Durante mi lejana juventud, un clérigo disconforme con el cual yo hacía tertulia cafetera a dos voces en una pequeña ciudad de la Castilla profunda me informaba acerca de ciertas barbaridades que se ejecutaban con el patrimonio artístico y monumental, fuera o no público. Él rabiaba por la alteración y falseamiento de ciertos elementos arquitectónicos de una iglesia. Y me decía: seguro que acaban los originales en alguna finca de señores.
Aquella información y aquella manifestación díscola del clérigo (no era ordinario oir hablar así a curas durante el franquismo) aunque comentada a sottovoce, me impresionaron soberanamente. Muchos años después se editó un libro sobre el expolio monumental en esa misma Castilla que de dominadora pasó a despreciada y hundida por mor de las mismas fuerzas que otrora utilizaron sus recursos y su gente para embarcarse en aventuras imperiales. La razzia que tuvo lugar hasta hace escasas décadas involucró siempre a gentes vinculadas del poder. Casos he sabido también, a través de anticuarios amigos, de algún obispo involucrado en la rapiña, aprovechando ciertos aires aperturistas del último concilio con el que la santa apostólica y romana pretendía aggiornarse, que decían en el Stato de la Città del Vaticano cuando estuve de camarero en la década perdida de los 60.
Hoy leo en El País que en una lujosa finca privada de Girona existe un claustro románico de factura similar al de Santo Domingo de Silos, sin que hubiera constancia ni documentación del origen, que se supone también de la Castilla hundida. Realmente, uno no acaba de sorprenderse del país de ladrones y de vasallos que ha sido España. Y mi asombro raya la indignación. Con la de administraciones que existen en este país, ¿no se sabía nada de ese claustro? ¿O los ricos de fuera han constituido siempre aquí un Estado intocable dentro del Estado, en connivencia con los desaprensivos y los ineptos de casa? Aquello tan acertado de qué buen vasallo si hubiera buen senyor me sirve a medias. La única manera de que los señores fueran puestos en su sitio es que hubiera de una vez ciudadanos y no súbditos. Pero ya se sabe que aquí jamás hubo Revolución Francesa. Y nuestro siglo XIX y parte del XX han sido siglos de despropósitos, como si sufriéramos el mal de ojo.
http://cultura.elpais.com/cultura/2012/06/04/actualidad/1338839166_403833.html
(Imagen de M.C.Escher)
Según el artículo de El País, parece ser que fue el abuelo del actual propietario, suizo y rico, quien consiguió llevar a esa finca el claustro.
ResponderEliminarObviamente, si hay fotografías del montaje de las piedras, en el Archivo Municipal de Palamós, bastante gente tenía que estar informada del tema, sobre el cual, en aquellos finales de los años 50 se echarían buenas palas de tierra.
Quizá por eso ningún patrimonio ni estatal ni autonómico, ha reclamado aún un informe sobre el claustro. Y mucho menos, sobre la propiedad del mismo.
Me gustaría saber quién fue el abuelo Englehorn en los años 50 en España.
Probablemente, rebuscando un poquito más, se consiga hasta saber de dónde se expolió exactamente el claustro.
Por otra parte, hay que felicitar al historiador del arte, Boto, por su tesón y conocimientos - Para eso sirven las humanidades, sr. ministro-, que me ha dado la alegría del día con esta noticia.
Acabo de leer el reportaje y no me lo puedo creer. Cuando estuve en NY visité The Cloisters sabiendo ya lo que era: un museo del expolio de muchísimos claustros peninsulares y del sur de Francia (Catalunya Nord) que algun pez gordo de la Santa Madre se vendió oportunamente. Y me pareció asqueroso, pues los bienes de piedra debería ser ilegal que pudieran ser transplantados.
ResponderEliminarComo catalán exijo la devolución de los papeles de Salamanca (los pocos que quedan), porque es de ley. Pero también el retorno del claustro a Burgos, o cualquiera que sea su lugar.
Lo increíble no es que sucediera, sino que aún ahora nadie haga nada por remediarlo. Seguramente la compra fue legal, pero digo yo que un Picasso se puede comprar, pero no la catedral de Burgos. Algunos siguen sin tener claro para qué sirve eso del patrimonio.
ResponderEliminarEsto me ha recordado mucho la historia que llevo toda la vida sintiendo a mis padres sobre la iglesia de 500 años que derribaron en su pueblo en los 60, para sustituirla por un horror típico de la época... De los retablos barrocos y otras maravillas atesoradas nunca más se supo. Y hasta ahora no sé que nadie haya preguntado por ellos.
¡Estoy anodadado! Pero estas cosas pasan.
ResponderEliminarCerca de donde vivo, durante la reforma de una plaza desapareció una fuente gótica, de la cual nonca más se supo. Se rumorea que adorna la finca privada de algún responsable del ayuntamiento.
¡A saber cuantas obras habrán sido víctimas del expolio y ahora reposan en casa de algún desaprensivo!
Casilda. El hecho de que el propietario lo pudiera haber adquirido "legalmente" (habría que saber bajo qué condiciones, de qué modos y maneras, y ante que miradas hacia otra parte de los anteriores propietarios o de la administración) no le resta un cierto carácter de burla y hasta aberración al tema. Aquello del chiste de que habían vendido la catedral de Burgos es tan factible, visto lo visto...
ResponderEliminarMuchos de los tesoros que tienen Louvre y Museo Británico son productos adquiridos a través de compraventa, pero ¿a qué precio, bajo qué clase de trapicheos, burlando cuántas leyes o aprovechando la ausencia de leyes, en países como Egipto, Irak, Siria, Nigeria, etc.? La exhibición de otros tesoros de esos museos vienen de origen viciada por el botín de guerra. Los napoleónicos los robaron en territorio egipcio, por ejemplo, y cuando los británicos vencieron a los franceses pasó a ser botín de guerra y propiedad británica. ¡Esta es Europa también!
A mí lo que me avergüenza es no ya lo sucedido en 1959, puesto que tengo asumido que el franquismo fue barbarie a todos los planos, sino que posteriormente pase desapercibido (que no me lo creo) Puede que los castellanos, que han vivido entregados a sus caciques, pero ¿cómo es posible que a Cataluña se la metan? ¿O administraciones de una y otra comunidad no querían unos ni reclamar y otros ni molestar al capitalista de la finca?
Tantas preguntas pueden y eben hacerse. Ojala esta información sirva para algo. Porque en fincas de latifundistas del Sur o de la Meseta, por no hablar de los pazos gallegos, también puede haber tesoros ocultos de dudosa procedencia. Pero adivinen.
Las Humanidades sirven para más de lo que los tecnócratas ignorantes, sean PP o no, quieren reconocer. Yo diría que hasta podría ser, si se promocionaran y consolidaran más, una formidable herramienta de conocimiento, influencia política y cambio de mentalidades. Pero, claro, el saber, sobre todo lo del pasado, hiere y lleva a reconocer lo que muchos en este país cainita no desean conocer. No vaya a ser que no vengan a instalarse los macrocasinos...
Unn abrazo.
Ramón. Te quedas corto. La mayor parte de las obras de arte que hay en NY son de procedencia castellana. La reja de la catedral de Valladolid está en el Metropolitan Museum. Fragmentos de pinturas mozárabes de San Baudelio de Berlanga andan el el Museum de Art de NY y en Cicinatti. El ábside románido de una iglesia de Fuentidueña, Segovia, se encuentra en el Museo de los Claustros, donde por cierto hay varios claustros románicos ¡franceses! Un "beato" de San Pedro de Cardeña, Burgos, también en Los Claustros. Piezas d euna iglesia románica de Frías, Burgos. Tallas de Gil de Siloé. En fin. Etc. etc.
ResponderEliminarLos papeles de Salamanca ya está dictaminado que se devuelvan a sus orígenes. Salvo que se haga bandería y propaganda interesada del tema a los castellanos nos trae sin cuidado donde se hallen. Por mi parte lo importante, además de la corrección de un delito de Estado bastante reciente, es que sirvan para ser estudiados sobre todo.
Pues mira, Hiniare, hasta venderse la catedral de Burgos es posible. Aquí el clero ha echado mano de bienes que ni siquieran eran originalmente propios, puesto que el incauto pueblo católico los sufragó, para obtener fondos.
ResponderEliminarLa información que aportas coincide con otras que yo tengo. En toda España se ha procedido a ventas irregulares o libres por parte de quienes ya digo que ni acaso fueran sus propietarios. Ha habido tal cantidad de obras de arte en este país, por el hecho de haberse sucedido culturas diversas y de gran poder hegemónico, que la rapiña ha estado a la orden del día.
Nunca se sabe qué pasará. Mira lo acontecido en Irak. Bastó la invasión yanqui para que del Museo de Bagdad desaparecieran miles de obras y objetos, en connivencia de invadidos aprovechados y ladrones con los invasores sin nombre.
Un abrazo.
A més a més, incides en el tema, Enric. A saber. Yo he visto cosas en casas solariegas, y los dueños te dicen que lo compraron a un anticuario o que era herencia familiar. Cortinas de humo (pueden ser reales en algún caso) para justificar la posesión de bienes que dan la nota.
ResponderEliminarQué país, Mikelarena, qué país, que decía aquel de mi pueblo.
Gracias por tu comentario, bienvenido.
La rapiña de las bellas piedras ha implicado a bandidos de todo tipo de pelaje. Y la cosa puede seguir funcionando a niveles más recogidos (no por la vergüenza sino por el miedo). Cabe decir que la mayoría de esa piedras eran ya cosa de ricos, sacadas de lomos de pobres. Los ricos las construyeron y ellos las rapiñan. Ahora nos dicen que la idea del patrimonio de una comunidad es cosa antigua y, por eso, pagamos por ver la iglesia de nuestro pueblo. Si no hay patria no hay patrimonio. ¿Ocurrirá que, para parar a la bestia propietaria - usurpadora -hay que retomar la idea de patria y llegar a ser patriotas? ¡¡Oh, dios!! Eso nos lleva al siglo XIX y a los liberales románticos. Y al lloro del noventa y ocho. Retornar a viejas palabras para que no nos roben los mutiladores de lo privado.
ResponderEliminarSaludos
¡No, Luis, por favor! Eso sí que no. Estoy contigo. Si las piedras son algo más que piedras es porque nos dicen algo cuando estamos cerca de ellas (el efecto mistico de las iglesias, por ejemplo, se sea o no creyente), o porque forman parte de la piel que recubre una ciudad, un paisaje. Sentirnos identificados con ellas es una cuestión íntima, que si obedece a un sentido de patria se prostituye.
ResponderEliminarA nadie se le ocurriría ponerle una bandera a la Gioconda porque la emociones no tienen patria y se expresan con mil lenguas.
Un saludo.
Luis. Lo más chusco del caso es lo que viene haciendo la Iglesia de Cristo en los últimos tiempos. Además de sus tradicionales declaradas propiedades está registrando deprisa y corriendo cantidad de fincas, ermitas, viviendas, etc. que fueron sufragadas por vecinos de los pueblos pero de las que no había documento de propiedad. Ahora, el Episcopado, aprovechando su uso y abuso las está registrando como propias. Claro que siempre se podrá decir a los lugareños: os está bien empleado por confiar en aquellos que predican que su reino no es de este mundo.
ResponderEliminarPara más información, hay una decidida web donde informan de la lucha que se traen y las demandas contra los obispos usurpadores:
http://www.plataforma-ekimena.org/
Un abrazo.
Por supuesto, Enric, que las construcciones nos dicen, más allá de sus intenciones, cultos y culturas. Yo me emociono en una mezquita y no soy musulmán, como me embarga y embriaga el poder de la arquitectura o de la creación artística en una iglesia románica o escuchando a Charpentier al órgano. Todo eso, el trazado de una ciudad, las cañadas reales, cualquier dimensión y objeto ubicado en el territorio hay que valorarlo fuera de su contexto "patrio" o "clerical religioso". Faltaría más.
ResponderEliminarPero si se mira y se mide también por el lado crematístico, algo que el episcopado, la clerecía en general y la derecha en particular no les gusta citar es que las recuperaciones, arreglos o rescates de cantidad de monumentos de tradición o uso cristiano están pagados con fondos públicos. Para que luego los usen para su catequesis, tiene gracia la cosa.
Tal vez algún día puedan pasar a propiedad estatal. Mas el día que eso suceda mucho habrá cambiado para bien en este tenebroso país.