Hoy se me ha roto uno de mis dioses. No recuerdo si vino de Quíos, de Lesbos o de Éfeso. Pero seguro que de alguna lejana excavación. De momento he quebrado yo también un poco. Pasa cuando se daña o se pierde alguno de estos objetos que traen recuerdos y a los que has contemplado miles de veces. Había pensado en volver a unir los trozos. No es difícil. Mis amigos restauradores hacen virguerías con las causas antiguas. Quedaría impecable y es probable que incluso recuperase su tonalidad original, si accedo a que le quiten la pátina. Ahora que tengo la antigüedad en la mano pienso en lo frágiles que han acabado resultando los dioses. Un simple exvoto de barro me invita a pensar en su materia. ¿De verdad necesitaba el gesto de la rotura física de una representación para meditar sobre lo quebradizo de las teogonías? No, pero la comparación se prestaba a ello. Las roturas cotidianas tienen también su sentido y su don de la oportunidad. Cuando he tratado de casar los pedazos me ha asaltado una duda. ¿Y si en lugar de la imagen de un dios se tratase del retrato de un filósofo? No lo había pensado antes. Su rostro armonioso y mayestático me hizo creer siempre que era un dios. O yo quería que lo fuera. Pero ahora que lo veo tan bipolar y separado de sí mismo, en el fondo un don nadie entre mis dedos, me recuerda la efigie de un pensador cejijunto. Acaso la caída ha sido una señal para descubrir que lo que tenía en el anaquel de los libros no era tanto la exaltación del Olimpo como la confirmación del Lógos. No es trivial el tema. Levantar la indagación lógica frente al mundo de los mitos fue la segunda gran aportación de la cultura griega. Mientras que los mitos existían por doquier en todas las culturas, el pensamiento elaborado, sistemático y con efectos en la vida de los ciudadanos fue un producto griego, madurado y exportado por el helenismo a diestra y siniestra del mapa de su tiempo. ¡Un filósofo, nada menos! Tenía un filósofo en casa y yo sin enterarme. Muertos todos los dioses, hete aquí que tengo al menos el recuerdo gráfico de algún presocrático. Pero, ¿y si fuera el mismísimo Sócrates? ¿Acaso Platón? No quiero pensar ya en que se tratase del todopoderoso Aristóteles. Qué nervios. ¿Corro a reagrupar las piezas? No. No. Se va a quedar así la máscara. Aquellos filósofos también están muertos. De ellos queda el humo. Y un rastro de utilización maniquea por parte de nuevas religiones salvadoras que hasta el siglo dieciocho no recibieron la puntilla. Dios o filósofo, el relieve se va a quedar tirado en un cajón. Castigado.
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Hace 1 hora
yo pegaría sus pedazos, querido Fackel. hace poco pegué los pedazos de mi muñeca de madera, la que está entre mis libros. son nuestros pedazos, al fin y al cabo. nos rompemos y nos pegamos todo el tiempo. un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminar¿Castigado, por qué? ¿Qué crimen ha cometido por romperse? ¿Acaso sea tu propia culpa la que castigass escondiendo el relieve en un cajón?
ResponderEliminarMe lo pensaré, Mariel. Es una postura afectivonostálgica la que propones. Me lo pensaré. El sino humano está en caer y levantarse, rompernos y recomponernos, morir y resucitar, etc. y todo en esta vida, claro.
ResponderEliminarCreo que el verdadero conocimiento de uno mismo pasa por esa conciencia de nuestros contrarios que se echan un pulso a todas horas.
En distinguir cuánto nos afecta la caída y qué capacidad de reacción tenemos para levantarnos está la clave. Pero a veces las caídas son fuertes, las roturas tremendas y la descolocación del YO/Objeto no se sabe cómo abordar. Me encanta conocerme y reconocerme en ese tiento tenso que me estira al límite. Te da el verdadero matiz de saber quién eres.
Un abrazo reconstructor.
Ay, que me sacas los colores, Ata. No me hagas tener peor conciencia de la que tengo. Si hubiera cogido bien lo que había debajo no se habría caído. Lo había hecho montones de veces. Y un día -y pasa con todo- cambias la manera de sujetar algo, das un paso no habitual, decidas cambiarte de posición...Ea, simple azar. No soy determinista. Y aunque haya razones confluyentes para que algo acontezca...uno es limitado y no las controla.
ResponderEliminarEn resumen, mea culpa, oui.
Déjalo así, disociado, más humano y más cercano, tiene su qué.
ResponderEliminarBeso
El conocimiento es también un continuun y la humanidad lo construye.
ResponderEliminarbuena Luna .
abrazos.
P/D
la dejaría rota o disociada.
Tiene su qué, qué expresión. Convincente. Esa bifacialidad me atrapa. ¿Será que ahora lo entiendo mejor?
ResponderEliminarBeso, Rat.
Ah, Rat. Cuando leí hace muchos años al Padre Feijoo una de sus leivmotivs era precisamente "tiene un no sé qué". Él le daba un aire de misterio, de lo flotante e indescifrable. Tu expresión es más lógica, digamos. Compatibles ambas, eh.
ResponderEliminarPermanentemente continuum, Tula. A un continuum como son las manifestaciones del Universo y en concreto de la Tierra le corresponde nuestra capacidad de conocimiento. Me gusta.
ResponderEliminarQue una de las Selene te sea propicia, hermano.
Ese relieve parece una máscara... Pero yo los uniría, Fackel, tanto los dioses como los filósofos pretenden un poco lo mismo: tomarle la voz a la gente y generar tendencias. Y piensa en lo de las velas a dios y al diablo (sic y sic).
ResponderEliminarUna máscara...Tanto unos como otros se recubren de máscara. Los discursos, como antes las creencias precisan expresarse con máscaras. ¿Será la literatura la más fundamental de las máscaras? Sin la palabra y toda su tupida red de combinaciones y géneros traducidos y plasmados de la tradición oral de los pueblos antiguos ¿qué sabríamos hoy día de creencias ancestrales, magias, mitos, religiones, conceptos politicos y morales...?
ResponderEliminar¿Quién ha sido el gran chamán que ha tomado la voz y se la ha impuesto a la gente?
Eso último...qué poco dado he sido a poner velas a dios y diablo, pero es el uso, ¿no? Después de todo son los dos rostros de Jano de toda una cultura donde hemos habitado.
Un abrazo.
¡Tantos dioses que ya han caido! Tantos aún que tengo que meter en el cajón.
ResponderEliminar({Léase en voz baja} del expolio arqueológico hablamos en otra ocasión)
Fuerte abrazo.
Tantos dioses, legisladores y tribunos que deberán caer aún, Ara...
ResponderEliminarEl tema del expolio arqueológico me pone negro. Y mira que sigue. Es el precio de la sedienta avidez de los buscadores, de una cierta economía sumergida y de los rateros de poca monta. Pero que lo estropean todo. Claro que yo supe de saqueos consentido durante el franquismo que ponen los pelos de punta.
Fuerza y Claridad.
Esa grieta me ha hecho recordar el concepto japonés de wabi-sabi, usado por ejemplo en los tazones de té hechos con la técnica raku: las grietas y remiendos que muestran los hacen más bellos, porque significa que están vivos, o que han sido "vividos". Para los japoneses, las cosas dañadas por el tiempo son mucho más interesantes que las nuevas y relucientes.
ResponderEliminarHola, Hiniare. Sí, es la belleza de lo efímero, la contemplación de lo que envejece como parte de nosotros (de ahí lo que quiebra dentro de nosotros cuando s enos rompe un objeto que nos significa) Recuerdo que en mi infancia los utensilios domésticos duraban cantidad de tiempo. Tazones, platos, manteles, podían estar rajados o desosidos, pero se seguían usando. Había cariño con ellos. De acuerdo que eran tiempos de mínimo consumo y que las cosas tenían que durar, y que muchas estaban hechas de mejor pasta que las de ahora. El problema en mi casa fue cuando el niño fue tocándolo todo y jugando con todo y entonces se partieron (partí) muchas cosas. Conservo alguna reliquia, pegada de mala manera o simplemente deteriorada. Se salvó por los pelos de la campana.
ResponderEliminarAh. Con las cafeteras italianas de toda la vida pasa lo mismo. Cuanta más costra tiene del uso cotidiano mejor sabe el café.
Buena nocturnidad.
Este tema da para muchas posibilidades. En mi casa pasa lo mismo, hasta el punto que a veces siento cierta "tiranía de las cosas": ellas siguen igual y yo ya no soy la misma. Cuando se me rompe algo que tengo desde hace 20 o 30 años, hasta cierto punto pienso "ya tocaba".
ResponderEliminarMientras no causes a posta tú la caída, jaj...
ResponderEliminarAy, Fackel tampoco quería hacerte sentir culpable. Este debate que se ha ocasionado en referencia al dios-filósofo caído me recuerda a "Las Cosas" de Perec. ¿Y si colocas una parte en un lado de la casa y la otra en otro lado? ¿O directamente lo tiras a la basura? Pobres filósofos, siempre acaban así, quebrados o en la basura, a veces rescatados por incautos como nosotros. ¿Has visto hoy la noticia? Sólo necesitan titulados en empresariales y cosas así.
ResponderEliminarSaludos de una humanista disociada.
No, no he visto la noticia. ¿Dónde viene? Bueno hoy casi no he leído la prensa.
ResponderEliminar¿Humanista disociada? ¿Pensamiento Mao-tse-tung, jaj?
La he visto en las noticias del mediodía, en TV3. Quién haya hecho el estudio me lo puedo imaginar, seguro que alguna de esas escuelas de negocios o alguna macro-empresa de trabajo temporal.
ResponderEliminarSí, una especie de metáfora, pero nada que ver con Mao, uff, no.
Tranqui, Ataúlfa, era una coletilla que los de mi tiempo usábamos en plan cachondeo, porque los había seguidores a distancia de verdad (aunque de falsete)
ResponderEliminarDemasiados "dios@s" andan sueltos. Beso.
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