedó desactivado hace tiempo y pocos han mostrado posteriormente otro interés en mantenerlo activo. Además, ya ha sido capitalizado o, mejor dicho, rentabilizado por cierta gente que fundó un nuevo partido político de orden cuya ubicación ideológica y política sigue siendo un misterio. Y que no han tenido mayor interés en colaborar con el vigor de la protesta colectiva y de los movimientos sociales en general, salvo para las fotos pertinentes a las que se apunta todo el mundo cuando va a haber elecciones. Ya he vivido a lo largo de mi vida otras maniobras de vaciamiento de las organizaciones cívicas y vecinales y no me coge de sorpresa, pero me indigna.

Fue hermosa la imaginación derrochada mientras duró, en aquel mayo de hace cinco años. A veces uno piensa que los grandes momentos críticos y constructivos de la historia del país son los de la pasión pacífica y sincera que empuja a los individuos unos a otros como en una canción. Como si en sí contuvieran elementos metapolíticos que acercan a los seres humanos y les dota de una faz risueña. Pero ya se sabe que las esperanzas siempre acaban o diluyéndose o siendo traicionadas por la ambición de líderes antiguos o por los mesías emergentes.



(Imagen de uno de los ámbitos de discusión sobre temáticas varias en la Plaza de Cataluña en mayo de 2011)


sábado, 14 de mayo de 2016

La España que no pudo ser




Entre las arcadas de los soportales de la armónica Plaza Mayor de Salamanca hay una serie de medallones sobre personajes históricos. Reyes, descubridores, conquistadores, señores feudales, personajes épicos, teólogos, escritores, místicos, juristas, arquitectos, guerrilleros, dramaturgos, representaciones simbólicas. Tipos pintorescos todos ellos, gocen del recuerdo de cualquiera que fuera en su tiempo su condición, que supongo más o menos vinculados a la Salamanca histórica. Entre las imágenes simbólicas lucen en esa galería de la memoria, no sé si muy justa o tan solo convencional, las alegorías de dos fases de la Historia de España que no pudieron ser. Es decir, mantenerse, perdurar. Hay tanto en esta España social y políticamente sísmica a la que no dejan ciertas fuerzas tectónicas de la sociedad y de los poderes fácticos estabilizarse... A la vera de dichos medallones, en un día de nubes alternas, me tomé un café que me supo a gloria. 







viernes, 13 de mayo de 2016

La España profunda




Desde que esta tarde me he topado con tal inscripción en los muros de una casa de Salamanca no dejo de dar vueltas a su significado. La aplicación del término ministras me ha dejado francamente perplejo. Hoy no se lleva en labores de cercanía y parece reservado para aquellos personajes dudosamente útiles que forman parte del equipo de un Gobierno estatal.

(Nada que objetar a la extraordinaria caligrafía de la tradición universitaria salmantina, por sí misma un deleite total)


DRAE:



ministrar
 
Del lat. ministrāre.
1. tr. p. us. Servir o ejercer un oficioempleo o ministerioU. t. c. intr.
2. tr. p. us. Darsuministrar a alguien algoMinistrar dineroespecies.
3. tr. desus. administrar.



miércoles, 11 de mayo de 2016

Los odios, el arte y la poesía para Manuel Sierra





El 17º Festival Internacional de Teatro y Artes de Calle (TAC) de Valladolid, que se va a celebrar durante la última semana de mayo, va a homenajear al pintor Manuel Sierra. En una entrevista publicada en el periódico guía oficial El comediante le preguntan y responde:

"–¿Qué es lo que más odias de la sociedad en que vivimos? 

 –Odio la sumisión y el masoquismo, odio la aceptación de la culpa y el castigo impuesto a la población y a los individuos por el sistema y odio las fronteras. Odio esa encubierta o descarada privatización de bienes, espacios y servicios públicos conquistados por todos y usados por empresas y personas privadas, para su lucro. Odio el saqueo, el robo generalizado e impune ejercido a manos llenas por los poderosos y corruptos (que son lo mismo) de siempre ayudados por una banda de pelamanillas corrompidos. Tampoco soporto que la sociedad más y supuestamente mejor informada (risas) sea la sociedad más incomunicada y onanista… Una sociedad que premia el egoísmo y la violencia gratuitas".

Y más adelante: 

"–¿Por qué el arte es la poesía cargada de futuro? ¿Qué aporta para el ciudadano en su crecimiento personal y colectivo?

–Porque la poesía es la materia prima de cualquier arte, porque el gozo es una experiencia poética, porque la ira y el desasosiego también lo son. Creo que entre arte y poesía hay una relación íntima y no sé si están cargadas de futuro, pero cargadas sí lo están; eso del futuro no me lo creo. Lo que sí creo es que nacimos para ser libres y felices y que la experiencia «artística» es liberadora para los autores. Supongo y sobre todo espero que la poesía y el arte sean también para los demás un estadio para el pensamiento y para la emoción. También espero, deseo y trabajo para que el arte y la poesía nos hagan más críticos, menos obedientes y más felices".


Pinceladas más claras y contundentes que todas sus alegorías plásticas, que son legión. Nada que añadir por mi parte.


http://sierrapintor.com/


domingo, 8 de mayo de 2016

Aquellos estos árboles, 8





"Al final, la mejor manera de viajar es sentir".


¿Cómo hacer ver la claridad de este pensamiento  de Pessoa, no, no, de Álvaro de Campos, que yo mismo abrazo sin dudar, a cuantos se mueven en la periferia de la vida? En un cuerpo cabe mucho, y sin embargo se le suele llenar de bagatelas cuando no de residuos. Se produce un vivir tangencial donde los quehaceres, las relaciones o las búsquedas se acumulan de modo indigesto. Nos acercamos y a la vez nos retiramos, unas veces parapetados en nuestros complejos, otras temerosos de no saber llegar, otras sin medir el peso específico de cuanto se nos brinda. Esta vida al modo planetario que activa la denominada convivencia humana ¿cuánto nos aporta a nuestra íntima dimensión personal? En tiempos de aburrimiento colectivo, el público se desparrama por espacios circunstanciales y pasajeros, se compensa con la compra febril y amontonada, se hace notar con la verborrea ruidosa y hueca entre unas y otras agrupaciones amigables. ¿Siente, percibe, se fortalece? Acaso, simplemente, se lo cree. ¿Qué hará, entonces, el individuo cuando se sienta más inseguro, más vacío, más insatisfecho? ¿Qué reclamará la masa cuando todos los recursos físicos no le garanticen la estabilidad? ¿Cómo reaccionará -o cómo está ya reaccionando- cuando la vaga idea de la felicidad se le venga abajo? Por eso entiendo al escritor portugués -cuánto eco de Withman en su obra- cuando se descubre a sí mismo:

"Cuanto más sienta, cuanto más sienta como varias personas,
cuantas más personalidades tenga,
cuanto más intensamente, estridentemente las tenga,
cuanto más simultáneamente sienta con todas ellas,
cuanto más unificadamente diverso, dispersamente atento,
esté, sienta, viva, sea,
más poseeré la existencia total del universo".

Entiendo las ganas de Álvaro de Campos, no, no, de Pessoa de expandirse en todas las direcciones que le permiten viajar hacia dentro de él. Pero ¿para qué pretender poseer un universo inabarcable en nuestra condición de pobres diablos? Identificarnos con otras personalidades, ¿para adoptar las pautas superficiales de éstas o para absorber sus cualidades? Y, sin embargo, soñemos. He ahí el viaje.



(Fotografía de Spiridon)



miércoles, 4 de mayo de 2016

Aquellos estos árboles, 7





   "Y a sus manos al juntarse 
acechaban otras manos"


Descubrí aquellos versos anónimos a la par que una parte de la obra del pintor Ángel López-Obrero. En uno de sus dibujos había personajes que parecían manifestarse claramente y otros que apenas quedaban sugeridos. Los dos más nítidos se exponían con vitalidad, mientras que de otros dos, débilmente pergeñados, no se sabía si iban o venían. Es decir, si eran figuras que llegaban para añadirse o que habían estado y ya se despedían. Cabía interpretar el todo como un grupo de amigos que habría existido en un momento dado o bien que estaba a punto de formarse. Yo busqué con avidez las claves en el despliegue de todas las manos que se revelaban o se intuían en aquel cuadro. Las nítidas y las etéreas. Las que se afianzaban con otras manos, las que se aproximaban, las que se rozaban, las que se solicitaban, las que se acomodaban. Y de aquel coloquio de manos no solo aspiraba cierta fragancia de juventud sino que percibía unas texturas que me devolvían la presencia de los seres alejados de mi propia vida. Pensé entonces en cómo aborrezco cada vez más los desencuentros. Principalmente aquellos que no se sabe por qué se producen. Me obstiné en ver el cuadro en un presente indestructible. Un presente que se va y se viene a la vez, que no entiende de otros tiempos, que se queda rehaciéndose sobre sí mismo. Tuve el impulso de mirarme las manos. Me pareció que mudaban vertiginosamente y sentí el calor denso de innumerables tactos.