¿Ves cómo se dibujan los abetos en la ventana?, dijiste. ¿Ves cómo nos desdibujamos el uno en el otro a este lado de la intemperie?, y pulsé los dedos sobre tus muslos de cristal. No me preguntes de qué vengo huyendo, dijo, siempre venimos huyendo de algo, tal vez de no poder retener lejanos días del pasado que creímos satisfactorios para siempre, tal vez por un impulso natural a seguir probando los dones de la vida. Te pones muy poética, murmuré, o mejor, si quieres, muy posibilista. Debemos ser siempre posibilistas, me cortó. Hoy estamos aquí, mañana el frío puede apoderarse de nuevo de nosotros, yo te echaré en cara, tú permanecerás perplejo, ninguno de los dos sabremos dónde nos encontramos, pero no me hagas caso, son pensamientos pesimistas que siempre me invaden cuando mejor estoy, algo así como los demonios interiores que siempre le persiguen a una, esta perpetua insaciable, como si tuvieran envidia y provocaran causarme inseguridad. No eres la única y te entiendo, y al hablar así pretendí dotarla de certidumbre, de confianza en sí misma, tal vez sus propias confidencias me desestabilizaban un poco y yo no quería dejar de ser un recurso para ella. Debió captarlo. No me gusta conjurar las amenazas interiores con palabras, las palabras suenan siempre tan vanas que pierden su significado auténtico si se abusa de ellas, prefiero este calor, los humores de tu piel o de cualquier de tus órganos, la sensación de aferrarnos a los cuerpos mutuamente y perder la noción de sus dimensiones, y como decías antes, para desdibujarnos y luego pergeñarnos como nuevos personajes, y trazar un rostro diferente de lo que somos, dure lo que dure el ejercicio, porque también somos lo que no somos, la posibilidad, el riesgo, la turbulencia que todo lo revuelve pero todo lo acrisola, ¿no te parece? Calló, congelamos la palabra. La hoguera crepitó.
*Fotografía de Inés González.
En ese fuego se queman momentos, buenos y malos, es cuestión de oír crepitar los buenos, para desarrollarlos nuevamente y los malos que queden convertidos en cenizas.
ResponderEliminarExcelente teoría, no siempre comprobada en el resultado de la acción.
EliminarUn refugio en cercanía que logre resolver o diluir nuestras inseguridades. Eso es lo que tanto buscamos encontrar. Otro pensamiento que comparto: "las palabras suenan siempre tan vanas que pierden su significado auténtico si se abusa de ellas"
ResponderEliminarCuando pierden su significado algo ocurre. O se revisa una relación o se abandonan las palabras y su abuso.
EliminarPor vezes, não necessitamos de palavras para compreender o silêncio...
ResponderEliminarBelo texto para reflectir...
Beijos e abraços
Marta
Pero el silencio puede hablar tanto y en tantas direcciones, acaso porque nunca es singular.
EliminarEn ningún caso son vanas estas palabras congeladas.
ResponderEliminarSeguro que no, aunque quien las reciba no lo entienda igual que el que las emite.
EliminarLa imagen congelada, la imaginé desde la vista en un cristal, ejercicio precioso. Esa ventana permite que el pasado, añejo incluso, se plasme, como ese encuentro sensual, tal vez de hace décadas, y seguirá siendo recuerdo...congelado.
ResponderEliminarPero fue un hoy durante el rato. Un abrazo
Desde la abstracción al recuerdo, si insalvable o solo insalvado ya es otro tema. Das en la diana.
EliminarLos abetos inolvidables de Jahorina, tan soberbios en primavera y en verano como misteriosos e inefables en invierno. Mirarlos desde el cristal sin imaginar apenas el duro e insoportable frío que atenaza el cuerpo junto al viento que nunca amaina. Mejor texto no te podría haber arrancado esta foto!, conjurando y tanto los demonios interiores.
ResponderEliminarBueno, se combinan paisajes diferentes, y hay que ver cómo dialogan los paisajes existentes externos con los de ficción personal, estos en parte, solo en parte, estimulados por aquellos a la hora de la escritura. Esas fotos de nieve siempre me parecieron magníficas, y te agradezco que me las proporcionaras.
EliminarFáckel:
ResponderEliminar"también somos lo que no somos" , me inquieta esa reflexión.
Salu2.
Y no es mera retórica, te lo aseguro.
EliminarEn medio de frío semejante, menos palabras, más caricias.
ResponderEliminarSaludos,
J
Debería ser una solución, y si bien las palabras pueden acariciar que, al menos, no sean vanas.
EliminarSom el que no som i allò que congelem crema.
ResponderEliminarAsí es, Helena, así es.
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