Una luz de tormenta ha entrado por la persiana mal bajada. Ha recorrido con toda fugacidad el cuarto. De pronto se ha detenido ante los caballos y el león, fulminándolos. La casa ha ardido. También se han prendido los prados. Solo la mujer se ha salvado, postrada en su estupefacción. Ella, lo único casi figurativo que recuerda el cuadro anterior. Al apagarse el incendio han permanecido como manchas dispersas todos los colores. Montones más intensos de rojos, amarillos, ocres, verdes. El azul se ha desparramado buscando seguramente la silueta extraviada de los caballos. Ahora tendré que crear de nuevo a estos animales, intentar que renazca su expectación, restablecer aquel vínculo cómplice de su morada paradisíaca. Para que la mujer no se muera de soledad en su ausencia de sueños.
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Hace 20 minutos
Si esa mujer ve en azul jamás dejará de soñar y por tanto nunca estará sola. Esos caballos azules que según tú se formaron al desparramarse la pintura tras el incendio es uno de mis cuadros favoritos... mi blog es azul, si te paras a pensar el azul, está en todo lo más bello e inmenso que existe el mar, el cielo, el universo...
ResponderEliminarUn placer y gracias.
Unos ojos azulados, un tintero de infancia dans bleu, los delfines de Cnossos, el período azul de Picasso...pero ¿qué hacemos con los demás colores? Porque yo me empeño en encontrar belleza en todos y cada uno y sobre todo en sus mezclas...
EliminarUn placer que comentes aquí, María.
No puede ser verdad que un rayo haya terminado con ese temblor del animal que Marc nos narra en el sueño de otro (¿puedo ser yo ese otro?). No, no me digas eso. Ofrece pruebas de que el mundo ha comenzado a caminar boca abajo y todo es ruina y moho debajo de los manteles. Los animales de Marc anuncian algo que les provoca temblor - y por eso trataban de traducirse a la ontología del color. Son animales frágiles y proféticos. Su anuncio, como suele suceder con estas cosas proféticas, nunca se cancela con el cumplimiento de algo, una Gran Guerra en el inicio del siglo XX por ejemplo. Los animales de Marc no sé que me dicen del pasado mañana y, por eso, el rayo del que hablas no puede haber cerrado sus pulsaciones... Y no me digas que vas a re-crear a los animales, porque no son meras piezas en el puzzle del sueño de la mujer (o del hombre). No son un mecano. Son la propia luz de mil rayos mil veces más potentes que el rayo de esa tormenta veraniega que pretende quemar los prados y los lienzos. No me digas que todo arde. Que no me lo creo. En la mancha del color el león duerme. En la vibración el caballo duerme. No, nada ardió en los animales. Debió de ser en otro sitio. Revisa tus grabaciones. El azul duerme.... silencio de espera, amigo.
ResponderEliminar¿Y si la verdadera fragilidad es la del humano que cruza sus brazos y sus piernas desasistido? ¿Qué hará sin la presencia de los colores hechos seres de otras especies u orogénesis, por ejemplo?
EliminarMe ha gustado tanto tu enfoque, tu interpretación...pero los rayos pueden acabar con todo, y se está generando uno tan grande dentro del útero de la madre naturaleza humana que solo es cuestión de tiempo que la tormenta lo precipite...y yo no quisiera. No, nunca pueden cancelarse las fuerzas ocultas, por más que haya habido acontecimientos de los que cabría la posibilidad de haber aprendido algo, pero no. En su momento parecía que la multinacionalidad superaría diferencias nacionales, pero mira. Que la globalización extendería valores conquistados, pero que se revelaban como accidentes circunscritos a zonas determinadas, y trae un fuego que se extiende sin que nadie acierte a ver el límite de su extensión.
Ya ves, la tentación de re-crear e slo poco que nos va quedando, aunque sea para no perder el aferramiento a la inercia cotidiana. ¿O se puede hacer algo más?
Un abrazo.
Me gusta el comentario de MARÍA....
ResponderEliminarSalut
Y seguro que a ella le gusta que te guste, Miquel.
EliminarMatiz para María: He conocido fuerzas humanas del mal que han utilizado el azul, y sobre todo el azul marino, el intenso y fuerte, el de los arrentzales, por ejemplo, el de ciertos obreros del interior, por ejemplo, como símbolo de su maldad y de sus crímenes. En ese caso, y disculpa, el azul no era nada bello, pero nada, nada.
ResponderEliminaryo puedo ir por otro lado Fackel, con tu permiso, es que colores son ilusiones, existen según les descubra la luz, la luz en todo caso es pensamiento, razonar, idear
ResponderEliminar.
confío que tu prosa no tuvo esa finalidad, pero a mi me ha ubicado en la escena sin fuego pero con luz; la soledad mi amigo es un arma que dispara imaginarios objetos o palabras
puede en ocasiones hacer arder una pradera, pintar el más policromático vergel y porqué no, traer una sipnosis de propia muerte
la soledad crea poetas, aún cuando ni siquiera lo saben
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saludos
Por supuesto que puedes ir por otro lado, Omar, y ese lado que eliges es tan posible como el que elegí yo, es tan aceptable y tan sugerente que demuestra que los discursos humanos pueden encadenarse, que acaso lo están en sus territorios de tolerancia, aceptación y receptividad, y eso es lo que me gusta de los blogs. La soledad es generadora, obviamente, al elegirla, al reconcentrarnos en nosotros mismos, al observar lo exterior como si no fuéramos nosotros sujetos protagonistas e imprescindibles.
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