"Una gota de agua sobre una hoja es infinita. Esa gota de agua en esta hoja, ahora, en este instante. Es la experiencia del haiku."
Lo dice Chantal Maillard en su librito En la traza. Pequeña zoología poemática. Pienso entonces en la experiencia de la palabra. La palabra justa, impensada, espontánea, que cae, que mana desde nuestro interior, con su angustia o con su placidez o con su euforia. Cuando nos hallamos al límite, en el reposo de la inconsciencia o en la sublimación opiácea de las ilusiones disparadas. Es la manifestación del instante. La gota salina o sanguina que emite nuestra materia sin que nos solicite permiso, la cual transcribimos.
A eso le llamo franqueza y espontaneidad.
ResponderEliminarLibre. Es una lectura posible, adaptada a la conducta humana. ¿Por qué no?
ResponderEliminarBuen día.
Este haiku me parece tan válido como decir que las gotas de agua limpia salpican pero no queda su huella mientras que las de agua sucia siempre dejan un rastro tras de si. Beso.
ResponderEliminarNo sé si va por ahí, Emejota, pero los haikus no sé si hay que analizarlos. Son percepción.
ResponderEliminarYa, pero instintivamente toda percepción se me acaba convirtiendo, sin voluntad por mi parte, te lo aseguro, en análisis. En "mi idioma" se podría comprender mejor. Cada cual cuece sus caldos a su manera. Beso.
ResponderEliminarTe entiendo. Pero acaso a veces hay percepciones sencillas, sensoriales, instintivas que no lo requieren. Ante una caricia ¿te pones a racionalizar?
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