Alimentándose una y otra vez de ilusiones acaba por creer que en ellas consiste el único mundo posible. Padece de ilusiones como otros se lamentan de estigmas y pestes. Aquellas le dicen mucho de su manera de ser pero escasamente le hablan del mundo que le rodea. De ahí que se desconcierte ante las acechanzas. Lo sorprendente es que, sin ignorarlos y mucho menos desearlos, está dotado para crecerse en los peligros.
(Imagen de Ralph Gibson)
Esto es igual amigo Fackel, ilusiones y realidad son la misma cosa, al final tanto importa la una como la otra, yo sin embargo, dada mi vulgaridad y materialismo me quedo con la realidad y admiro a los ilusionados.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Probablemente tengas razón. Nuestra realidad es la del reflejo de las cosas y de las vidas. Por esos vericuetos, en ocasiones desconcertantes, pero siempre ansiados, nos movemos la mayoría. Salvo los suicidas.
EliminarSalud siempre.
La ilusión no debe dejarse pisotear, pero tampoco debe sobredimensionarse al punto de ocultar la realidad...
ResponderEliminarCierto, estoy en tu línea. Qué bien.
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