¡Muertos del mundo, uníos! Un grito sordo, pero clamoroso. Ciego, mas clarividente. Deberían poder hablar los muertos del mundo y de la historia. Simplemente para decir a los vivos: ¡callad! O bien: ¡hablad, pero con cordura y sentido de la verdad!
Llevo muerto hace tiempo, pero a veces en este mundo no-mundo se infiltran informaciones de los vivos. Hasta ahora no podíamos hacer nada, pero acaso si los muertos nos organizamos podemos lograr algo. Los muertos no vamos a volver para ejercer Némesis alguna. Pero sí para denunciar la infamia de muchos humanos. De aquellos que merecerían o no haber nacido o estar muertos, en lugar de tanta gente sencilla o bondadosa que no se ha merecido una muerte prematura. Y menos sangrienta.
Y denunciar lo que es inocultable. Que hay muertos de primera, de segunda, de tercera y de los últimos de la cola. Contar contar sólo cuentan los de primera. Los de familias con posibles, los de países
number one, como el avión del Presidente, y no todos los habitantes de ese tipo de países. Ni por el forro. Pero de los muertos, cotidianos, frecuentes y elevados, de los últimos de la cola ni se sabe. Ni se sabía su existencia ni se sabe su desaparición. Luego de lo que no se sabe no se habla. Luego no existen: ignoremos la miseria del mundo y seremos felices, dice la canción.
Nunca sabemos si han muerto porque nunca hemos sabido que han nacido. Hay una sucesión de vivos y una sucesión de muertos. Vivos que mueren por exceso y vivos que mueren por defecto. La muerte de los primeros es ridícula y la de los segundos injusta. Estos días no dejan de hablar de los muertos de hace diez años en un atentado en un país
one, en una ciudad
one y en un standing de vida
one (permítaseme esta especie de redacción spanglish) Y todos los años la misma cantinela. Y esto no significa dar la razón a los abyectos que causaron sus muertes, sino tirar de la máscara de los que siguen recordando aquello como si solo les hubiera pasado a ellos la historia. Los mismos que ocultan las vidas deplorables y muertes desastrosas de tanta población del mundo que no es mundo
one. Montan parafernalias para justificar y ocultar con ellas sus políticas destructoras por el planeta.
Como estoy muerto, y no les voy a decir de qué, bueno sí, de asco, me permito hablar así. No tengo grandes propuestas al respecto. Los que morimos de asco tenemos mala muerte, pero al menos nos miramos las manos en el estertor y no las vemos con sangre. O sí: porque la sangre puede ser visible o transparente. La mía, en su transparencia, la veía al final, y me dio más asco todavía. Era producto de mi inacción.
Muertos del mundo y de la historia: ¡uníos! (Una voz lejana y sarcástica, no obstante su opacidad, dice tímidamente: pero si ya lo estamos)
(Montaje fotográfico de Giorgia Napoletano)
C... aramba Fackel, mientras lo leía esa voz sarcástica y lejana me estaba diciendo dile: "pero si ya lo estamos". Pero claro, te me has adelantado, por lo tanto, en la misma línea sarcástica añadiría: "pero es que todavía, y mira que han pasado siglos y milenios, no pesamos lo suficiente en este "paraíso" ¡convencerse! c..aramba" Beso.
ResponderEliminarLos hay más muertos, hieden y repugnan. No se dan cuenta de lo muertos que están. Pero ellos siguen conmemorando...¿su propia muerte?
ResponderEliminarA veces me parece que resulta vital para la propia supervivencia hacer mundos estancos, y mira que es triste lo que estoy diciendo, pero últimamente lo siento todo demasiado denso y una servidora demasiado impotente. Beso.
ResponderEliminarYa, los mundos estancos, me suena eso.
ResponderEliminar¿Quién está libre de lo denso y oneroso? ¿No es algo que acompaña cada vez más según se avanza en edad simplemente porque cada vez rechazamos más el mundo angelical y de ficción? No sé.
Ese mismo día, también yo sentí morirme de asco, muero aún por tantas otras cosas. Aunque hay algo curioso. Y es que muchas veces oigo más los gritos de los enterrados o abandonados en campos y cunetas, que las de estos no-muertos y no-vivos en que nos hemos convertido.
ResponderEliminarPD.: odio lo denso, no quiero estancarme.
Abrazos
Ata, te entiendo, porque a mí me pasa lo mismo. ¿Cuántos muertos causó el 11-S de 1973 en Chile? ¿Qué potencia estuvo de trás? Por ejemplo. Olvidados.
ResponderEliminarHarto y asqueado de los hipócritas de este mundo que una parte del mismo decide que sea. ¿Por qué la fragilidad de la memoria? ¿Por qué somos tan ignorantes? ¿Por qué la gente piensa en la vida normal como si se tratara de un film? ¿Por qué el escaso esfuerzo de los blogueros en indagar en las llagas?
No te estanques.