¿Sigues recordando a Helmut tras estos años de olvido?, digo a la mujer, cuya imagen rebota en el cristal del invierno. E insisto, pero sin acritud. Un Helmut que nunca volverá. Ella se vuelve hacia mí, se revuelve contra mí. Hemos vuelto los que teníamos que volver, dice con una entonación débil, incluso afable. Pero eso sí, nunca hay olvido definitivo; sí hundimiento, también renuncias, y también superación. Seríamos injustos si no reconociésemos todas las fases por las que hemos atravesado. ¿Que algunos de nuestros amigos y compañeros cayeron entonces? Fue un hecho. ¿Que otros se han perdido en la nada durante estos años? De algunos sabemos, de otros nadie nos dará razón nunca. Cierto que no nos acordaremos de aquellos que no nos significaran en especial. Pero de los que estuvieron cerca, o aquellos que conocimos accidentalmente y nos causaron grata impresión o esa minoría que por un breve espacio de tiempo alentó nuestras vidas, bien con sus ideas o con sus afectos, ¿cómo podríamos olvidarnos? Además hay un esfuerzo recurrente, también reflejo, por tenerlos presentes. No se nos aparecen en la mente todos los días, eso sería una obsesión, pero son personajes que ante circunstancias especiales, a veces casuales, se nos muestran.
Afirmo con la cabeza, luego busco una expresión de halago. En mi caso sí debió ser obsesivo que te evocara. Reacciona. ¿Por la memoria que guardas de nuestro entendimiento sexual? ¿Por las contribuciones ideológicas con que ambos nos pertrechamos? O algo más simple. ¿Porque te sentías abandonado de ti mismo y me buscabas como referencia que compensara tus desequilibrios más integrales? No en vano aquel tiempo juntos pareció hacernos indisolubles.
Sus preguntas son certeras. ¿Preguntas o dardos? Busco una respuesta sincera, si bien suena a diplomática. Por todo o por cualquier razón que señalas, según circunstancias. ¿Tú no? La mujer sonríe pero se da la vuelta. Miro el contorno de su espalda. El cabello corto que libera el mismo cuello esbelto que siempre ha tenido. Me gusta contemplar su rostro reflejado en la ventana, menos preciso y más misterioso. No sé, dice casi sin voz. Te mentiría si te dijese que solo tú estuviste presente estos años. Todos los hombres con los que estuve antes de ti me acompañaron siempre. La mayor parte de ellos de una manera tibia, fugaz, sin mayor impacto. Con distinto ritmo y escasa persistencia. En situaciones vividas después sus imágenes acompañaron imágenes vivas que yo haya podido percibir, por ejemplo ante la visita a una ciudad o al leer textos que había comentado ya con otros. O incluso en el mismo momento de abrazarme a un hombre se instalaba en mí la sensación de que abrazaba a otro del pasado. A ti mismo, sin ir más allá. ¿Quién puede borrar todo lo que hemos recibido con bondad o placer? ¿Quién no recurre a recrear instantes de satisfacción o de euforia o de claridad de ideas que hemos tenido y nos han hecho ser lo que somos?
Casi no la he escuchado. Es su cuello desnudo el que emite señales que escapan de ella. Una forma que no ha cambiado y que me pide diálogo. Lo acaricio.
*Fotografía de Gertrud Arndt
Si es la de la foto no es en sbsoluto como me la imaginaba.
ResponderEliminarSupongo que ese cuello que hipnotiza sl protagonista, y que afortunadamente no le deja oír lo que dice al finsl , será más bien la nuca.
Ella habla hipnotizada por el exterior de la ventana, sunwue no es la misma hipnosis; a ella no ñe importe an sbsoluto lo que ve en el exterior, y no acariciaba el vidrio frío y húmedo de aliento condensado.
El debe salvarla del frío, y rapido
Abrazooo
Lo que importa siempre es la caricia, Gabi. El cuello tiene más margen que ese punto denominado nuca.
EliminarYa he acabado el entenado. Un poco denso para mi, sobre todo en las reflexiones finales do de me perdí un poco.
ResponderEliminarHe empezado uno de cuentos. Más entretenido. Entre cuento y novela...
AbrZooo
No digo que no sea denso, desde luego. Hay que cambiar con frecuencia de estilos y géneros, así se compensan unos con otros, ¿no?
EliminarA veces cuestionamos las cosas importantes más de la cuenta. Por qué no limitarnos a lo que el alma dicte? Un abrazo
ResponderEliminar¿Qué dicta el alma? Chau.
EliminarPensando menos se descubre, al menos cuando los sentimientos quieren guiarnos
EliminarInteresante eso de ser guiados por los sentimientos...¿también por las emociones? Mira que suelen ser aliadas.
EliminarLas mujeres como Else son complicadas y sencillas a la vez; a menudo le llevan a uno a la confusión.
ResponderEliminarSaludos.
Puede ser que el 'partenaire' también sea, por simpleza o por estar en otra onda, alguien propenso a confundir-se. Las mujeres nos llevaron siempre una gran ventaja, al menos a los de edad provecta.
EliminarFáckel:
ResponderEliminares curioso cómo la memoria, a veces, nos trae recuerdos de gente que conocimos o vimos en algún momentos. Y otros, pasaron al olvido eterno. Cosas de la memoria.
Salu2.
Pero a veces, cuando menos te lo esperas, aparecen cual fantasmas o aparecidos personajes del pasado.
Eliminar¡Qué sorpresa más agradable! Tal vez era obvio, pero siempre pensé que eran dos historias paralelas, y no la historia de la misma pareja en dos épocas distintas. Tal vez sólo soy tonta (soy rubia), pero me ha sorprendido esta vuelta con la aparición de Helmut en esta conversación. Me alegró que fueran ellos y saber que estuvieron juntos antes y lo están ahora. Supongo que también soy romántica.
ResponderEliminarBesos
Buen tino el tuyo en un sentido. Juntos por encuentro pero no se ve que sea por permanencia, ¿no? Pero puedes ser lo que quieras si eso te hace sentirte bien. Gracias por leer.
EliminarMuy enigmática e interesante la foto de la entrada...
ResponderEliminarA mí también me lo pareció.
EliminarLa memoria es incontrolable, aunque queramos creer lo contrario, ella decide por sí misma.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Sin duda, en cualquier momento y sin previo aviso, otra cosa es que tratemos de reconducirla y controlarla, y aun y todo sigue su marcha imparable (a veces alocada)
EliminarSalud, José.
A veces las cosas son tan sencillas que las vemos complicadas. Algunas personas nunca aceptan que algo pueda ser sencillo, ven una criatura con plumas en el agua que cua, cua y siempre andan pensando que lo mismo es un gato de camuflaje ;) Por suerte siempre hay alguna Else, curioso nombre, que apunta en la dirección correcta.. ¿no será un pato?
ResponderEliminarEsas personas que ven el gato de camuflaje en realidad son terraplanistas o negacionistas. Pues mira, ya en serio, cada vez me cuesta percibir más la supuesta sencillez de las cosas, pero tratar de alcanzarlas en su complejidad es estimulante, siempre te invita a ir más allá. Ay de la apariencia de las formas. ¿Else patosa? Habría que preguntárselo a él.
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