Saco de la biblioteca pública un libro raro y además creo que agotado. En su día se me pasó hacerme con él y ahora puede interesarme. En la ficha de la biblioteca dice que solamente se ha prestado una vez, hace veintiséis años. Pero el ávido, se le supone, lector de aquel momento también era un maltratador de libros. Infinidad de páginas están con subrayados, anotaciones, llaves, asteriscos, cruces, paréntesis y otros símbolos de quien piensa que puede rasgar la ropa de otros como si fuera la propia. Me ha hecho pensar en la cantidad de signos de lenguaje que el ser humano ha puesto en práctica a la par del alfabeto al uso. Sin embargo me cuesta superar la repugnancia a leer un libro lleno de indicaciones, como si el bárbaro quisiera condicionar la lectura del siguiente lector a sus subrayados. ¿Es la sucesión de páginas con indicaciones lo que rechazo, siquiera por razones estéticas, o que alguien anterior pretenda dirigir subrepticiamente mi lectura? Ni una cosa ni otra soporto, así que he decidido devolver el libro, preguntar por la responsable de la biblioteca y decirle textualmente: yo no leo libros en condición de marranería. A la vez que pienso enseñarle el estado de las páginas. No sé si añadir: ustedes deberían preocuparse por comprobar que los libros son devueltos en buen estado, por dentro y por fuera, pero me arriesgo a una mala contestación, que ya me la sé. En fin, solo me queda acudir a otra biblioteca a ver si tienen la obra o si por una casualidad en alguna librería les queda alguno en stock a buen precio. Conclusión: Repugnancia, sea cosa de un orate, de un profesor chulesco o de un maníaco moralista, los maltratadores cunden hasta con la letra impresa.
Haz feliz al perro; no cuesta nada.
Hace 10 minutos
Me has abierto la curiosidad ¡¡
ResponderEliminarsalut
Hay libros adquiridos por el erario público que usan de mala manera algunos desaprensivos, no importa si el nivel de estos es de doctorado y máster o de bachillerato elemental.
EliminarSí, deberíamos tratar bien no sólo a los libros, es cierto, pero qué se puede esperar de nosotros si nos maltratamos mutua e incesantemente.
ResponderEliminarNo creo, y solo es mi opinión, o eso desearía pensar, que se trate de un maltrato en sí, mucho menos que con tales anotaciones/maltratos se le conduzca a usted, a cualquier otro lector por una lectura que no sea la que tenga que ser, a cada uno la suya según sus ideas o convicciones, sino más bien que alguien, acaso el primer dueño y lector de ese libro en concreto, como suyo que era en aquel momento decidiera anotar lo que se le ocurría al leer, y seguro que fue con pasión, puesto que nadie, digo yo, hace tal cosa en algo que no despierta su interés.
Quizas el libro pasó por varias manos antes de pertenecer a la biblioteca, pudieron ser añadidas en ese tiempo sin pensar en más allá, en los posibles lectores que como usted podría ahora sentirse condicionado por sus anotaciones, ese maltrato que no debió de ser tal para quien los hiciera en su día.
Es una lástima, no lo dudo, pero no culpe usted sin saber si existe o no culpa, ¿no lo hace usted -anotar esto lo otro o lo de acullá- en sus propios libros, obviando, eso sí, cualquier otro maltrato?
Podría usted donar cualquiera de ellos a una biblioteca, lo recibirían con los brazos abiertos, supongo, sin tener en cuenta las anotaciones que incluya.
Por otro lado, haga usted como que no existen, esas que le traen por la calle de la amargura, no amargue y disfrute de su lectura, de la suya propia, y de nadie más.
Saludos, y gracias
anónimo guadiana
Guadiana anónimo, es un libro de Biblioteca pública, adquirido directamente de una librería, sólo habrá pasado por manos de la librería que lo vendió al servicio de bibliotecas del Ayuntamiento, por algún bibliotecario (aquí debería decir bibliotecaria porque ganan por goleada) y por un lector de 1996 al que le fue prestado. Todo es presunto, pero no creo que cualquier persona anterior al primer lector haya fastidiado el libro. Obviamente el presunto maltratador (¿siempre hay que decir presunto incluso en un caso así?) solo puede haber sido ese lector o bien alguien de la familia, por dejar la puerta abierta, pero el responsable sería el que sacó el libro. El que haga anotaciones por pasión, amor o erotismo hacia los libros no le libra de INCIVISMO, como poco. Aunque cuestiono su pasión, amor o ganas de conocimiento de alguien que no piensa en que vendrán después otros lectores. ¿O acaso ese personaje sabía que se trataba de un libro tan de minorías que despreciaba a estas? Todo es posible.
EliminarLe doy la razón en su último párrafo, no quiero amargarme, no llego a tanto, aunque la vida cotidiana da motivos para más cabreos por acción u omisión de otros convencinos. Haré como que no existe el comportamiento incívico de anotar en un libro ajeno, pero no me convence demasiado. Ignoremos por un momento el libro, la ocupación malsana de un tipo al que le hemos prestado el libro y se lo toma como suyo, su práctica siniestra, pero ¿por qué ese pasar de los demás que tienen ciertos individuos? Hoy es un libro, después el vehículo con el que conduce, más tarde considera que tal espacio es suyo aunque sea de uso y agrado colectivo... El incivismo puede que no conduzca directamente al autoritarismo, ¿o sí?, pero conduce a comportamientos que disgregan, desprecian y dificultan las relaciones sociales. Por lo demás, no entro en el tema de culpa o no, mis criterios jurídicos son nulos. Por cierto. ¿Va a confundir lo que yo haga con libros que me he pagado de mi bolsillo con otros que deben pasar de mano en mano por mor del lujo de disponer de bibliotecas públicas?
Hay quienes piensan que subrayar un libro es una forma de apropiarse de él, aunque en realidad no le pertenezca. No es mi caso, jamás he marcado con nada ni siquiera los míos, que, aunque no muchos, permanecen en impoluto estado aún cuando se los haya releído bastante.
ResponderEliminarYo estoy en tu línea. Para apuntes y notas bien valen los papelitos entre sus páginas o una libreta a mano.
EliminarEncuentro muchas dificultades para comentar. Ya hice un comentario esta mañana pero “ni flowers”.
ResponderEliminarRecuerdo que decía algo así como “extrapolamos?” aunque visto lo visto nada ya más que añadir.
Solo que una vez me ocurrió algo parecido y pasé olímpicamente, casi me divertía ver lo que otr@ valoró en su día. Qué le vamos a hacer, si una dispone de tan buen carácter que siempre ha sido tenida por tonta, claro, hasta que se harta y se larga con un sabor amargo de la vida. Pero a todo se puede acostumbrar un@ salvo al hambre, la sed y la falta de descanso. Hasta al dolor se acaba acostumbrando el personal.! Tarde y mal debí aprender a protestar. Ahora que vieja y tonta vienen a ser sinónimos en el imaginario colectivo su contraparte resulta la mar de cómoda! .....siempre que no te mires al espejo! Jajjjj. Afortunados quienes dispongan de barba y bigote!
Entonces, debo sentirme afortunado, jej. Tal vez tengas razón, que hay que pasar olímpicamente, que acaso no es tan grave, de acuerdo no lo es, pero sienta mal la actitud, es como cualquier otra conducta de calle, siempre hay gente que transmite desprecio y tienes que mirar para otro lado para que no vaya a mayores. Lo que más me fastidia es que además se supone que el personaje del desaguisado con el libro debía ser alguien que iba de intelectual. Pobre.
EliminarPero si pero si te comprendo perfectamente: para ti los libros son tótem. Ja, me has hecho pensar, creo que mi tótem es la estructuración de la vivienda y los cacharritos de cocina! Ay qué risa!
EliminarSon ídola, sí, pero ojo no solo tótem, también algunos tabú, jaj.
EliminarMuy buena entrada, Fackel. Entiendo y comparto lo que dices, porque me ha pasado en alguna ocasión. ¡Ay las bibliotecas públicas! Y... cuántos "impúreos, blasfemos de la razón y alcahuetes", gentes que no tienen reparo alguno en ensuciar los libros de esa manera.
ResponderEliminarY ya que hablamos de bibliotecas, no sé como están en tu tierra, pero en la mía... te cuento. Por obvias razones de espacio he tenido que desprenderme últimamente de bastantes libros, básicamente novelas en lengua castellana. En mi barrio, Les Corts, inauguraron el año pasado una biblioteca espctacular, hermosísima, en el lugar que antes ocupaba la fábrica de tejidos Benet Campabadal. Ha costado la bonita cantidad de 9,6 millones de euros. Los anaqueles están casi vacíos y en el apartado "Novela" ni siquiera tienen las de Eduardo Mendoza, por citar a alguien plenamente inmerso en la temática barcelonesa. Unos cuantos ordenadores, una zona para leer el periódico, unas magníficas mesas en las que estudian sus apuntes de clase algunos alumnos universitarios y nadie más. Entré a preguntar si podía donar esas novelas, que están en perfecto estado de conservación, ya que en casa tratamos muy bien los libros, no como esos blasfemos de la razón. Allí se me dijo que no, que solo aceptaban libros relacionados con la historia del barrio de les Corts y publicaciones pertenecientes a una fantasmagórica "cultura maker", que luego me enteré que se refiere a todo lo relativo al "Hágalo usted mismo", ya que aquello era una fábrica y lo de la fabricación lo tienen claro. Total, que me tuve que volver a mi casa por donde había venido y buscar otro lugar donde llevarlos. Todo ello por los mencionados casi diez millones de euros, en un barrio en el que no hay ninguna otra biblioteca, ya que ésta ha venido a sustituir a la que había antes, en la que sí había algo, aunque tampoco aceptaban libros.
Pues si es como dices tengo la sensación de que la purga, la gilipollez y la ignorancia se están adueñando de los rectores administrativos que llevan las bibliotecas públicas. En este sentido me da la impresión que por aquí, no obstante recortes de libros y materias, estamos como nunca de bien surtidos. Además en mi ciudad tenemos un montón de bibliotecas municipales, con fondos más limitados, obviamente, donde abunda la novela y además hay una central de la Junta de Castilla y León extraordinariamente suministrada. Ya sabemos que en materia libraria no hay todo lo que uno desearía, es decir TODO, pero puesto que eso no es posible al menos se encuentra mucho y se actualiza bastante bien.
EliminarEl tema de donar libros es aparte, no suelen quererlos por regla general, no sé si porque dan trabajo y además los que donáramos están más o menos usados, pero por mi parte voy quitándome libros dándoselos a amigos. Por lo que me cuentas me da la impresión de que hay excesiva rigidez en las normas. Los libros nunca deberían rechazarse, pero no sé si es porque ya están sentenciados, los libros y las bibliotecas, en aras de toda la modernidad tecnológica que los desplaza o porque no quieren ya dedicarse a su difusión pero es una lástima que te digan que no. O tempora, ¿no?
Salud y lectura, hermano.
Lo que cuenta granuribe sí que me parece preocupante.
ResponderEliminarYa no sé en qué dirección vamos, ya no sé.
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