"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





jueves, 29 de mayo de 2025

Lo mezquino

 







¿Sabes, Xiao, que el viejo Qi nos deja leer los libros de segunda mano que tiene en su chamarilería? Xiao pone gesto de sorpresa. No sabía que además de trastos viejos, arramblados de mala manera, tuviera también libros el viejo oportunista, dice. Pero me sorprende más que os deje tocar y leer las revistas y los libros de los que otros se han desprendido. ¿Desde cuándo se está volviendo comprensivo y generoso? Bueno, no creas, Xiao, nos deja pero nos controla. Nada de pasar las páginas con el dedo untado de saliva, ni de revolver las revistas y mucho menos que rasguemos las hojas. Si ve que alguno rompe las reglas le manda para casa. Todo el mundo sabe, Cao, que Xiangzi ha sido siempre un gruñón y un tipo hosco. Con cuántos vecinos del barrio no acabó mal en el pasado por sus maneras despóticas y poco amables. Pero sobre todo porque de tapadillo era el usurero al que muchos recurrían para aliviar sus deudas. ¿De dónde crees que sacó tantos muebles y utensilios y a veces cédulas de propiedad? ¿De recogerlos en la basura? ¿Regalo obtenido por una bonhomía y colaboración que desconocía? Pues hoy no parece el mismo del que me hablas, Xiao. Ciertamente, que ahora muestre un temple más comprensivo y hasta saque una mansedumbre ignota en él es algo inédito. O está enfermo o los años le han restado aquella altanería y maltrato con que se dirigía a la clientela. O bien ha tenido una revelación que se nos oculta, apostillé riendo. Mira, Cao, la revelación de Qi ha sido siempre hacerse con los bienes del prójimo. Pero el cuerpo habla sobre todo para quien lleva el propio y ve a saber si no se encuentra próximo al fin de sus días. Al fin y al cabo no tiene familia y puede que quiera recibir in extremis nuestra complacencia. De momento, si ha empezado por dejar que invadáis pacíficamente su tienda es buena señal. Pero sospecho que por mucho que haga ahora no va a cambiar la imagen que tenemos todos  de él. Por cierto, Cao, ¿sabes cómo le llaman muchos a Qi?  



*Fotografía de André Kertész.

martes, 27 de mayo de 2025

Lo narcisista

 












El rumor del arroyo en primavera despierta el instinto pero invita a la contemplación. Al borde del tramo de agua plácida juego con unos juncos. Me detengo y el remanso me devuelve con nitidez sorpresiva al personaje lúdico que soy. 

No te inclines demasiado, me dice Xiao. La culpa no la tendrá el río si te caes. Solo me quedo absorto por ver si me veo en el agua de otra manera a como me veis los demás, me defiendo. Xiao sonríe. ¿Crees que el reflejo de nuestro rostro nos aporta la mirada acertada sobre nosotros mismos? La búsqueda de nuestra imagen aparente difumina nuestra propia verdad y no nos hace ver cómo somos. Me rebelo y hago valer mi gesto. Pues yo al mirarme me divierto y no creo que haga daño a nadie por ello. Xiao parece apiadarse de mí. Por supuesto, Cao, si te diviertes al contemplarte es porque te burlas y he ahí una manera de ser auténtico contigo mismo. Pero no sucede lo mismo cuando te presentas ante alguien. Piensa más bien que cualquier postura que ofrezcamos sabiendo que nos observan es algo apostado. La naturalidad no es siempre tal. Muchas veces se trata de algo aparente. Es como una actuación. Solo el instante improvisado que nos coge por sorpresa dice del tipo de persona que somos ralmente, aunque no todo el mundo sepa apreciarlo. ¿Quieres decir, Xiao, que para conocer a otros debo estar más atento a sus reacciones incontroladas? Por ejemplo, Cao. Cuando otros se ponen en guardia, o nosotros mismos, representan un guion de normalidad social que puede reprimir y ocultar su personalidad. Pero eso ya lo irás descubriendo. Incluso lo utilizarás como recurso para defenderte en la maraña de relaciones que es la vida. 

No entiendo muy bien a Xiao pero sus opiniones las ofrece con serenidad y dulzura. Si todo va a ser tan complicado, digo arañando con el junco la corriente, mejor hago las preguntas al río. A medida que agito el agua mi imagen oscila, se desvirtúa. ¿Seré yo también el mismo personaje que se diluye en el arroyo? Pero Xiao se ha alejado persiguiendo como un niño el vuelo de una libélula.



*Fotografía de André Kertész


NOTA

Si tardo en responder o no respondo es debido a problemas del mundo Blogger. Espero que sea pasajero. De cualquier modo vuestras opiniones las considero y me resultan útiles. Vale.


sábado, 24 de mayo de 2025

Lo ubicuo

 










¿Sabes, Cao? Ese hombre de ahí, me dice Xiao señalándome un individuo de mediana edad embebido en la lectura de un libro, posee el don de la ubicuidad. ¿Cómo es eso, Xiao? Yo le veo sentado bajo la higuera todos los días y haciendo lo mismo. Si está ahí no puede estar en otra parte, y apenas se desvía unos metros de su casa. Xiao esboza una media sonrisa. Probablemente se mueva más que tú y yo, que presumimos de paseos y de encontrarnos con conocidos. Probablemente sus viajes sean más enriquecedores que los nuestros, que no pasan de ser recorridos urbanos donde vemos a prácticamente la misma gente todos los días. Probablemente los paisajes y las ciudades se desplieguen ante su mirada con mayor diversidad que las calles que pisamos nosotros. Probablemente los idiomas se le ofrezcan con mayor fluidez que el nuestro, que tanto reducimos. No puede ser, Xiao. No es una divinidad ni benefactora ni maléfica, sino un simple y común vecino de este barrio. Ve a saber, Cao. Puede que también sepa mucho de obrar con bien y de actuar con mal, según se lo pida su criterio. Pero si tú no crees en esas invenciones sobre seres fantásticos, Xiao. Yo no, pero él puede que sí o, acaso mejor dicho, él crea sobre todo en la evolución de su propio pensamiento que sabe distinguir lo que conviene y lo que no conviene. Xiao me genera cada vez más inquietud. Decido romper su misteriosa plática. ¿No podemos nosotros ser también ubicuos como él?, y no quito ojo a la postura inamovible del hombre sumergido en el libro. Supongo que sí, Cao. ¿Le preguntamos cómo lo consigue?, me atrevo a proponer. Xiao me pausa. Mejor no interrumpir su ejercicio. Tal vez no esté ahora aquí ni hablando en nuestra lengua ni se reconozca en quienes pasan junto a él. Creo que la respuesta a tu pregunta nos la ofrece implícita y explícitamente este ausente de la higuera.   


 

*Fotografía de André Kertész

jueves, 22 de mayo de 2025

Lo venenoso

 



Qué rareza, dije al encontrar aquella flor diferente a las otras. Sus pétalos parecen tan frágiles y tan sedosos como los de las bermejas. Ya había alargado la mano para acariciarla cuando el viejo Xiao fue imperativo. Para, Cao. Mira y contempla, pero no la toques. Si entre todas las rojas esta es la excepción puede que guarde algún peligro. Hay hombres que la buscan con avidez y se dirigen a los campos que su albura los cubre como si fuera nieve. ¿Por qué las buscan allí si tienen peligro?, pregunté a Xiao. El hombre sonrió. Hay personas que no solo aman el peligro sino que buscan envenenarse con él y de paso emponzoñar cuanto les rodea, sean personas o circunstancias. Y lo peor es que tienen adicción, pues debes ir sabiendo que el mal no existe por sí mismo, pero la maldad de los hombres crece con la familiaridad con que se desarrollan los cuerpos. Xiao, y eso ¿depende de las flores blancas?, pregunté con ingenuidad. Yo diría que más bien de las almas negras, respondió enigmático el viejo botánico.



*Fotografía de Inés González.

martes, 20 de mayo de 2025

Revelación

 



Los últimos días de mi vida 
unas voces me hablaron: 
vuelves a nacer y ella vendrá a ti. 
Abrirá los surcos y alzará las olas. 
Su viento agitará crines de ébano. 
Ha domesticado la tormenta 
y pondrá en las yemas de tus dedos 
una señal encendida. 

Abandona cuantos sueños de eternidad 
te haya propuesto el destino 
a cambio de su mano tendida.



viernes, 16 de mayo de 2025

Opinar, ¿para qué?

 


 

Max se me presenta sin ímpetu. No es el mismo. No sé si detrás ha tenido un sueño placentero o es que se está volviendo abúlico. Mientras vierte café en una taza yo le escucho expectante. Hay mañanas en que te levantas y piensas: opinar ¿para qué? Observo un rictus de rendición en el rostro, más allá de sus palabras, y me preocupa. ¿Tuviste alguna revelación negativa en tus sueños?, le digo bromeando. Sorbe de la taza. Puede ser, replica lamiéndose los labios. Los sueños saben traducir lo que la razón de la conciencia a veces nos bloquea. ¿No será a la inversa?, le objeto. Puede ser también, me concede. 

Se muestra tan lacónico que temo alguna incidencia. A ver, ¿qué te ha sucedido que no te pasara el día anterior? Permanece manso, autocontenido pero sin esfuerzo. Eso es lo peor de todo, dice, que no hay más que una sucesión de lo que parece irremediable. La incomprensión de los acontecimientos que vives. La desapacibilidad producida por la degeneración de la convivencia. El temor a la propia fragilidad a medida que los años avanzan y ya no eres el que fuiste una vez. El abandono del diálogo tranquilo tal como aprendimos a fecundar en otros tiempos no menos duros. El desasosiego por no saber hilar con más paciencia la racionalidad que este mundo complejo nos exige. ¿Sabes? Sería más fácil si claudicase uno y se entregara de nuevo a utopías obsoletas, a religiones que prometen mundos en los que ya no existes, a magias esotéricas que te endulzan el instante pero no el momento siguiente, a contemplaciones estéticas que te extasían pero que te conducen a plantearte nuevas preguntas sin fin. Y si hay que elegir, yo elijo esta última opción. 

Hay un reposo en las palabras de Max. Lo aprovecho. Podrías plantearte reverdecer la pasión, amar nuevamente, no eres tan viejo. He debido poner cara risueña porque Max arranca en una carcajada que de pronto corta en seco. Podría, dice. Pero ¿como flor de un día? ¿Como una senda laberíntica donde nunca llegas a nada? ¿Como una maraña en la que no es difícil entrar pero de la que no sale indemne?

Max señala la cafetera. Con o sin tu permiso, me sirvo otra taza. Tal vez necesito ponerme nervioso para aguijonear la indiferencia. Tú, ¿indiferente?, le ataco. No te imagino. Max sorbe y mira a la mesa desordenada. ¿Qué estás leyendo estos días?, pregunta.

 

 

*Grabado de José Hernández

jueves, 15 de mayo de 2025

Cuando las barbas de tu vecino veas pelar...De Niro denuncia y avisa




Lo que Robert de Niro dice dirigido a estadounidenses, y en concreto a las artes, puede extenderse a los otros países democráticos que aún quedan. De Niro no se muerde la lengua llamando a las cosas por su nombre. 

Nota bene.Y mientras, Israel sigue asesinando impunemente día tras día, todos se lo permiten, y encima al extremo agresor le molesta que le llamen genocida. 





lunes, 12 de mayo de 2025

Dirección única. A pie de sepulcro

 




















"Se suele decir que al hombre dos metros de tierra le bastan. Pero esos dos metros le bastan a un cadáver, no a un hombre".
 
Antón Chéjov, cuento La grosella.


El hombre se comía el mundo, me dijo al oído Mijail Aloyan en aquella tarde fría de Novodévichi. Era afable, colaborador, desprendido, daba de él todo y ahí le tiene usted. Mijail Aloyan, repliqué muy tenue, ahí solo tenemos lo que no fue nuestro amigo. Pero un muerto reciente es la estela del que habitó una vez un cuerpo, ¿no le parece?, insistió. Aunque no creía oportuno seguir manteniendo la conversación en plenas exequias a pie de tumba siempre he sido muy polemista. La estela, Mijail Aloyan, está en el recuerdo que mantengamos del finado. ¿Que usted quiere quedarse con la memoria de la compasión y entrega del hombre en vida? Quédese pues con ello. Yo he oído cosas de este ilustre que despedimos muy opuestas a la imagen que algunos han sublimado de él. Incluso a mí me han afectado. Pero estaría mal por mi parte si, aprovechando que no puede defenderse, revelara su lado oscuro. Mijail Aloyan dio un paso atrás del grupo de allegados y se giró con gesto hosco hacia mí. No le creo, acaso usted no ha sido el buen amigo que él esperaba, me soltó con acritud. Me faltó tiempo para objetarle. Tal vez, pero eso usted no lo puede saber, concédame a mí el beneficio de la duda y, por extensión, al fallecido, al cual yo he tratado en aspectos bastante espinosos si no turbulentos. Como mis últimas palabras las pronunciara con énfasis Mijail Aloyan enmudeció. Luego: ¿Quiere usted decir que...? ¿En qué se basa para cuestionar su integridad? O me lo explica de manera más extensa o me obligará a declararle a usted non grato. Y no tenga dudas de que se lo haré saber a los que preservan un sano recuerdo del amigo ilustre. Mi respeto por el extinto me lleva a guardar discreción, y también secreto, sobre algunas vivencias que compartimos. No voy a ir por ahí pregonando nada. Si usted toma una iniciativa en mi contra en realidad se volverá contra usted mismo, pues en alguna de las confidencias nada ejemplares de quien hoy despedimos aparecía su nombre, Mijail Aloyan. Y solo le digo lo siguiente. El lado oscuro del hombre ilustre lo sería para la sociedad, no para mí ni para quienes cuestionamos la farsa de la vida. Con frecuencia lo que la sociedad, dejándose llevar por una moral intransigente y brutalmente cercenadora, considera oscuro y sinuoso de un individuo no es sino el esfuerzo por elevarse sobre las ideas imperantes y las leyes que auxilian estas. En ese instante Mijail Aloyan se distanció de mi. Se sacó entonces un guante pero lo retuvo con la mano temblorosa. No es el momento, dijo con voz apagada, de seguir el tema.
 
 
 
 

sábado, 10 de mayo de 2025

Dirección única. Desenmascaramientos

 








 

 

"Los hombres parecen desdeñar la libertad, pues si la desearan, la tendrían; es como si se negaran a hacer esta preciosa adquisición solamente porque es demasiado fácil". 

Étienne de La Boétie, Discurso de la servidumbre voluntaria.

 

Recuerdo un eslogan de hace muchos años que escuché en el Vallés Oriental: rompe la norma (trenca la norma, decían allí) Y sí, me pareció rompedora. Me gustó. Después de romper de manera contradictoria y acaso incompleta con la oscuridad de unos tiempos pretéritos algunos proponían ir más allá de un espacio de ideología intocable y plantarla cara. Si no derribar ídolos -algo nada fácil por mucho voluntarismo que se tenga- al menos quebrar algunos de sus presupuestos, cuestionar sus tradicionales principios y desenmascarar sus falsas moralidades. ¿O toda moralidad ya lleva implícita su embuste y oportunismo? Romper normas implicaba ser audaz. Ser audaz obligaba a transgredir. Y la transgresión volvía a enfrentar a los individuos con su propio concepto de libertad. ¿Dónde quedó tanta sana como acertada intención de quebrar normas obsoletas? ¿No da la impresión de que algunas están volviendo, suponiendo que se hubieran ido, con rostros y sonrisas cameladoras? Desembozar al otro, desenmascarar los elementos estructurales de un sistema que se reorganiza de modo cíclico, denunciar las nuevas formas de servidumbre conlleva destapar tu propia caja de Pandora, aunque no sea cómodo. Parte, pues, el rostro de tu máscara. Después solo tendrás dos opciones: o reponer una nueva que te dé seguridad y no te aleje de la normalidad social, o estar en guardia para no adjudicarte otra careta que no te deje ver el mundo real, inclusivo el tuyo propio, y vivir la resistencia que, no lo dudes, tiene sus satisfacciones. Sabes de sobra que lo importante es que una pregunta conduzca a otra pregunta, pues cualquier respuesta no pasa de ser un puente y en ocasiones un puente con agujero por el que uno puede precipitarse al vacío.   



*Máscara del teatro griego llamada L'Etera, del Museo Arqueológico de Lípari.

 

jueves, 8 de mayo de 2025

Dirección única. Sus eminencias

 












" P. ¿Es idéntica la fe de los que creen?

  R. Unos tienen una fe viva, otros muerta o moribunda. Hay, y estos son los más numerosos, quienes no tienen ni una ni otra".

Pierre-Sylvain Maréchal, Catecismo del cura Meslier.


La puerta se había cerrado con expectación, aunque es de suponer que no tanta como al abrirla. Los elegidos por la intervención divina habían ido tomando posesión de sus pupitres entre risas de complicidad y camaradería. A primera vista no se distinguían enconos, diferencias u otras zarandajas de la naturaleza humana. Diríase que todos se hallaban en estado de gracia, y no en vano las oraciones de que hacían gala parecían estar causando su efecto. Lucían unas vestimentas purpuradas que en unos casos tapaban la flacidez de los más enjutos. En otros procuraban disimular su constitución oronda. Había eminencias más jóvenes, la mayoría bordeaba la edad de la chochería, que armonizaban su físico aún bien parecido con la sotana y la muceta que tanta prestancia proporciona a tan altas dignidades. Entre los más ajados los había de rostro severo y displicente, pero también los que con sus sonrisas repartidas a diestro y siniestro trataban de soslayar la puñalada de la edad excesivamente tardía. Con disimulo se observaban entre sí, de abajo a arriba, que es el orden que han seguido en su carrera extraordinaria para ocupar el alto estamento que les aseguraría la bondad celestial por toda una eternidad. Es de suponer que ese fuera el fin deseoso de alcanzar y no las vanidades mundanas. Un sector nada despreciable de aquella curia elevada marcaba la diferencia al mirar en sentido opuesto, manteniendo la mirada primero, bajándola hacia el resto del cuerpo del otro con gesto de desprecio contenido hábilmente, pues se sabían purpurados de nacimiento, impulsados por las grandes familias nobles cuyo poder compraba todo. Si había entre aquella grey signada por el Altísimo algún miembro que no procediera de la influencia arrogante de alguna clase de poder era algo excepcional. En aquel conjunto de prelados, intermediario entre los cielos y la tierra, la humildad residía más en su discurso que en su posición y en sus hechos. La voluntad de cambiar se centraba más en no perder autoridad que en defender con autenticidad a los desfavorecidos de la sociedad. La tolerancia solo disponía de un rostro: el que su propia moral permitiera para que no entrara en colisión con sus intereses. Quien más o quien menos conocía las posiciones estratégicas de unos y de otros. No tanto la maniobra táctica, que no había sido copiada de los ejércitos o de la alta política de los Estados, como uno podría deducir, sino que más bien su estamento ya la había desarrollado ampliamente desde la Antigüedad y habría servido de modelo para las actividades de los otros poderes territoriales. Los ruidos de los tejidos satinados fueron disminuyendo a medida que se iban colocando en sus sedes. Las risas mermaron. Los aspavientos se relajaron. Por el contrario, las señas secretas enviadas entre aquellos y los de allá de manera sigilosa pero diestra sobrevolaban la gran capilla. La eminencia designada por el protocolo para dirigir tal congregación instó a los presentes a encomendar su labor al Padre eterno. No dijo nada nuevo que el texto ritual no tuviera previsto, pero todos entonaron una plegaria que si bien utilizaba el nombre más elevado de su fe en realidad era un mensaje de acatamiento al buen orden y una invitación a la buena elección. Pero nadie ignoraba que tras esta verbosidad se ponían en marcha las instrucciones, consejos, presiones y amenazas del sector más organizado que haría todo lo imposible por no perder el control. Acabado el rezo todos se sentaron, expectantes ante el juego que comenzaba en aquel momento.  



*Rafael Sanzio. León X y los cardenales Giulio de Medici e Luigi de Rossi.

miércoles, 7 de mayo de 2025

Dirección única. Cobardías

 


 

 

 

 

 

 

 

Hay palabras y terminologías que al solo mencionarlas y tratar de aplicárnoslas en nuestra actualidad sentimos rechazo. Nos parecen desmesuradas, demagógicas, fuera del tiempo. Una de ellas es esclavitud o su personalización, esclavo. De hecho el término se usa de forma más metafórica que de significado real. No seas esclavo de...quiere decir simplemente no dependas o no te ates o no sucumbas a tal práctica o a tal persona o a tal moda. No tiene la caracterización antigua, o no tan antigua, de dependencia de la vida individual de manera total a un amo o un sistema, dependiendo de la condición social donde se haya nacido. Ciertamente aquella condición, donde no había márgenes porque no había reconocimiento de derechos ni patrimonio ni seguridad, hoy se ha reducido considerablemente,  probablemente algo quede. Pero tras la conquista de derechos y la asunción de ese concepto esquivo denominado dignidad humana, la libertad supuestamente conquistada sigue siendo un señuelo y tiene un precio. Los medios de que dispongas definen tus márgenes de libertad. Habrá quien piense que eres libre en tu fuero interno, en tu pensamiento, en tu buena voluntad, en tus intenciones colaborativas o a los ojos de una deidad, que dirán los religiosos. ¿De verdad nos creemos que es así? Me hace pensar en ello Fernando Pessoa cuando leo en su Libro del desasosiego: "La esclavitud es la ley de la vida, y no existe otra ley, porque esta ha de cumplirse, sin revuelta posible ni refugio que descubrir. Unos nacen esclavos, otros se hacen esclavos, y a otros la esclavitud les es impuesta. El amor cobarde que todos tenemos a la libertad  -que, de tenerla, la extrañaríamos como cosa nueva, repudiándola- es la verdadera señal de la tragedia de nuestra esclavitud".

Cuestión de amor cobarde, pues el amor es el otro cebo con el que seguimos obnubilándonos y creyendo ser lo que no somos. Pero mientras, sigamos tirando.

 

 

 

*Máscaras de teatro del Museo de Lípari.

 

lunes, 5 de mayo de 2025

Dirección única. De sombras


















"¿Acaso toma el color nuestra vida
de nuestras sombras? 
¿O es que, acaso, nosotros mismos somos 
las sombras de nuestras propias sombras?"


Forugh Farrojzad, El mundo de las sombras, del poemario Muro.


Al leer el poema de Farrojzad se me desveló uno de los misterios de mi curiosidad. De una de mis curiosidades. O, mejor dicho, de una de mis manías. La de permanecer un rato observando el reflejo de las figuras sobre una pared. Es decir, las sombras producidas por el sol o por la luz eléctrica mortecina de una calle. Y, si es posible, fotografiarlas en su instante único. Pero más que un desvelamiento es una interrogación continuada. ¿Somos el reflejo? ¿Nos sustituyen las sombras? ¿Nos cuestionan? ¿Son la otra piel con que el combate entre la luz y las tinieblas conforman nuestras vidas? ¿Son actores que se burlan de nosotros? Si, como dice la poeta, es tomada de las sombras el color de la vida, ¿acaso esta es más oscura si no tenebrosa de lo que pensamos? ¿No nos estarán engañando las luces de neón que nos acompañan a su vez en este mundo de fantasía retorcida y contradictoria que nos hace sentir vivos? Tal vez todo el montaje de ilusiones que vamos encarando desde la niñez sea el mundo sombrío en el que nos movemos inconscientemente, sin reconocernos. Tal vez cada proyecto, aspiración, ejercicio o labor desarrollados años tras año, con su serie de pensamientos y argumentos fabulados, no sean sino posiciones que van quedando reflejadas, efímeramente, sobre ese muro contra el que nuestra testa golpea una y otra vez. Sí, alegrémonos, incluso desdramaticemos si nos hace estar más tranquilos, pues todo lo que dice Farrojzad y me contagia es metáfora. Pero una pregunta siempre conduce a otra, más que a una respuesta. ¿Será la metáfora el inmenso y extenso mundo de las sombras? 

Voy a ver qué colores me ofrece el día. O la sombra.


sábado, 3 de mayo de 2025

Dirección única. Representaciones

 











Hay imágenes que, sin literatura adjunta ni instrucciones de interpretación que valgan, dicen todo del paisaje y del paisanaje. El paisaje es tanto una sociedad como una época. Y ambos, a su vez, pueden desdoblarse en micropaisajes, tales como la familia y el individuo. El paisanaje sería entonces una distribución más o menos concreta y dispersa, pero también la grey abigarrada. Una imagen contiene entonces tal cantidad de elementos que se pueden ver a las claras, como lo que no se ve ni se sabe de lo que existe detrás de ella. Juegas con tu capacidad de penetración, más intuitiva que cognoscitiva. Una imagen te ofrece un panorama superficial: un grupo de personas, una serie de gestos, una o varias actividades aparentes que realizan estas, un entorno. Sin dejar de permanecer absorto te abres a un segundo plano, más recóndito y arriesgado de descifrar, aunque la imagen te aporte sugerencias y datos implícitos. ¿Qué miras entonces? La postura de cada personaje de un grupo, por ejemplo. Los componentes que los definen: vestimentas, posturas corporales, posiciones de las manos, miradas hacia un objeto. Luego observas el objeto hacia donde cada miembro del grupo fija su atención. Tu mirada al objeto es rápida y la identificas sin mayor reflexión. Ese objeto da la clave del comportamiento de las personas pero no te interesa más. Es lo que es, te dices. Porque sigue interesándote la actitud de quienes integran aquella agrupación entregada a un quehacer. Vas pasando la vista sobre cada figura. Por un instante la aíslas de las demás. Relacionas un rostro con una posición de las manos o de los brazos, tratas de acertar sobre la edad, compruebas su lozanía o su ajamiento, analizas los vestidos que, ya por sí mismos, te hablan de un tiempo pretérito y de la posición social de los presentes. Ahora quedas detenido ante las facciones, intentando adivinar cuánto hay en ellas de extrañeza, de dolor, de resignación, de ira contenida, de miedo, de fortaleza. Esta propiedad es la más difícil de identificar. Cualquier rostro puede estar protegiendo la capacidad de fortaleza del individuo. Dispuesto a llegar hasta el fin de esa exégesis, aun sabiendo que vas a errar, te lanzas a posicionar a cada individuo. Indagas, o mejor ficticias, sobre la relación de cada cual con el muerto. Ya tienes claro, o eso crees, quién es la madre, la hermana, la esposa, la nuera, la vecina. De pronto, te centras en aquella figura bajita que lleva algo en sus manos. Es un ángel, te dices, tú que no crees en estos seres imaginarios pero que han dado tanto juego en el mundo irreal en que vive tu cultura. Es un ángel y como está más allá del bien y sobre todo del mal no dirige la mirada como los mayores. Te mira a ti directamente. Eres tú, el hombre de la cámara misteriosa, quien recaba su atención. Pero no, tampoco. Amplías la imagen: no mira abajo como las demás, tampoco a un horizonte claro. Es una mirada entre pensamiento y sentimiento. Hay dolor contenido y curiosidad atropellada. Una mirada que cabalga entre una reflexión aún primitiva, y seguramente influida, y la emoción interna de quien está afectado. No sabes si está atormentada por los recuerdos o si aún es pasto del estupor. Puede que en ese instante vea en las flores algo más que solo el futuro le revelará. De momento es un ángel. Un ángel paradigma de la fortaleza interior, he ahí la respuesta. Mas acaso también un ángel vengativo, porque su mirada desviada hacia lo incierto queda respaldada por unos labios que se muerden de rabia.



*Ignoro la procedencia y autor de la imagen, lo siento.

viernes, 2 de mayo de 2025

Dirección única. Suplantaciones

 



















Hay algo de sonambulismo en el diálogo interior. Una sensación de que te mueves ante otras presencias, que en realidad son reflejo de un espejo impostor que te ausenta de ti mismo. Reproducciones burladoras, suplantación de roles, intercambio de personalidades deseadas e indeseables. Temes ser despertado en plena ensoñación porque por una parte te sientes cómodo creyendo vivir otras vidas. Pero de pronto, sin brusquedad, los espejos van reflejando un rostro opaco, anodino, que se apodera del tuyo propio. Y no poder reconocerte en esa cara desprovista de humanidad te espanta. ¿Debe cesar tu íntima conversación? ¿Debes despedir a los interlocutores que has inventado? ¿Vas a hacer añicos el cristal? ¿O acaso crees que puedes desviar el curso apacible del río cotidiano donde te contemplas? Entonces escribes, no sabiendo si para ti mismo o dirigido a una imaginaria carencia: 

y si apareces 
y desapareces y si estás
y no estás 
¿cómo nombrarte? 
¿a través de qué pasos te reconoceré?





*En la fotografía Maya Deren.

jueves, 1 de mayo de 2025

Dirección única. Olvidos

 


Solo olvida quien ha vivido, por supuesto, quien únicamente se ha limitado a dejarse llevar. Pero quien ha vivido más intensamente y con conocimiento de causa y ha reflexionado no olvida. No puede. Por mucho que se tape, se confunda, no esté en la cresta de la ola o se diverja hacia temas secundarios y superficiales hay significados que han sabido recurrir a un significante con entidad. ¿Es irrenunciable la fecha? La respuesta, en el viento del futuro. Estos son tiempos de masa que se atropella, de individualismo cegato, de desconocimiento a propósito del pasado, de ignorancia sobre claves fundamentales que siguen condicionando nuestras vidas. Han cambiado tantas cosas pero que en su esencia siguen igual...Solo niega quien no ha conocido o es un cínico. Pero quien ha sabido del pasado y entiende que el meollo de la cuestión sigue siendo el mismo, del que no se puede escapar, simplemente afirma y resiste. Siquiera en silencio.