Como no tenía sueño esta madrugada y no quería ser presa de pensamientos ni deseos turbulentos, me puse a hacer labores. Labores sin apenas ruido ni obligación. Volví a acordarme de las piedras que tengo en una vieja maleta. No sé por qué me persigue esa tendencia lítica tan acusada. Debe ser porque en la esencia de una piedrecilla existe algo que de manera refleja me conecta con el origen, con la materia superior a la de mi condición humana. Si a ello se le suma los episodios de cálculos que buscan de manera recurrente y periódica los espacios de mi riñón y juegan al pilla pilla conmigo, pues, como dirían en el mercado, a ver quién da más. He buscado algunos cantos rodados y alguna valva con agujeritos y me he dedicado a trenzar un collar tosco, pero cálido. Nada meritorio por mi parte. Contemplar la maravilla de la redondez sensual de las piedras y sus cavidades, insistencia tenaz de olas y sales sin tiempo ni demora. Sentirme primitivo, imaginarme agachado junto a una fogata a la entrada de una cueva, mientras otros bípedos a mi lado percuten ora unos bifaces, ora unos cuchillos de sílex para cortar piel, ora unos arpones de hueso para pescar. Un poco más al fondo un anciano de la tribu enseña a poner colores y adaptar formas sobre los salientes caprichosos de la roca. Algunos comen en un rincón trozos de las entrañas de un animal cazado recientemente. Unas parejas ocasionales se pierden en la oscuridad del abrigo y se acarician y se agitan y se montan. Llueve afuera y la cueva se puebla de los movimientos incesantes pero pausados de nuestras actividades. Tengo que buscar más cantos con agujero para que el amuleto sea más variado. No lo había pensado pero acaso se lo regale a alguna de las hembras que me miran de una manera posesiva, o bien me lo coloque como protección cuando salga a cazar, aunque también he oído que en otras tribus hacen trueque con colgantes como éste y eso es tentador. Tendré que decidir.
Jaaaj, ¡qué bueno!. Tendrás que seguir pensando, la cuestión de las hembras es peliaguda, de lo dice una con experiencia, luego se lo rifarían y se pegarían a la puerta de la cueva y menudo lío tener que separarlas y tenerlas a todas contentas. Las otras dos opciones me parecen muy válidas, sobre todo la del trueque, que tiene su "aquel", su juego, su emoción.
ResponderEliminarNada, que me has arrancado unas sonrisas y alguna carcajada. Gracias.
Ahora totalmente en serio, si sientes esa atracción por lo pétreo, amigo, resuena demasiado el arquetipo décimo. Dadas las circunstancias relacionado con el noveno. Hasta ahí puedo leer..... ja,ja.
Por cierto, en su día, allá lejos en aquellos días, cuando todavía me colgaba algo del cuello, ahora tan solo llevo la "soga", elegí un collar de piedras, huy no, creo que eran dos y otro par de cáscaras varias. Claro que en mi persona resuenan los mismos arquetipos, no tiene mérito. Beso.
Siento atracción por la inteligencia del Paleolítico, y no digo más de lo que digo, Emejota. Cuando uno ha tocado las herramientas, visto las obras y recorrido los hábitats de los humanos del magdaleniense, por ejemplo, la impresión le dura toda la vida y le recorre siempre. Para que luego se oigan sandeces negando la evolución.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tranqui, que te entiendo. Es que tengo la costumbre de traducir información diversa a arquetipos. Un hobby como otro cualquiera. Tu dices lo que dices, está claro, la que dice lo que los demás no dicen (porque no comparten el mismo gusto por mi juego) es la menda.
ResponderEliminarPor cierto, que he recordado las infusiones de "Herbensurina", me parece recordar, que le hacían tomar a mi padre para las litiasis renales, de oxalato cálcico, creo. Aunque en estos tiempos.... a saber que otros remedios recetan.
Ah me olvidaba, entiendo perfectamente la emoción que me narras al experimentar el espacio del magdaleniense. Distinta emoción a la que se puede sentir al entrar en un campo de concentración nazi, pero experiencia inolvidable.
ResponderEliminarcada día eres más pequeño, Fackel
ResponderEliminary eso es motivo de celebración
Stalker hermano: deberíamos ser cada vez más pequeños hasta tocar la insignificancia; sólo a partir de ese instante oscuro y primigenio renaceríamos.
ResponderEliminarEres una llama, y me espera Artaud, una vez más.
Pues si te gustan las piedras, pásate por mi blog, yo cumplo lo que prometo.
ResponderEliminarEmejota. La Herbensurina empujó la gran roca de múltiples aristas que rajó mis uréteres allá por 1976. Desde entonces tuve claro que los dolores y padecimientos se los cedo por entero en propiedad a la Iglesia Católica, por eso de que le va santificarse tanto con ellos.
ResponderEliminarPor cierto, fue un desafío y un reencuentro conmigo mismo aquella prueba que duró casi una semana: perdido, pero acompañado comprensivamente, junto a los cañaverales de la costa granadina. El mar rugiendo feroz por la noche a mis pies y yo devorándome las entrañas. La Guardia Civil echando una mano para localizar a un practicante en la noche cerrada, para que me pusiera el gota a gota. Y el médico del pueblo, ¡amigo personal de ese personaje oscuro llamado Fraga Iribarne!, que se limitó con la mayor inteligencia del mundo al agua y la Herbensurina. No sé si su dios le tendrá en su gloria, pero yo sí en el recuerdo y reconocimiento.
Uf, Emejota. Qué oportuna. Imaginar el aziliense o el magdaleniense es romántico y te recreas en ello. Imaginar Auswitch o Mathausen es el HORROR per se (y la VERGÜENZA)
ResponderEliminarPues me paso, Isabel, no quisiera robártelas, jaj. Gracias.
ResponderEliminarel tema de las piedras me ha traido a la mente, un blog de un individuo: anticonformista creativo che he encontrado hace poco en la pàgina de el Pais.
ResponderEliminares solo una asociaciòn temàtica y de ideas, non se si encontratà tu agrado.un saludo. Blas
te dejo el link
http://lacomunidad.elpais.com/mikel-urmeneta/posts
Es que estuve (de visita, se entiende) allí y sentí y me horroricé tanto, tanto que por un tiempo se me quitaron las ganas de respirar y dejé de abrigar esperanza alguna. Por eso he de vivir aquí entre el verde, verde esperanza. Beso.
ResponderEliminarBlas, buen jueves. Lo miraré con atención, ya te diré. Bongiorno romano.
ResponderEliminarEmejota, no me extraña. Por cierto, ¿hay algún campo, cárcel o encerradero convertido en Memorial aquí en España que se pueda visitar para tratado del futuro de las jóvenes generaciones?
ResponderEliminarAh, sí, el Valle de los Caídos (con mala leche) Y s epuede hacer doble lectura, por los que cayeron levantándolo.
España debería llamarse hoy País de Los Desagradecidos o de Los Ingratos.
Blas, ¡pero si es una página de Mikel Urmeneta! Es un cachondo vital, el genio de Kukuxumuxu. Empezó con sus toritos de ná, pero graciosísimos (yo tengo alguna cosa d elas primeras que hizo) y está ahora montadísimo. Hace diseño, bueno supongo que ahora todo el equipo que tenga, para empresas de toda clase. Y hay tiendas franquicias por doquier. Y de paso, debe seguir en Nueva York.
ResponderEliminarMikel Urmeneta y Miguel Sánchez-Ostiz (mira http://vivirdebuenagana.blogspot.com/) son dos exponentes diferentes e icnoclastas de la navarrería de hoy.