Atravesaba el puente de piedra en medio de una tormenta que se avecinaba. Apenas me encontraba a la mitad cuando estallaba furibunda y luminosa. El caudal del río crecía y a punto estaba ya de tapar los ojos de la formidable estructura. Cuando me disponía a alcanzar el tramo final, un rayo había destruido el último pilar. Yo saltaba al vacío, pero un extraño ser que decía pertenecer a las profundidades del río me recogía en el vuelo al abismo.
Haz feliz al perro; no cuesta nada.
Hace 2 minutos
No hay que perder las esperanzas aún cuando todo parezca perdido...el poder de la fe no sólo mueve montañas sino que logra completar puentes
ResponderEliminar=D
¿La fe, dices? ¿Qué es la fe?
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