Me veía subiendo por las terrazas de unos jardines antiguos. Entre la floresta laberíntica surgían estatuas deterioradas y cargadas de verdín. A una le faltaba un brazo, otra tenía la nariz rota, la que llevaba el perro al lado carecía de medio animal. Pero ninguna estaba desprovista de un atractivo orgullo de resistencia. Al tomar lo que se asemejaba a un paseo central me pareció escuchar la voz de una de las estatuas que decía: llévame contigo. Y luego de otras más que elevaban el tono y me creaban angustia. Yo echaba a correr hasta que caía por la bóveda de un mausoleo subterráneo donde yacían estatuas enteras, pero muertas.
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Muy angustiante y aterrador, Karl Kraus.
ResponderEliminarAbrazo.
Dos calificativos que entran dentro del terreno de lo posible en esta vida, ¿verdad? Gracias, Sara, por comentar.
Eliminar(Nota: Karl Kraus solo hubo uno y este bloguero no le llegaría a la suela del zapato)
Para estar vivo hay que vivir experiencias, algunas de las cuales nos rompen. La lucha nos desgasta, pero es la única manera de no vivir como los muertos, bajo tierra.
ResponderEliminarCiertamente. La vida como lucha, la lucha por la vida, luchar o morir...los opuestos. Me lo has recordado con tu comment, Shijin. Lo agradezco.
Eliminar¿Qué prefieres, hermosamente tétrico o tétricamente hermoso...?
ResponderEliminarDe las estatuas rotas a las muertas. Interesante. Estas, en general congelan pétreamente grandes momentos vivos en algún sentido. Y por lo visto y caído, las hay vivas que quieren proseguir contigo el camino, y un repentino y horroroso fin de camino en que estas yacen contigo muertas para siempre.
La intrascendencia de nuestra trascendencia. La trascendencia de nuestra intrascendencia. ¿Y no serán al fin lo mismo...?
¿Y no es "trabaluengas" más probadamente un trabalenguas que la propia palabra dicha correctamente...?
Difícil elección en esa interrogación disyuntiva. El sentido de las estatuas es apasionante, volveré a sacarlas aquí. Han sido verdaderas arquitecturas. De un modo diferente a los edificios han protegido también a los hombres (o impuesto a ellos, según) y han estado al mismo plano que otras artes, digamos. Hoy la escultura ha sido relegada y permanece como mobiliario urbano, si aún se cuenta con el sucedáneo de lo que fue.
EliminarTe dejo con las trascendencias intranscendentes, que ya la teología antes y la televisión en los tiempos presentes nos han obligado a repetir demasiados trabalenguas, jaj.
Un abrazo.