“La soledad no te enseña a estar solo, sino a ser único.”Esta frase aforística que leo en la obra de E.M.Cioran titulada
El ocaso del pensamiento, publicada en 1940, me hace concluir: ¿hay algún pensamiento más alejado de la melancolía y el entreguismo al Absoluto que éste que acabo de leer?
(Leer a Cioran y regustar sus perplejidades, incluso hacerlas nuestras. No estar de acuerdo en la primera lectura de algunos de sus pensamientos. Volverlos a leer de otra manera, tal vez desde otro ángulo o poniéndonos en su lugar. Aunque sigamos sin estar de acuerdo. Mantener las distancias pero sentir el magnetismo de su atracción bipolar. O no mantenerlas y fundirnos en el carácter caótico de sus argumentos. Lo caótico como formación de la materia. Contemplar las conclusiones que establece entre lo aparentemente obvio y el retorcimiento al cual somete a lo obvio. Participar de su cuestionamiento de la esencia del hombre, harto salvaje incluso. Descender a sus abismos de torturado. Ascender a sus apreciaciones extáticas. Valorar sus encantamientos místicos. Observar la magia con que convierte a su Dios en un juego de acción-reacción obsesivo. Dejarnos atrapar en sus cuestionamientos morales liberatorios. Sentirnos empujados en el balancín del tándem vida-muerte del cual espera una mera complementariedad. Notar que nos hallamos atrapados en un eje existencial agridulce, con propensión a lo agrio. Dejarnos seducir por la composición de sus palabras. Creer en sus palabras aunque no creamos en el fondo de su filosofía. Admirar su claridad sobre el señor Tiempo. Otro concepto como Dios, al que adora a la contra. Otra caracterización de la que no puede despegarse por más que lo fustigue. Atender a su enfermiza inclinación a buscar el mal absoluto como una garra subyacente en el individuo y en la especie. Minimizar todo el sistema que le impregna de remordimientos, pecados, desdichas y demás terminología de las religiones de Occidente. Intentar la tercera lectura o la cuarta cuando algo se nos atraganta o no acabamos de percibir. Permitir en cualquiera de los casos que nos sugiera y nos motive a ejercitar nuestras propias fórmulas de atracción y rechazo. Abandonarnos, por último, a nuestras propias conclusiones, se participen o se alejen de las suyas)
(Fotografía de Boris Ignatovich)
Cioran siempre tiene razón si lo contemplamos desde cierta perspectiva: es infalible cuando lo traducimos desde el "ángulo del horror".
ResponderEliminarSalud, frater
Tan solo he leído un libro de Cioran, creo no haberlo terminado, pero recuerdo haberlo considerado como un negativo ultra pesimista de Gracián. Considero seriamente recuperar su lectura después de leer su sugerente reseña.
ResponderEliminarBuenas y solitarias noches
Stalker. Me gustaría fueras más explícito, gracias, lo espero.
ResponderEliminarBon disabte!
Ara: pues ahora que lo dices puede ser. Pesimista es un rato. No he tenido ni tiempo ni ganas de saber de su vida, pero no sé si su amargura y su tormento, al menos el que se refleja en los libros, es real en la extensión de sus convicciones y en tdos lo planos de su vida. Probablemente.
ResponderEliminarYo lo leo de vez en cuando porque su estilo dispara mi imaginación y porque me "seducen" sus palabras y sus pensamientos bumerán, más que por perseguir sus "verdades". De todos modos perteneció a un tiempo histórico que ya, ya...
No hay nada tan solitario e incompartible como el sueño nocturno, Aragonía. Ahí somos más únicos que en la vida consciente. Porque un Yo se independiza del otro yo.
Descanse en paz (en sentido literal, oiga)