“Aquí una periferia avanza. O un centro retrocede.
Ningún Oriente es completamente Oriente,
ningún Occidente es completamente Occidente,
la identidad está abierta a la pluralidad,
no es una fortaleza o un foso.
La metáfora dormía a la orilla del río:
sin polución,
habría abrazado la otra orilla.”
Mahmud Darwix, del poema Contrapunto, perteneciente al poemario Como la flor del almedro o allende. Editorial Pre-Textos, colección Cruz del Sur.
mira este mapa de Johann Honterus, qué viejo es, ¿verdad?; lo encontré hace muchos años en una librería de lance de una callejuela próxima al Moldava; como data de mediados del siglos XVI ya está incorporado, a su manera, el continente americano, lo cual repercutió sobre el resto de la cartografía y ayudó a recomponerla; los días que me cuesta entender el mundo presente lo despliego y permanezco un buen rato contemplándolo; sé que con tanto echar mano de él voy a acabar desarmándolo del todo, pero hay algo de efecto placebo; me pierdo en el tiempo, simulo recorridos, imagino paisajes y me zambullo en un nada comprometido viaje por territorios de los que mi mente está cargada de sugerencias; es asombroso pensarlo, pero lo que ahora nos parece un tanto ingenuo de estos mapas antiguos no puede ocultarnos que constituían una referencia de lujo para los gobernantes de su tiempo; y llamo gobernantes a todo tipo de aventurero, ya fuera rey o noble, obispo o banquero, armador o general mercenario, que se entregara a la defensa de la hegemonía de sus intereses; o a aquellos que se lanzaban a catar los nuevos frutos de la conquista, al comercio, a la búsqueda y explotación de materias primas, a la difusión de sus ideas; el poder de un mapa ha sido tan decisivo como el control y la técnica de los ejércitos o la financiación de las monarquías y de las guerras; una carta tan sencilla en apariencia como ésta es ya una fotografía aproximada, cargada de información sobre la situación de las latitudes y las longitudes, de los paralelos y de los meridianos; entonces, una vez que he tomado contacto visual sobre el mapa voy descendiendo, o si se quiere, retrotrayéndome en el tiempo; y veo; no tanto el detalle etnológico como el alma natural de las cosas; el esfuerzo del trabajo, el riesgo desigual de las vidas, la oprobiosa manera de vivir del cuento las castas inútiles; veo la consideración segregada de la mujer, la configuración productiva de las familias, las levas de la juventud para nutrir los ejércitos; veo también el desarrollo de los oficios y de las artes, la investigación de las minorías, la realización de las obras exultantes, la pomposidad de las vanidades; veo la miseria que dejan las guerras, las ciudades asoladas, la agricultura abandonada o destruida, la influencia sobre las poblaciones de las ideas que justifican el mal; llego a un punto en que estoy tentado a preguntarme si el cambio de épocas pretéritas respecto a la que vivimos ha sido de una calidad nueva; y aquí mi pensamiento se corta, mis criterios vacilan, mis razonamientos se revuelven y mis dudas me agobian; esa parte del poema del árabe Darwix tiene más de espíritu taoísta que de metáfora; me parece especialmente luminoso para considerarlo durante estas fechas en que un año más fenece, sin que eso signifique nada
Bella imagen.
ResponderEliminar¿Ensoñaciones fructíferas? Bs.
Acaso ensoñaciones desesperadas, MJ. Ponerse ante un mapa, antiguo o moderno, es ir más allá de los trazos superficiales.
ResponderEliminarUn escrito muy condensado en pensamientos profundos.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, Gene, pero apenas un esbozo. Uno se pasa la vida esbozando.
ResponderEliminarBon dia.
muy interesante la entrada.. en èstos dìas encontrè en un bar històrico en Padua (El Pedrocchi) una cartografìa en el muro, que describe la distribuciòn de las tierras conocidas, en aquel momento, con el norte hacia abajo y el sur arriba. tu post me ha traìdo a la mente aquellas imàgenes, volvìendo al razonamiento de las diferentes escuelas geogràficas che se han dado en los ùltimos siglos, como las ideas individuales, parten de presupuestos personales afrontando temas precisos como la geografìa.
ResponderEliminarun saludo y felicidades
Blas
Cierto. No obstante si recortamos el almanaque por las anillas los meses caerán de golpe y no es más que una porción de un tiempo, un tiempo en el que los descubrimientos son las únicas fechas que se sostienen por sí solas. Magnífica entrada, magnífico mapa.
ResponderEliminarun abrazo
Blas. La geografía es un tesoro, y eso que yo, no obstante haber tenido ocasión de aprender porque mi cate era un sabio con bastante rigor, no acerté a conocerla mejor. Algo pendiente para la otra vida, jaj. No obstante, siento fascinación e interés por todo lo relacionado con esa ciencia y esos conocimientos, ya que es una materia extensa, no se limita a los ríos, las montañas y los mapas, evidentemente.
ResponderEliminar¿Los mapas? Qué decirte, Blas, sino que me hacen volar, me cuelgan.
Un abrazo.
c.c.Rider, qué bueno. Ese símil lo conozco, lo he experimentado durante muchísimos años. Llegando estas fechas había que renovar el calendario de mesa, quitabas las anillas y si no tenías cuidado...¡zas! adiós año viejo por el suelo. Una imagen tal cual la vida.
ResponderEliminarAl final quedan los acontecimientos, y estos a su vez se decantan en el fondo de ese recipiente llamado INDIVIDUO.
Unn abrazo.