Confundida entre las rocas del monte, la lápida. Una porción de ladera que habla desde sus rasgos borrosos. El caminante se detiene para interpretarla, rescatando un texto de las trepadoras que enmarañan el mensaje.
"Ni nieblas ni fríos ni lloviznas deben disuadir al viajero que penetra en las honduras. Ni los silencios ni las sombras ni los salteadores deben desviar la intención del que busca.El bosque no tiene ramajes inextricablesla montaña no se desplomalos caminos no desaparecenla luz no muere.
Donde sospeches, viajero, que no hay salidahallarás la amplitud.Donde intuyas que te ciega la oscuridad
recuerda que eres tú quien la trae consigo, mas encontrarás la luminaria vigorosay llegarás a ver la claridad
como nunca antes la habías admirado. Aquí se abre el horizonte, y si bien la travesía te resultará densa y ardua, será todo lo larga que quieras que sea. Sólo tú puedes probar,
nadie puede hacerlo en lugar de ti. No dudes jamás. Pues la duda sería el principio de la pérdida,que no puedes aceptar."
El asombro tomó las riendas del viajero. ¿Qué extraño territorio estaba ocupando desde sus límites de hombre solitario? Pero la extrañeza es una reacción o una suerte de estado de ánimo ante lo que sorprende por inesperado. Alguien le había comentado que en la selva de Tanarai la sorpresa es como la vegetación, la oscuridad o los silencios. Lo habitual.
(La pintura es de Hitsu)
La sorpresa como la vegetación, así de frondosa, ávida de ocultar sus secretos; sorpresa como herrumbre al acecho...
ResponderEliminarSi no hay sorpresa en la vida, ¿qué nos cabe esperar, Stalker? La sorpresa es, al fin y al cabo, descubrimiento, y más allá, acaso conocimiento. Un accidente con entidad propia. Gracias por tu seguimiento fiel.
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