ve imágenes de una televisión árabe; inclemencia con los inclementes, se le ocurre; los que invocan al grande y clemente y misericordioso aplican la ley no-ley más antigua al dictador que también invocó al grande y misericordioso y clemente; a ese ser grande y clemente y misericordioso en la sombra le debe suceder como al otro ser también umbroso que es todo grandeza y amor y en cuyo nombre se han cometido siempre tantas tropelías, se le ocurre; personajes recreados y ficticios que se desvanecen ante la ley no-ley más antigua manifestada por los hombres; las no-leyes de la venganza, del ojo por ojo, del ajuste de cuentas, de la justicia por su mano; combate de leyes no-leyes antiguas donde el derecho y la razón se extravían; a la ley no-ley de la opresión le planta cara la ley no-ley de la resistencia; cuando se desbordan todos los lenguajes y se impone el más viejo; cuando todos los pensamientos, las creencias y las normas pierden su entidad para manifestar la crudeza de la bestialidad humana; los dictadores no suelen darse cuenta de que su reinado inicia su propia cuenta atrás desde el día que se consolidan como tales; y que se precipita hacia el fin en relación directa al ejercicio de su violencia institucional que ellos desencadenan para sostenerse; lo demás es cuestión de tiempo; hay algo de gesto ejemplar en la violencia de los oprimidos, piensa cuando ve al otrora poderoso mandatario arrastrado entre sangre por los suelos; hay algo de necesidad de verle asaltado, humillado, malherido y muerto para conjurar los agravios, las humillaciones, los crímenes cometidos por él; para justificar el instinto de la sangre se vierte más sangre; la insaciabilidad humana, piensa; no, acaso un dictador linchado no sea precisamente la imagen del cordero inocente; acaso su sacrificio no servirá para nada, ni para enseñanza de los dictadores de próximas hornadas, que procurarán ser más cuidadosos; eso piensa absorto y repugnado por la conducta humana; el grande y clemente y misericordioso ser etéreo invocado no acude en su auxilio; esta vez se ha puesto del lado del otro, del maltratado por décadas; más adelante se sabrá si los ejecutores de hoy serán cuerdos o encarnarán nuevas violencias de poder; es un juego circular; es un juego sin fin
(Imagen de DGTLK)
(Imagen de DGTLK)
De los seres clementes y misericordiosos sabemos que suelen ser extremadamente inclementes e inmisericordes. No en vano son creación de quienen los usan.
ResponderEliminarAnónimo, no puedo añadir ni un ápice a tu comentario. Lo dices con una brevedad contundente y certera. Gracias por pasar.
ResponderEliminarCasualmente leo hoy en El País un comentario de Carlos Boyero qu e va en la línea:
ResponderEliminarhttp://www.elpais.com/articulo/Pantallas/sangre/miedo/elpepirtv/20111022elpepirtv_4/Tes
Me parece interesante, al menos reflexiona.
La irracionalidad necesita de otra irracionalidad simbólica para perpetrarse y para incluirla en una vertiente moral.
ResponderEliminarUn saludo
Así es, CGaia, así es. Y la nueva irracionalidad no me hace concebir excesivas esperanzas. Hay creencias, religiones y pautas de comportamiento demasiado machistas en ese ámbito como para esperar algo enorme. Y condicionamientos de los poderes hegemónicos del planeta para que no se escape de su control. Ojala me equivoque. Rectificaré.
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