A veces hay que recurrir a lo más sesudo, aunque se considere sabido y, como tal, no se mencione habitualmente. La materia cuerpo lo reclama. En otras ocasiones voy al bosque o subo a un páramo o contemplo la escultura griega o escucho a Schubert. Para atemperar mi sangre hoy he pasado una mañana apacible contemplando embobado una ley física. Nada de mística, nada de ensoñaciones, nada de literaturas, me he dicho. Maravilla del movimiento que no cesa. Relajación. Reencuentro. Vínculo. Los actos de la comedia o del drama humanos, esas dos caras del teatro de la vida, son infinitamente más insignificantes. El péndulo me ha devuelto la confianza en la sensatez natural. Es un recurso para los tiempos venideros, cuyo espectáculo no me atraerá.
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Hace 54 minutos
y ese movimiento pendular constante nunca falla
ResponderEliminarNo se parece a esos otros pálidos reflejos de la farsa.
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