Me sale al paso. Solitaria, triste, desubicada. No en el parque otoñal ni bajo los árboles de una plaza amena ni en los jardines de un viejo palacio. Yace sobre el asfalto. Está pisoteada y polvorienta. Amputada y rugosa. Sus nervios tiritan y las aristas se encogen. Su envés es mortecino, pero el haz destella todavía tanta luz. La salva el rojo. Y su color me habla.
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Hace 1 hora
Querido amigo, el título de tu entrada de hoy me lleva de inmediato a un libro inolvidable de Miguel Delibes. No sé si lo recuerdas. la hoja roja significaba allí que el papel de fumar se acababa, que llegaba el fin de un hábito, que el tren entraba en la estación final. Tu hoja en el asfalto, en cambio, es un indicio de esperanza, una mancha de fuerza y tenacidad. Una forma de seguir. Abrazos.
ResponderEliminarSí, lo leí en su día y mira que no soy delibesiano. Mi mirada no es la misma que la e aquel libro, aunque podría, pero no quiero. Ya habrá tiempo, en todo caso. Ahora es como tú bien dices...un seguir confiando en los días, ciertos quehaceres placenteros y algunas compañias...todo de lujo...pero a veces es necesario que una hoja otoñal salga al encuentro de uno para recprdar lo efímero pero también el contenido vigoroso de lo que es Vivir. Un abrazo.
Eliminar“Todo lo teméis como mortales y todo lo suspiráis como inmortales”. Séneca
ResponderEliminarLoam, Loam...estamos condenado a ser senequistas, porque, de lo contrario, ¿qué manera de ver las cosas nos queda para no perder los papeles del seguir cotidiano? Sí: por ahí anda Sobre la brevedad de la vida, capítulo XIX.
Eliminar...cuántas veces nos habrán salvado la vida?
ResponderEliminar/
salud Fackel
Vaya, me alegra este pensamiento seguramente empírico, ¿no, çç? Salvado o ratificado, que es un modo de persistir en una búsqueda en la salvación de lo ordinario (lo trascendente lo dejo para los que viven del cuento) Salud a toda banda.
Eliminar.. y con poco dice tantas cosas!
ResponderEliminar=)
Dice siempre, en cualquier estadio de su evolución cíclica, Neo...dice más si proyectamos nuestra propia hoja paralela...
EliminarComo los comentarios y las respuestas son tan acertados (y no poco), me vale más leer que escribir.
ResponderEliminarsalut
Qué bonito ejercicio de prudencia, Miquel, jaj. Pero mira que dice, ya lo creo. Salut y endevant.
EliminarEse color dice muchas cosas.
ResponderEliminarTodo lo que uno quiera que diga, Azzul, no te quepa duda.
Eliminarsolamente decir:
ResponderEliminarla muerte no es un oscuro deseo del destino
en ocasiones es la policromía de un final, al que acto seguido prueba un principio
un abrazo
Las policromías de la vida anuncian tantos sucesos que antes o después llegarán...pero yo solo quiero centrarme en el color, que no requiere más reflexiones, pero sí solicita de nuestra mirada una apreciación y un signo de que nos deleitamos. Un abrazo.
EliminarMi necesidad se ve reflejada en ese inicio de frase, hasta la primera coma...y esa hoja roja, que me parece preciosa, da la fuerza para seguir en la locura de esta vida, en el no rendirse, no todavía...
ResponderEliminarUn abrazo.
No he visto la hoja roja fenecida, y cuanto más seca está más me parecen colores sanguinos inevitablemente humanos...Nada de rendirse, nada de ceder, nada de estériles seducciones hacia el abismo. El hombre y la hoja caminan, no hay hora final, no todavía... ¡Gracias!
EliminarHermoso texto poético. Un saludo
ResponderEliminarCarmela, cuánto tiempo, gracias por tu ánimo, me alegra que te haya llegado. Un abrazo.
EliminarA veces somos como esa hoja roja.
ResponderEliminarTenemos belleza pero estamos caídos, abandonados en mitad de la acera.
Tu prosa poética es preciosa..
Abrazos
Son las hojas, rojas o amarillas o verdes, las que hacen la vida, más importante esta que un poema.
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