Al asomarme al abismo para comprobar su inquietante belleza me daba de bruces con mi apacible maldad. A la extensión de mi mirada seguía un movimiento corto e inmediatamente después un grito que seguía resonando hasta que la sangre se quedaba fría.
Haz feliz al perro; no cuesta nada.
Hace 3 minutos
Brutal .
ResponderEliminarUn saludo
Irene
Cierto, la belleza siempre es brutal. Gracias, Irene.
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