"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez
lunes, 2 de octubre de 2006
El ojo perseguidor
la otra noche soñé que un ojo me perseguía; soñé que me levantaba para emprender la tarea acostumbrada, y que aún no había amanecido; enfilaba las calles viejas, atravesaba las avenidas, salía a los arrabales al otro lado de los cuales sólo quedan terrenos yermos y más allá la zona de las fábricas; cuando la ciudad ya era una sombra me sentí espiado; volví la cabeza y mi mirada se perdió en la mancha de un día que no despertaba; los ruidos acompasados y nerviosos que los barrios vomitaban habitualmente en la madrugada no existían; a cierta distancia me pareció otear una luz débil pero insistente; no era una luz, era un ojo que me miraba fijamente; emitía un destello agudo y se aproximaba cada vez más; agilicé el paso, nunca me ha gustado sentirme observado; cuanto más deprisa andaba, más crecía el volumen del ojo y más cercano me parecía tenerlo; a esas horas, lo común es que ya hubiera clareado, pero el cielo seguía cerrado; el ojo me acechaba con una fijación penetrante; aunque yo continuaba caminando, la distancia que me quedaba por recorrer se me hacía más y más lejana; los familiares penachos de humo de las chimeneas industriales habían desaparecido; yo sentía mis piernas torpes; la inquietud y el desasosiego me herían; el ojo merodeaba como ave rapaz y yo no llegaba a ninguna parte; el paisaje era un vacío invisible y negro; el ojo me contemplaba sarcástico y desmesurado; de pronto descendió en diagonal al nivel de mi mirada y se acurrucó en ella; no quise caminar más; me eché sobre la tierra húmeda de rocío y cerré los párpados...
Desde que leí 1984 la obsesión por el Ojo que lo observa todo y nos controla todo me repugna. Así que tu ejercicio sobre el sueño me espantó. Es que hay ojos que no parecen ojos, sino Orden. Yo prefiero los ojos al Ojo.
"Yo he elegido ser un poeta troyano. Pertenezco decididamente a la facción de los perdedores: los perdedores, privados del derecho a dejar huella de su derrota, privados hasta del derecho a proclamarla. Ahora bien, acepto la derrota, no la rendición". Poeta palestino Mahmud Darwish.
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"-¡Ay! -respondió Sancho llorando-. No se muera vuesa merced, señor mío, sino tome mi consejo, y viva muchos años; porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía."
Un microrelato muy peculiar, y sobre todo muy óptico. Pero ¿es sueño u obsesión?
ResponderEliminarQué otra cosa podías hacer, sino cerrar los párpados.
ResponderEliminarInietantes ojos.
Desde que leí 1984 la obsesión por el Ojo que lo observa todo y nos controla todo me repugna. Así que tu ejercicio sobre el sueño me espantó. Es que hay ojos que no parecen ojos, sino Orden. Yo prefiero los ojos al Ojo.
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