"...Y es que en la noche hay siempre un fuego oculto". Claudio Rodríguez





domingo, 9 de enero de 2022

Paseo de Diana y Marte por los jardines del emperador (Serie negra, 61)

 


¿Recuerdas el día en que paseando por la villa del emperador nos encontramos? Soy Diana, dijiste echando mano a la aljaba y enderezando el arco. Yo me asusté, no obstante parecerme que lo habías dicho divertidamente. Dudé. Repliqué mudado a la severidad: ¿Voy a ser yo tu presa? Entonces tu risa anterior se torció y enmudeciste al momento. Aprestado con mi casco puse en vertical la égida. Sujeté con fuerza la jabalina. Ambos nos contemplamos en guardia. Tu mirada tierna de un rato antes era confusa. Tensaste el arma mientras colocabas un dardo afilado en dirección al punto en que yo me hallaba. No puedo creer que hayas desviado los objetivos habituales de tu caza hacia mi persona, exclamé preocupado por la disposición que ambos estábamos tomando. No temblaron tus manos y menos tus palabras. ¿Acaso no eres tú un animal como otros? ¿No te muestras muchas veces más peligroso que ninguna de las especies? ¿No es tu robusta figura toda una exhibición de presteza para el combate? Aquel discurso tan preciso no parecía ser muestra de alguien que estuviera a la defensiva. ¿Por qué me temes, Diana? Jamás me plantearía dirigir mis pertrechos contra la esbeltez de tu figura. No son estas las armas que deberíamos utilizar en un cuerpo a cuerpo. Arroja pues tu lanza, despójate del yelmo y deja caer el pesado escudo, propusiste. Yo volveré a guardar la flecha y tiraré el arco. Me sentí extraño. Si nos desproveemos de nuestras defensas no nos reconocerán el resto de los dioses, te dije. ¿No ves que hemos pasado a la historia a través de los símbolos y no solo de las leyendas que cuentan de nosotros? ¿Que los artistas de la posteridad nos identifican por las formas con que vestimos y por los objetos que portamos? Las generaciones del futuro nos considerarían como mucho unos dioses menores.  Y si alguien nos viera ahora podría tomarnos por vulgares mortales y estaríamos rendidos a cualquier acto violento por su parte. Esbozaste una sonrisa relajada. Si alguien trata de atacarnos yo te protegeré y tú me protegerás a mí, dijiste insinuante. ¿Dónde podríamos encontrar mayor seguridad sino en el calor que transmita la desnudez de uno a la del otro? Me pareció una propuesta sensata. Mi desnudez será escudo para ti, no violencia, reconocí de manera un tanto épica y vibrante, sin poderme quitar la impronta de dios fiero que el mito me ha concedido. Condescendiste. La mía será hogar para tu renuncia armada. Me sonó cursi, pero no quise deshacer el momento. Que el valor, Marte, y tus embates poderosos me los demuestres de otro modo. 

Nos ocultamos en aquel arriate de plantas crecidas, al borde del pequeño lago. Allí libramos una batalla diferente, en la que la sangre se derrama de otra manera y se muere sin morir. Por una vez sentimos como mortales. ¿Deberíamos retomar nuestros roles, guerrero?, preguntaste. Y yo: ¿Deberíamos sentir más veces como humanos, cazadora?





(Fotografía de la Villa Adriana. Desconozco el autor)

32 comentarios:

  1. Fáckel:
    un flirteo y una seducción mitológicamente moderna.
    ¡Ahí es nada!
    Si es que la Diana es mucha Diana.
    Salu2.

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  2. El amor y la guerra están más cerca de lo que creemos. Un diálogo muy interesante el que sostienen estos dos.

    Ojalá sigan las aventuras de estos dos personajes en otra entrada.

    Un abrazo

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    1. La proyección imaginaria del pensamiento humano ya tenía una capacidad enorme en la Antigüedad. Los mitos acaparan los comportamientos de la naturaleza humana.

      Seguir las aventuras no es fácil, podrían tener celos los demás olímpicos. Son sumamente celosos y volubles.

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  3. ...Buenísima narración-diálogo,-claro, entre dioses anda el juego-. Dioses que sueñan con anhelos humanos, mientras los humanos, pasan la vida, aspirando a ser dioses.

    Mais, por qué serie negra?... No le pegaría mejor serie rosa?...

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    1. Precisamente es lo interesante que nos transmiten las mitologías clásicas y las de la India, por ejemplo. Que son reflejo de los comportamientos humanos a cualquier escala. Con sus pasiones, sus agresividades, sus disputas, sus querencias, sus celos, sus ansias de poder, etc. Nada que ver con el dios soso del monoteísmo, al que no se ve jamás. El creyente cristiano se lo tiene que inventar a distancia, no tiene rostro aunque para ello inventó dos imágenes: un redentor, figura que ya existía en mitología anteriores, y una virgen que no es sino una adaptación de las antiguas diosas a la que mal que les pese y muchos aunque no lo saben se está rindiendo culto como tal diosa. No reconocida en ese estatus, por supuesto, que la mujer en el monoteísmo es siempre secundaria o terciaria.

      Si lo dices por el amor...¿es que el amor es rosa? No lo sabía. Tiene tantos colores variables y oscilantes...jaj

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  4. El sexo amansa a las fieras y hace a los dioses humanos.
    Un saludo.

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    1. No me extraña que a muchos teóricos del psicoanálisis les interesase prospectar en la mitología. Ven reflejos humanos nítidos y plurales. Jung, por ejemplo, habló mucho de ello. Saludo, Cayetano.

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  5. Todo lo que es relación carnal es muy humano. Para los dioses debería serlo, imagino.

    Un abrazo y feliz semana

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    1. Los dioses son muy carnales, hermana. El dios monoteísta ni se sabe qué es. Mitos, mitos, mitos.

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    2. El monoteísta solo puede ser una cosa: un onanista de la hostia! Es lo que tiene ser único en la especie. No te queda otra que darle a la matraca

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    3. El onanista no tiene mayor pretensión que obtener placer -el que esté libre que tire lo primero que pille...- pero el monoteísta ni se sabe, lo tiene más complicado con tanto sentimiento de culpa.

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  6. Es curioso que hasta los dioses solo lo sean revestidos de símbolos. Sobre todo ellos...

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  7. previsibles, decepcionantes, esos dioses tan humanos.

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    1. Pues me encantan. ¿O prefieres un dios invisible que ni chicha ni limoná?

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    2. no, no... me gustan barbudos, tuertos, coléricos y vengativos, como son los dioses, vaya.

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    3. Incluido Heracles, supongo.

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    4. sobretodo el bajo barítono, Wotan,

      https://www.youtube.com/watch?v=geFJ4hYTt5g

      salud, Fackel, un placer!

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    5. Bueno esto que me pasas es brutal. Casi te imagino en Bayreuth (pero no en 1938)

      Para compensar estilos te paso una emocionante interpretación de Schubert:

      https://www.youtube.com/watch?v=DLsaSm5iG9o

      o si prefieres

      https://www.youtube.com/watch?v=tnuvs2w7ges

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    6. nunca he estado en Bayreuth, pero ya ves que no hace falta ir para disfrutar de los "dioses"

      gracias por los enlaces!!!

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    7. Así es. Y de los enlaces.

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  8. Ojo, la que se va a liar, como se entere Venus que Marte está liado con Diana, la baja del pedestal.
    "Diana, virginal como has podido" me parece escuchar a Júpiter tonante decirle, mientras ríe y da palmaditas en la espalda de su hijo.
    Fackel, perdona "esto". Pero te ha quedado una historia, divina y a la vez muy humana.
    Los enredos de los habitantes del olimpo, si que tendrían a sus teólogos bien entretenidos.
    Un placer leerte, como siempre.

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    1. No, no, muy bien que te hayas entrado en la historia con previsiones de futuro. Aquellos dioses tenían vida agitada y revuelta, pero los del imperio divino vigente no les van a la zaga en dos mil años de presencia nada perfecta, por cierto. Claro que estos dirán que toda acción humana es perfectible. Gracias, por pasar.

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  9. Qué bueno este relato de Diana y Marte, de la tensión a la relajación en ese giro inesperado.

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    1. Bien lo has dicho, pero ¿acaso no suele ocurrir? Esos dioses tan cargados de apetencias...Buen día, Ana.

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  10. O desejo é universal...vive-se para além dos símbolos e acabam por ser tão humanos como os próprios humanos....
    Interessante como sempre...
    Beijos e abraços
    Marta

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    1. Totalmente de acuerdo, Marta. La naturaleza interior identifica a los seres humanos, sean de donde sean. Obrigado.

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  11. Aquesta "batalla diferente, en la que la sangre se derrama de otra manera y se muere sin morir", és la dels bons àpats.

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