"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





martes, 27 de mayo de 2025

Lo narcisista

 












El rumor del arroyo en primavera despierta el instinto pero invita a la contemplación. Al borde del tramo de agua plácida juego con unos juncos. Me detengo y el remanso me devuelve con nitidez sorpresiva al personaje lúdico que soy. 

No te inclines demasiado, me dice Xiao. La culpa no la tendrá el río si te caes. Solo me quedo absorto por ver si me veo en el agua de otra manera a como me veis los demás, me defiendo. Xiao sonríe. ¿Crees que el reflejo de nuestro rostro nos aporta la mirada acertada sobre nosotros mismos? La búsqueda de nuestra imagen aparente difumina nuestra propia verdad y no nos hace ver cómo somos. Me rebelo y hago valer mi gesto. Pues yo al mirarme me divierto y no creo que haga daño a nadie por ello. Xiao parece apiadarse de mí. Por supuesto, Cao, si te diviertes al contemplarte es porque te burlas y he ahí una manera de ser auténtico contigo mismo. Pero no sucede lo mismo cuando te presentas ante alguien. Piensa más bien que cualquier postura que ofrezcamos sabiendo que nos observan es algo apostado. La naturalidad no es siempre tal. Muchas veces se trata de algo aparente. Es como una actuación. Solo el instante improvisado que nos coge por sorpresa dice del tipo de persona que somos ralmente, aunque no todo el mundo sepa apreciarlo. ¿Quieres decir, Xiao, que para conocer a otros debo estar más atento a sus reacciones incontroladas? Por ejemplo, Cao. Cuando otros se ponen en guardia, o nosotros mismos, representan un guion de normalidad social que puede reprimir y ocultar su personalidad. Pero eso ya lo irás descubriendo. Incluso lo utilizarás como recurso para defenderte en la maraña de relaciones que es la vida. 

No entiendo muy bien a Xiao pero sus opiniones las ofrece con serenidad y dulzura. Si todo va a ser tan complicado, digo arañando con el junco la corriente, mejor hago las preguntas al río. A medida que agito el agua mi imagen oscila, se desvirtúa. ¿Seré yo también el mismo personaje que se diluye en el arroyo? Pero Xiao se ha alejado persiguiendo como un niño el vuelo de una libélula.



*Fotografía de André Kertész


NOTA

Si tardo en responder o no respondo es debido a problemas del mundo Blogger. Espero que sea pasajero. De cualquier modo vuestras opiniones las considero y me resultan útiles. Vale.


20 comentarios:

  1. Pero Xiao se ha alejado persiguiendo como un niño el vuelo de una libélula...., que final más poético para el artículo.
    Saludos

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    1. Nunca es tarde para sentir lo mismo que en la infancia, siquiera tras una libélula .

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    2. Creo que podría comentar a tus escritos con un poema, este creo que es adecuado para el que nos ocupa.

      Sal a la calle y camina
      poco a poco, sin prisas
      deja que tus ojos resbalen
      atrapando el paisaje.
      Guárdalo en la retina
      como un nuevo tesoro,
      y obsérvalo todo,
      gente, árboles, calles y plazas
      puertas y ventanas.
      Nunca es igual.
      Siempre hay sorpresas,
      algo nuevo por descubrir,
      y si tienes alguna duda
      disimuladamente, agáchate,
      y simula atarte los zapatos.
      Verás el mundo,
      con los ojos de un niño.

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    3. Qué apropiado y bonito. Tal vez lo utilce el paseante para alguna de sus miradas lentas. Muchas gracias.

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  2. Mirarse en el reflejo del agua de un rio, es bonito y denota que estás en un lugar bello, se puede hacer toda la poesia que se quiera, pero ese reflejo, como cualquier otro no te responde y si lo hace, eres tu mismo quien te manifiestas.

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    1. El reflejo tan cambiante como el curso del río.

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  3. Somos máscaras, reflejos, sombras.. nunca llegamos a conocernos y nunca mostramos lo que somos... Xiao sabe todo eso, pero también sabe que lo que de verdad importa, es el vuelo de una libelula...

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    1. Más les valiera a todos los narcisistas contemplarse en ese vuelo, ¿verdad?

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  4. ¡Ah! Creo que la libélula salvo a Xiao en esta oportunidad.

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    1. Una oportunidad de salvación puede valer para toda una vida.

      (Ojio con el término -relativo y de multiuso- de salvación)

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  5. Pienso que cuando se diluye nuestra "memoria" eidética, con la que miramos de niños, nuestra percepción de la realidad se empieza a complicar, incluso frente al espejo. Nuestra mirada empieza a estar alcanzada por lo que vamos "aprendiendo" (nos obligan a aprender), por lo socialmente correcto, por prejuicios, por intereses, etc., y empezamos a distorsionar las percepciones a conveniencia...

    Sacar conclusiones sobre el reflejo de nosotros mismos, ya sea el que se refleja en el río, o en un espejo, o en el agua de un charco, o en cualquier sitio que lo refleje, es muy complicado... En el reflejo podemos acercarnos a definir cómo somos corporalmente, pero nunca obtendremos de ese reflejo la respuesta de quiénes somos... Tal vez los narcisistas, cual el tal Narciso que generó dicho término, se sientan plenos viendo su bello o menos bello reflejo corporal, y eso será su mayor grado de interés en tal proceso de observación, pero quienes quieren ver más allá de las apariencias probablemente cerrarán sus ojos y abrirán su mente...

    Pero si a Cao le divierte su reflejo en el agua ¡qué mal puede haber en ello! Xiao ya está en otro nivel de vida, en otro nivel de comprensión de la personalidad y del medio en el que se mueve... Pareciera que a Cao le queda un largo recorrido por el camino de la experiencia para alcanzar a Xiao...

    Tanto Cao como Xiao interactúan con la naturaleza, con el medio ambiente, Cao con el río y Xiao con la libélula a su modo y con sus propósitos... Cao defiende lo que está haciendo ¿no es eso ya autenticidad y reafirmación?

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    1. Por supuesto que es complicado sacar conclusiones del propio reflejo donde sea, si acaso aproximaciones. Narciso no creo que sea paradigma de conocerse a sí mismo por el hecho de mirarse sino un adorador del culto a un sí mismo que se exhibe. Disfruta de la exhibición no de la indagación sobre su personalidad. Convierte a las formas en el eje de una personalidad más bien superficial y superflua que a él le parece cobrar sentido. Pero naturalmente del narcisismo, siquiera provisional y efímero, no estamos libres nadie. Creo más interesante la percepción en el hombre que camina, que diariamente ejercita quehaceres prácticos y a la vez mentales que le acompañan, que desde niño es capaz de hacer pero a su vez de colgarse de lo que ve, de retener los instantes plácidos de los que está tan dotado el tiempo de la infancia. No he dicho lo de la libélula por decir, ni lo del agua, ni los juncos...cada elemento, animal o vegetal, me significaron en alguna ocasiíon y permanecen en mi memoria eidética a la que mencionas. Las experiencias vividas de un tiempo lejano pueden concertirse en vívidas merced al recuerdo y al placer que sentimos al recordar y revivir como si las estuviéramos viendo y teniendo ahora mismo. Eso es una fortuna del ser humano junto con la conciencia, a lo que jamás hay que renunciar (salvo que los males neurológicos nos avasallen sin control) Tal vez Xiao no está del todo en otro plano pues ¿a qué viene seguir interesando por una libélula y dejarse llevar por la abstracción? ¿Qué intenta con ello? Ambos personajes son auténticos al contacto con la naturaleza, que es dual, la que les rodea con otros reinos, digamos, y la propia interior que exige cada día más y más de conocimiento. Conocer es reafirmarse.

      Disculpa tanta vorágine de mis palabras.

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  6. Inés González Soria28 mayo, 2025 18:34

    Contemplar el rostro en el río y si hay pequeñas olas, mucho mejor. Es embriagador y si se hacen muecas
    emitiendo pequeños gritos, la fiesta está servida, adormece y abre la imaginación.
    Que nunca se muera la capacidad de invención ya sea contemplando el río, trepando a la copa de los árboles o simplemente correr detrás de una libélula.

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    1. Las olas de un río manso, o de una zona mansa del curso, eran las ondas que se producían al arrojar una piedra. Este hecho físico junto con el de lanzar un guijarro plano que iba rebotando varias veces sobre la superficie acuática hasta alcanzar la otra orilla eran algunos de los ejercicios de iniciación que jamás podré olvidar. Curiosamente cuando ya de mayor he tenido oportunidad de acercarme a un río plácido he repetido aquellos ejercicios. ¿Memoria irrenuncibale? ¿Comprobación de que uno era capaz de realizar aquellos juegos con la perfección que proporciona la niñez? No, si la eternidad en vida (la otra no existe) es recordar e inventar o gozar con la memoria de los instantes gratos de infancia no cabe duda de que uno es eterno.Por cierto, se me dio siempre muy bien trepar a las ramas de los árboles aunque la copa estaba muy alta muy alta, pero lo interesante no era llegar a ella sino dejar a medio camino el ejercicio para volverlo a intentar una vez más.

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  7. "Todo es verdad y es mentira depende del color del cristal con que se mira". A les fotografies solem fer bona cara, encara que sigui impostada, però agafar algú d'improvís no vol dir que aquella foto faci justícia al fotografiat. Tot són moments, i ja està. I si estàs malament per dins, no hi ha somriure que valgui.

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    1. Muchas personas ni siquiera laas fotos de pose las consideran de justicia. Pero en honor a la realidad tal cual es cada vez me gusta más la fotografía improvisada y por sorpresa traidora. Da la medida más aproximada de lo que somos (o pafecemos ser)

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  8. Fáckel:
    "el hábito no hace al monje" pero el aspecto que ofrecemos sí cambia la percepción que los demás tienen sobre nosotros. Es más, hace poco leí no sé dónde que el aspecto que adoptamos también nos condiciona a nosotros mismos. Uno se viste de milico, y parece que le entran ganas de invadir Polonia, como decía Allen en una película.
    Hace unos días estaba yo en mi casa vestido con lo más viejo y cómodo que tengo y me acordé de que tenía que comprar unas cosas de perfumería. Como hay una en el edificio contiguo y no tenía ganas de cambiarme, bajé tal cual, un tanto "cochambroso", la verdad sea dicha. Entré a la perfumería, una de las empleadas me preguntó lo que más odio cuando entro a una tienda, que qué quería. Pues echar un vistazo, le respondí con sequedad. Me fui a pasillo e inmediatamente otra empleada fue al mismo pasillo haciendo como que estaba reponiendo género y colocando las cosas bien, pero me di cuenta de que no se fiaban de mí. Me enfurecí y pensé en irme, pero decidí que no, que iba a pasearme por todos los pasillos, cogiendo y dejando cosas en su sitio. Al final cogí varios productos y, cuando estaba en la caja, se me pasó por la cabeza decirle a la empleada lo siguiente: "iba a comprar estos productos, pero como habéis sospechado de mí, te los voy a dejar aquí en el mostrador...". Al final, no me salió es mala leche y me los llevé. Pero tardaré en volver a esa tienda.
    Si hubiera ido vestido "como Dios manda", seguro que me habrían puesto alfombra roja y tal...
    Pequeños experimentos sociales...
    ¿Dime cómo vistes y te diré quién eres? No sé, no sé.
    Salu2 dudosos.

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    1. El anterior Anónimo soy yo, Diego M.

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    2. El hábito hace al monje para la liturgia, al militar para el desfile. al político para el parlamento equis, pero el animal que cada cual llevamos dentro es más incuestionable que la forma en que nos revestimos.

      Tu anécdota de la tienda es sabrosa y para tomar nota. Hay un estandar de cliente y les han aleccionado. Mira que si al final sacas una chequera y les dices que quieres comprar la tienda entera...Cuidaré en el futuro no bajar a ciertos establecimientos si no es como dios manda, es decir los cánones al uso, jaj.

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    3. Sin problema anónimo dieguista.

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