Mamá. La guerra le ha quitado a papá. ¿Se lo ha quitado? No estoy segura. A mí sí me lo quitó. Mamá no es como el resto. No es de las que dice sí con facilidad. La tradición se estrellaba con ella. Tampoco su marido es tradicional. Ambos procedían de una ciudad mediana. El mundo rural fue una novedad y no tuvieron más remedio que aceptarlo. La condición de ser maestros lleva consigo desplazamientos y sacrificios. Aunque los dos habían ejercido la misma profesión antes de venir a parar a este pueblo la plaza era un destino exclusivo de mi padre. Ella le siguió. No podía elegir. ¿O pudo hacerlo, pero no se atrevió? Hasta ahí ella dijo sí. Sólo hasta ahí.
Mamá. Renunciando desde el primer día a otras cosas. ¿Sería por esa causa por la que se dejó llevar y no dudó en tener hijos? ¿Qué podía hacer en un lugar apartado de sus orígenes? Acaso esperar. Esperar a que los ciclos resolvieran. Esperar una señal. Esperar un acontecimiento. Ningún reproche por mi parte. Volcó en nosotras todo el esfuerzo y cariño que ni ella misma sospechaba que tenía. Y sobre todo desató su imaginación. No quería que fuéramos unas alumnas más de la escuela de su marido ni unas chicas rurales.
(Fotografía de Roman Loranc)
Las fuerza está en la decoloración y la imagen acompaña como ejemplo.
ResponderEliminarque belleza de texto compartes con todos nosotros , esta asturiana te da las gracias por ello y te manda un besin muy grande.
ResponderEliminarVeo que conoces el cuadro de la pipa de Magritte. Es cierto, esto no es una pipa, las palabras no contienen la esencia de las cosas y jamás han sabido explicarla, las palabras son nombres, etiquetas que usamos para comunicar ideas, pero jamás una persona que no ha visto el agua sabrá lo que es mojarse si le decimos: oye, el agua moja, siempre he pensado que a las palabras hay que extraerles el significado y reinsertarlo, para así trascender apenas un poco las limitaciones del lenguaje... por eso suelo agradecer cuando alguien puede evocar con las palabras una situación, una imagen... cualquier cosa, como haces tú en esta serie. Tu texto trae esa pelusa de tristeza que da recorrer el pasado turbio de la familia, pero a la vez percibo otras cosas, quizá positivas. No sé, no sé, el caso es que me gusta la serie y agradezco que dejes cosas flotando en el aire para que uno pueda mirarlas levitar, también agradezco lo puntual de la escritura, es decir, usar sólo lo necesario para decir lo más que se pueda. Te dejo un saludo.
ResponderEliminarJ.G. La fotografía es formidable. Roman Loranc tiene un ojo bárbaro. Gracias.
ResponderEliminarOzna, gracias por soportarlo. Buena noche.
ResponderEliminarSusan. Ratifico el razonamiento tan preciso y acertado que haces sobre las palabras y sus significados. Por lo demás, respecto al relato te digo que ni sé lo que quiero ni sé lo que logro. Esto es un ejercicio. Como todo en la vida, ¿o no? Y uno admite correcciones, pegas, indicaciones varias y puyas sangrientas si es preciso. Tomo nota de ello. Tienes mi saludo.
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