Si algo me harta en esta vida -y mira que hay motivos para el hartazgo- es la permanente exhibición de los profetas. De los antiguos y de los nuevos. De los que tienen consolidado su poder desde hace siglos y de los emergentes que parece que se van a comer el mundo. De los que predican paraísos ultrafísicos y de los que prometen cambios que nunca tienen lugar. De los que señalan la mota en el ojo ajeno y no ven la viga en el propio. De los que hacen política con la religión y de los que quisieran convertir en eje religioso a la política. De los que no creen en la libertad de pensamiento y de los que desearían convertir el pensamiento en doctrina.Me llegan noticias de que hoy han coincidido en el Parlamento Europeo profetas diversos y se han jaleado mutuamente. Debo compensar mi hartazgo con un saludable y agradecido escepticismo. Ahora solo me falta llegar a ser lo suficientemente estoico como para no padecer por la intolerancia de los profetas. De momento invoco aquel gesto de desdén enérgico de nuestros nunca suficientemente apreciados Fernando Fernán Gómez y Antonio Labordeta. Su ¡a la mierda! era una verdadera declaración de principios contra los aprendices de brujo, lleven dos mil años incordiando, presidan los grandes organismos de control social y económico del planeta o pretendan con operaciones mediáticas asaltos a no sé qué improbables cielos.
Hazfeliz al perro; nocuesta nada.
Hace 52 segundos
Comparto, querido amigo, esa hartura por el discurso abisal de los buzos y por la estela vaporosa de los subidos a la columna de Simón. palabrería de uso que crea una mueca de asombro en los incautos. Y ahora que cada cual haga el catálogo de buzos que tiene alrededor y de los estilitas que guardan equilibrio en el desierto. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarUno se siente menos solo al compartir espacios de pensamiento crítico. Muchas gracias, Josée Luis.
EliminarUhhhhhh, pues esas mismas palabritas retumban en mi coco. Será cuestión de haber visto pasar mucha, mucha m... durante largo tiempo y haber tenido la osadía de atar cuatro cabos y medio.
ResponderEliminarClaro que cada generación nueva llega a descubrir el mismo mundo y existen demasiadas viejas dispuestas a no soltarse del amarre.
Hoy me ha enviado ni hijo un articulo al respecto.... Jajjj ese casi nació viejo, pobre cuarentón mio, tan precoz como su madre....
Por supuesto, es que a la fuerza ahorcan. Cada generación debe pencar con lo que tengan, para bien o para mal, pero los veteranos en las lides no tenemos por qué quedar al margen y además vemos que lo combatido se ha quedado corto y que con ciertos elementos no hemos podido...ay el Mal, siempre imponiéndose. Y nosotros sin saber arrancarlo de la faz del planeta.
EliminarHombre..¡¡¡¡¡ y lo bonito que es escuchar que si se les vota " serem més feliçes " (sic- Junqueras).
ResponderEliminarEsta frase condensa todo lo que un profeta puede ofrecer. No hacen falta argumentos, programas, análisis que ni tan siquiera se puede rebatir. Nos prometen la felicidad nada más acabar de recontar los votos. El paraíso, el rien no va plus...¿ Cómo no les voy a votar ?..¿ o se escribe Botar ?
estoy que no quepo...Hacedme espacio, vive Dios ¡¡¡¡¡
Prometer la felicidad desde la política suena a más materialista que desde la religión, pero solo suena. Lo malo es que se tenga una visión sacramental de la noble Política...
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