El colegial aplicado y el colegial torpe se pelean a la orilla del río sin que se sepa bien quién inició la reyerta y escudado en qué motivo. Al principio fueron las miradas enconadas, las palabras que subieron de tono, las descalificaciones recíprocas, los insultos alocados. El aplicado pretende ser menos rudo y con la treta del lenguaje intenta paralizar al otro. También tiene una constitución más frágil, característica que anima al torpe a aprovecharse y pasar a las manos. Ambos ruedan por la pradera, sorteando los dorados fresnos, tentándose los cuerpos, sujetando los brazos, haciendo jirones la ropa. Más que una pelea es un conato en que se conceden la posibilidad de reconocerse no solo mutuamente sino cada uno en sí mismo. El escolar más fuerte se afirma una vez más en su condición de gallito, pero la defensa ofrecida por el chico listo además de ser una revelación para éste es también una sorpresa para el primero. Aquella situación neutraliza momentáneamente la virulencia de la lid y, sin soltar sus manos de las mangas, retornan a las palabras imperativas que no por ser verbales son menos agresivas. Reconócelo, admítelo tú, dímelo de nuevo, cúlpate de una vez...son formas verbales que se clavan como lanzas. Al no ceder ninguno vuelven al enfrentamiento, agravado, aún más incisivo. En su ceguera ambos ruedan sin que los matorrales del ribazo los contengan. Caen a la corriente justo en la zona donde cubre. Como ninguno de ellos es capaz de soltar al otro, como su afán por mantener atrapada a su presa es superior al instinto de supervivencia, se sumergen en las aguas negras, sin que hasta la fecha hayan sido localizados. La dirección del colegio, siempre presta a la más exquisita educación de sus alumnos, utiliza con frecuencia el caso para dar lecciones de moral y valores humanos. La municipalidad aprueba un acta oficial de pesar y propone que sea obligatoria entre todos los jóvenes de la localidad la disciplina de la natación.
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Hace 40 minutos
me quedé consternado, ninguno de los dos fue tan listo como para poner fin a la reyerta
ResponderEliminarabrazo!
La obcecación o no ser capaces de librarse del protagonismo...no sé, supongo que los males de la humanidad son muy antiguos.
EliminarPrimero: En el plano convencional la vida siempre se impone a edades tempranas, luego ese final mo me parece realista.
ResponderEliminar2- Si se interpreta a otros niveles como parece su intención, el listo resultaría doblemente torpe por dejarse atrapar, por no desembarazarse a tiempo.
Pero piérdase cuidado, nadie resulta imprescindible.
Gracias por el comentario de texto, mais el autor rehúsa precisiones para no alterar el irrealismo, jaj. ¿No ve vos que el triunfo siempre es de las autoridades pertinentes, que sacan provecho de tot?
EliminarObediencia tentadora.
ResponderEliminarTras la cólera del individuo está el móvil de un ego atroz, ciego y destructivo; lo vemos todos los días. Gracias, Fernanda, por pasar.
EliminarIncreíble historia. La percibo de manera doble. Como una historia entre dos colegiales con final traumático y como una alegoría de las luchas de la vida. Al final los que se benefician de las luchas y contiendas son las instituciones. Al menos eso parece. En nuestros días se puede observar esto muy directamente.
ResponderEliminarGran relato que nos invita a la reflexión...
No sabría añadir nada ni a lo escrito en su momento ni a tu comentario bien planteado; digamos que yo mismo me he quedado ahora mismo perplejo.
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