Sigue siendo tu mano tan leve como entonces, susurra la mujer. Es ese don de aquello que roza lo imperceptible lo que siempre me gustó de tus caricias. Un don que desecha lo vulgar, que atraviesa el tiempo y actualiza el instante. Un vuelo ligero que al contacto con mi cuerpo tomaba volumen y sobre todo densidad. Un soplo que no es garra, ni dentellada que te roe, ni losa que te oprime.
Nunca me resistí a ti, y tú nunca te impusiste a mí. Cuando sucedió todo, cuando transcurrió veloz y dramática la vorágine, eché de menos la calma de tu frágil pero elocuente tacto. Una señal que emanaba desde cada uno de tus espacios, con la que yo me ungía. Aun cuando lo perentorio en aquellos días consisitiera en salir indemnes del atolladero y la salvación de cuerpos y voluntades fuera lo que más nos urgía, forcé el recuerdo de tu liviandad. Como contrapeso al desprecio y a la violencia que se desataron contra todos nosotros.
En el inicio de la dispersión no dejé de alojarte. ¿Me aferraba a un tótem? Te convertiste en el mayor secreto. ¿Hay algo más sagrado que el secreto? Ambos habíamos cultivado una sacralidad particular, ceñida a nuestro propio entendimiento. Amarrado a nuestro particular diálogo afectivo. No tenía que justificarse ante nadie y para nada. Era morada, prueba, dirección única. ¿Te parecí alguna vez que yo fuera Dafne? ¿Por qué a los hombres os atraen tanto las ninfas puras? A diferencia de la dríada, yo no pretendí nunca preservarme ni fui jamás huidiza ni me convertí en laurel ni mis brazos se transformaron en ramas, ¿o tal vez sí? Tal vez acabé convertida en un árbol lujuriante. Tú solías repetir: mi destino es estar siempre bajo tu sombra. En tus momentos encelados osabas transgredir los principios de mi libertad preguntando: ¿cuántos se han refugiado entre tu ramaje? Ese pensamiento, ¿agitaba tu inquietud y te arrastraba a amarme más intensamente? En aquel estado umbroso que yo te proporcionaba solo tú te solazabas, como nadie antes supo ni pudo hacerlo. Ni lo haría después. Pero el destino deseo chocó con el destino realidad. Las emociones afectivas trocaron en conmociones históricas. La posesión que presumía de inexpugnable cayó troceada en pérdida.
Cuando llegó la brutal separación, la que todos los nuestros padecieron de distintas formas, en algunos privándose de seguir viviendo, en los más sufriendo el exilio, cuando fuimos ausencia unos de otros, yo creí sobrevivir emocionalmente con tu recuerdo poderoso. Pero me encontré de repente seca. Mi frondosidad se extinguió. Mis solicitudes se evaporaron. La apetencia de alojar a otras almas cesó de la noche a la mañana. Tú desapareciste. Yo te hice desaparecer. Cabía prolongar ese recuerdo, dotarlo de imágenes, de sensaciones, de deseos vividos. Mas se hallaba encerrado en la memoria secreta que no convenía desvelar, siquiera por si venían tiempos más sosegados.
Ahora, tu mano ligera pero insistente, cuando nuestros cuerpos son otros cuerpos, y poco reconocibles para nosotros mismos, sigue conservando una suavidad entre sus arrugas. ¿De qué hablan estas palmas ajadas? ¿Qué percibe tu mano de mí? ¿Qué nos queda por sentir? ¿Qué podemos alcanzar cuando la aridez se ha impuesto, probablemente sin reversión, en nuestras existencias?
*Ilustración de Inés González
Se hace harto difícil decir algo sobre un texto tan hermoso sobre ese amor, desamor reencontrado.
ResponderEliminarSaludos.
Solo reflexionar sobre lo que depara el azar y lo que avisa de las pérdidas.
EliminarMe ha recordado a dos planetas, atrapados en su órbita, alejándose y atrayéndose, casi a punto de chocar, pero repeliéndose en el último momento...
ResponderEliminarEs que de alguna manera somos planetas cada uno de nosotros, cada individuo, y nos movemos en un sistema de relaciones que acaso es copia del sideral. Siempre he creído en lo concéntrico (si estoy equivocado qué se lo va a hacer)
EliminarElse-Dafne nos entrega en esta sublime y delicada entrada, su lado más íntimo, sin defensas levantadas, sin sombras de ese oscuro pasado reciente que tanto los marcó. Y como el personaje femenino del dibujo entrecierra los ojos para recibir y recordar ese toque, esa mano que pareciera hecha de plumas blancas.
ResponderEliminarUna vieja y entrañable amiga de Córdoba española, dice siempre: sin amor no somos ná.
Con esta Dafne, le has dado la vuelta al mito.
Tal vez, Inés, el amor es una de las fantasías más y perdurablemente instaladas en las mentes humanas. Los aditamentos, calificativos y categorías que se le quieran aplicar también son creaciones muy humanas para cubrir una parte importante de la supervivencia. Pero sin comer, por ejemplo,o soñar, tampoco somos ná; díselo a la amiga cordobesa.
EliminarAquí un blog que quizás no te anuncié.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en prácticamente todo. Yo aún dejo un margen pequeño pero necesario para creer en la democracia. Es obvio que el fenómeno mundial es ir a un desprestigio de las formas tradicionales de democracia y constituciones para instaurarse regímenes autocrátios. Y neofeudalistas (el acaparamiento de la politica por grandes empresarios, por ejemplo) Y neofundamentalistas (la destrucción de todo pensamiento ilustrado para reimplantar los viejos y roñosos conceptos morales conservadores)
EliminarRespecto al abandono de gente que pasa por blogs o que escribieron y han abandonado es un fenómeno lógico, pero de siempre. No somos muchos los que llevamos dieciocho años largos en este menester para el que no necesitamos justificación. Por supuesto, como tampoco hay debates de enjundia y escasean las ideas sensatas algunos nos cansamos, nos hartamos, de esas redacciones y comentarios que solo expresan rabia y frustración, que además son simplonas y negativas. Cada vez huyo más de ello. Y lógicamente está nuestro propio escepticismo, que merma las ganas de leer y escribir, pero...ahí seguimos, sigamos como sigamos. Un abrazo.
Estaré muy contento si agencias este que te he presentado, ya que no es de publicación frecuente y en el que, pienso, tus comentarios, siempre interesantes, ayudarán a darle más sentido.
EliminarPor supuesto, y para que no se me pase lo he colocado en la columna de blogs que me interesan seguir.
EliminarEl texto me parece de una belleza conmovedora. Como si las palabras salieran de un corazón con las barreras totalmente plegadas.
ResponderEliminarLas preguntas del final me hicieron recordar el "Ne me quitte pas" de Jacques Brel, concretamente la estrofa donde dice: "Hemos visto a menudo resurgir el fuego del antiguo volcán que creíamos demasiado viejo. Parece que hay tierras quemadas dando más trigo que el mejor de los abriles".
Besos
La canción que citas de Brel a mí siempre me sobrecogió, sobre todo pronunciada desde una mujer. Calla, calla, que recordarme a Brel es retrotraerme a tiempos de estrenar madurez y ciclos preciosos...que quedaron atrás. Pero muchas gracias. Y como Brel hay muchos otros que me han significado de aquel tiempo; ah, la chanson française.
EliminarPrecioso texto para mostrar, esa relación truncada, siendo recordada como algo vivido muy intensamente, y no se pudo o se quiso continuar y ahora a tiempo pasado, es homenajeado por lo que fue.
ResponderEliminarY queda como archivada para delite de esa parcela llamada recuerdo...¿o frustración?
EliminarA veces se almacenan recuerdos que se "reflotan" en situaciones que los requieren...
ResponderEliminarEsas situacion de puntos de no retorno, tal vez.
EliminarAcariciar con sentimiento es un arte. Y comunicarse de esa forma es un éxtasis que pocos alcanzan. Eso marca la diferencia. Un abrazo
ResponderEliminarEs solo el arte -el ejercicio sincero- de lo natural. Asequible a cualquiera si solo habla el mundo de las sensaciones que llevamos dentro y lo intuitivo.
EliminarSin palabras. Espectacular lo que has escrito. Es bellísimo. Saludos desde Caracas-Venezuela.
ResponderEliminarLa tercera frase: parla d'una carícia que de fet és com tot aquest text.
ResponderEliminarA veces los textos fluyen sin saber cómo, acaso táctiles.
EliminarFáckel:
ResponderEliminarElse, tan lejana y tan cercana; tan real y tan etérea; tan sencilla y tan complicada. ¡No me extraña que esté obsesionado con ella!
Salu2.
Las obsesiones también forman parte de la ficción de la vida.
EliminarLa piel nunca olvida el toque de unas manos que supieron querer.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Debe tener su propia y específica memoria la piel. Saludo.
EliminarEs un amor ni contigo ni sin ti. Precioso relato Fackel, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarBuena semana y un fuerte abrazo.
Tal vez es ese punto en que acaban antiguas relaciones, de facto o indecisas, cuando el tiempo las ha atravesado. Gracias, Rita.
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