"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





viernes, 5 de febrero de 2021

El que recita

 


Me llaman el rapsoda de los mil versos. Otros, el loco de las palabras. Algunos el sátiro, a secas, porque persigo a los oyentes como Fauno a sus ménades. Sería ingrato por mi parte ignorar a los lejanos vates griegos, de los que mamé. Siguen siendo para mí un modelo. Pero no basta con responder al eco del pasado sino que, como observador del presente siento y vivo la influencia de cuanto me rodea. ¿Son de tu interés los humanos?, me preguntan con frecuencia. ¿O solo cantas los paisajes y las lecciones de la historia? Yo les respondo que los paisajes, que también son cambiantes, van a seguir ahí. Pero que el conocimiento de lo que nuestros ancestros vivieron siempre es diferente, y que a las cosas y a los hombres, con ser difíciles de explicar, se les puede conocer mejor. Los mitos que perviven de otras culturas y que la nuestra ha readaptado siguen siendo expresión rica de la naturaleza de las pasiones. Y ahí un poeta que se precie de fusionar la musicalidad y el contenido de las palabras debe ser ante todo un intérprete de los hombres. 

En cierta ocasión fui solicitado por los Popeos para que declamase durante un banquete en una de sus casas, al que asistían invitados ilustres de Roma. Me sentí honrado pues me habían informado que en uno de los salones estaba representada la imagen del ateniense Menandro, del que conocía alguna de sus comedias. ¿No era como si un poeta de unos siglos antes y de otra región del mundo convocara de manera oculta a un poeta actual? Menandro había cultivado en sus obras el conocimiento de los individuos, esto es, sus defectos, sus vicios, sus maldades, sus ambiciones. Como yo lo comentara me pusieron a prueba. Recítanos algo de aquel griego. Yo eché mano de una poesía muy breve que había corrido generación tras generación entre los navegantes de nuestro mar, que a mí me resultaba soez e injusta, pero que podía condescender en aquel ambiente de comilones ebrios. Recitaré algo sencillo para no interferir vuestras digestiones, les dije. Se titula Los tres males, y con parsimonia, tono preciso y gesto exagerado solté aquello de:

El mar, / el fuego / y -el tercero de los males-, / la mujer.

Una sucesión de risas y pataleo exigía que declamase más, pero me invadió una vergüenza extrema por haberme prestado a hacer reír a aquellas alimañas. Pensé: un poeta no está para hablar mal de nadie y a mí, Celso, nunca se me hubiera ocurrido escribir contra una de las fuentes de mi inspiración. Las musas, que son expresiones femeninas, ¿acaso encarnan lo perverso? La mujer, aun poco considerada por nuestras instituciones y las normas al uso, ¿debe concitar la fama abyecta por el hecho de ser mujer? Y todos estos que están aquí, ociosos y gandules, pero muy atentos a sus negocios, ¿son precisamente ejemplos del buen obrar? Permanecí, pues, en silencio y ellos expectantes. Luego añadí: ¿sabéis, ilustrísimas, que Menandro murió ahogado en el puerto de su ciudad? ¿Cuál de los tres males que él había imaginado en un poema se lo llevó?

Temí que me expulsaran, pero un senador me echó una mano. Nos gustaría escuchar algo tuyo, ingenioso Celso. Una rapsodia épica, por ejemplo, pues motivos tienes para loar las hazañas de nuestros próceres. Esta sugerencia me puso en un brete, ya que algunos sabían que había combatido en las campañas septentrionales de nuestro emperador Claudio y no obstante los éxitos logrados por este mi espíritu no salió fortalecido. De hecho, ni siquiera llegué a escribir nada exultante de los hechos del César ni de sus generales, habiéndome limitado a algunas crónicas que nunca difundí demasiado pues en ellas el enemigo no salía malparado. Lejos quedan los tiempos de juventud ardorosa en defensa del Imperio, me justifiqué y, sinceramente, ya olvidé el oficio de las armas, que es tanto como decir el oficio de la sangre. Leves murmuraciones. No obstante mi tono templado no pude evitar definirme y hubo entre los convidados quien se exaltó. No debe dar vergüenza a un soldado haber batallado por su patria, dijo un duunviro responsable del mantenimiento de la flota, pues de antemano sabe que no hay sangre vertida en vano. Y además un soldado que estuvo en ejercicio sigue siéndolo siempre a lo largo de su vida aunque no participe en batallas, afirmó con dureza. Estos argumentos ya los había escuchado infinidad de veces y ante su mirada, entre despreciativa y condenatoria, opté por callarme. Uno de los anfitriones salió en mi defensa, si bien de manera sarcástica. El otrora guerrero es hoy un bucólico cantor de la paz y del amor, dijo un sobrino de la discutida Popea Sabina, de cuya belleza así como de su mala suerte nadie se había olvidado. Lo único que sabe verter son palabras que seducen a las ninfas y que aderezan con melancolías los recuerdos de los ancianos, apuntilló.

El efecto del abundante vino y la lujuria que algunos de los presentes manifestaban, pues ya se les veía urgir la asistencia de favores, bien femeninos o masculinos, me hizo ser precavido. Para que no se precipitase la tensión que yo había propiciado, el culto senador Lucilo Terencio encauzó la conversación. Poeta pompeyano, ¿te consideras acaso un intermediario entre todo lo que hay en la naturaleza y los oídos que exigen la interpretes? ¿No te parece que cualquiera de las cosas que existen, sean movidas por el bien o por el mal, deben ser objeto de la exposición de un rapsoda? ¿Ves la poesía como un grado de perfección en lugar de una expresión de los sentimientos más profundos? Aquí todos piden con avidez de ti otro tipo de palabras para que les entretengas, pero creo que han llegado a un punto en que tampoco te entenderían. 

Esto no es el foro y menos el senado, tronó una voz aguardentosa al fondo de la sala. Más invitados asintieron con aspereza. Mejor que se dé paso a otros cuyos entretenimientos placenteros hacen pensar menos y actúan más sobre nuestros cuerpos. Aquella voz me salvó de entrar en polémica y todos, desde sus triclinios, extendieron con euforia las copas chorreantes.



(Estatua de Fauno en la Casa del Fauno, de Pompeya)


32 comentarios:

  1. Se metió en polémicas problemáticas, siendo complicado por quienes intervinieron a su favor. Entiendo su disgusto por considerar un mal a las mujeres, incluyendo a las musas.
    Bien contado.

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    1. Creo que la audiencia esperaba otra cosa de él y que fue afortunado de que la cosa no fuera a mayores. Salud, Demiurgo.

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  2. Excelente narración, me recuerda a la historias de mi padre sobre su actividad política y encarcelamiento en tiempos aciagos. Afortunadamente, aplicando lo aprendido, supo proteger con acciones y consejos para mejorar el estatus de su descendencia. Para algún bien material habría de servir su esfuerzo! O acaso se trate de simple fortuna de talante familiar? A los hechos habría que remitirse.
    La poesía una bella musicalidad verbal, su problema es que las palabras transmiten conceptos esclavizados por muy bellos que parezcan e inducen a interpretaciones con ciertos cauces verbales. Contrario a la melodía, salvo la militar donde prima el cauce único, que se presta a tantos cauces como oídos.
    Respecto a lo femenino, no me extraña que lo masculino tema su propia, oscura y fetal procedencia por más que se lo oculte a sí mismo. Curiosamente me quedo con la polaridad oriental yin yan . Al final lo que predomina es el equilibrio.....y si se dice que nuestro universo es producto de un desequilibrio, pues apaga y vámonos: Ni poesía, ni melodías, ni gaitas. Disfrutémoslas pues en SILENCIO durante el presente y breve, con talante de eterno, paréntesis vital.

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    1. Buenas matizaciones, MJ. A estas alturas hablar sobre el objetivo de la poesía ya no sé si tiene mucho sentido. Es una manifestación más de cada individuo que puede perseguir desde una exploración interior hasta una exaltación de su ego. Pero todo vale aunque no toda la poesía valga.

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  3. Afortunadamente para los rapsodas actuales se inventaron los programas basura y otros subproductos para entretenimiento y solaz de la gente zafia, dejando a poetas, recitadores y buenos actores fuera de este juego.
    Un saludo.

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    1. Habrá que buscar la poesía en otra parte. Yo me nutro de la que ya fue escrita hace tiempo. El rol de los otrora vates no tiene mucha cabida hoy día. Saludo, Cayetano.

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  4. Un hermoso texto para la reflexión. En él creo ver que los tiempos no cambian, cambian las formas. Que nos den pan y circo; y no nos hagan pensar mucho.
    Un saludo.

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    1. Lo cual no quita que hubiera hombres cultos, y no pocos, en aquel tiempo. Pero había cenáculos de muchos tipos. Tal vez en este erraron con la estrella invitada al espectáculo por parte del anfitrión.

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    2. Por supuesto. También cada cosa tiene su momento y parece que el encargado de animar al personal no era la alegría justamente.

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    3. Fíjate, yo lo veo como que no estaba convencido de asistir al acto, pero para no quedar mal con el anfitrión o por los denarios o ases a cambio no se resistió.

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  5. Llegar a ser rapsoda puede ser un oficio de largo alcance, que deviene pronto, como una vocación de infancia o que se acabe por adquirir. Muy chulo

    Un abrazo

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    1. No sé si han cambiado solo los papeles o el medio como mensaje desde la Antigüedad, pero el que quiere hoy leer y escribir poesía lo tiene al alcance. Mas, ¿causa el mismo efecto que antes? Todo resulta tan líquido hoy día...

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  6. ¿Soltó El mar, / el fuego / y -el tercero de los males-, / la mujer?...Schopenhauer lo soltó también en su libro El amor , las mujeres y la muerte, y vendió muchos ejemplares, pero quedó malparado.
    salut

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    1. Si, se ve que ha sido una frase recurrente en muchos autores. La del griego no me la he inventado. Hay una larga tradición de tópicos, supongo que oportunistas y por supuesto descarados e injustos, contra la mujer. La misoginia tiene largas raíces, apoyadas por la condición y el rol que se otorgó a la mujer desde culturas antiguas, pasadas por crisol abominable de las religiones. Nada liberadoras al respecto, por cierto. Pero no pedirán perdón por ello, no.

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  7. El embrutecimiento de las masas impide degustar la manifestación inteligente del rapsoda.
    Salud.

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    1. El comportamiento de grey también se ubica en las élites. LLega a nuestra época.

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  8. A veces los rapsodas eran tratados como meros bufones. Un oficio que puede servir para halagar los oídos o para acabar en el Tíber...

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    1. Por supuesto. Pero hubo poetas y literatos como Catulo que tenían calidad, además de ser sumamente críticos.

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  9. Pues para mí, con la humildad que concierne, las poesía es conductora de sentimientos, de conocimiento del hombre, de reflejo e imagen de la mujer. Y si alguien se atreve a decirla con ritmo, entendimiento, y siendo capaz de cautivar a la audiencia pido un : Bravo por él o ella.
    Además me atrevo a decir que: la mujer es la sal de la tierra, señores. Muy buen relato, muy ilustrativo.

    Salud, Fackel.

    Anna Babra

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    1. Por supuesto, como medio expresivo que sale de las entrañas de un individuo puede ser lo que dices. Pero no olvides que los individuos siempre somos copia (de otros, un eterno y recurrente destino)

      Lo de la sal de la tierra me suena profético. Si la tierra se vuelve insípida, ¿quién la dará sabor?

      La audiencia del relato no era de sensibilidad poética. Habrá que buscar en otras casas pompeyanas.

      Have, Anna.

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  10. Nada profundo hay que desperdiciar en una audiencia tan superficial como monoliticamente estereotipada, me parece 😊

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    1. Totalmente machista, por supuesto. No iban a dejarse atrapar por la belleza de las palabras y menos de los sentimientos.

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  11. Un planteamiento interesante el de Lucilo Terencio. Es la poesía -o debe ser- un grado de perfección, o como la expresión de cualquier tipo de sentimiento, sea este movido por el bien o por el mal?... Debe la poesía expresar cualquier tipo de hechos, situaciones o actitudes o solamente aquellas que expresen un espíritu ético, además del estético?...

    Parece que nuestro personaje protagonista lo tiene muy claro, no?... Y, el autor?...

    Buen fin de semana.

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    1. El pobre poeta plegó velas, echó un trago a escondidas y fue a consolarse con quienes le aceptaran mejor. El autor, el poeta.

      Buen fin y buen principio de la otra.

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  12. Fáckel:
    en un banquete puede pasar de todo, y más si la gente está entonada con unas copas de más.
    Creo que el mayor mal es el "político".
    Salu2.

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    1. Si te oye Aristóteles...Él supo hablar con precisión de la Ética, de la Política, etc.

      El problema es la dualidad humana, compañero. Crea recursos muy inteligentes para las relaciones sociales, por ejemplo, pero en ellos se manifiesta el individuo con sus bondades y sus bajezas, ¿no crees?

      ¿Y el papel jugado por las religiones, como detentadoras de poder políticos y controladoras de conciencias individuales?

      Perspectiva siempre. Buen día.

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  13. Há sempre surpresas num jantar... Pode acabar numa guerra sem tréguas ou simplesmente abrir caminho para novas aventuras.
    Há quem fique escondido, seja ignorado, há quem seja a alma da festa; nada é perfeito...
    Gostei muito...
    Obrigada pela visita
    Beijos e abraços
    Marta

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    1. Totalmente de acuerdo, pero en esos lugares y con cierta gente poderosa hay en juego muchos compromisos, incluso para los poetas humildes.

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  14. En la historia siempre ha habido una proyección del "no saber controlar las pasiones sexuales, la lujuria y las emociones desbordantes" (algo que le ha pasado al hombre con frecuencia por sus hormonas) en la figura de la Mujer.

    Una escena muy interesante. El rapsoda sabía perfectamente que estaba mintiendo, pero quiso dar entretenimiento a su audiencia que el presuponía vulgar en sus conceptos.

    Nada cambia bajo el sol.

    Hoy día, en la televisión hay muchos periodistas que dicen en sus programas de entretenimiento muchas tonterìas y lugares comunes por ganar dinero dando diversión a la audiencia. Después, si hablas con ellos puedes comprobar que no piensan de ese modo. Se hacen pasar por vulgares para sostener su rol y su puesto de trabajo.

    Un abrazo

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    1. Incluso periodistas de las emisoras más viscerales y extremistas repican cada día con infundios y veneno, pero son personajes bien pagados y dudo que se crean sus propias y nefastas barbaridades. El tema nos llevaría a hablar de la supuesta honestidad y moralidad de ciertos individuos, pero no es ni el lugar ni el momento oportuno. Creo que al poeta le debo una. Tal vez haya que hacerle un hueco en otro ámbito más sensible a la poesía, si es que antes no le pilla la insurgencia de Vesubio.

      Gracias, Ana.

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