domingo, 5 de mayo de 2013
Cuando Rodríguez murió...y resucitó, y no precisamente a los tres días.
Gracias por mantenerme vivo, soltó Rodríguez desde el escenario a sus seguidores de Ciudad del Cabo la noche del 3 de junio de 1998, al iniciar el concierto. Para muchos de los seguidores de un cantante, un político, un líder religioso, un fetiche o una marca, su compromiso reside en serlo mientras dure el brillo del objeto a seguir. El brillo de Sixto Rodríguez en los USA fue escatimado por la industria discográfica que, a su vez, se justificaría en el seguimiento irregular y escaso por parte de la sociedad que se conmueve con la música. Con Sixto Rodríguez, tal conmoción no existió, o no triunfó ni de lejos en la medida que lo hicieron otros cantantes, no obstante la calidad equilibrada en melodía y letra de sus canciones, y el carácter firme de su voz. Las ventas no cubrieron las expectativas de ese mercado del que normalmente solo se nos muestra el éxito y la masiva acogida de los menos. ¿Resultaba Rodríguez demasiado político para el gusto del marketing y de los buscadores de nuevas emociones musicales? ¿Hablaba mucho de los pobres y de los abandonados? ¿Su modestia no se prestaba a los mimos y alharacas de los negociantes y de las masas? Curiosamente, su figura quedó prácticamente borrada, hasta tal punto que corrió el rumor de que se había suicidado. Hasta el inmediato paso de que volvió a ganarse la vida como albañil, cargador, lo que fuera. Cuando en los USA nadie le reclamaba resultó que, por ese arte del intercambio casual que tiene lugar cuando la gente se mueve por el planeta, fue descubierto en Rhodesia, Australia y más tarde en Suráfrica. Sus mensajes llegaban a las clases medias blancas que no se identificaban con el apartheid. El documental Searching for Sugar Man no solo habla de la supuesta muerte y de la reaparición posterior de Rodríguez, sino del talento. También de cómo talento y humildad no riñen ni se traicionan en todas las historias de la vida. Un individuo al que no le dolían prendas ponerse a trabajar en cualquier oficio. ¿Acaso porque se reconocía en la genética trabajadora de sus antepasados? Un hombre que parece que gustaba pasar desapercibido. Un hombre para el que la falta de éxito en su país no le hundió ¿porque no se sintió nunca reconocido en ese modelo de sociedad del glamour y del triunfo? Viendo el film ¿que conclusiones relativas podemos sacar de su experiencia?
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Algunos aprenden de una sola vez, diría que de golpe.
ResponderEliminarA partir de ahí su libertad interior y su compromiso con ellos mismos les permite elegir y mantenerse coherentes con el modo de vivir que han elegido, pase lo que pase.
Y que bello lo que sucede!! ¡ que emoción en los que se empeñaron en buscarle! Ahora, dice en la página que le han creado, porque tiene conciertos firmados por largo tiempo con 70 años...
" I am not getting old I m getting dead! - pero mi impresión es que aún le quedan "otras vidas".
En la revista Rolling Stones cuentan " 10 things more.."
Quizás la parte mas importante de su vida, sus búsquedas y sus encuentros, por mucho que se especule, pertenezcan a su mas estricta intimidad, como debe ser.
De todas formas, este señor ya lo dijo en sus canciones, algo así como que en cualquier sitio donde iba a tocar siempre se encontraba con el mismo tipo de gente, aquella para la cual sus canciones tenían un significado.
Gracias Fackel por alegrarnos la mañana.
Gracias, parece que has aportado algo más. Sabía yo poco sobre el tema. La película reportaje te permite un rescate y ciertas conclusiones digamos morales o de conducta vital. Ir a buscar a un tipo de gente que pudieran entenderlo posiblemente limitaba la macroacogida a la que las grandes discográficas suelen labrar para su beneficio sobre ciertos divos. Esa carencia del rol del divo -lo cual no niega una admiración y un reconocimiento importante- en Rodríguez es lo que le hace un buen hombre. Su talla de cantor no tiene precio.
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