Sin palabras, porque ya nos las dijeron con oscura y sucinta claridad en su día. Porque ya nos las hicieron repetir hasta la saciedad. Y si no, castigo y cristazo limpio. De aquellos polvos, estos lodos. Disco rojo para los causantes rebeldes si es que quedan.
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Hace 1 hora
Si, aun quedan muchos.
ResponderEliminarBuenas noches Fackel.
Por cierto, no es que queden muchos, quedan demasiados!
Como todo tiene su origen en las primeras mentiras...ojo, las que nos contaron, luego las que aceptamos, luego las que inventamos. La viñeta de El Roto de hoy en El País es muy ilustrativa al respecto.
EliminarUmmmm...lo de confesar mís pecados va a ser que no...
ResponderEliminarSi te cuento que me inventé pecados para no quedar en entredicho con el farsante de turno que se ocultaba en un kiosko...
EliminarAcariciar un nen bo deu ser com tocar seda o vellut, suau al tacte.
ResponderEliminarDesprés, barba, bigoti i banyes socarrimats pel foc infernal.
Per això ballaven Rajoy i Raphael.
Creo, Olga (qué ilusión grande la de verte por aquí comentándome) que acariciar un niño ya es un estado que conforta. Al hacerlo es como si quisiéramos romper el túnel del tiempo entre nuestra edad y la suya y ser de nuevo aquellas criaturas que eran y son más que los cánones, las imposiciones y las normas ideológicas al uso. El fuego infernal de la vida nos chamusca, pero reivindico mi barba que, eso sí, es más exuberante y noble que la de Rajoy. Y con vida propia que trata de salvarse de la quema vital.
EliminarUn petó gran. Feliç dia.
Y nos hicieron buenos. Demasiado buenos.
ResponderEliminarJaaaaaa. Es verdad: tan buenos que a aquellos que nos "hicieron" a su imagen y semejanza (a la de Dios, decían los muy cínicos) casi les hemos perdonado. Casi. O no.
EliminarEnseñaban a ser obedientes, nosotros a cumplir y los que mandan a desobedecer las leyes y a incumplir sus promesas.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
¿Y si nos volviéramos muchos o todos desobedientes? Siempre ha sido planteado como desafío (Thoreau, Max Stirner, etc.) Claro que aquellos de entonces volverían a las andadas y exterminarían a cuanto disidente no se plegase. Es la constante de la barbarie de los hombres, a la que se apuntan, ojo, en momentos decisivos los oportunistas que devienen en más bárbaros que los bárbaros. Yo no quisiera conocer de nuevo eso.
EliminarNos leyeron muy bien la cartilla, que la buena letra hasta con sangre tenía que entrar si hacía falta. Y la de bofetadas que me llevé yo... como para perdonar lo "buenos" que fueron ellos.
ResponderEliminarAbrazo.
Maldito refrán ese de la letra etc. Había uno complementario "Quien bien te quiere te hará llorar" con el que pretendían justificarse aquellos analfabetos. Lo que menos les perdono es que comieran el coco a nuestros padres; claro que eso significa que nuestros progenitores entraron al trapo de tanta falacia.
EliminarPues encuentro más páginas ilustrativas de nuestros primeros libros de obligada lectura, también denominados silabarios o cartillas. Voy a colgar otro que me parece "genial" aunque en este caso genial no viene de genio sino de gentuza.
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