Muchos se inquietan e incluso desesperan por no lograr la felicidad. Esto les pasa por cultivar una adoración excesiva a lo divino. Otros por no asegurar lo que tienen alcanzado, pretendiendo que había garantías eternas para poseer lo de fuera, cuando el abandono que se padece de lo auténtico es sobre todo interior. Otros por perder aquello que creían que se iba a mantener por sí mismo para siempre, sin advertir que las circunstancias, las aspiraciones y las posibilidades son cambiantes. Todo se altera, incluso el Job que llevamos dentro, que cada vez está más enfadado. Dual enfado: se justifica con lo que sucede y perturba su vida en el exterior, y le cuesta reconocer el valor de los dones que le han permitido llegar a su senectud, uno de los cuales, y no escaso ni pobre, es su capacidad de resistencia y, por lo tanto, de indignación.
(Fotografía de Ralph Gibson)
El mayor de los pecados es vivir sin dejar de sentirse culpable. Lo que más cabrea a la resistencia heróica del indignado Job es sospechar que a su alrededor alguien pueda sentirse feliz.
ResponderEliminarSí, es una desgracia vivir sin librarse de una culpabilidad inculcada. Pasa a muchos hombres (y prohombres) Lo otro...yo particularmente no me mostraría tan aseverativo al respecto como tú, Anónimo. De todos modos el mundo de las ficciones es tan amplio y a gusto de cada cual, si le dejan...
EliminarEn un determinado momento de mi vida decidí aunar todos mis referentes en uno: elegí a Diógenes. Nunca he depositado excesivas esperanzas en nada, empezando por el tiempo y la propiedad. Siempre he preferido la alegría -esa plenitud compartida- a la felicidad. La alegría, íntima y a la par cósmica, implica un grado de conciencia y rebelión que le está vetado a la felicidad.
ResponderEliminarPero esta no es más que mi modesta y alegre opinión.
(Anterior comentario eliminado por errata... humana)
Buen símil, Loam. Y qué suerte. Otros hemos sido pasto de los cantos de sirena. De acuerdo: la alegría, alternativa (¿y versus?) a la llamada felicidad. Me ha encantado tu planteamiento, gracias.
EliminarEse abandono del interior es el que nos lleva a buscar esa felicidad inexistente.
ResponderEliminarCreo que los enfados de Job son mas que comprensibles, lo contrario sería cerrar los ojos o mirar hacia otra parte.
Probablemente, Balbi. Para muchos, los vacíos interiores se nutren de montajes "felices". Es un concepto que habría que precisar. La publicidad y las religiones hablan mucho del mismo. Por qué será. Gracias.
EliminarYo todavía soy paciente, sin embargo a veces voy notando la transformación. Todo cambia, amigo, y lo que no cambia es que lo aceptemos fácilmente. Saludos, demasiado tiempo sin pasarme!
ResponderEliminarLos cambios se aceptan (se acaban aceptando) incluso en contra de nuestra racionalidad. Hay fuerzas biológicas que nos mentalizan, digamos. Pasa cuando gustes.
Eliminara veces la estrategia más saludable es hacerse un capullo incorruptible en lo más íntimo de su propio ser, para refugiarse en los momentos en los que la realidad nos ahoga y nos confunde...no es fácil, por supuesto.
ResponderEliminar¿Y si a pesar de eso no podemos evitar una acción exterior?
EliminarEntonces tendremos que aprender a repeler la estocada, supongo. Hay que resistir...
ResponderEliminar¿Se nos agotará la paciencia de las palabras?
EliminarEntonces tendremos que aprender a resistir la estocada, supongo. Hay que resistir...
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