Perdida la belleza de ti mismo -habla Job con su plexo solar- y no obstante la hayas cultivado o bien hayas habitado en una porción inerte con ella, ¿qué te queda sino hacerte a la idea de la muerte? Como el plexo solar de Job es irrenunciable, aunque no siempre atendido, para su temporal usufructuario, no se sorprende de esa pregunta radical. Su plexo rechaza contraerse y en su pequeñez le concede a Job un margen de expansión. Job ve en ese gesto un extraño renacimiento, un brindis por los tiempos vividos juntos, una confirmación de no haberse traicionado mutuamente. Job sabe -y ahí el plexo le sopla al oído con sabia contundencia- que el hombre no es feo sino cuando está muerto del todo.
(Foto de Ralph Gibson)
La belleza forma parte del existir y por tanto está sometida a la fragilidad y a lo transitorio. Esa es nuestra condición y esa es también la clave del sentir inquieto que llena nuestros días.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tiempos difíciles estos en que se da por doquier gato por liebre, incluso cada uno se engaña a sí mismo con la peor versión de lo que no somos. Se huye de la conciencia de lo efímero como alma que lleva el diablo, y así va la estética de estos tiempos.
EliminarCorrígeme si me equivoco, creo que a través de Job nos muestras lo fácil que es bloquear las emociones hasta no sentir nada. Algo que esta pasando a diario y a muchos, no querer desazonarse, huyendo de lo feo, de lo atroz, no querer sentir porque duele.
ResponderEliminarLa semana pasada denunciaste la desgracia de cientos de personas sepultadas por la avaricia de unos y la aceptación del resto. Y yo pasé de puntillas por tu reivindicación, escudándome en la lejanía y en la escasa posibilidad de hacer frente a esa práctica depravada de la que somos partícipes como consumidores.
Lo que escribiste el día 1 de mayo lo leí días después, y sentí vergüenza de mi egocentrismo, de no haber sido capaz de dedicar unas líneas a algo mucho más importante que los problemas cercanos, pensé en la de veces que he usado el termino "humanidad" aplicándolo a situaciones difíciles pero no vitales.
Quiero darte las gracias por despertar mi conciencia por lo lejano, tan real y tan doliente, mucho más que las desgracias nacionales.
No te voy a corregir, haces una lectura muy posibilista. El bloqueo de las emociones no es cosa de nuestros días, sino que yo crecí en una sociedad que reprimía las emociones inteligentes y hermosas y elevaba las más demagógicas y soeces. Parece que se instalan de nuevo (yo lo veo todos los días por la calle)
EliminarRespecto a la consideración que haces autocríticamente sobre algo que no comentaste en su momento, oh, por favor, no te preocupes. No tenemos que justificar nuestros actos ante nadie y menos en este modesto espacio. Pero me conmueve tu talante. Gracias.
http://3.bp.blogspot.com/_2oIrDw7gYK8/TRxS1IUshTI/AAAAAAAAD4k/WEobjGFblV0/S180/Jean%2BSeberg%255B1%255D.jpg
ResponderEliminarhttp://es.wikipedia.org/wiki/Jean_Seberg
Pero su belleza perdura gracias a la técnica, al desarrollo de nuestro género y su imagen puede ser útil para todo tipo de conjeturas. En cierto modo sigue viva. En tiempos del pobrecito Job no habían cámaras del tiempo.
Bs.
http://tulaevanescente.blogspot.com.es/
EliminarBuen día en la compañía de Jean. Bs.
7:1 ¿No es una servidumbre la vida del hombre sobre la tierra? ¿No son sus jornadas las de un asalariado?
ResponderEliminar7:2 ¿Como un esclavo que suspira por la sombra, como un asalariado que espera su jornal?,
7:3 así me han tocado en herencia meses vacíos, me han sido asignadas noches de dolor.
7:4 Al acostarme, pienso: «¿Cuándo me levantaré?». Pero la noche se hace muy larga y soy presa de la inquietud hasta la aurora.
7:5 Gusanos y costras polvorientas cubren mi carne, mi piel se agrieta y supura.
7:6 Mis días corrieron más veloces que una lanzadera: al terminarse el hilo, llegaron a su fin.
7:7 Recuerda que mi vida es un soplo y que mis ojos no verán más la felicidad.
7:8 El ojo que ahora me mira, ya no me verá; me buscará tu mirada, pero ya no existiré.
7:9 Una nube se disipa y desaparece: así el que baja al Abismo no sube más.
7:10 No regresa otra vez a su casa ni el lugar donde estaba lo vuelve a ver.
7:11 Por eso, no voy a refrenar mi lengua: hablaré con toda la angustia de mi espíritu, me quejaré con amargura en el alma.
7:12 ¿Acaso yo soy el Mar o el Dragón marino para que dispongas una guardia contra mí?
7:13 Cuando pienso: «Mi lecho me consolará, mi cama compartirá mis quejidos»,
7:14 entonces tú me horrorizas con sueños y me sobresaltas con visiones.
7:15 ¡Más me valdría ser estrangulado, prefiero la muerte a estos huesos despreciables!
7:16 Yo no viviré eternamente: déjame solo, porque mis días son un soplo.
7:17 ¿Qué es el hombre para que lo tengas tan en cuenta y fijes en él tu atención,
7:18 visitándolo cada mañana y examinándolo a cada instante?
7:19 ¿Cuándo dejarás de mirarme? ¿No me darás tregua ni para tragar saliva?
7:20 Si pequé, ¿qué daño te hice, a ti, guardián de los hombres? ¿Por qué me has tomado como blanco y me he convertido en una carga para ti?
7:21 ¿Por qué no perdonas mis ofensas y pasas por alto mis culpas? ¡Mira que muy pronto me acostaré en el polvo, me buscarás, y ya no existiré!
Job, Capítulo 7
De todos modos me atrae más la versión de la Biblia del Oso (Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera) con un enfoque más literario. Por ejemplo:
Eliminar7.4 Cuando estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré? Y mide mi corazón la noche, y estoy harto de devaneos hasta el alba.
Mide mi corazón la noche: qué preciosidad expresiva.
O bien la 7.1 misma:
Ciertamente tiempo limitado tiene el hombre sobre la tierra, y sus días son como los días del jornalero.