Una fotografía puede ser eterna. Pero los personajes que salen en ella van desapareciendo poco a poco. Entre una toma antigua y la actualidad hay una serie de secuencias que cada actor ha recorrido a su aire y modelado en sus circunstancias. Quien más o quien menos guarda en su casa imágenes de distintas etapas. Otros solamente en su memoria personal. Pero la fotografía original, doméstica e inocente todavía, se resiste a admitir las ausencias que se van imponiendo. Es fiel, aunque la realidad la haya traicionado. Algunos personajes ya salieron hace tiempo en busca de un autor inexistente. Otros van partiendo paulatinamente. Para la fotografía no hay traición jamás. Una vez, a una edad, en un lugar y en la mejor de las situaciones posibles, el juego, estábamos todos juntos esperando a Godot. Es decir a esa deificación limitada que es el acontecimiento de vivir. Porque la vida, no obstante sus afirmaciones pretenciosas o, simplemente, la obligación necesaria de estar siempre creciendo, tiene tanto de una obra de teatro del absurdo. Saludo al último desaparecido de la imagen, mientras me recreo en el agradecido tesauro que es el recuerdo. Lo único que torea clamorosamente a la muerte, aunque no la evite.
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Hace 1 hora
Cuánta nostalgia, cuántos recuerdos llevan consigo las fotos de familia antiguas. Mi madre era poco partidaria de que yo apareciera en ellas porque solía hacer cucamonas y me cargaba el recuerdo. Aún así, conservo algunas de aquellos años en los que las fotos eran en blanco y negro, como el Nodo, como la sociedad gris en la que vivíamos.
ResponderEliminarUn saludo, Fackel.
Así es, pero que nos quiten lo bailao, sobre todo los tiempos de juego. Lo peor es cuando alguno de los personajes de una foto desaparece, da rabia, aunque no haya más remedio que aceptarlo. Gracias, Cayetano.
EliminarNada mejor para una tarde de lluvia que repasar las fotos. Allí habitan y habitamos, a veces, esas personas que una vez fueron, que una vez fuimos. Cada vez encontramos más ausentes, sombras de quienes una vez accedieron a ser eternos ante una cámara, que siempre mentirá
ResponderEliminarUn abrazo, me hace recordar un post mío, a ver si lo encuentro y lo publico nuevamente. Creo Que te gustará. Un abrazo
Pero a veces el impulso no es ver las fotos en general sino determinadas fotos en particular porque los personajes de la obra van abandonado la escena. Gracias por leer.
EliminarNo hay nada más triste que una foto.
ResponderEliminarEn cuanto desaparezca el más joven de la estampa nadie se acordará de nosotros. No deja de ser curioso, las guardamos para el recuerdo cuando en realidad, pasadas una generación ya nadie sabrá quien era el del sombrero.
Me gustan las fotos en blanco y negro, son como la vida, sin matices.
Salut
Bueno, independientemente del hecho técnico de que en aquella época el color no había llegado en España ni a las fotos ni casi a las películas hay que reconocer que muchas fotografías en blanco y negro eran bastante buenas y tenían sus matices. Se puede usar como metáfora de la España gris de la época histórica. Pero en esta que traigo a colación todo era bastante rosa y el niño vivía en aquellos veranos del Norte otra vida, rompedora frente a la del curso, libre frente a la disciplina familiar del resto del año. Educación sentimental a tope, y no solo sentimental.
EliminarEs difícil despedirse. Deja un gusto amargo. Espero que pronto se endulce con el buen recuerdo.
ResponderEliminarTe reconozco justo en medio de la foto, sonriente y pequeño. Es que también posaste para una de las mías!
=)
Bueno, hay cosas y acontecimientos -la vida misma- que te impelen no obstante a aguantar el tirón y asumir las desapariciones, aunque duela. Cierto, te pasé la foto del niño para tu celebración anual. Pues el niño no ha cambiado, jaj.
EliminarLa felicidad no tiene colores, cierto.
ResponderEliminarYo recuerdo fotos borrosas con cámaras imposibles, pero fotos, al fin y al cabo.
Salut
Ah, y los fotógrafos profesionales eran por regla general muy buenos. Tengo fotos de familiares de antes de la guerra civil y me sorprenden su calidad.
EliminarEs cierto Fackel, hay ciertas fotografías como la que nos enseñas, que a pesar del tiempo, de los hechos ocurridos y de los avatares de cada uno, conservan recuerdos inamovibles y entrañables. Me gustan mucho las fotos en B/N aún hoy en este mundo de color.
ResponderEliminarUn beso
Hay que apreciar lo bueno, que ha existido siempre. Si las fotografías reproducen fielmente la naturalidad de los fotografiados, mejor que mejor. Gracias, Carmela.
EliminarLas pérdidas llaman al recate de fotografías. Allí está todo y nuestros ojos húmedos y brillantes.
ResponderEliminarAbrazo. Adriana
También las risas y las euforias lúdicas, que nunca desaparecieron del todo. Gracias.
EliminarUn grupo encantador. Venir aquí me sabe a respirar. Como un claro en el bosque donde encontrar palabras que significan, que aportan, que aprendes.
ResponderEliminarSaludos.
Si encontramos en nuestro pasado grupos que nos aportaron y nos acogieron también sabemos encontrar palabras que signifiquen, por ejemplo, agradecimiento. Algo que falla hoy con frecuencia. Bienvenida.
EliminarApreciamos estas fotos, las tenemos guardadas cuidadosamente y son una de estas cosas que salvaríamos de un naufragio. Aunque tengamos el recuerdo, admiramos las imágenes con una ternura que enriquece nuestra percepción.
ResponderEliminarAbrazos
Francesc Cornadó
De hecho, nosotros podemos perecer -pereceremos en su momento- pero esas tablas de salvación que son las fotografías, salvo catástrofes, serán heredadas por alguien, cercano o no, pero que lo agradecerá. Salutem.
EliminarMe encanta esa imagen. Recordemos que para los sabios griegos la ausencia “ de la foto” implicaba un gran privilegio. Un saludo a pie de Sella para el pequeño de la linda sonrisa! La sonrisa, lo más bello de la naturaleza humana!
ResponderEliminarGracias, se lo transmitiré, aunque ya le queda tan poca...y sus ojos cada vez más tristes.
EliminarCalla, calla no me “hables” de ojos .... y gracias que aún ejercen su función!
EliminarDe momento me has dejado sin palabra.
Te comprendo perfectamente. Calma.
EliminarSeguro que eres ese pilluelo con ojos felices y pícaros.. saludos
ResponderEliminar¿Será, será...? No vas descaminada. Salutem.
EliminarMe ensalmar reburujar muebles viejos, porque emergen álbumes de fotografías, y fotos desvaídas por el tiempo, que afirman el rostro, o una identidad, que es difícil para estos tiempos de fugacidad. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarQué bonitas palabras -ensalmar, reburujar- que aquí no se suelen usar. Yo suelo reburujar cuando hay un acontecimiento -fatal o de encuentro- o bien un ejercicio de memoria incontenible que me reclama volver a mirar cómo éramos, como fuimos una vez. En nuestra infancia acá la fotografía escaseaba, no como ahora que hay verdadera abundancia, sobredosis, de los nuevos medios tecnológicos. Las fotografías con distancia temporal son las valiosas. Permiten reflexionar y ahondar en los cambios, hallar pistas, apreciar físicos y sonrisas y gestos...en fin, dejémoslo que la nostalgia debe tener un límite. Salud, un abrazo.
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