"...Nada me dolió jamás de tal manera como aquel Duelo a garrotazos que pintó Goya. No es el mero garrote como arma sino el brazo armado que la esgrime lo que me crea honda desazón. Dicen que dirimir las diferencias de esa guisa es algo que llevamos en la sangre. Demasiado abandono a la ignorancia, excesiva exhibición de la baladronada, desconsoladora manera de discrepar. El culto a la sangre y a quienes la propagan, incluso sacralizándola, me produjo siempre un asco profundo y un horror hiriente. Tanta ausencia de letras se paga. Tanta falta de atención a lo que dice el otro dificulta el entendimiento. Y luego la mala voluntad, hija de la soberbia, de la envidia y de la ira..."
Haz feliz al perro; no cuesta nada.
Hace 14 minutos
A mí lo que más conmoción me produce y más me consterna son esas piernas enterradas, alegoría perfecta del fanatismo: "no hay camino, no hay otro camino". Pero sí lo hay. Y más les vale, a quienes en tan espantosa situación se hallen, dejar las mazas y dedicar todos sus esfuerzos a liberarse mutuamente de tan fatal arresto.
ResponderEliminarSalud!
Esas piernas como raíces eternas, indiscutidas e indiscutibles, qué horror, en nombre del arraigo y la tradición, aquello de esta tierra es nuestra, cuantos crímenes se han cometido entre hermanos. ¿Hermanos?
EliminarAndo releyendo "Ensayo sobre la ceguera" de Saramago. Pensarás que no tiene relación con tu entrada, pero para mí, si. En principio por la fecha, clave en mi circunstancia; después porque la protagonista acaba ciega precisamente cuando todos se van reponiendo y finalmente porque la imagen que nos ofreces
ResponderEliminarme recuerda el mamporro que siendo muy pequeña le pegué a una niña que se pasaba el día tocándome las narices en el cole. Luego su madre llamó a la mía, me tuve que poner al telf. para excusarme educadamente a golpe de pellizcos, encajé la posterior paliza de rigor ...y ....aquella niña dejo de existir para mi persona.
Ese impulso no volvería a salir pero nunca dejé de luchar. Ahora ya estoy tan cansada que ya no me queda ira sino pena, mucha.
Saramago tenía más visión que Fackel, que es más bien miope, hazle más caso a él. No sé si las peleas y llegar a la manos de la infancia eran reflejo del adulto o mero juego, tampoco me ví envuelto en muchas. Pero ya la gente se disputaba territorios, alardes de fuerza y supremacía en el clan. Reflejo, sí, del mundo de la competencia.
EliminarMe refiero a 1995, la fecha en que fue publicada. Al releer el comentario caigo en la cuenta de la mala redacción al respecto.
ResponderEliminarGracias por ka aclaración, me extrañaba un tanto.
EliminarAsí continuamos, enfangados y liados a tortas y la razón que brilla por su ausencia.
ResponderEliminarSalud
Hoy, de momento, parte de los tortazos se libran con palabrería vana y falsa, pero hace tanto daño...Y desvía de las sendas sensatas. Y mira que hay gente que se fía de la estupidez televisiva, por ejemplo.
EliminarSí,ese cuadro duele.Era tan noble Machado que parte de la culpa de la barbarie de su época se la echaba a la incultura ("Tanta ausencia de letras se paga").Sin embargo,las causas verdaderas son las que expone en es última frase.Somos como somos porque lo llevamos en los genes.
ResponderEliminarSi te digo la verdad, a mí me duele -doloragrio de España y dolor placentero de disfrute visual de la obra- una buena parte de lo que pintó Goya, pues no solo es un múltiple creador con abundantes y variadas técnicas y creación de formas sino una obra total donde se ve la intrahistoria del país.
EliminarPara mí, Antonio Machado, es un maestro para mis propias inquisiciones personales, para entender el medio histórico en el que crecí y habito, por eso mismo no te sorprenda que le copie y le reproduzca con mis propias licencias. Un abrazo.
Entre la indiferencia y la hibridez andamos. Vaya humanidad, que de humanos quedan pocos. Gracias por la interpelación. Desde Argentina, Mi Abrazo.
ResponderEliminarY, sin embargo, hay algo más que el blanco y el negro en la vida cotidiana. Me apunto a los humanos de concordia, de generosidad y de ternura, cuando me encuentro con ellos. Los hay. Tal vez todos lo somos, al menos en potencia y en petit comité. Un abrazo, Daniela.
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