Fueron los últimos destellos
en aquel jardín efímero.
Habíamos hecho el recorrido del cenit al nadir
descosiendo las luces
que no supimos sostener.
¿Quién puede mantener perpetuamente
la intensidad de la llama que enciende el azar?
Probamos el ácido dulzor del paseo por el bosque imaginario.
Gozamos de sus sombras. Nos nutrimos con sus frutos.
¿No eran tan justas nuestras apetencias
como inmerecidas las traiciones?
Donde los hombres se pierden
creímos hallar un camino marcado
por huellas que nos habían precedido.
Pero eran las nuestras.
Cada cual tiene sin trazar su ruta
y el espejismo del jardín nos ofreció una imagen
aparentemente incólume
que la floresta aplastó.
¿Qué retuvimos sino el espanto de nuestras indecisiones?
Boboli, Boboli,
acogedor y deslumbrante,
conservarás siempre en tus rincones
el fulgor melancólico de lo que nosotros,
distraídos mortales,
no acertamos a encontrar en tu laberinto.
(Fotografía de Piero Moschi)
Cada uno traza su ruta. El camino solo cobra sentido cuando se recorre. Es diferente el jardín para cada visitante.
ResponderEliminarUn saludo, Fackel.
Digamos que cada quisqui tiene el jardín que se merece. El merecimiento está en saber buscarlo y en acertar en hallarlo. Salud, Cayetano.
EliminarBelvedere se encuentra en el extremo septentrional de la muralla de los jardines de Boboli. Es una torre de sólidos cimientos.
ResponderEliminarDesde lo alto del Belvedere he contemplado los cipreses y los parterres del jardín, las avenidas y las fuentes de los putti malignos. Al fondo se divisa el imponente palacio.
Boboli es un jardín cerrado, que concentra un universo de rubores.
Desde lo alto del Belvedere, más allá de los jardines, la mirada se extiende por encima de la ciudad de las discordias.
El Arno dibuja la curva amable de los rencores.
Abrazos
Francesc Cornadó
Qué apacible el Arno, ¿verdad? Sin embargo recuerdo las inundaciones de Florencia en el 66, fueron terribles, causó el bendito flumine muchos destrozos. Claro que no hay que olvidar que el zarpazo del terrorismo estuvo a punto de cargarse la Galeria de los Ufizzi a principios de los 90, y una parte la dañó severamente, vidas aparte.
EliminarEs una ciudad para visitarla periódicamente, inabarcable, inacabable, pero siempre con serenidad y huyendo de la masa (difícil, imposible acaso)
Los cercanos jardines a Florencia, qué evocadores de ratos que tal vez son repetidos, o pudiera ser que nos laten y aún hemos de descubrir.
ResponderEliminarUn gusto leerte. Un abrazo
En el futuro va a haber que reiventarnos las visitas, conformarnos con poco, madrugar y apartarnos de las rutas masificadas. Puesto que los museos serán de difícil visita -ya no te dejan apenas parar en las salas- lo recomendable será disfrutar de la calle alternativa, de las terrazas, de los jardines, de los miradores. Pero no soy optimista. Gracias por opinar.
EliminarSi pudiéramos pasearlo sin la abrumadora presencia de turistas, pero ya es imposible visitar con tranquilidad los lugares que estás señalados en las guías. Prefiero mirar la foto y divagar mejor que caminar el jardín abarrotado de grupos de gente vocinglera.
ResponderEliminarPues mira, no vas desacertada. También yo practico esa clase de mirada. Una buena fotografía -de cualquier tema pero de buen ojo- es como una lectura. No necesitamos que nos pongan rostros ni luces ni paisajes realistas, que ya pondremos nosotros con arreglo a lo que nos sugiera un texto literario o un texto gráfico.
EliminarRecuerdo con placer las visitas realizadas en infancia y juventud, y en la primera madurez, en que se podía entrar en cualquier museo o templo o pasear calles sin interferencias. A partir de la década de los 90 se empezaron a notar aglomeraciones por todas partes, aunque si te ibas de vacaciones en épocas no vacacionales, digamos, aún resultaba buena la visita. Pero ya en este siglo XXI en que todo el mundo se desplaza (obsérvese aquí la diferencia entre desplazarse y viajar) las cosas se están poniendo muy agobiantes.
Gracias, Marga, por tu sugerencia.
Indudablemente es especial, muy especial.
ResponderEliminarSalut
Objetivamente y subjetivamente hablando los lugares que visitamos son siempre especiales. Cuando se aúnan ambos elementos queda la impronta de un recorrido o de sucesos que tuvieron lugar en el mismo. Luego, vienen las proyecciones, las metáforas, las imaginaciones varias. Salut.
EliminarBello espacio que inspira. Vamos a ver si lo encuentro sin demasiada dilación, que no puedo olvidar hallarme en estadio de restas!
ResponderEliminarEs que esa foto es especial en su encanto. De entrada, no es una fotografía de colorines, ni de perspectivas, ni de dimensiones amplias. Es un rincón. Los seres humanos vivimos siempre en algún rincón de nosotros mismos, aunque poblemos urbes populosas, nos desplacemos miles de quilómetros y conozcamos (superficialmente) a infinidad de bichos análogos a nosotros (en apariencia) Y al final resulta que ese rincón, reducido pero con fuerte contenido emocional e inteligente, y yo no lo llamaría Ego como enseguida te espetan algunos, ese rincón es el espacio protector, amable unas veces, en choque otras veces, que nos confiere un extraño sentido de propiedad, aunque a veces parezca humo.
EliminarMetáforas aparte, rincón tiene para mí también un sentido lineal. Las extraordinariamente cálidas tardes y noches de mi infancia buscaba un rincón donde apoyarme y desde el cual jugar, sentado o echado en el piso de tarima, percibiendo los elementos: la madera del suelo, la cal de las paredes, el aire que se iba refrescando lentamente a medida que se hacía el anochecer, el agua al relente de un botijo o de una botella envuelta en trapos al exterior de una ventana.
Ese es tu particular tesoro y estupendo disfrutarlo siempre. Gracias por compartir. Sobre la cabecera de mi lecho mediterráneo tengo una lámina de una acuarela encuadrado (en color) con parecido concepto, un rincón con una verja abierta y vegetación al fondo.
ResponderEliminarPues muy sugerente. Un rincón no implica un espacio cerrado. Solo apartado.
EliminarSer aplastado por una marea humana, poder pisar sabañones ajenos sin remordimientos, perder una mañana en busca de la pareja con la que entraste en el museo...
ResponderEliminarViajar es una aventura continua.
Saludos.
Que te empujen los vigilantes de una sala, que no puedas cruzar una calle del Barrio Gótico, que no te puedas montar en una góndola tranquilamente...aunque ya es una aventura poco grata, siempre te queda la posibilidad de sentarte en una terraza del casco histórico y ver desfilar masas productivas humanas, que el primer día te ríes, el segundo las rehuyes.
EliminarTe paso enlace, no tiene pérdida, y el espanto crece:
https://elpais.com/cultura/2019/06/14/babelia/1560533295_263944.html
He buscado Boboli en internet para aclarme y me dice que es una cadena de tiendas de ropa...
ResponderEliminarEl bosque es como un viaje inciático.
Salu2.
Todo es posible, Dyhego. Mira
Eliminarhttps://es.wikipedia.org/wiki/Jard%C3%ADn_de_B%C3%B3boli
Gracias.
EliminarNo conocía ese jardín.
Salu2.
Todo un mundo el de los jardines, y más los italianos.
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