...las palabras se pierden, ¿por qué sufrir por ello?, tantas veces se pierden, unas se pierden y vuelven otras, o no vuelven y queda cierta melancolía, o se impone el silencio, que es la forma más secreta que poseen las palabras, ¿acaso no se pierde cuanto hay detrás de las palabras?, pienso en algo de todo aquello que puede perderse, que seguramente se extravía o se despide cada día que pasa: pequeños objetos, besos, salud, conocimientos, recuerdos, lozanía, cariños, confidencias, paseos, energías, generosidades, inventivas, personas cercanas, personas lejanas, caricias, para qué insistir en una lista, todos esos ámbitos vivos llegan y se van, se fugan y reaparecen otros, y las palabras, como arquitecturas efímeras, porque son pasajeras, por mucho que algunos las consagren en exceso, las palabras no saben quedarse, pienso a veces si no será mejor así, cuando se quedan quieren arraigar y las palabras son peligrosas si no quieren partir, a veces se quedan y hay que matarlas, iros a otras partes, palabras, las chillo, y cuando no quiero o cuando acabo de quererlas se me escapan porque es su propia condición, ay, palabras, os deseo para ser habitadas un tiempo, para ser tomadas un instante, para certificar que sigo respirando, así que si habéis decidido desaparecer tal como habíais configurado una tienda del desierto donde íbamos a estar los tres, vosotras, las siguientes y yo mismo, nada que objetar, sois el eterno retorno.
Haz feliz al perro; no cuesta nada.
Hace 13 minutos
"Las palabras, como efímeras arquitecturas", qué definición más excelente de nuestra condición volátil. Una vez más me acerco a tu reflexión con la certeza de que sembrarás en mi tiempo un puñado de dudas. Es un gran regalo; nadie da tanto a los desconocidos que se acercan al umbral de una casa. Feliz día.
ResponderEliminarGracias, José Luis, sigamos habitando las palabras acogedoras, como las tuyas. Buena semana.
EliminarMe ha conmovido hondamente tu texto.
ResponderEliminarGracias!
Neo, vaya, yo también creo en el poder de las palabras para conmovernos...entre otros efectos. Conmoverse no está reñido con reflexionar y más. Un abrazo.
EliminarEmpalabrados incluso cuando despalabrados...
ResponderEliminarSaludos
La mente está empalabrada, ¿quién la desempalabrará? El desempalabrador que la desempalabre volverá a empalabrarla en un continuo empalabramiento, etc.
EliminarLas palabras son hijas. Vástagos ingratos que una vez paridos nos abandonan anhelando su propio escenario, y las demás veces llegan a la existencia para llenarnos de orgullo y de gloria.
ResponderEliminar!Un saludo!
Por supuesto que son eso, Nausicaa, y a veces traidoras en su defección, pero ya sabes: a palabras idas, palabras que llegan...Tal vez amar las palabras sea un riesgo que no acabamos de asumir y precisamente uno de sus peligros sea creernos lo de la gloria, el orgullo, el triunfo...Un saludo, ¿qué le digo a Ulises si me lo encuentro?
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