"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





miércoles, 16 de mayo de 2012

El mensaje de Carlos Fuentes





no podía imaginar hace años, cuando leyó La muerte de Artemio Cruz, que aquella larga parrafada que subrayó le subyugase tanto y más con el transcurso de la vida…Tú sobrevivirás: volverás a rozar las sábanas y sabrás que has sobrevivido, a pesar del tiempo y el movimiento que a cada instante acortan tu fortuna: entre la parálisis y el desenfreno está la línea de la vida: la aventura: imaginarás la seguridad mayor, jamás moverte: te imaginarás inmóvil al resguardo del peligro, del azar, de la incertidumbre: tu quietud no detendrá el tiempo que corre sin ti, aunque tú lo inventes y midas, al tiempo que niega tu inmovilidad y te somete a su propio peligro de extinción: aventurero, medirás tu velocidad con la del tiempo: y aquí podría continuar relatando su propia vorágine: la búsqueda irrenunciable de los viejos enigmas que golpean su pecho; la insaciable pasión por sacudirse la resignación tentadora; el horror del lamento; la injusta pérdida de los seres que no se llegan a conocer lo suficiente; la irónica esperanza de saltar por encima de la decrepitud; el espanto ante el sufrimiento propio y la desdicha ajena; la tortura insoportable de la incomprensión; el espanto de la sed que acucia hasta la desesperación; la conciencia de habitar una minúscula porción de la playa, de ser apenas una piedrecilla unas veces golpeada por el oleaje, otras sometida a la abrasadora acción del desierto; la dificultad de sentir el reposo; el señuelo de las huídas hacia adelante; la presión de la llama emergente; la irrisoria tentativa por disponer de un tiempo que no cabe entre sus manos; la alocada espiral de las palabras; la mirada aún asombrada ante el mundo que se pierde…tú inventarás y medirás un tiempo que no existe, narraba Carlos Fuentes en aquel texto, y ¿acaso no consiste en ese intento el tambaleante e inseguro ejercicio de vivir?




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