pasa, pasa, no te quedes ahí contemplando las flores de mi modesto jardín; ya sé que la floración nos desborda a todos; incluso algunas que pueden estar engendrándose con otras características y en otro terreno; hoy me han contado una anécdota provinciana; porque más que noticia es un simple detalle; aunque los detalles aparentemente nimios suelen ser frecuentemente exponente de otro calado más profundo; me dicen que en cierta ciudad de provincias, ni mejor ni peor que otras, de tamaño medio y de sociedad soterradamente dividida en tendencias de opinión prácticamente por la mitad, un pintor local de toda la vida, había realizado una pintada mural en varios actos en recuerdo de los maestros republicanos represaliados; se trataba del acompañamiento plástico a una serie de conferencias que tuvieron lugar al amparo de la Universidad del lugar; así mismo, ese mural secuencial quedó plasmado en los muros de un edificio perteneciente a la misma Universidad, sito en el centro urbano; me cuentan que al alcalde de dicha ciudad -personaje medianamente célebre por sus desatinos e incontinencias verbales, por su afán impositivo cuando no totalitario, escasamente dialogante con los entes de la diversidad cívica- le faltó tiempo para ordenar a sus municipales que borraran toda la representación mural; su excusa: que las pintadas están prohibidas por las ordenanzas municipales, o algo así; pero ni la calle es de ese señor ni las paredes son de propiedad municipal, por lo que la polémica en esa ciudad de provincias que estos días alardea de su principal oferta turística, a base de de procesión y pasos, puede estar servida, como suele decirse; el tema parece tonto, si no fuera por ciertas cuestiones: porque las pintadas representan una creación artística; porque fue solicitada y apoyada por varios entes ciudadanos, porque se trataba de un homenaje recuperador de memoria del pasado; porque cada viñeta era un símbolo democrático -no olvidemos que la República Española fue democracia, y a mayores una democracia traicionada-; porque esos símbolos representaban elementos tan peligrosos como: un lápiz sobre un libro; unas palomas; una mano que emerge desesperadamente desde un libro; una urna electoral; una ramita de olivo emergiendo de otro libro; ventanas abiertas al campo; un nudo de la convivencia; un barquito flotando entre las páginas de otro libro…etcétera; como ves, se trataba de una iconografía extremadamente radical y subversiva, capaz de remover los cimientos de una sociedad; y no es broma, pero es así; el elemento enseñanza fue dinamizador en la España pobre y atrasada que el nuevo Estado votado se encontró en 1931; sí, los maestros, los profesores, los artistas, los comunicadores de aquel momento, jugaron un papel fundamental en la alfabetización y la creación de opinión y criterio entre la ciudadanía más atrasada; ¿homenajear todo aquello con una pintada simbólica es una falta, un delito, un atentado?; ah, claro, se me olvidaba…me cuentan que lo que no pueden aguantar las autoridades de esa ciudad ni mejor ni peor que otras, y en concreto su inefable regidor, es el despliegue de los colores que formaban el fondo donde la iconografía se desarrolló; me hacen saber que al pintor local y a sus secuaces y cómplices les faltó tiempo a su vez para volver a pintar en los mismos espacios que el alcalde había ordenado borrar; que luego la típica mano ultra haya trazado rayas encima y puesto algún lema carca no destroza mayormente la obra, sino que la ennoblece; ladran luego cabalgamos, parecen decir ciertas voces provenientes de esa ciudad que el día de la huelga congregó a cincuenta mil manifestantes y donde una bandera traicionada a sangre y fuego hace setenta y seis años se exhibió espontáneamente con relativa abundancia; me dicen también que el título del mural era, es, La alegría de la República; qué mal llevan algunos esa alegría; y es que ciertos personajes efímeros, hermano, no logran superar el espíritu caciquil, propietario y déspota del pasado, y es su propio veneno lo que hace que conviertan en problema lo que no es sino expresión ajena libre
(El autor del mural se llama Manolo Sierra)
Ole. Bs.
ResponderEliminarBien dicho
ResponderEliminarYa sólo, la diferencia entre lo que es pintura y lo que es mancha, hablan por sí mismas; esa incapacidad de elaboración de un pensamiento crítico sólidamente estructurado, es cambiado por la irracionalidad destructiva de todo lo incomprensible, de lo diferente, de lo nuevo o de lo desconocido. Es el miedo a la libertad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Emejota, no, el alcalde no suele mercerse olés sino pitidos, jaj.
ResponderEliminarUn abrazo de jueves en que no luce el sol por más que la cancíón nacionalcatolicista dijera aquello de tres jueves hay en el año, etc.
Casilda, lo que no sepas tú...qué voy a contarte yo.
ResponderEliminarSí, Carlos, muy buena precisión. Unos pintan y otros manchan. Unos componen paisaje, símbolos, vida, en fin, y otros no pasan de sus rayas torpes. No sé si es más molesto y grave que las autoridades y los extremistas de derechas no respeten una creación y el ejercicio de la libertad o que sean incapaces de proporcionar una alternativa creadora. ¿Será por aquello de que si entendieran el valor del arte entenderían también el de la libertad?
ResponderEliminarCoincido contigo. El espíritu crítico les exigiría esfuerzo, no pasarán de destrozar en lugar de imaginar.
Un abrazo.
Luego encarcelan a los que queman fotos del rey y dan un puesto de alcalde a los que asesinan libertades.
ResponderEliminarHabria hecho lo mismo si se hubiese pintado la bandera de españa?
Que cosas pregunto,seré analfabeta....
Un beso
Gene, gracias por tu humorada. Pero ya sabes lo que dan de sí ciertos gregarios. Un abrazo.
ResponderEliminarDan unas ganas de cogerse un tren hasta esa ciudad mediana y, aprovechando también una exposición de fotografía sobre los años cincuenta, navegar por los colores de ese muro...
ResponderEliminarUn abrazo, antorcha.
Freia. Sí que dan ganas, sí. Abrazos.
ResponderEliminarMe temía que ocurriera y ha ocurrido, no debería temerme cosas porque se materializan. El "ole" no iba por el alcalde, válganme los cielos, sino por el coraje de los pintores callejeros, y por tu forma de expresarte.
ResponderEliminarSi, a estas alturas, así piensas de mi, malo, nada, nada que hacer en el epígrafe de la comunicación.
Jaj, Emejota. Ha sido una broma inocente y has picado. A ver, en cualquier proceso de desmaterialización conviene también no perder el sentido del humor (te lo digo por experiencia propia) Así que rehabilito a los ojos ajenos tu honor, mujer, me cubro de ceniza, cojo el flagelo y como buen devoto del santoviernes imploro perdón.
ResponderEliminarY sí, ese pintor ha tenido siempre mucho brío desde sus tiempos estudiantiles (si te contara...)
Son los frutos que da la impunidad (me refiero al alcalde). Matar la cultura y la razón para instaurar la dictadura y la intolerancia es algo congruente con el fascismo. Pero en el caso de la represión contra los maestros fue la inquisición mutada en grupos paramilitares.
ResponderEliminarLas víctimas están en nuestra memoria pero los verdugos siguen entre nosotros.
Camino. La persecución y exterminio de los maestros de la República es una de las mayores barbaridades de la Historia de España. Teniendo en cuenta la labor desarrollada y el empeño por sacar del analfabetismo a la población. Eso da idea del tipo de país que las fuerzas tradicionales del poder y el dinero (terratenientes, Ejército colonial, Iglesia Católica, grandes industriales) deseaban. Que desde los primeros meses de la sublevación de 1936 los grandes propietarios rurales pusieran su empeño en recuperar las tierras que la Reforma Agraria les incautó ya demuestra lo que les interesa España. Ya se vio por dónde iba su concepto de patria. Qué demonios les iba a importar la cultura a los de arriba.
ResponderEliminarLa razón te asiste, hermano.